Siguiendo el rastro de Banksy en Calais
Hace unos días con motivo de la actualización de su página web vimos como Banksy colgó una serie de imágenes en las que se podía apreciar obra suya en algunos puntos del campamento de refugiados de “La Selva” en Calais, Francia, uno de los campos más grandes de Europa occidental. Como sabemos, este artista de identidad desconocida es uno de los más cotizados en la actualidad. Su fuerte sentido crítico es sin duda la característica principal de toda su obra.
El artista dejó allí cuatro nuevas obras de arte, de las que destaca una pieza con Steve Jobs como protagonista, llevando consigo un equipo Macintosh de principios de la década de los 80 y un saco al hombro, como el que pueden llevar los forzados emigrantes para realizar su duro periplo. Sin duda se trata de una referencia a todo ese movimiento migratorio que está teniendo lugar desde Siria hacia Europa. No hay que olvidar que Jobs fue hijo de un inmigrante sirio musulmán y que siendo muy pequeño fue entregado en adopción a una familia de clase media de ascendencia armenia. De ahí el enlace conceptual que hace Bansky con Steve Jobs y la diáspora siria.
En otra pieza que encontramos en la misma zona, Banksy hace referencia a la famosa obra de Théodore Géricault, La balsa de la Medusa, pintada entre 1818 y 1819, y que representa a un grupo de náufragos en peligro, en una balsa que va a la deriva. Con esta obra hace referencia al peligroso viaje que hacen muchos de esos inmigrantes, que se juegan la vida en minúsculas pateras que cruzan el Mediterráneo. En este caso, los supervivientes de estos restos flotantes están pidiendo ayuda a un moderno crucero que pasa a toda velocidad en la línea del horizonte. El artista ya alertó anteriormente sobre la problemática relacionada con la crisis de los refugiados, en una pieza titulada Dismaland.
Además de estas obras de arte, parte del equipo de Banksy instaló en Calais 12 estructuras permanentes y un parque infantil improvisado dentro de la zona de campamentos, hechos con materiales recogidos en la zona y otros conseguidos tras haber desmantelado su anterior proyecto Dismaland. Este nuevo proyecto se conoce como Dismal Aid.
La ciudad transitada pero apenas visitada
Calais es, sin duda una ciudad de paso. Se calcula que cada año pasan por allí unos 15 millones de personas, ya que es una senda obligada en el trayecto entre Francia e Inglaterra. Pero son pocos los que van expresamente a la ciudad para pasar allí unos días. Desde aquí queremos reivindicar esta población del norte de Francia, de poco más de 75.000 habitantes, y que se encuentra tan solo a 34 Km de Dover, en Gran Bretaña. Eso sí, su potencial no es ni arquitectónico ni monumental. Una pista la encontramos en su privilegiada situación geográfica: por un lado la costa oceánica y por el otro la majestuosa Côte d’Opale.
Ciertamente en el pueblo, aparte del Museo Memoria 1939-1945, ubicado dentro de un búnker, dedicado a la II Guerra Mundial, la estatua de Rodin, Los burgueses de Calais,que encontraremos frente al ayuntamiento, y la Cité Internationale de la Dentelle et de la Mode, o lo que es lo mismo, el Museo del encaje de Calais, donde encontraremos un telar mecánico de hace un siglo con 3.500 hilos verticales y 11.000 horizontales; no descubriremos grandes monumentos o edificios. El patrimonio real de esta población es natural. Y es que la paisajística del lugar es impresionante. Ven armado con tu cámara porque las vistas son impresionantes. El frente marítimo es atractivo y gracias a las casetas a rayas de la playa uno parece transportado a principios del siglo pasado. La arena se extiende hacia el oeste por los 8 km de la playa de Blériot, llena de dunas, que debe su nombre al pionero aviador Louis Blériot, quien en 1909 despegó de allí para cruzar por primera vez el Canal.
Por cierto, a la hora de comer o cenar no dejes de pasar por Histoire Ancienne, un bistró especializado en platos regionales y franceses, algunos cocinados en un fuego de leña abierto. Es un establecimiento muy agradable de estilo parisino inaugurado en los años treinta del siglo XX. Los precios están bien (menús para cenar que van de los 19 a los 28 euros).
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Texto de ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Rob Sinclair, Carawah, Olivier Duquesne
+ infoMarsella pura provenza francesa
Si estás planeando un viaje donde mezclar ocio, cultura y relax, Marsella, al sur de Francia, es tu ciudad. Su agradable clima, su entorno y su luz han sido fuente de inspiración de célebres artistas como Braque, Cézanne, Derain o Marquet. Fundada por los griegos, es una de las ciudades más antiguas de Europa y la segunda en Francia. Además, esta ciudad es la segunda más poblada del país galo. Su riqueza histórica y la gran cantidad de monumentos, localizaciones y museos la han convertido en un destino más que destacado entre el turismo internacional.
Dado a que es el tercer puerto más importante de Europa, tras Rotterdam y Amberes, ha sido lugar de paso obligado para muchas embarcaciones internacionales, lo que ha favorecido la actual mezcla cultural que se respira en sus gentes, sus barrios y sus edificios, convirtiéndola en una urbe de lo más cosmopolita.
Una escapada de cinco días es suficiente para vivir esta ciudad. La mejor opción es dividir las visitas por zonas. El transporte es muy bueno y puedes desplazarte en metro, autobús o ferry. Lo ideal es optar por el Citty Pass; es económico y sirve tanto para entrar en museos como para el transporte y las visitas a las islas.
Elegir un hotel bien situado es un buen comienzo para facilitarte el desplazamiento por esta maravillosa ciudad. El Beauvau Marsella Viejo Puerto es una perfecta elección, ya que cuenta con un excelente servicio y está a dos pasos de la estación de metro de Vieux Port (Puerto Viejo), uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. En las calles colindantes al puerto, se encuentran un montón de puestos callejeros donde comer ostras o comprar todo tipo de especias a precios verdaderamente interesantes.
En la misma zona se encuentran cantidad de restaurantes donde poder degustar un exquisito pescado fresco o una soberbia sopa Bullabesa. De entre ellos destacaremos estos dos:
Une Table au Sud: Este restaurante posee unas magníficas vistas al puerto y nos ofrece una cocina moderna y creativa para chuparse los dedos. Entre las especialidades destaca su deliciosa sopa de castañas y erizos de mar.
Le Miramar: Dicen de él que es el mejor restaurante de la ciudad en el que tomar la famosa sopa Bullabesa. Déjate seducir.
Un agradable paseo por el puerto te conduce hasta el Fort Saint-Jean, construido durante el reinado de Luis XIV, donde se encuentra el Museo MuCEM, el primer museo nacional dedicado a las civilizaciones del Mediterráneo en el siglo XXI. Un lugar multidisciplinar en el que se entrecruzan la antropología, la historia, la arqueología, la historia del arte y el arte contemporáneo. El museo se compone de tres emplazamientos unidos por el Fort Saint- Jean, lo que invita al público a deambular por un agradable jardín al estilo mediterráneo. Cuenta, además, con una segunda pasarela que lo une al barrio de Le Panier, que parte desde la puerta real del fuerte hasta la iglesia de Saint-Laurent. Pese a su antigua mala reputación, a día de hoy en este barrio se mezclan los edificios y plazas más tradicionales con tiendas de nuevos diseñadores, restaurantes y museos, lo que le aporta un aire de lo más bohemio. No puedes dejar de visitarlo.
Cours Julien es otro de los barrios interesantes. Un jardín ocupa el centro de la plaza que alberga tiendas de moda, teatros y terrazas. Las calles Bussy l'Indien, Pastoret y Vian destacan por su estilo alternativo, con numerosos clubs, cafés y tiendas. ¡Atención a los graffitis callejeros!
Dada la situación geográfica de Marsella, es perfecta para hacer excursiones en barco. Desde el Vieux Port puedes acceder al ferry urbano. Un imprescindible que no puedes dejar pasar por alto es la visita al Castillo de If, donde se puede ver todavía el agujero que cavó el primer prisionero en el muro de una de las celdas. Alejandro Dumas se basó en él para dar vida a su famoso Conde de Montecristo.
Desde aquí puedes seguir con una visita a las islas Frioul; pasar la tarde en una de sus numerosas calas, playas o criptas arenosas es un plan perfecto para rematar el día. La sensación de libertad y relax es absoluta.
Dos visitas irremplazables son la de la Basílica de Notre-Dame de la Garde y la del Palacio Longchamp. La basílica es una figura emblemática de la ciudad. Situada en lo alto de la colina, con unas impresionantes vistas a 360º, vela por los marineros, los pescadores, y todos los marselleses. Su estilo romano-bizantino responde a la perfección al programa de las grandes construcciones emprendidas por Napoleón III en Marsella. Para acceder a ella se puede tomar un autobús que sale desde el mismo Vieux Port. El palacio, monumento inaugurado en 1869, conmemora la llegada de las aguas del canal del Durance a Marsella. Reúne en un mismo emplazamiento el museo de Bellas Artes, el museo de Historia Natural y un parque botánico.
Los improvisados mercadillos callejeros abundan por toda la ciudad. Es muy frecuente ver mercados de todo tipo: fruta, pescado, ropa, antigüedades, etc. Déjate llevar por la vida marsellesa y mézclate, seguro que descubres algún capricho que comprar.
¡Y no puedes irte sin conocer el famoso jabón de Marsella! Su interesante historia se remonta al siglo XVI. Puedes, así mismo, visitar alguna de sus siete fábricas.
La oficina de turismo se encuentra situada muy cerca del Vieux Port. Allí podrás obtener el City Pass y recabar mucha información para organizar tu estancia en Marsella.
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Texto : Tensi Sánchez de www.actitudesmgz.com
Fotografía: Fernando Sanz
Jerusalén alternativa
Jerusalén es una ciudad fascinante. Cuna de las culturas hebreas, cristiana y musulmana, pasear por su barrio antiguo es como caminar por el plató de una esas superproducciones hollywoodenses dirigidas por Cecile B. Demille. Enclave que rezuma historia en cada una de las piedras que cimientan sus edificios y templos, cuando se trata de viajar, a la capital de Israel siempre se le ha catalogado como destino religioso. Mucho más interesante resulta peregrinar hasta Tierra Santa para descubrir la vida en las catacumbas de la ciudad. De los bares y clubs del renacido mercado de Mahane Yehuda al único estudio de tatuaje de la Ciudad Vieja, os descubrimos los puntos más interesantes de la Jerusalén alternativa.
Adraba Books
Punto de encuentro de la comunidad literaria de la ciudad, Adraba Books es la librería de Jerusalén para todos aquellos que busquéis relatos que esquiven la historia oficial. Más allá de su café (algo a remarcar en un país que no despunta por la calidad de sus espressos, macchiatos y cappuccinos), destacar su sección de volúmenes de arte y su oferta en libros en lenguas extranjeras, especialmente en inglés. Ben Maimon, 5
Casino De París
En el corazón del Mahane Yehuda, revitalizado mercado ocupado por coloridas paradas de alimentos durante el día, muchos de cuyos puestos por la noche se transforman en clubes y bares con música en directo, encontraréis el Casino de París, uno de los clubes más populares entre los oficiales del ejercito británico en la Jerusalén de la década de los años 20. Un siglo más tarde, gracias al impulso de Sha'anan Streett, vocalista de Hadag Nahash -una de las bandas de hip hop más aclamadas de Israel- y Eli Mizrahi, también propietario del cercano Machneyuda -probablemente el mejor restaurante de la ciudad-, revive sus días de gloria, ahora con una parroquia que reúne a las criaturas más interesantes de la noche local. Mahane Yehuda, 3
Gatsby
Junto a un restaurante de comida rápida, camuflado tras un anodino portalón negro de acero, sin cartel ni señal alguno que lo delate, se esconde el Gatsby. Pese a su breve historia (hace poco más de un año que abrió sus puertas) se trata de la primera coctelería de Jerusalén, lounge que recrea el ambiente de los speakeasy norteamericanos de la época de la Ley Seca. Un auténtico espectáculo ver cómo agita la coctelera su barwoman. Como suele suceder en este tipo de locales, para poder entrar primero hay que conseguir el código secreto del día (o haceros los guiris despistados: conmigo coló). Hillel, 18
Lev Smadar
Abierto en 1921, el Lev Smadar es uno de los cines más emblemáticos de Jerusalén. Oculta en una callejuela de la barrio alemán de Jerusalén (realmente, dar con él es más difícil que encontrar a Wally con una camiseta sin rayas), la sala está especializada en cine independiente americano, europeo e israelí. Frecuentado por el colectivo cultureta de la ciudad, todas las películas se proyectan en versión original, y los filmes de factura local se emiten en hebreo con subtítulos en inglés. Lloyd George, 4
Razzouk Tattoo Studio
Perdido entre las sinuosas callejuelas que circundan la Puerta de Jaffa daréis con Razzouk Tattoo, el primer y único local de tatuajes de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Como (casi) todo en esta ciudad, la historia de Razzouk Tattoo es fascinante. Los Razzouk, familia de origen egipcio, practican al arte del tatuaje desde el siglo XIV. Por aquella época se dedicaban a grabar en tinta en el anverso interior de la muñeca de los cristianos coptos una pequeña cruz que les servía como salvoconducto para poder entrar en las iglesias. Instalados ya en Jerusalén, fue el abuelo Yacoub Razzouk quien abrió el estudio a mediados del siglo XX. Actualmente es su nieto Wassim Razzouk quien mantiene viva la tradición familiar. St. George, 31
Uganda
La sala en la que dejarse caer en Jerusalén las noches de entre semana. En activo desde hace una década, su cabina es uno de los refugios predilectos de los DJs más interesantes del subsuelo electrónico de Israel. También es el lugar en el que nutrirse de vinilos, novelas gráficas y resto de propaganda (contra)cultural del país, y uno de los pocos clubes de la ciudad en los que degustar una pinta de Taybeh, cerveza palestina que nada tiene que envidiar a los mejores zumos de cebada alemanes o belgas. Aristobolos, 4
Videopub
Es el único bar abiertamente gay de Jerusalén, una apuesta ganadora si queréis vivir una noche memorable en la ciudad. Con un poco de suerte os toparéis con alguna de sus populares fiestas temáticas de los años 80 y 90, veladas en las que, uno tras otro, suenan los éxitos más petardos de ambas décadas. Si os entregáis demasiado a la jarana, no os extrañe que seáis secuestrados por alguna de las drag queens para echaros un baile con ellas en el escenario del local ¡Avisados estáis! Horkanus, 1
Yellow Submarine
Abierta desde 1991, la Yellow Submarine es la sala de conciertos más emblemática de Jerusalén, local en el que ha actuado lo bueno y mejor de la muy interesante (aunque por aquí desconocida) escena musical de Israel y algunos de los más destacados nombres internacionales que han pasado por el país. Altavoz del talento local, más allá de su programación diaria de bolos, también organiza conferencias y exposiciones, además de ofrecer servicios de local de ensayo y estudio de grabación. Rehov Ha-Rechevim, 13
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Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS
Fotos de Oriol Rodríguez, Cine Lev Smadar (© Alex Jilitsky), Uganda (© Udim), Yellow Submarine (© Uri Leshem)
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Gaudí, Miró, Picasso o Dalí son 4 genios que no te puedes perder si visitas Barcelona y sus alrededores. Descubre su obra y qué los hace tan especiales.
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