El Priorat en ocho paradas imprescindibles - Rutas cerca de Barcelona
¿Qué hacer cerca de Barcelona? Si te gusta el vino, perderte entre viñedos y disfrutar de un poco de tranquilidad cerca de Barcelona, está claro que tienes que visitar este lugar tan especial de Cataluña que es el Priorat.
+ infoDe Pijp
Nadie sabe con certeza a qué responde el nombre del barrio. La traducción literal es “la tubería”, cuentan que por la forma de sus calles. Y como toda tubería tiene su desagüe, De Pijp lo encuentra en el oasis de Sharphatipark, un jardín de estilo inglés en el que evadirse del ajetreo diario. En él se dan cita madres solteras a la salida del colegio, estetas con perro, quinceañeros aspirantes a rapero y la pareja de policías de barrio, cómo no, en bicicleta.
El proceso, aunque nos es familiar, no deja de sorprendernos. Había sido un barrio obrero, si acaso con algunos estudiantes y artistas en ciernes en busca de alquileres bajos. En las décadas de los sesenta y setenta del siglo pasado, acogió a un gran número de inmigrantes. Actualmente el barrio se ha aburguesado. En todos estos cambios la metamorfosis es muy sencilla, las magdalenas pasan a llamarse cupcakes, los modernos circulan en bicis de piñón fijo, engorda la montura de las gafas y los perros adquieren extrañas formas: se arrugan, estilizan su figura y hasta tienen sesión en la peluquería, perdón, en el estilista; y en el psicólogo. Por arte de birlibirloque, los alquileres suben un 300 por ciento y el barrio adquiere el derecho a colgarse la etiqueta de bohemio.
Ya tenemos la isla en mitad la ciudad, compitiendo por llevarse de copas al artisteo de caché con el mismísimo barrio de Joordan. Y lo de la isla no es metafórico, De Pijp está conectado con el resto de la ciudad por 16 puentes que pasan por encima de los archiconocidos canales que representan la imagen más exportada de la capital holandesa. Lo de los artistas de renombre tampoco es de ahora. Piet Mondrian fundó la revista De Stijl, que sirvió de altavoz al grupo de artistas homónimo, en un pequeño estudio sobre el canal Ruysdaelkade.
Pero al final, lo que dota de personalidad al barrio es el mercado Albert Cuypmarkt y una verdadera ONU de la gastronomía repartida por todo el barrio, en discretos locales con más o menos encanto. El mercado tiene ese punto tan inglés, tipo el de Notting Hill. A poco que pasees por allí te harás amigo del tendero, el florista te reservará los mejores tulipanes, no los que vende a peso a los turistas, turistas que por cierto se pasan más bien poco por aquí. El panadero tendrá listo el pan en el punto de cocción que te gusta y el quesero te ofrecerá buenas cuñas para tomar con un vino en buena compañía. La sencillez de los pequeños detalles. En el Albert Cuypmarkt es posible comprar de todo, hablamos del mercado callejero diario más grande de Europa, la cocina de Ámsterdam. Te darás cuenta que te has integrado del todo cuando bajes a disfrutar del “Haring” (arenques crudos) con los vecinos.
En cuanto a los restaurantes, piensa en cualquier plato del mundo. Dicen que viven hasta 150 nacionalidades en el barrio, muchas de ellas con chiringuito propio. Olores a mil especias, pad thai, durum o saté. Escoge. Aunque hay que reconocer que lo de Ámsterdam con la buena comida es una batalla casi perdida, será casi imposible que salgas de De Pijp sin haber encontrado tu sitio. Casi lo de menos, anecdótico, es que el barrio empiece en el muy turístico museo de Heineken Experience, el límite para ambos lados del barrio, la barrera entre el turismo masivo que se pasea por Leidseplein y los bohemios con atuendo hipster que se pasean por el barrio.
Por Rafa Perez de El Fotógrafo Viajero
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+ infoLos exóticos dulces de Argel
La cocina argelina ha estado influenciada por multitud de culturas. Durante cientos de años, los bereberes, árabes, turcos, romanos, franceses y españoles, han contribuido a crear su ecléctica gastronomía que surge de toda una mezcla de sabores y aromas.
Sus exóticos dulces te envuelven con todo su sabor para llevarte a tierras exóticas de Mil y una noches, con su gran variedad y sus preciosas presentaciones. Dulces de vivos colores, minuciosos modelados y adornos, que se suelen elaborar con almendras, pistachos, nueces y avellanas, se aromatizan con agua de azahar y se acaban con edulzar con miel o pulpa de la fruta.
Entre los pasteles más populares se encuentran los makroud, samsa, hrisa, sfenj o las galletas halwa, que sirven habitualmente para acompañar una taza de té verde a la menta fresca, una de las bebidas más consumidas del país.
Argelia es, junto a su vecina Túnez, uno de los mayores productores de dátiles de la variedad deglet nour -de tacto suave, claro translúcido y un sabor parecido a la miel suave que se cultiva principalmente en las provincias de Argelia Biskra, en los oasis de Tolga y M'Chouneche- y que sirven como base para numerosos dulces. Entre los dos países producen el 90 por ciento de las exportaciones de esta variedad. Los argelinos son también los mayores consumidores de miel del mundo, cosa que no es de extrañar, ya que casi todos sus dulces se endulzan con este oro líquido.
Qualb bel louz es una especialidad del norte de Argelia y su nombre significa "corazón de almendra", muy consumida durante las noches del Ramadán, acompañando el te a la menta o el café. Se elaborada con sémola, almendras, fragancia de naranjo y se bañan en sirope de miel.
El makroud es otro de los platos típicos de la tradición gastronómica argelina. Este dulce se elabora también con una base de sémola de trigo y se rellena de pasta de dátiles, recortado en forma de rombos o triángulos, para acabar friéndolos y bañándolos en almibar. Los encontrarás del mil colores y variedades diferentes.
Entre las delicias de oriente destaca también el Samsa, el dulce argelino de antigua tradición, elaborado a base de hojas de masa de brick triangulares y rellenas con almendras y rociadas con semillas de sésamo. O endúlzate con la ghribia, un bizcocho redondo que se prepara con harina, azúcar y que se acaba aromatizando con canela o piel de naranja y limón.
El m'halbi es uno de los postres más habituales. Es fresco y cremoso, con una decoración muy característica de dibujos marrones de canela en polvo. O el zlabia, cuya versión más popular es la de Boufarik, que nació por el descuido de un joven aprendiz de cocina que no recordaba bien la receta.
O los baklawa, de origen turco que se consume en todo el Oriente Medio. Son pastelitos de pasta de nueces y pasta filo, que se bañan en almíbar o miel para incorporar finalmente cualquier tipo de fruto seco. Pueden resultar un poco empalagosos pero, sin duda, son de un sabor exótico y delicioso.
Con todas estas recetas tendrás seguro un camino de dulces sabores en tu viaje a Argelia.
Imagen de ghribia por Waran18 | imagen de griouche por Arnaud25 | imagen de makrout por Latyyy
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+ infoMulhouse la gran desconocida de Alsacia
Dos ciudades alsacianas acaparan la mayoría de visitas: Estrasburgo, sin duda una de las urbes más bonitas de Francia, y Colmar, la capital vinícola de esta zona. Pero si hay una gran olvidada en la nueva región del Gran Este, ésta es Mulhouse una antigua república independiente situada en un vértice en el que confluyen tres países europeos: Francia, Alemania y Suiza. Es quizás por esta ubicación privilegiada que Mulhouse es en la actualidad una de las poblaciones francesas con mayor proyección cultural y creativa gracias en parte a la importancia que tuvo en el siglo XIX el sector textil que la ha dotado de un interesante patrimonio industrial.
Mulhouse es Ciudad de Arte y de Historia, primera población alsaciana en recibir esta distinción, y uno de sus puntos de referencia es la plaza de la Réunion, su centro histórico, muy fácilmente reconocible por su antiguo Ayuntamiento pintado en tono rosado. En este lugar se alza el templo protestante de Saint-Étienne, a cuyo campanario se puede subir previa petición y descubrir unas vistas impresionantes de la ciudad.
Mulhouse fue uno de los primeros núcleos industriales de Francia donde sobresalió la industria textil. Muestra de este pasado son el Museo de la Impresión de Telas, que acoge cada año una exposición temática vinculada siempre a un diseñador conocido, o el Parque de Wesserling – Ecomuseo Textil en el que se hacen visitas teatralizadas y muestras de modistos. Mención aparte merecen los ejemplos de arquitectura industrial (antiguas fábricas de ladrillo rehabilitadas), de street art y de arte contemporáneo que hay por el centro de la ciudad.
Otro de los lugares a visitar es la Cité de l’Automobile (Collection Schlumpf), ubicada a unos cinco minutos del centro. Este espacio, considerado uno de los principales museos del automóvil del mundo, reúne más de 400 vehículos y en él destaca una más que importante colección dedicada a Bugatti. La Ciudad del Automóvil, que está dividida en cinco espacios diferenciados, es un verdadero museo interactivo en el que se proyectan interesantes audiovisuales sobre la industria del motor, además de tener varios simuladores con los que experimentar las sensaciones que tiene un piloto de carreras.
A las afueras de Mulhouse, en la localidad de Ungersheim, se encuentra el Ecomuseo de Alsacia, el más importante de Francia de este tipo. Es ideal para ir en familia porque los niños pequeños se lo pasarán fenomenal. Aquí tanto se puede saber más de las tradiciones regionales de Alsacia como conocer, por ejemplo, cómo eran las antiguas escuelas de esta región o cuáles eran los oficios más importantes que se desarrollaron, entre los que destacaban los herreros, los carpinteros de carros o los alfareros. También es curioso ver cómo se destilaban por aquel entonces los aguardientes locales o cómo se cocinaba. Además se pueden degustar recetas tradicionales y auténticas como la gelatina de apio, las patatas con ortigas, o el sorbete de albahaca.
Por último, para probar la gastronomía alsaciana os recomendamos que os dirijáis a un winstub, que es el equivalente al pub en Alsacia (el Restaurante Le Cellier es una opción perfecta), donde se pueden degustar especialidades locales como el fleischschnakas, una exquisita carne guisada envuelta en una pasta de harina, el flammkuchen o tarte flambée, una fina masa de pan sencilla sobre la que se colocan otros alimentos como cebolla cruda, panceta y nata líquida, o el chucrut, acompañadas por deliciosos vinos alsacianos. Y para salir por la noche la mejor opción es dirigirse a Le Gambrinus donde se respira muy buen ambiente y donde elaboran una excelente cerveza artesanal (Bière du Bollwerk).
Mulhouse es una ciudad perfecta para recorrer en un fin de semana. El aeropuerto internacional Basilea-Mulhouse-Friburgo, que comparten Francia, Alemania y Suiza, está a tan solo 30 minutos del centro. Más información sobre los vuelos aquí.
Texto de Tusdestinos.net
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