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Gran Canaria la gran evasión del Atlántico

Los días libres son una grata sorpresa que nos depara el calendario y no hay mejor manera de aprovecharlos que subir a un avión y viajar hasta un destino turístico fresco, divertido y cercano. Ese lugar es Gran Canaria, un torbellino de sensaciones a medio camino de Europa, África y América.

Gran Canaria está a sólo un par de horas de vuelo de la Península Ibérica. Así que llegar hasta allí es sumamente fácil. Un desplazamiento cómodo y sin escalas te llevará a este territorio diverso que brotó hace millones de años de volcanes sumergidos en el fondo del Atlántico.

Una de las ventajas de escoger Gran Canaria como refugio para acabar con la monotonía es, sin duda, su sol de invierno. La Isla mantiene una temperatura media constante de 24 grados durante todo el año, lo que permite disfrutar al máximo de los días en Las Canteras, Maspalomas, Playa del Inglés o el Puerto de Mogán, algunas de sus más conocidas y famosas playas.

El litoral grancanario es el escenario perfecto para liberar energía practicando deportes acuáticos, pero si lo que prefieres es hacer una incursión por el interior, no debes dejar escapar la oportunidad de visitar los pueblos de Teror, Agüimes, Tejeda y Artenara; o lugares tan sorprendentes como el Barranco de Guayadeque, un antiguo asentamiento prehispánico que destaca hoy por sus acogedoras y llamativas casas-cueva.

En un viaje a Gran Canaria no debe faltar una visita a la cumbre de la Isla, el espacio central de la Reserva de la Biosfera en el que se levantan los roques Nublo y Bentayga. Prepara tu cámara fotográfica. Además, desde allí sentirás que literalmente has llegado al cielo cuando un fenómeno meteorológico conocido comomar de nubesponga el mundo a tus pies como si fueras protagonista de un cuadro en el que escarpadas montañas y profundos barrancos ofrecen paisajes para el recuerdo. 

La costa norte de Gran Canaria alberga rincones imperdibles como el Puerto de Las Nieves o el Valle de Agaete, frondoso jardín de frutas tropicales y lugar en el que se cultiva el único café hecho en Europa; Gáldar te espera con la majestuosidad de su Cueva Pintada, el más importante de los yacimientos aborígenes canarios; Arucas es la  sede del Ron Arehucas, una señera bebida que ha amenizado los festejos de varias generaciones de canarios.

Hay que conocer Las Palmas de Gran Canaria, una capital abierta y colmada de ofertas culturales. El barrio de Vegueta es el corazón histórico de la ciudad y merece la pena adentrarse en su zona más monumental para ver de cerca la Catedral de Santa Ana, el Museo Canario, el Centro Atlántico de Arte Moderno o la Casa de Colón, un bello enclave en el que el navegante genovés hizo escala camino del Descubrimiento de América que ilustra las relaciones entre Canarias y el Nuevo Continente.

Si deseas pasar una intensa jornada de compras a precios más que competitivos, la Calle Mayor de Triana es el sitio perfecto para ello. Grandes firmas nacionales e internacionales y prestigiosas marcas locales cuentan con establecimientos en esta área comercial que te alegrará la vista en tu paseo por la capital con sus pintorescos edificios de diferentes estilos arquitectónicos.

Gran Canaria es una isla viva. Un destino turístico para disfrutar en la calle de sus mercadillos y puestos artesanales, y también de los eventos programados durante todo el año. Durante el último cuatrimestre de 2016  se celebrarán acontecimientos esperados como la salida de la regata ARC, el festival de fotografía submarina de Las Palmas de Gran Canaria, el Belén de arena de la playa de Las Canteras o el Gran Canaria Walking Festival, un gran encuentro para los amantes del senderismo que ha confeccionado para su quinta edición nuevas rutas y un itinerario nocturno para contemplar las estrellas en la Cumbre de Tejeda.

Todas esas propuestas convierten a la Isla en un destino único para disfrutar de un puente o unas cálidas vacaciones de otoño o invierno. En Gran Canaria el tiempo siempre se hace corto y hay muchos planes para disfrutar por delante.  

¿A qué esperas para vivirlo en primera persona? Consulta nuestros vuelos aquí.

Imágenes de Patronato Turismo Gran Canaria

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Marsella pura provenza francesa

Si estás planeando un viaje donde mezclar ocio, cultura y relax, Marsella, al sur de Francia, es tu ciudad. Su agradable clima, su entorno y su luz han sido fuente de inspiración de célebres artistas como Braque, Cézanne, Derain o Marquet. Fundada por los griegos, es una de las ciudades más antiguas de Europa y la segunda en Francia. Además, esta ciudad es la segunda más poblada del país galo. Su riqueza histórica y la gran cantidad de monumentos, localizaciones y museos la han convertido en un destino más que destacado entre el turismo internacional.

Dado a que es el tercer puerto más importante de Europa, tras Rotterdam y Amberes, ha sido lugar de paso obligado para muchas embarcaciones internacionales, lo que ha favorecido la actual mezcla cultural que se respira en sus gentes, sus barrios y sus edificios, convirtiéndola en una urbe de lo más cosmopolita.

Una escapada de cinco días es suficiente para vivir esta ciudad. La mejor opción es dividir las visitas por zonas. El transporte es muy bueno y puedes desplazarte en metro, autobús o ferry. Lo ideal es optar por el Citty Pass; es económico y sirve tanto para entrar en museos como para el transporte y las visitas a las islas.

Elegir un hotel bien situado es un buen comienzo para facilitarte el desplazamiento por esta maravillosa ciudad. El Beauvau Marsella Viejo Puerto es una perfecta elección, ya que cuenta con un excelente servicio y está a dos pasos de la estación de metro de Vieux Port (Puerto Viejo), uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. En las calles colindantes al puerto, se encuentran un montón de puestos callejeros donde comer ostras o comprar todo tipo de especias a precios verdaderamente interesantes.

En la misma zona se encuentran cantidad de restaurantes donde poder degustar un exquisito pescado fresco o una soberbia sopa Bullabesa. De entre ellos destacaremos estos dos:

Une Table au Sud: Este restaurante posee unas magníficas vistas al puerto y nos ofrece una cocina moderna y creativa para chuparse los dedos. Entre las especialidades destaca su deliciosa sopa de castañas y erizos de mar.

Le Miramar: Dicen de él que es el mejor restaurante de la ciudad en el que tomar la famosa sopa Bullabesa. Déjate seducir.

Un agradable paseo por el puerto te conduce hasta el Fort Saint-Jean, construido durante el reinado de Luis XIV, donde se encuentra el Museo MuCEM, el primer museo nacional dedicado a las civilizaciones del Mediterráneo en el siglo XXI. Un lugar multidisciplinar en el que se entrecruzan la antropología, la historia, la arqueología, la historia del arte y el arte contemporáneo. El museo se compone de tres emplazamientos unidos por el Fort Saint- Jean, lo que invita al público a deambular por un agradable jardín al estilo mediterráneo. Cuenta, además, con una segunda pasarela que lo une al barrio de Le Panier, que parte desde la puerta real del fuerte hasta la iglesia de Saint-Laurent. Pese a su antigua mala reputación, a día de hoy en este barrio se mezclan los edificios y plazas más tradicionales con tiendas de nuevos diseñadores, restaurantes y museos, lo que le aporta un aire de lo más bohemio. No puedes dejar de visitarlo.

Cours Julien es otro de los barrios interesantes. Un jardín ocupa el centro de la plaza que alberga tiendas de moda, teatros y terrazas. Las calles Bussy l'Indien, Pastoret y Vian destacan por su estilo alternativo, con numerosos clubs, cafés y tiendas. ¡Atención a los graffitis callejeros!

Dada la situación geográfica de Marsella, es perfecta para hacer excursiones en barco. Desde el Vieux Port puedes acceder al ferry urbano. Un imprescindible que no puedes dejar pasar por alto es la visita al Castillo de If, donde se puede ver todavía el agujero que cavó el primer prisionero en el muro de una de las celdas. Alejandro Dumas se basó en él para dar vida a su famoso Conde de Montecristo.

Desde aquí puedes seguir con una visita a las islas Frioul; pasar la tarde en una de sus numerosas calas, playas o criptas arenosas es un plan perfecto para rematar el día. La sensación de libertad y relax es absoluta.

Dos visitas irremplazables son la de la Basílica de Notre-Dame de la Garde y la del Palacio Longchamp. La basílica es una figura emblemática de la ciudad. Situada en lo alto de la colina, con unas impresionantes vistas a 360º, vela por los marineros, los pescadores, y todos los marselleses. Su estilo romano-bizantino responde a la perfección al programa de las grandes construcciones emprendidas por Napoleón III en Marsella. Para acceder a ella se puede tomar un autobús que sale desde el mismo Vieux Port. El palacio, monumento inaugurado en 1869, conmemora la llegada de las aguas del canal del Durance a Marsella. Reúne en un mismo emplazamiento el museo de Bellas Artes, el museo de Historia Natural y un parque botánico.

Los improvisados mercadillos callejeros abundan por toda la ciudad. Es muy frecuente ver mercados de todo tipo: fruta, pescado, ropa, antigüedades, etc. Déjate llevar por la vida marsellesa y mézclate, seguro que descubres algún capricho que comprar.

¡Y no puedes irte sin conocer el famoso jabón de Marsella! Su interesante historia se remonta al siglo XVI. Puedes, así mismo, visitar alguna de sus siete fábricas.

La oficina de turismo se encuentra situada muy cerca del Vieux Port. Allí podrás obtener el City Pass y recabar mucha información para organizar tu estancia en Marsella.

¿A qué estás esperando para conocer esta magnífica ciudad? ¡Reserva tu vueling aquí!

Texto : Tensi Sánchez de www.actitudesmgz.com
Fotografía: Fernando Sanz

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Una ruta por Lille

Mencionar que te vas de viaje a Lille [Lil] y que pregunten dónde está es una consecuencia inevitable. Cerca de la frontera de Bélgica, no puede estar mejor comunicada: a 20 minutos de Bélgica, 1 hora de París y 1h20’ de Londres. Lille es la unión perfecta entre lo francés y lo flamenco.

Arras

Estuvimos 3 días de viaje y nos dio tiempo hasta de visitar Arras. Llegamos un martes y directamente (con un conductor camicace que corría más que Fernando Alonso) nos llevaron a Arras. Una ciudad (pequeñita) que durante 4 años fue destruida por la guerra (como está en el norte y la frontera) y está restaurada entera. Nos llevaron por los túneles donde durante 10 días estuvieron miles de soldados, el museo donde tienen las carrozas del Palacio de Versalles,… Ohhh, eran espectaculares (los ricos, aunque fuera hará 600 años, ya vivían como auténticos reyes y privilegiados del s. XXI).

Las carrozas estarán hasta noviembre de 2013 en el museo de Bellas Artes de Arras: trineos esculpidos con forma de animales, sillas de mano y arreos de caballos, como los coches del cortejo de la boda de Napoleón I, la carroza de la coronación de Carlos X o el impresionante carro fúnebre de Luís XVIII. Impresionante literalmente: estábamos fotografiando la carroza más grande del museo (tuvieron que entrarla por piezas), al girarnos y ver la carroza fúnebre, nos asustamos. ¿Una curiosidad? Las carrozas de los niños iban tiradas por… ¿ponis? No. Por cabras. Una maravillosa exposición que jamás dejaríamos de recomendar.

El campanario del ayuntamiento es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y no nos extraña. No dejéis de subir y, además de contemplar la panorámica, daros la vuelta y palpad el campanario con el inmenso reloj. Si tenéis la suerte de que las campanas repiquen justo cuando estáis bajando la escalera de caracol, veréis qué intenso y ensordecedor es. Es aquí donde están los túneles de piedra donde los soldados se escondieron. Lo interesante es la historia y lo que emana un lugar así.

Para ver todo esto habréis pasado por la Gran Plaza. Destruida en la Primera Guerra Mundial, esta plaza de estilo barroco-flamenco es una maravilla arquitectónica. Cada miércoles y sábado por la mañana podemos disfrutar del mercadillo. Además, si llueve no hay problema: los arcos que dan la vuelta a toda la plaza hacen que el mercadillo se pueda trasladar a una zona cubierta.

Lo interesante es que no sólo lo exterior de la plaza es llamativo. Cuenta con dos pasos subterráneos en el que, el primero estaba reservado en su día a las caballerizas y, el segundo, servía de despensa, refugio y enfermería durante los bombardeos de 1944.
 Cinco horas dieron para bastante, ¿no creéis?

Transporte

Al día siguiente ya amanecimos en Lille. La ciudad cuenta con dos líneas de metro. No las cojáis, no hace falta. Recorred las calles y disfrutad, para empezar, de su arquitectura. No es necesario gastar tiempo y dinero en el metro. Podréis ver que tienen un sistema de bicing como en muchas ciudades. Os aconsejamos que alquiléis una antes que utilizar su bicing, es muchísimo más barato.
 Si alguien quiere hacer la ruta del bus turístico, mejor que no. Casi 1 hora en la que, de lejos, ves todo. Pero que con una mañana a pie ya puedes disfrutar de cada uno de esos rincones. Eso sí, comprobamos la paciencia de los ciudadanos de Lille: a las 10:15 de la mañana un camión descargando; después de casi 15 minutos no había pitado ni un coche; pero ni un ligero intento, nada. Santa paciencia.

Salir (comer y beber)

Comer bien en Lille y que sea barato cuesta. Lo mejor que se puede hacer es ir a una de sus típicas tabernas en las que ofrecen la comida a sus trabajadores y, en cada una de ellas, elaboran su propia cerveza. ¿Os gusta la cerveza? Las tabernas de Lille os encantarán.

Estaminet es un ejemplo de taberna buena, bonita, barata. ¿Sus ensaladas? Las individuales son como para dar de comer a 3 personas. ¿Su plato típico? Carne cocinada con su cerveza de elaboración artesanal y patatas es una delicia a prueba de los más comilones. Además, tienen un plato que se servía (aún hoy también) frío y en gelatina: con varios tipos de carne, es un plato para reponer fuerzas seguro. De postre, como en cualquier restaurante de la ciudad (tenedlo en cuenta), o pides un café o un café gourmet: te ponen el café y una tabla con 4 mini postres. Mmmmm… Definitivamente es algo que hemos de importar ipso facto.
Chicorée es el lugar ideal para beber cerveza y probar su crème brûlée. Deliciosa.

Si su café gourmet no os es suficiente, no dudéis acercaros a Meert: una de las pastelerías más antiguas del país, funciona desde 1761 haciendo que pasar por delante sea irresistible. No se ve, pero dentro tiene dos salones en los que poder tomar a cualquier hora del día cualquier de sus dulces. ¿Lo típico? El gofre de vainilla y caramelo. Pero avisar que no es tal cual lo conocemos nosotros, sino más fino y siendo dos los gofres los que envuelven a la vainilla y al caramelo.

La rue Solferino es la calle donde están la mayoría de pubs y discotecas de Lille. Pasearse por el barrio de Vieux y no tomarse una de sus cervezas en cualquier de los lugares que encontraréis es casi imposible.

Visitar

Respecto a lo que no os podéis perder y que es una muestra de saber aprovechar un espacio es Le Piscine. Una piscina que iban a derrumbar transformada en museo: escultura, pintura y colecciones de ropa son ordenadas y estructuradas con tal orden lógico que es impresionante. Un lugar que, aunque no lo hubieran convertido en museo, es digno de visitar: su enorme piscina, los baños de hombres y mujeres, el primer jacuzzi y las salas de ducha transmiten la historia de todo lo que se vivió dentro. Una maravilla.

Lo mejor de todo es que, en el centro, podréis encontrar: la Ópera, la Bolsa, la arquitectura francesa y flamenca (la distinguiréis por sus colores típicos, el dorado y el ladrillo rojo) y su fuente y estatua de mujer que preside la plaza.

Antes de llegar al Museo del Hospicio Comtesse de Lille (hospicio y orfelinato del s.XV), un museo intacto y al que os aconsejamos una hora antes de su cierre (sino, se molestan y sólo te dejan ver dos habitaciones), os aconsejamos entrar a la catedral Notre-Dame de la Treille, situada en el barrio antiguo de Lille, es la fachada principal más poco agradable que hemos visto en mucho tiempo. Seguramente no os decidáis a entrar. Mal. El interior de la catedral esconde una vista de la fachada que no os vamos a desvelar. Vale la pena entrar. Os sorprenderá cómo una fachada más propia de una industria puede llegar a ser sorprendente.

Tiendas y mercadillo (el más grande de Europa)

En la Gran Plaza, Furet du Nord se encuentra la librería más importante de Europa. Chafardeadla. Es difícil no encontrar un libro que ni siquiera conocíais.

Ombre Portées es una perfumería muy especial. Para los sibaritas de los olores, es la perfumería más exclusiva del norte de Francia: todo aquello que no se incluye en el circuito comercial, aquí lo tienen. Una atención personalizada y una selección de olores y perfumes que, si os gusta este mundo, pasad y preguntad. No os quedéis con las ganas.

Philippe Olivier es una quesería que pasa inadvertida. A 30 segundos de la pastelería Meert, una calle pequeñita hace que pases por su lado y sea inadvertida. Pequeña y con la mejor selección de quesos de Lille, nada como entrar, dejarse aconsejar y llevarse un queso de vicio.

En la Plaza del Concert cada domingo por la mañana se puede disfrutar de un mercado típico de la zona. 
Ciudad universitaria en invierno, si con todo lo que os hemos explicado no tenéis suficiente, el primer fin de semana de septiembre Lille acoge el mercadillo más grande de Europa. Sí, sí. El más grande con 100 km de extensión, 10.000 vendedores y una tradición: comer mejillones con patatas. Sin duda, en septiembre estaremos.

Por Elisa G Martin

Nosotros nos apuntamos, si quieres venirte consulta nuestros vuelos aquí.

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10 pueblos de Cuento en Asturias

Muchos son los pueblos y aldeas como de Cuento en Asturias, tanto que podrían inspirar y de hecho inspiran fantásticas historias que combinan a las mil maravillas la realidad y los sueños. Encaramados en una loma, en el fondo de un valle, al lado de un río o de un embalse, con vistas al mar y a la montaña al mismo tiempo, a los mismos pies de altas cumbres, poblados por decenas de hórreos y paneras, o bañados por el intenso e inmenso oleaje del Cantábrico.

Son pueblos que forman y conforman esa Asturias inspiracional, la misma que nos invita a vivir dulce y plenamente las sensaciones del paisaje y las del paisanaje, esa que nos hace un poco artistas y un poco bohemios, la que nos convierte en exploradores del tiempo y del espacio.

Tanes, los secretos del agua

Érase una vez un pueblo que adaptó su fisonomía y su vida a un embalse, sin perder un ápice de su primigenia esencia y belleza. Érase una vez un pueblo que dio nombre a un embalse, y el embalse dio agua y vida a toda la parte central de Asturias. Un pueblo que conserva intacto todo su encanto y se llama Tanes.

Tanes está en el concejo de Caso, en la zona centro-oriental de Asturias, y forma parte de la Reserva de la Biosfera de Redes. A su hábitat natural, se une toda la serenidad que aporta el entorno y la campechanía de sus gentes.

Fauna salvaje, quesos, flora autóctona, la fuerza de su embalse y el rumor del Nalón hacen de Tanes un sitio de leyenda y de cuento, y como no podía ser menos en este mágico rincón, su colegiata Santa María la Real se encuentra a las afueras del pueblo, como encaramada sobre el embalse, silueteándose esbelta en toda su belleza renacentista sobre unas aguas que son espejo de todo el verdor de Tanes.

Villar de Gallegos, el carbón en las entrañas

A veces los cuentos en Asturias se escriben en negro y verde, en el color del carbón y de los bosques, y es que hay aldeas de cuento en el corazón minero de la Montaña Central de Asturias. Un ejemplo es Villar de Gallegos, en el concejo de Mieres.

Rodeada de montañas, esta aldea tan auténtica, donde la vida rural parece haberse detenido, tiene un entorno de alto valor paisajístico y geológico, y por sus alrededores se pueden seguir rutas donde rastrear antiguas explotaciones carboníferas y de mercurio.

Además, las alturas que la circundan son miradores excepcionales sobre la Sierra del Aramo, el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, la zona de Pajares y el Cordal de La Carisa, parte del Parque Natural de Redes y también, cuando los días están muy despejados, parte del Parque Nacional de los Picos de Europa.

Bandujo, la aldea que duerme

Entre valles y montañas, en el centro de Asturias y casi como por arte de magia, la Edad Media sale a tu encuentro en el pueblo de Bandujo, uno de los lugares de origen medieval mejor conservado de todo el entorno rural asturiano.

Mucha historia y muchas gentes de paso han visto sus piedras y sus muros, su Torre de Tuñón o la iglesia de Santa María. Actividad incesante durante siglos, y de pronto el silencio, el eterno sosiego y la paz total.

Bandujo parece hoy como dormida en un sueño medieval que no tuviera fin. Y esa sensación te recorrerá por completo cuando llegues al pueblo y lo mires de cerca o de lejos. Sobre un enorme marco verde, este pueblo, único en Asturias, luce su estela histórica desde la quietud total.

Pumares, agua, pizarra y piedra

En medio de la tierra de los ingenios hidráulicos, del fuego y del hierro, de los caminos más verdes y la cascada de mayor caída de Asturias, se te aparecerá de pronto, como sacada de un decorado fantástico, la aldea de Pumares, en Santa Eulalia de Oscos.

Pumares es como un sueño en piedra, pizarra negra y agua. Es un rincón donde el río suena con dulce susurro, y donde iniciarás el camino hacia la famosa y todopoderosa Cascada Seimeira.

Conocerás la tierra de los ferreiros y los bosques, de los molinos, mazos y batanes, de los artesanos del hierro, en medio de una naturaleza multicolor y sosegada.

Tuña, el omnipresente espíritu del general Riego

Hubo una vez un pueblo en Tineo por el que pasaba todo el oro del occidente de Asturias, que los romanos extraían de las entrañas asturianas para sostener uno de los mayores imperios que conoció la Antigüedad.

Hubo una vez un pueblo en Tineo que dio a la Humanidad y a la historia luchadores por las libertades sociales de forma rotunda, como lo fue el general Riego.

Todo en Tuña parece impregnado hoy en día del espíritu de Riego, y aún puede verse la casa donde nació, además de un busto y alguna pintura mural que honran su memoria.

Tuña te hará retroceder en el tiempo, con su puente romano y sus palacios, con su quietud y sus gentes afables.

Viavélez, la dulce navegación de un puerto cantábrico

Viento y salitre, olas y espuma, un espigón y un faro, un pequeño puerto que parece realmente de cuento. Es Viávelez, uno de los lugares más recónditos y sorprendentes de la costa occidental asturiana, y está en el concejo de El Franco.

Refugio de pescadores y marinos, de apasionados de la mar, de escritores y artistas, de amantes de la buena cocina marinera, de paseantes y viajeros, de peregrinos, Viavélez es una auténtico regalo de la naturaleza.

Tanto cuando la mar está en calma como cuando se embravece, la fisonomía de Viavélez es todo un espectáculo.

Riodeporcos, lejos del mundanal ruido

¡Qué privilegio enorme es llegar a Riodeporcos! Allí donde el Navia hace una especie de meandro y su lámina de agua reluce con el sol, surge Riodeporcos, como si fuera una creación divina.

La pasarela que une este pueblo de Ibias con el resto del mundo es una manera entre antigua y romántica de acceder a la aldea, a la que, toma nota, no llegarás en coche.

Lejos del mundanal ruido y arropado por la naturaleza, en Riodeporcos cualquier estrés te parecerá una leyenda urbana.

Espinaréu, buscando la llave del hórreo

¿Te imaginas un lugar que fuese un auténtico reino de los hórreos? Ese lugar no está solo en tu imaginación, existe de verdad. Está en Asturias y es una aldea llamada Espinaredo o Espinaréu, en Piloña.

La llegada a Espinaréu te impresionará no solo por la profusión de hórreos y paneras, sino porque lucen lustrosos y han llegado hasta hoy conservando los usos de antaño, muy vinculados al mundo de las cosechas, y por tanto a la supervivencia humana.

Espinaréu es una acogedora aldea, surcada por las aguas del río del mismo nombre, donde los hórreos cobran vida propia con sus decoraciones y tallas variadas, algunas de ellas policromadas. Es como viajar a un paraíso etnográfico donde la huella del tiempo es intensa y extensa.

Bulnes, cuando los Picos de Europa vienen a tus brazos

Para llegar a él tendrás que hacerlo por una canal de alta montaña, o si lo prefieres por un “tren-cremallera”. Cuando desembarcas a mil metros de altitud, en medio de cumbres que te abrazan literalmente, la sorpresa es mayúscula y la sensación es la de haber traspasado una frontera.

La frontera que miles de montañeros y escaladores han traspasado durante más de un siglo de exploración, de aventura y de esfuerzo. La frontera que cientos de pobladores de los Picos han traspasado toda la vida en un supremo ejercicio de supervivencia en el medio natural.

Es Bulnes, en pleno Macizo Central de los Picos de Europa, en el concejo de Cabrales. Allí descubrirás un idílico paisaje, un queso único como el Cabrales, un barrio alto con vistas panorámicas, y una forma de vida que languidece, de cuya dureza en el pasado es testimonio vivo el austero cementerio (antiguamente techado) a la entrada del pueblo…

Gobiendes, el mejor mirador de mar y montaña desde el Prerrománico

¿Y qué me dices de mirar al mar desde un templo Prerrománico? Gobiendes te regala esa experiencia desde su iglesia Prerrománica de Santiago. Elevado en un promontorio sobre la costa, Gobiendes mira por un lado al Cantábrico y por otro al Monte Sueve, la primera montaña que ven los navegantes en su aproximación a la costa asturiana.

Con su Palacio y sus cuidadas casas, Gobiendes, en Colunga, es un remanso de paz, donde sentirás la brisa marina y el viento de la montaña en un combinado único.

¡Y además, estarás en pleno Camino de Santiago de la Costa, el más antiguo que existe antes de llegar a la Catedral de San Salvador!

Texto e imágenes de Turismo de Asturias

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