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Los encantos de Fez

Fez, la ciudad laberinto de Marruecos, es una de las más antiguas del país y que mejor conserva su autenticidad y su exotismo, con una arquitectura prácticamente inalterada desde hace siglos. Lo que quizás más llama la atención de esta ciudad magrebí es su condición menos turística y masificada, sobretodo en comparación con su vecina Marrakech. Y por eso mismo, posee un encanto especial que permite sumergirte de veras en la realidad cultural de sus gentes, sin esa sensación de agobio provocada por los mercaderes y buscavidas que en otras ciudades marroquíes pueden llegar a asfixiar al viajero.  Sin duda, no habremos conocido Fez en su máximo esplendor si no nos adentramos en los siguientes lugares:

1.- Medina Fes el-Bali

El punto álgido de nuestro viaje a Fez se halla precisamente en el laberinto que conforman los más de ciento cincuenta barrios de Fes el-Bali con sus respectivas callejuelas y más de mil derbs o callejones sin salida. No es de extrañar que esté protegida por la UNESCO desde 1967, ya que además de tratarse de la zona más antigua de la ciudad, atesora algunos de los monumentos más emblemáticos. Antiguamente y por ley, cada barrio debía disponer obligatoriamente de una mezquita, una escuela coránica, una panadería, una fuente y un hammam. El Mausoleo de Mulay Idris y la mezquita Al Karaouine conjunto con las escuelas coránicas Attarine y Bou Inania, hacen gala de una arquitectura exquisita que merece la pena ser observada. Está permitido el acceso a no musulmanes a esta última, Bou Inania, aunque tendrán vetadas las salas de oración. 

Perdernos por los grandes mercados de las calles Talaa Kebira y Talaa Seguira, pasando por las bellas plazas Nejjarine y Seffarine, y conocer de cerca el zoco de los curtidores son algunas de las experiencias imprescindibles para sentirnos como auténticos fecíes. Aquellos con ganas de aprender los trucos de la gastronomía marroquí, podréis hacerlo a través del Riad Tafilalet, cuyo chef Lahcem Beqqui, es uno de los más reputados del país. De esta forma, además de impartiros unas lecciones de cocina tradicional, también se os llevará al mercado para enseñaros dónde buscar los mejores productos. Después de esta sesión, hasta podréis preparar en casa una cena de lo más exótica y lograda a base de harira, tagine o cuscús.

2.- Medina Fes el-Jdid

La Medina Fes el-Jdid o la Nueva Medina fue levantada por la dinastía Merindia en el siglo XII, fuera del casco antiguo. Ésta está repleta de palacetes con patios andaluces, jardines, mezquitas y nuevos zocos, pero sobretodo lo que la hace más interesante es el ostentoso Palacio Real de puertas doradas, cada cierto tiempo limpiadas con una curiosa mezcla a base de jugo de limón, sal y vinagre. El Mellah o barrio judío,que se erige en pleno corazón de Fes el-Jdid y junto al palacio, ofrece también un elevado atractivo gracias a su mercado de la Grand Rue, al Boulevard Bou Ksissat y al contraste de las fachadas y balcones encarados al exterior con la arquitectura musulmana tradicional, en la que prima la privacidad.

3.- La Ville Nouvelle

Para completar nuestro recorrido por Fez, no debemos olvidar de visitar la Ville Nouvelle, la parte más nueva de la ciudad y construida a raíz del proteccionismo francés durante el siglo XX. Los más urbanitas disfrutarán de esta zona reservada a los lugareños con mayor poder adquisitivo, con su paso por la Avenida de Hassan II y por el Boulevard Mohammed V. Un sinfín de bares con terracitas glamourosas, restaurantes de todo tipo, heladerías y pastelerías con encanto llenan las calles de la Ville Nouvelle de movimiento. Resulta ideal para tomar el clásico té a la menta con unas pastas típicas para reponer fuerzas después de una tarde de compras.  Un sitio que merece la pena descubrir!

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Imagen de NaSz451

Texto por Blanca Frontera

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Sevilla y sus alrededores son para comérselos

Sevilla bien vale un viaje gastronómico porque la oferta de sus restaurantes es enorme y variada. Desde el más antiguo de la ciudad, el Rinconcillo (Calle Gerona, 40. Sevilla) de 1670, donde los camareros apuntan en la barra con una tiza lo que te estás tomando, hasta el moderno Eslava (Calle Eslava, 3-5. Sevilla), ganador de premios por tapas como ‘Un cigarro para Bécquer’, que imita un puro con pasta brick rellena de algas, chocos y calamares en su tinta.

Pasando también por las buenas conservas de La Flor de Toranzo (Calle Jimios, 1-3), los platillos divertidos de Catalina Casa de Comidas y Más (Plaza Padre Jerónimo de Córdoba, 12. Sevilla) y el ya mítico ‘piripi’ de Bodeguita Antonio Romero (Calle Antonio Díaz, 5, Antonio Díaz, 19 y Gamazo, 16. Sevilla), un bocadillito de beicon, queso, tomate, mayonesa con un toque de ajo y un filete de lomo.

Y si Sevilla vale un viaje, sus alrededores también merecen una visita gastro, ya sea para comer o para saber algo más de un producto tan emblemático como el jamón.

En Sanlúcar la Mayor, a unos 25 kilómetros de Sevilla, está el restaurante Alhucemas (Avenida del Polideportivo, 4. Sanlúcar la Mayor), una freiduría que, dicen, hace el mejor pescado frito de España según muchos cocineros. Sin tener ninguna estrella Michelin, sus responsables son habituales de congresos gastronómicos donde explican sus secretos culinarios. También la gente va en romería por sus pinchos morunos y su ensaladilla de bogavante.

Algo más lejos, a solo una hora en coche, es de visita obligada el museo del jamón que ha abierto hace unos meses Cinco Jotas (Calle San Juan del Puerto, s/n) en Jabugo, Huelva. El trayecto vale la pena porque se descubren todos los secretos de la producción y elaboración del jamón 100% ibérico de bellota a través de cuadros parlantes, gráficos, vídeos, un ciclorama de 12 metros que nos sumerge en la dehesa donde campan los cerdos, pantallas interactivas… Hay tres momentos inolvidables: el paso por la impresionante bodega, donde se guardan 50.000 patas (o probablemente más) la sala donde se participa en un concurso -con pantallas, como si fuera un programa de televisión- en el que se pregunta sobre lo expuesto y se premia con lonchas de jamón virtuales, y el final de la visita, que acaba con una cata de lo más apetitosa maridada con vino tino o fino.

Muy cerca de allí se puede visitar la Gruta de las Maravillas (Calle Pozo de la Nieve, s/n. Aracena) de Aracena, unas cuevas milenarias monumentales, con lagos interiores y figuras que de tan increíbles parecen lisérgicas, y comer en el restaurante Arrieros (Arrieros, 2. Linares de la Sierra), en Linares de la Sierra, donde sirven una de las mejores hamburguesas de España; está hecha con pluma ibérica y setas (según Martín Berasategui, es la mejor que ha probado nunca, y no le falta razón). De hecho, su carta está basada en cerdo ibérico, setas, frutas y verduras de su huerto, hierbas aromáticas de la zona… En resumen, lo que su chef, Luismi López, describe como “alta cocina serrana” y que se concreta en excelentes platos como el carpaccio de presa ibérica, foie y vinagreta del Condado, la sopa de tomate, el gazpacho de fresas, el revuelto de morcilla con langostinos, la tosta con queso semicurado y hierbas…

Texto e imágenes: Ferran Imedio (Gastronomistas)

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Los pueblos blancos de Andalucía

Una de las rutas clásicas para conocer la esencia de Andalucía es la de sus pueblos blancos, que transcurre por unas 20 poblaciones de las provincias de Málaga y Cádiz.

Tradicionalmente, las casas en Andalucía se han pintado o encalado de blanco para evitar, en la medida de lo posible, las altas temperaturas del verano andaluz. Esta manera de aliviar el calor, junto al cariño que ponen sus habitantes para engalanar calles, plazas y balcones con flores y plantas, convierten a estos pueblos en pintorescas postales.

La ruta de los pueblos blancos se adentra por zonas de especial belleza y entornos naturales como el Parque Natural de la Sierra de Grazalema -Reserva de la Biosfera-. Lo ideal es intentar visitar el conjunto de bellos pueblos, ya que cada uno de ellos posee sus atractivos y características peculiares. Pero si sólo dispones de dos o tres días, hay algunas paradas que, a nuestro entender, son de principal interés.

Arcos de la Frontera es una de las poblaciones más habituales para dar inicio a la ruta,ya que se encuentra cerca de Cádiz y del aeropuerto de Jerez, mientras que la bella Rondasería el punto final natural. En Arcos de la Frontera se puede admirar la Basílica de Santa María desde la plaza del Cabildo y continuar con un paseo por sus empinadas y estrechas calles con fachadas barrocas esparcidas por el pueblo, hasta las murallas del Castillo de Los Duques.

Otra de las poblaciones que conviene no pasar por alto es la de El Bosque. Se encuentra a los pies de las montañas, iniciando el tramo de la Sierra. Es un buen lugar para recoger información en el Centro Turístico del Parque Natural de Grazalema y excelente zona para la práctica del trekking.

Aunque requiere un pequeño desvio, Ubrique es una parada que vale la pena. Es la ciudad de la marroquinería, en la que hacerte con una buena pieza de piel curtida al uso de la tradición árabe.

Por el camino, encontramos otras poblaciones que no pertenecen en sí a la ruta oficial, pero que merecen ser visitados. Por ejemplo el tramo hasta Benmahoma, que pasa entre bosques de pinos y eucaliptos y cuya cima recompensa con vistas extraordinarias. Antes de llegar a Ronda, no podemos dejar de visitar localidades como Zahara de la Sierra, Alcalá del Valleo y Setenil de las Bodegas, con sus casa excavadas en la montaña y a lo largo del río.

Ronda, la Ciudad Soñada -como la llamó el poeta Rilke-, es el destino habitual para finalizar la ruta; una ciudad milenaria y asentada sobre una meseta de piedra. Vale la pena pasear con calma para apreciar todos sus rincones y obras monumentales. Conserva rasgos de su pasado árabe, al ser uno de los últimos bastiones árabes previos a la Reconquista, que se plasman en la llamada Ciudad o antigua Medina árabe, a orillas del Guadalevín.

Se encuentra dividida por una gargánta de más de 100 metros sobre El Tajo y cruzada por 3 hermosos puentes. El principal, data del siglo XVIII y es el monumento más emblemático de la ciudad.

A parte del interés cultural, esta joya arquitectónica andaluza, cuenta con muchos restaurantes en los qeu desgustar las rícas recetas y prouctos de la Serranía.

Imagen Zahara de la Sierra de Grez | Olvera por Tomas Fano | Villaluenga por El Pantera

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Cannes cine y mucho más

Cine, glamour y lujo bien podrían definir esta maravillosa ciudad de la Ribera Francesa. Y es que es pronunciar el nombre de Cannes y venirnos a la mente uno de sus momentos más mediáticos del año, como lo es su festival de cine, en el se viste con sus mejores galas y se puebla con los rostros más famosos del séptimo arte y con más de unasocialité dispuesta a no perderse tan digno espectáculo. Pero no solo de cine vive el hombre, y en Cannes hay mucho más que estrellas cinematográficas y millonarios con los que dejarse embelesar. Te animamos a conocer las dos facetas de esta fantástica ciudad.    

Un must de rigor, pasear por la Promenade de la Croisette

Este bulevar, que antiguamente era conocido como le chemin de la petite croix (el camino de la pequeña cruz) ya que en él había (y sigue habiendo) una pequeña cruz, bien podría ser rebautizado como el bulevar de las Estrellas. Repleto de tiendas de alta costura, restaurantes de lujo y de fantásticos hoteles, y poblado por todo tipo de famosos, es el lugar perfecto para dar un paseo y dejarse llevar por el brillo de todo lo que en él acontece. En su recorrido te cruzarás con icónicos hoteles como el InterContinental Carlton, en un elegante palacio de 1911, el Martínez, de estilo art déco o el Majestic, hasta alcanzar otro lugar mítico como es el Palacio de Festivales y de Congresos. Sí, como bien habrás podido adivinar, en este espacio se da cita cada año el Festival de Cine de Cannes. Aquellos que sientan curiosidad por conocer las instalaciones en las que se desarrolla tan magnánimo evento pueden saciarla reservando un tour guiado por su interior. Otro clásico de la Croisette es el Chemin des Etoiles, que se encuentra situado frente al Palacio de Festivales y de Congresos, y en el que se pueden ver los moldes de las manos de numerosos actores, directores, y gente del mundo del cine.

Además de todo lo dicho anteriormente, no debes de olvidar que este bulevar está ubicado frente al mar, así que no dudes en volver la vista hacia sus playas y deleitarte con la panorámica que hay desde aquí de la bahía, te aseguramos que merece la pena. Eso sí, te avanzamos que la mayor parte de las playas que encontrarás en este bulevar son privadas, o mejor dicho, están ocupadas por las tumbonas de los hoteles de lujo, que esos sí, se pueden alquilar. Cerca del Palacio de Festivales y Congresos hay una pequeña playa de acceso público.

Descubrir el “otro Cannes” en el Vieux Port yLe Suquet

Como ya avanzábamos en la introducción, más allá del Cannes cinematográfico hay cosas por ver y con las que dejarse sorprender, aunque en una dimensión mucho menos opulenta. Para ello hay que acercarse hasta el Vieux Port, donde además de grandes yates de lujo nos cruzaremos con los lugareños realizando las tareas propias de su día a día. Desde aquí te recomendamos que te adentres en Le Suquet, el barrio antiguo de la ciudad, en el que imperan las callejuelas y las plazas llenas de encanto. Una de las mejores vistas de Cannes se encuentra en esta zona, en el museo de la Castre, situado en la plaza de la Castre. Seguro que no te arrepentirás del ascenso cuando tengas ante a ti la panorámica de la Croisette y del Palacio de Festivales.

Reserva tu Vueling a Niza, que se encuentra a 33 kilómetros de Cannes, y aventúrate a descubrir una de las ciudades más glamurosas del Mediterráneo.

Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Daniel70mi Falciola

 

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