Nueve museos para volverse loco en Venecia
Nos encanta Venecia. La ciudad italiana es uno de los destinos más apasionantes de Europa. Su ajetreada historia, los canales, los callejones eternos y la grandeza artística de esta capital hacen de ella un lugar perfecto para que cualquier amante del arte se vuelva loco. Y no es para menos. Además de los varios centenares de iglesias que pueblan esta urbe, en plena laguna se levanta una de las redes de museos más importantes del mundo. Museos que, para más inri, no se encuentran en espacios convencionales, sino que invaden edificios góticos, renacentistas y barrocos para presentar, en pleno siglo XXI, unas colecciones que quitan el hipo.
En góndola,vaporetto o a pie, estos son los nueve museos que no te puedes perder en tu próxima visita a la capital véneta. Cominciamo!
1. Accademia: la mayor colección de arte veneciano
Las Gallerie dell’Accademia ocupan tres antiguos edificios religiosos y constituyen la principal colección de arte veneciano del mundo. Aquí se dan cita cinco siglos de arte, desde la época medieval al rococó, con obras fundamentales como la imponente Cena en casa de Leví de Pablo Veronese, la Presentación de la virgen en el Templo de Tiziano el Ciclo de Santa Úrsula de Vittore Carpaccio, el Rapto del cuerpo de San Marcos de Tintoretto o el San Jorge de Andrea Mantenga, además de primeras obras de Lotto, la familia Bellini, Canaletto o Tiepolo.
2. Palacio Ducal: el esplendor de La Serenissima
Aunque no es propiamente un museo, el Palacio Ducal es un lugar imprescindible para entender el esplendor al que llegó la República veneciana. Sede del Gobierno, Palacio de Justicia y residencia del dux, este inmenso complejo gótico es un lugar perfecto para disfrutar de algunas de las principales obras de arte de la historia de la ciudad en el lugar para el que fueron concebidas. Destaca, por ejemplo, la gran pintura del Paraíso que preside la espléndida Sala del Maggior Consiglio y que firmaron Domenico y Jacopo Tintoretto. Otro imperdible son los lienzos de Pablo Veronese de la Sala del Consiglio dei Dieci o la lujosa Scala d’Oro, construida por Sansovino y decorada por Alessandro Vittoria.
3. Colección Peggy Guggenheim: en casa de la gran mecenas
Entrar en este palacio inacabado del siglo XVIII es sinónimo de adentrarse en el universo de la conocida mecenas Peggy Guggenheim. Impulsora de artistas como Klee, Pollock, Calder, Kandinsky, Ernst, Picasso, Moore o Braque, Guggenheim adquirió el palacio del Gran Canal en 1949 y en él fijó su residencia. La colección la forman 200 lienzos y esculturas de los artistas nombrados y también de Dalí, Magritte, Chirico, Balla, Duchamp, Rothko, Picabia, Delauney, Malevich y Mondrian, entre otros. Peggy Guggenheim legó su colección a la fundación de su tío Solomon R. Guggenheim con la condición de que se quedase en la ciudad.
4. Scuola Grande di San Rocco: el mejor Tintoretto
De parada obligada, este antiguo hospital de beneficencia construido en honor a San Roque es uno de los mejores lugares para admirar la obra de Tintoretto. Completado en 1549, en 1564 se encargó a Jacopo Tintoretto la decoración de las paredes y los techos de la Scuola. Sin duda, la obra más monumental del complejo es La crucifixión, que se halla en la Sala dell’Albergo, y en la que el pintor logró unas cotas de sentimiento nunca antes vistas en el arte veneciano.
5. Museo Correr: la historia de la Reppublica
Ubicado en la plaza de San Marco, es uno de los principales museos de la ciudad. Realizado a partir de la colección que el adinerado Abbott Teodoro Correr legó a la ciudad, es el lugar perfecto para conocer la historia de la República veneciana y el movimiento del Resurgimiento italiano. Además, acoge una importante colección de pintura veneciana, en especial de Vittore Carpaccio.
Con la entrada al museo, se puede visitar también los colindantes Museo Archeologico y la Librería Sansoviniana, diseñada por el arquitecto Jacopo Sansovino y de la que Andrea Palladio dijo que era “el edificio más bello desde la Antigüedad”.
6. Museo Fortuny: un español en Venecia
El Palazzo Pesaro, de estilo gótico tardío, fue la residencia del famoso diseñador textil español Mariano Fortuny y Madrazo, quien lo adquirió a principios del siglo XX y donde vivió hasta su muerte. Legado a la ciudad junto a su contenido por la viuda del artista en 1956, las elegantes estancias son el marco perfecto para los tejidos bordados con hilo de oro y plata de inspiración renacentista y para los lienzos, retablos y vestidos plisados de seda de los años 20 de Fortuny. Una delicia.
7. Ca’ Pesaro: colección de arte del siglo XX
Este suntuoso palacio barroco es la sede de la Galleria d’Arte Moderna. Fundada en 1897, de sus paredes cuelgan algunos de los cuadros más famosos de Gustav Klimt y Marc Chagall, además de obras de Matisse, Miró, Klee o Kandinsky, muchas de ellas presentadas por los artistas en la Biennale y adquiridas por la ciudad. En la planta superior, no te puedes perder el Museo d’Arte Orientale, que contiene verdaderas joyas traídas en el siglo XIX por el conde de Bardi durante sus viajes por el Lejano Oriente.
8. Ca’ d’Oro: la joya del Gran Canal
Obras de Andrea Mantegna, Luca Signorelli, Vittore Carpaccio y Tiziano, así como telas, frescos y esculturas, se dan cita en uno de los mayores tesoros del Gran Canal. El museo, que desde 1984 alberga la Colección Giorgio Franchetti, se encuentra en un palacio del siglo XV que es el mejor y más famoso ejemplo de arquitectura gótica veneciana. Tras sufrir varias modificaciones a lo largo de la historia, en los años setenta se recuperó el esplendor original de su fachada, una de las más bellas de la ciudad.
9. Ca’Rezzonico: un paseo por la Venecia del siglo XVIII
Este palacio barroco no es solo uno de los más lujosos de la ciudad, sino que es uno de los pocos del Gran Canal que están abiertos al público. Famoso en su tiempo por los grandes banquetes, las lujosas fiestas y la opulenta decoración que realizó en él la familia Rezzonico, desde 1934 es la sede del Museo del Settecento, una colección de lienzos, objetos y frescos que reflejan la Venecia del siglo XVIII. No os perdáis el espectacular salón de baile diseñado por Giorgio Massari, que ha sido restaurado y en el que hay muebles de Andrea Brustolon y espectaculares candelabros dorados. Además, en tres salas los techos tienen pinturas de Giambattista Tiepolo.
Texto de Aleix Palau para Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de Aleix Palau, QMeuh, Didier Descouens, Basilio Speziari, saragoldsmith, Michele Rienzo
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El centro de Bruselas
Bruselas es el corazón de Europa, la cuna del Art Nouveau, la capital del cómic y la sede de las instituciones de la UE. Un paseo por Bruselas nos permitirá descubrir su maravillosa arquitectura, rincones encantadores y pequeñas delicias gastronómicas típicas de la ciudad como el chocolate, la cerveza o los mejillones.
En el centro de Bruselas puedes encontrar dos encantadoras tabernas en los callejones que emergen de la transitada Rue du Marché aux Herbes. Una de ellas es À l’image de Notre Dame, un local con decoración tradicional y un ambiente acogedor de cervecería popular que te transportará a un tiempo pasado.
Otra de las tabernas a las que se accede desde Marché aux Herbes es el Toone Marionette Theater, un lugar histórico de una popular dinastía de titiriteros. Alberga una típica taberna, un museo de la marioneta y un teatrillo con sus shows tan aclamado por los bruselenses como por los turistas.
Las Galerías Saint Hubert comunican la zona del Teatro de la Monnaie con la Gran Place, es un paso entre dos mundos, entre una Bruselas más moderna y la Bruselas más histórica. En ellas se concentran lujosas tiendas, bombonerías de tradición, librerías magníficas, galerías vanguardistas y cafés.
Justo a la salida de las Galeries Royales nos encontramos el restaurante À La Mort Subite, un lugar centenario en el que se puede degustar entre muchísimas otras, la cerveza con su nombre. Su nombre proviene de un juego de dados del siglo XIX al que jugaban los empleados locales durante su hora de descanso. Este es uno de los lugares más tradicionales de la ciudad con sus largos bancos de madera, techos altos y una colección de antiguos espejos y lo habitual es probara allí las cervezas Cherry o la Kirk junto a una tapa de queso o una de sus tostadas.
Esquivando los bares de los alrededores de la Grand Place, tan orientadas a la caza del turista en los que los maîtres intentan cazarte al vuelo para que te sientes a tomar sus típicos y caros mejillones con patatas, llegarás al Impasse de la Fidélité, el callejón donde se encuentra Delirium Tremens, uno de los lugares más conocidos de Bruselas, de peregrinaje para los amantes de la cerveza. Se trata de un enorme sótano al que se accede por unas escalas, decorado a la manera más rústica con barriles y forrado de bandejas en sus techos. Allí se sirven cientos y cientos de marcas y de todos los colores, olores y sabores, cada una con un vaso especialmente diseñado para disfrutarla en detalle.
A la salida del local no olvides pasar a visitar a Jeanneke Pis (niña que orina) al final del callejón. Constituye el contrapunto femenino del Manneken Pis, el símbolo más representativo de la ciudad.
Es el momento de visitar la Grand Place, la plaza central de Bruselas, considerada una de las más bonitas del mundo y desde 1998 patrimonio mundial de la UNESCO, que concentra gran cantidad de edificios históricos como el Ayuntamiento de estilo gótico en el centro, la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula y el Castillo Real de Laeken, con sus grandes invernaderos. Entorno de la plaza se pueden observar las trazas de la antigua ciudad de un estilo arquitectónico que en el país se conoce como estilo español, dado que los principales edificios históricos de estilo flamenco datan de la época en que la actual Bélgica, entonces Flandes, era una de las provincias del imperio de Carlos V.
Continuando la ruta llegamos a Le Roi des Belges, un moderno café en 34 rue Jules Van Praet, en el que tomar un desayuno o una comida rápida se convierte en una delicia. Música agradable a un volumen moderado, un servicio atento y una selección de platos ricos y sanos como ensaladas, quiches o lasañas lo hacen ideal para hacer una parada.
Pero uno de los lugares más populares y céntricos de Bruselas para degustar pequeñas raciones elaboradas a base de pescado es el Mer du Nord. Unas cuantas mesas altas para comer de pie en la plaza, justo detrás de la iglesia de Sainte Catherinete permiten parar a degustar las típicas croquetas de camarones, la riquísima sopa de pescado o los mejillones. ¿Sabías que los mejores mejillones se comen durante los meses que contienen la letra r, como diciembre, enero, febrero o marzo?
Rodeada por las exclusivas marisquerías de la zona de Sainte Catherine, se encuentra una deliciosa hamburguesería gourmet Ellis Gourmet Burger. A la hora de cenar, estas marisquerías se llenan de gente, turistas y lugareños para una cena por todo lo alto. Pero si el bolsillo no te permite sentarse en sus terrazas, con una de estas enormes hamburguesas que cuestan entre los 8 € y los 10 € te quedarás lleno. Tienes también la opción de pedir el trío de minihamburguesa por 13 €, para probar las diferentes especialidades de un tirón.
Si continúas caminando por plaza de Sainte Chaterine te encontrarás con el centro cultural Micro Market Marché y un bar restaurante en su interior llamado Via Via Café en el que sirven comida internacional y bebidas orgánicas. En este centro se organizan fiestas, sesiones de DJs, conciertos, proyecciones y exposiciones temporales. Es un lugar para el encuentro entre los jóvenes creadores y los amantes del arte más alternativo.
Y si lo que gusta es un lugar con aire rockero y buenas carnes al estilo americano, Le Corbeau es tu lugar. Situado en la rue Saint-Michel está alojado en lo que era una de las fábricas de cerveza más antiguas de Bruselas.
Una de las atracciones de Bruselas son los recorridos por las callejuelas con los murales de cómic. Bruselas es la capital del cómic y ha visto nacer a personajes tan legendarios como Tintín, Lucky Luke, Spirou o los Pitufos. Una de las diversiones de la capital Belga es ir descubriendo durante el recorrido las recreaciones a gran tamaño de elementos y páginas de tebeos que puedes encontrar en cualquier esquina. La idea empezó en 1991 como una manera de rehabilitar viejos edificios que ahora se ha convertido en toda una seña de identidad de la ciudad.
Nosotros nos lo hemos tomado como una diversión y hemos ido fotografiando aquellas que hemos encontrado al paso, pero existe toda una ruta trazada que no deben perderse los amantes del noveno arte.
Por último os aconsejamos coger un día el tren y acercaros a Gantes. Tiene el privilegio de ser la ciudad flamenca con mayor número de edificios históricos, una intensa vida cultural y una situación privilegiada, entre Brujas y Bruselas, a 50 km de cada una de ellas. La ciudad cuenta con cinco abadías, tres beaterios y dieciocho museos entre otras numerosas atracciones, todas muy concentradas en el centro de la ciudad.
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Keep calm and visit a museum
Quizás no podrá presumir de tener ni el mejor tiempo ni la mejor comida, pero Londres es uno de los centros mundiales de producción y exhibición artística. Sus museos son una cita obligada para aquellos expertos, aficionados y turistas que deseen perderse entre sus kilómetros de galerías y admirar desde un relieve asirio de 2600 años de antigüedad a pinturas de Caravaggio y Turner, escritos originales de Charles Dickens o las serigrafías Pop Art de Andy Warhol.
Y es que Londres tiene museos para todos los gustos. Desde pequeñas y medianas colecciones privadas, a casas de personajes ilustres o grandes museos en los que, si uno quiere, puede pasar días enteros. Además, la mayoría son de acceso gratuito. Hemos paseado por la ciudad y estos son los diez museos que no te puedes perder.
1. British Museum: paseo arqueológico
Visitar Londres y no entrar en el British Museum es como ir a Madrid y no comer un bocadillo de calamares. Este museo, uno de los más antiguos de Europa, alberga una de las colecciones arqueológicas más prestigiosas del mundo. Aquí encontrarás piezas tan célebres como la Piedra de Rosetta, los frisos del Partenón de Atenas o una muestra de arte egipcio solo comparable con la del Museo del Cairo. El British Museum se encuentra en el barrio de Bloomsbury, a pocos pasos de las céntricas Tottenham Court Road y Russell Square, y en uno de los edificios neoclásicos más imponentes de Inglaterra.
2. National Gallery: el templo de la pintura
Si ir a Londres y no entrar en el Museo Británico es como visitar Madrid sin catar un bocadillo de calamares, tu visita a la capital inglesa sin pisar la National Gallery es como ir a Roma y no probar un plato de pasta. Presidiendo la gigantesca Trafalgar Square, la Galería Nacional londinense guarda algunos de los lienzos más famosos de la historia del arte, como el Matrimonio Arnolfini de Jan van Eyck, la Venus del espejo de Velázquez o Las grandes bañistas de Paul Cézanne.
3. Tate Modern: para los más creativos
Una antigua central eléctrica a orilla del Támesis alberga, desde el año 2000, la sede del Museo Nacional Británico de Arte Moderno de Londres, conocido como Tate Modern. Este es una de las mayores atracciones de la ciudad, con una de las colecciones de arte contemporáneo más completas del mundo. Aquí podrás ver obras de Picasso, Dalí, Mark Rothko o Andy Warhol. Además, su excelente oferta de exposiciones temporales te permitirá ponerte al día de cuáles son los artistas punteros del momento.
4. The Wallace Collection: un oasis en medio de la ciudad
Si tuviéramos que elegir una palabra que definiera The Wallace Collection posiblemente seríaoasis. Esta antigua residencia familiar se encuentra en el centro de Londres, a cuatro pasos de Oxford Street y el centro comercial Selfridges. La mansión mantiene parte de su decoración original y alberga la colección de arte, armas y objetos que la familia Wallace legó al estado británico en 1897. Obras de Rembrandt, Velázquez, Tiziano, Canaletto o Fragonard se alternan con las suntuosas lámparas, jarrones y chimeneas de este lugar imperdible. Además, el museo es muy tranquilo, gratuito y no muy grande, por lo que es perfecto para aquellos que quieran evitar las aglomeraciones o no sean muy amigos de las pateadas artísticas. Y no olvides tomar un afternoon tea en el elegante patio cubierto del museo antes de irte.
5. Tate Britain: estilo inglés
Inaugurado en 1897, este museo alberga una importante colección de arte británico histórico y contemporáneo. La parte más importante de la exposición la forma la sección dedicada a William Turner, uno de los principales pintores de la historia inglesa y cuya vida recordarás por la multipremiada película Mr. Turner que protagonizó en 2014 Timothy Spall. Hay un barco que conecta la Tate Britain con la Tate Modern, por lo que no tienes excusa para visitar las dos galerías y darte un paseíto por el Támesis.
6. Victoria and Albert Museum: arte al servicio del imperio
Con una superficie de 45.000 metros cuadrados, el Victoria and Albert Museum es uno de los centros de arte más espectaculares de la ciudad. Ubicado en la exclusiva zona de South Kensington, su colección de artes decorativas es realmente sorprendente. Aquí hay desde marfiles a textiles orientales, orfebrería, cerámica y vidrio o fragmentos de edificios. Además, la arquitectura del lugar es muy majestuosa, con grandes galerías y patios con réplicas a tamaño real de la Columna de Trajano o el pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela. Increíble.
7. Charles Dickens House: casa literaria
Oliver Twist o David Copperfield son dos de las novelas más famosas de todos los tiempos y su autor, Charles Dickens, uno de los grandes genios de la literatura inglesa. Nacido en Portsmouth, Dickens pasó la mayor parte de su vida en Londres y habitó distintas casas, aunque es la del 48 de Doughty Street, en el céntrico barrio de Holborn, la que acoge el museo dedicado a su figura. Aquí vivió el autor con su familia entre 1837 y 1839, un periodo no demasiado largo pero en el que salieron algunos de sus títulos más célebres. Adentrarse en esta casa georgiana es un viaje en el tiempo que seguro que disfrutarás, pues las estancias están como en la época del escritor. Completa el museo un fondo con objetos personales y escritos del propio Dickens.
8. Händel/Hendrix House: la casa del barroco…y también del rock
¿Qué tienen en común el guitarrista Jimmy Hendrix y el compositor Georg Friedrich Händel? Pues que ambos vivieron en el mismo lugar. Eso sí, con 200 años de diferencia. Para ser más exactos, Händel residió en el 25 de Brook Street, mientras que Hendrix lo hizo en el número 23. Dos casas colindantes que hoy se visitan conjuntamente. Händel habitó ahí desde 1723 hasta su muerte en 1759. Se han reconstruido cuatro estancias como el dormitorio y el comedor, y hay partituras y objetos del compositor. Además, con un poco de suerte, podrás disfrutar de alguno de los conciertos que se organizan en el lugar. Por su parte, el apartamento de Hendrix, donde vivió entre 1968 y 1969, acoge una muestra que reivindica el importante papel e influencias del músico en el Londres de 1960.
9. The Queen’s Gallery: en casa de la reina Isabel
Por todos es conocido el espíritu monárquico de los ingleses, por lo que no queremos que te vayas de Londres sin sentir el espíritu de adoración a la reina Isabel II. Y para conocer a alguien de cerca, lo mejor es entrar en su casa. The Queen’s Gallery se encuentra en un extremo del palacio de Buckingham, residencia de la soberana en Londres, y acoge exposiciones temporales con fondos de la Colección real. Si vas a la ciudad en verano, ten en cuenta el calendario de visitas del palacio, que abre sus puertas durante unas semanas y es toda una experiencia.
10. Saatchi Gallery: para los que están a la última
Rompedora y vanguardista, así es la Saatchi Gallery, una de las salas de exposiciones más punteras de Europa. Inaugurada a principios de los años ochenta para exhibir la colección artística del publicista y coleccionista de arte Charles Saatchi, fue donada por el empresario al gobierno británico en 2010. Es uno de los museos más visitados del mundo y el lugar idóneo para conocer artistas y movimientos. Aquí, hasta el menos aficionado al arte se quedará sorprendido. Además, se encuentra en pleno corazón del barrio de Chelsea, lugar frecuentado por la élite londinense y en el que te sentirás como una celebrity.
Texto de Aleix Palau para Los Viajes de ISABELYLUIS
+ info78 horas degustando Lanzarote
Por Isabel Loscertales de gastronomistas
¿Nostalgia por el fin del verano? A escasas tres horas de vuelo desde Barcelona, Lanzarote se presenta como una solución cercana y accesible para volver a disfrutar de buen tiempo durante un fin de semana largo. Aunque no debería ser la primera razón para tu visita. La singular belleza de su paisaje volcánico, el arte de César Manrique y la gastronomía de la isla te fascinarán más que su clima. Y al ser de dimensiones tan reducidas (unos 60 kilómetros de largo por unos 20 de ancho), pocos días bastan para quedarte con buen sabor de boca y romper con la rutina. Te sugerimos una ruta idónea para visitarla en tres días:
DÍA 1. CENTRO DE LANZAROTE
Entre las muchas opciones que tienes para hospedarte en la isla, la turística Costa Teguise concentra un sinfín de hoteles. Uno económico y familiar es el Barceló Lanzarote Resort (Av. del Mar, 5. Tel. 928 591 329. www.barcelo.com). En pleno proceso de renovación, cuenta con habitaciones amplias y confortables, tres piscinas para adultos y dos para niños, muchas actividades infantiles, instalaciones deportivas (rocódromo, mini-golf, pista de tenis...), centro wellness, desayuno buffet, y -entre toda su oferta gastronómica- un restaurante con pasta casera y una cuidada selección de vinos, el Mediterráneo.
Ya aposentados y relajados, un buen plan podría ser ir a explorar la zona de La Geria, por donde se extiende el peculiar paisaje de los viñedos lanzaroteños. Al tener suelo volcánico y fuertes vientos, las cepas se plantan en hoyos parapetados por muros circulares de piedra que las protegen. Cultivo de enarenado, se llama. La panorámica de esas extensiones de vides con esos tabiques perfectamente ordenados y las peladas montañas al fondo es única en todo el mundo y vale mucho la pena disfrutarla. Mejor aún si es con una copa de vino en la mano. El bueno aquí es el blanco y, más específicamente, el de malvasía volcánica, la variedad estrella en la isla. En cuanto lo pruebes, no beberás otra cosa. Para conocer más, puedes visitar alguna bodega como El Grifo (Teguise-Uga, LZ-30, km. 11. San Bartolomé. Tel. 928 524 036. www.elgrifo.com). Luego, se puede visitar el Monumento al Campesino y la Fundación César Manrique, muy cerca.
En la zona central de la isla y en la costa sur se ubica la capital, Arrecife. Su zona más encantadora, que por cierto está bastante de moda y cuenta con mucho ambiente, es el Charco de San Ginés. Tras un paseo, podéis cenar en un restaurante recién abierto, con un rollete 'cool' y bonitas vistas a la laguna: Naia. Tras los fogones está el chef mitad vasco mitad canario Mikel Otaegui, que ofrece una cocina mediterránea y actual con toques divertidos, como el foie micuit a modo de crema catalana o el arroz meloso de chipirones. Av. César Manrique, 33. Tel. 928 805 797. www.restaurantenaialanzarote.com).
DÍA 2: SUR DE LANZAROTE
El Parque Nacional de Timanfaya es una de las joyas imprescindibles de la isla. Justo a la entrada se encuentra la turística opción de dar un paseo en dromedario, que podéis hacer... o no. Lo verdaderamente espectacular es realizar el recorrido en autobús por el centro del parque, de un paisaje lunar sobrecogedor: un terreno desértico plagado de volcanes, rastros de lava, tonalidades ocres, rojizas y naranjas con el mar azul al fondo, que casi te hacen entender como sería la vida en otro planeta. Acabado el recorrido podéis tomar algo en el peculiar restaurante El Diablo, diseñado por César Manrique (el artista omnipresente que ha intervenido muchos puntos de la isla) y con mirador al parque. Acercaros a la parrilla gigante donde hacen la carne: ¡la cocinan directamente con el calor geotérmico de la tierra, a 600 grados!
Muy cerca, el pueblecito costero de El Golfo ofrece diversas opciones de cocina marinera autóctona. Entre ellos, el restaurante Bogavante (Av. Marítima, 39. El Golfo. Tel. 928 173 505), con una terraza a muy poca distancia del mar. Es el momento de probar los diferentes pescados y mariscos de Lanzarote. Con el sabor intenso y tosco que les otorga el Atlántico, bocinegro, cabrilla, bocinegro, salmonete, lapas, puntillas, cherne (mero)... se cocinan de forma sencilla, a la parrilla, y acompañados de las imprescindible papas arrugás con su mojo picón (el verde, más cítrico, y el rojo, ligeramente picante). Otros productos lanzaroteños en la carta: el queso, también servido frito con dulce de higo, y el gofio escaldado (el gofio es una harina de cereales tostados que se amasa con agua y sal que viene a sustituir el pan en algunos casos y, en otros, sirve para preparar diversos postres). Para acabar, hay que probar el bienmesabe, un dulce -muy dulce- típico de la zona, elaborado con almendras, miel, yema de huevo y azúcar.
Por la tarde, podéis visitar la Laguna Verde o de los Clicos y los Hervideros, con el curioso desgaste que el mar ha originado en las rocas volcánicas. Más abajo, las Playas de Papagayo, situadas en un parque natural (por lo que hay que pagar unos 3 € para dejar el coche) y con paradisíacas calas para relajarte tomando el sol.
Y para que sea un día redondo, nada como reservar en el restaurante La Tegala, en el pueblo de Mácher, encima de Puerto del Carmen. Un lugar muy especial y romántico recomendado en la Guía Michelin y que combina magníficamente tradición y modernidad en la arquitectura y en el plato. Situado en una pequeña atalaya, surge de la unión entre una casa típica campesina y un anexo vanguardista a base de grandes cristaleras. La cocina de autor del chef Germán Blanco utiliza cada vez más ingredientes locales -ecológicos en la medida de lo posible- para darles un giro contemporáneo y divertido, sin perder de vista el sabor. Mejor descubrirla a través de la experiencia del menú Estela, que cambia varias veces al año y que cuesta unos más que razonables 42 €.
DÍA 3: NORTE DE LANZAROTE
De camino hacia el norte, es recomendable una parada en el pintoresco pueblo de Teguise. Si vais en domingo, celebran un mercado muy popular con un pequeño apartado gastronómico donde comprar algún queso, mojo picón artesano, vino... A pocos kilómetros, la Playa de Famara, con un impresionante acantilado y favorita de los surfers (aquí el viento sopla a lo grande) y, luego, el pueblo de Haría y su valle de las mil palmeras.
Otro de los grandes 'hits' de Lanzarote es el Mirador del Río, un proyecto de César Manrique enclavado -y perfectamente integrado- en la cima del Risco de Famara, con impresionantes vistas de sus laderas volcánicas y del archipiélago Chinijo, con la isla Graciosa a la cabeza. Se puede tomar algo en la bonita cafetería-restaurante, con amplios ventanales para disfrutar mientras de la panorámica. Después, toca visitar la Cueva de los Verdes, en un tubo volcánico que se prolonga bajo el mar. Y a continuación, otra de las grandes obras del artista lanzaroteño César Manrique, el precioso conjunto de Jameos del Agua, un tubo volcánico abierto que acoge un lago natural. Observad atentamente los pequeños cangrejos albinos que habitan en él, se trata de una especie endémica llamada jameítos. También cuenta con cafetería-restaurante.
Podéis comer en el pueblo costero de Arrieta para continuar degustando las delicias marinas de la isla. Si buscáis algo económico, el chiringuito La Casa de la Playa, en la playa La Garita ofrece mariscos y pescados a un precio medio de 15-20 € (Tel. 928 173 339). Y si os queda tiempo, no dudéis en contratar una excursión a la isla Graciosa para visitar alguna de sus playas desiertas. Normalmente salen barcos desde el municipio de Órzola. La pequeña isla sólo tiene un par de municipios y cero asfalto, por lo que los amantes de la naturaleza más virgen la van a disfrutar, y mucho, a ritmo de pedales.
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