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La música de los últimos años del muro

Sin duda la ciudad de Berlín experimentó uno de sus periodos más extraños durante la época de la guerra fría. Y no es para menos; porque el hecho de que levanten un muro que divida en dos una ciudad separando a vecinos y familiares y colocándolos en dos universos opuestos, es sin duda una experiencia del todo orwelliana.

Ambas partes de la metrópolis, pues evolucionaron de maneras muy distintas. Por un lado, la parte Este se quedó estancada en un sistema basado en el control casi obsesivo por parte del sistema (al igual que el resto del bloque comunista); por el otro, el Oeste, que seguía un proceso evolutivo idéntico al resto del mundo capitalista.

Berlín Oeste: de la meca del «underground» al hedonismo house

A partir de los años setenta, y siguiendo las nuevas corrientes procedentes de Inglaterra y los Estados Unidos, se empezó a asentar en Berlín una nueva escena musical, basada en la libertad creativa y en la estética de ruptura radical con el pasado. El punk y todas sus ramificaciones posteriores tuvieron en Berlín uno de sus grandes centros. El poso outsider y de cultura artística underground había atraído a artistas de la talla de David Bowie, Brian Eno, Keith Haring o Lou Reed a lo largo de los 70. Y ahora un buen puñado de bandas estaban nutriendo un circuito tan interesante como el de Londres o la transgresora Sheffield.

A finales de los setenta, la música de Joy Division y de algunos experimentadores de la electrónica y la música industrial fueron adoptados como iconos a seguir en la floreciente escena alternativa del Berlín abierto. Y es que el post punk alemán, a diferencia del británico o americano se caracteriza por una tensión entre lo político y lo cultural, y estéticamente le debía mucho a la tradición krautrock, ya que  muchos de sus temas son repeticiones infinitas a velocidad vertiginosa, como Geld/Money de la banda arty Malaria, o los primeros discos de DAF.

La emocionante escena de Berlín desde 1980 estuvo en continuo movimiento, y surgió un sinfín de bandas como Einstürzende Neubauten, liderada por el controvertido Blixa Bargeld, Die Unbekannten, Nina Hagen, Die Krupps, Mekanik Destrüktiw Komandoh, Die Tödliche Doris, Geile Tiere, o Die Arztey su punk funk con letras sarcásticas.Aunque bien es cierto que la escena estaba conformada no solo por músicos sino también por directores y actores de cine, escritores, filósofos, artistas y fotógrafos. A mediados de los 80 se inició un proceso de desintegración. La música se fue haciendo cada vez más comercial, y los grupos empezaron a fichar por multinacionales. Pero pronto llegó una nueva revolución sonora, que caló con fuerza en la ciudad: el acid house y el techno. No olvidemos que la Love Parade de Berlín fue el primer desfile multitudinario de música electrónica del mundo. La primera edición Love Parade fue en 1989. El evento se inició como una manifestación a favor de la paz y del entendimiento a través de la música. Sólo unos meses más tarde, el muro se vino abajo y el Oeste de Berlín pasó a la historia.

De aquella época todavía queda en pie el mítico SO36, un club ubicado en Oranienstrasse cerca Heinrichplatz en el área de Kreuzberg, el cual toma su nombre del código postal histórico de esa zona, SO36. El barrio de Kreuzberg ha sido históricamente el hogar del movimiento punk de Berlín, así como otras subculturas alternativas en Alemania. SO36 se centró inicialmente en gran parte de la música punk. A partir de 1979 se trató de crear un crossover entre el punk, new wave y el arte visual. En aquellos días el club rivalizaba CBGB de Nueva York como uno de los mejores lugares de la nueva ola en el mundo. También estaban en el circuito de Berlín, Metropol, la discoteca Kino, el club 54 Kantstrasse o el cine alternativo Sputnik, donde estrenaron el film de culto Yo, Cristina F.

Documento de una época en pantalla grande

Entre los próximos 29 de octubre y 8 de noviembre tendrá lugar la 13ª edición del Festival Beefeater In-Edit, en Barcelona, y entre los numerosos films que conformarán su cartel estará B-Movie: Lust & Sound in West-Berlin 1979-1989, un documental dirigido por Jörg A. Hoppe, Heiko Lange, Klaus Maeck. sobre la música, el arte y el caos en el Salvaje Oeste de Berlín de la década de 1980: la ciudad amurallada que se convirtió en el crisol creativo para un tipo especial de sub cultura pop, que atrajo a diletantes brillantes y celebridades de fama mundial de todo tipo. Sin embargo, antes de que el telón de acero cayera, artistas, okupas, poetas, creadores musicales y hedonistas disfrutaron, todos en comunión, de un estilo de vida poco convencional en Berlín. Todos sabían que no duraría mucho, pero, ¿quien pensaba en el mañana? Se trataba de vivir el momento - el aquí y ahora -.

Con material televisivo inédito en su mayoría, y filmaciones, fotos y entrevistas originales, B -Movie el documental cuenta la historia de la vida en la ciudad dividida, una interzona cultural en el que parecía posible todo, siendo un lugar diferente a cualquier otro de Europa. Es un collage de ritmo rápido de historias de una década frenética pero creativa, comenzando con el punk y terminando con la Love Parade, todo en una ciudad donde los días son cortos y las noches son interminables.

Actualmente, Berlín está viviendo una segunda juventud en cuanto a actividad cultural (y también musical). ¿A qué esperas para ir a descubrirlo? Consulta nuestros billetes aquí.

 

Texto de ISABELYLUIS Comunicación

Imágenes de B-Moviem, SO36

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Marsella pura provenza francesa

Si estás planeando un viaje donde mezclar ocio, cultura y relax, Marsella, al sur de Francia, es tu ciudad. Su agradable clima, su entorno y su luz han sido fuente de inspiración de célebres artistas como Braque, Cézanne, Derain o Marquet. Fundada por los griegos, es una de las ciudades más antiguas de Europa y la segunda en Francia. Además, esta ciudad es la segunda más poblada del país galo. Su riqueza histórica y la gran cantidad de monumentos, localizaciones y museos la han convertido en un destino más que destacado entre el turismo internacional.

Dado a que es el tercer puerto más importante de Europa, tras Rotterdam y Amberes, ha sido lugar de paso obligado para muchas embarcaciones internacionales, lo que ha favorecido la actual mezcla cultural que se respira en sus gentes, sus barrios y sus edificios, convirtiéndola en una urbe de lo más cosmopolita.

Una escapada de cinco días es suficiente para vivir esta ciudad. La mejor opción es dividir las visitas por zonas. El transporte es muy bueno y puedes desplazarte en metro, autobús o ferry. Lo ideal es optar por el Citty Pass; es económico y sirve tanto para entrar en museos como para el transporte y las visitas a las islas.

Elegir un hotel bien situado es un buen comienzo para facilitarte el desplazamiento por esta maravillosa ciudad. El Beauvau Marsella Viejo Puerto es una perfecta elección, ya que cuenta con un excelente servicio y está a dos pasos de la estación de metro de Vieux Port (Puerto Viejo), uno de los puntos neurálgicos de la ciudad. En las calles colindantes al puerto, se encuentran un montón de puestos callejeros donde comer ostras o comprar todo tipo de especias a precios verdaderamente interesantes.

En la misma zona se encuentran cantidad de restaurantes donde poder degustar un exquisito pescado fresco o una soberbia sopa Bullabesa. De entre ellos destacaremos estos dos:

Une Table au Sud: Este restaurante posee unas magníficas vistas al puerto y nos ofrece una cocina moderna y creativa para chuparse los dedos. Entre las especialidades destaca su deliciosa sopa de castañas y erizos de mar.

Le Miramar: Dicen de él que es el mejor restaurante de la ciudad en el que tomar la famosa sopa Bullabesa. Déjate seducir.

Un agradable paseo por el puerto te conduce hasta el Fort Saint-Jean, construido durante el reinado de Luis XIV, donde se encuentra el Museo MuCEM, el primer museo nacional dedicado a las civilizaciones del Mediterráneo en el siglo XXI. Un lugar multidisciplinar en el que se entrecruzan la antropología, la historia, la arqueología, la historia del arte y el arte contemporáneo. El museo se compone de tres emplazamientos unidos por el Fort Saint- Jean, lo que invita al público a deambular por un agradable jardín al estilo mediterráneo. Cuenta, además, con una segunda pasarela que lo une al barrio de Le Panier, que parte desde la puerta real del fuerte hasta la iglesia de Saint-Laurent. Pese a su antigua mala reputación, a día de hoy en este barrio se mezclan los edificios y plazas más tradicionales con tiendas de nuevos diseñadores, restaurantes y museos, lo que le aporta un aire de lo más bohemio. No puedes dejar de visitarlo.

Cours Julien es otro de los barrios interesantes. Un jardín ocupa el centro de la plaza que alberga tiendas de moda, teatros y terrazas. Las calles Bussy l'Indien, Pastoret y Vian destacan por su estilo alternativo, con numerosos clubs, cafés y tiendas. ¡Atención a los graffitis callejeros!

Dada la situación geográfica de Marsella, es perfecta para hacer excursiones en barco. Desde el Vieux Port puedes acceder al ferry urbano. Un imprescindible que no puedes dejar pasar por alto es la visita al Castillo de If, donde se puede ver todavía el agujero que cavó el primer prisionero en el muro de una de las celdas. Alejandro Dumas se basó en él para dar vida a su famoso Conde de Montecristo.

Desde aquí puedes seguir con una visita a las islas Frioul; pasar la tarde en una de sus numerosas calas, playas o criptas arenosas es un plan perfecto para rematar el día. La sensación de libertad y relax es absoluta.

Dos visitas irremplazables son la de la Basílica de Notre-Dame de la Garde y la del Palacio Longchamp. La basílica es una figura emblemática de la ciudad. Situada en lo alto de la colina, con unas impresionantes vistas a 360º, vela por los marineros, los pescadores, y todos los marselleses. Su estilo romano-bizantino responde a la perfección al programa de las grandes construcciones emprendidas por Napoleón III en Marsella. Para acceder a ella se puede tomar un autobús que sale desde el mismo Vieux Port. El palacio, monumento inaugurado en 1869, conmemora la llegada de las aguas del canal del Durance a Marsella. Reúne en un mismo emplazamiento el museo de Bellas Artes, el museo de Historia Natural y un parque botánico.

Los improvisados mercadillos callejeros abundan por toda la ciudad. Es muy frecuente ver mercados de todo tipo: fruta, pescado, ropa, antigüedades, etc. Déjate llevar por la vida marsellesa y mézclate, seguro que descubres algún capricho que comprar.

¡Y no puedes irte sin conocer el famoso jabón de Marsella! Su interesante historia se remonta al siglo XVI. Puedes, así mismo, visitar alguna de sus siete fábricas.

La oficina de turismo se encuentra situada muy cerca del Vieux Port. Allí podrás obtener el City Pass y recabar mucha información para organizar tu estancia en Marsella.

¿A qué estás esperando para conocer esta magnífica ciudad? ¡Reserva tu vueling aquí!

Texto : Tensi Sánchez de www.actitudesmgz.com
Fotografía: Fernando Sanz

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Jerusalén alternativa

Jerusalén es una ciudad fascinante. Cuna de las culturas hebreas, cristiana y musulmana, pasear por su barrio antiguo es como caminar por el plató de una esas superproducciones hollywoodenses dirigidas por Cecile B. Demille. Enclave que rezuma historia en cada una de las piedras que cimientan sus edificios y templos, cuando se trata de viajar, a la capital de Israel siempre se le ha catalogado como destino religioso. Mucho más interesante resulta peregrinar hasta Tierra Santa para descubrir la vida en las catacumbas de la ciudad. De los bares y clubs del renacido mercado de Mahane Yehuda al único estudio de tatuaje de la Ciudad Vieja, os descubrimos los puntos más interesantes de la Jerusalén alternativa. 

Adraba Books

Punto de encuentro de la comunidad literaria de la ciudad, Adraba Books es la librería de Jerusalén para todos aquellos que busquéis relatos que esquiven la historia oficial. Más allá de su café (algo a remarcar en un país que no despunta por la calidad de sus espressos, macchiatos y cappuccinos), destacar su sección de volúmenes de arte y su oferta en libros en lenguas extranjeras, especialmente en inglés. Ben Maimon, 5

Casino De París

En el corazón del Mahane Yehuda, revitalizado mercado ocupado por coloridas paradas de alimentos durante el día, muchos de cuyos puestos por la noche se transforman en clubes y bares con música en directo, encontraréis el Casino de París, uno de los clubes más populares entre los oficiales del ejercito británico en la Jerusalén de la década de los años 20. Un siglo más tarde, gracias al impulso de Sha'anan Streett, vocalista de Hadag Nahash -una de las bandas de hip hop más aclamadas de Israel- y Eli Mizrahi, también propietario del cercano Machneyuda -probablemente el mejor restaurante de la ciudad-, revive sus días de gloria, ahora con una parroquia que reúne a las criaturas más interesantes de la noche local. Mahane Yehuda, 3

Gatsby

Junto a un restaurante de comida rápida, camuflado tras un anodino portalón negro de acero, sin cartel ni señal alguno que lo delate, se esconde el Gatsby. Pese a su breve historia (hace poco más de un año que abrió sus puertas) se trata de la primera coctelería de Jerusalén, lounge que recrea el ambiente de los speakeasy norteamericanos de la época de la Ley Seca. Un auténtico espectáculo ver cómo agita la coctelera su barwoman. Como suele suceder en este tipo de locales, para poder entrar primero hay que conseguir el código secreto del día (o haceros los guiris despistados: conmigo coló). Hillel, 18 

Lev Smadar

Abierto en 1921, el Lev Smadar es uno de los cines más emblemáticos de Jerusalén. Oculta en una callejuela de la barrio alemán de Jerusalén (realmente, dar con él es más difícil que encontrar a Wally con una camiseta sin rayas), la sala está especializada en cine independiente americano, europeo e israelí. Frecuentado por el colectivo cultureta de la ciudad, todas las películas se proyectan en versión original, y los filmes de factura local se emiten en hebreo con subtítulos en inglés. Lloyd George, 4

Razzouk Tattoo Studio

Perdido entre las sinuosas callejuelas que circundan la Puerta de Jaffa daréis con Razzouk Tattoo, el primer y único local de tatuajes de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Como (casi) todo en esta ciudad, la historia de Razzouk Tattoo es fascinante. Los Razzouk, familia de origen egipcio, practican al arte del tatuaje desde el siglo XIV. Por aquella época se dedicaban a grabar en tinta en el anverso interior de la muñeca de los cristianos coptos una pequeña cruz que les servía como salvoconducto para poder entrar en las iglesias. Instalados ya en Jerusalén, fue el abuelo Yacoub Razzouk quien abrió el estudio a mediados del siglo XX. Actualmente es su nieto Wassim Razzouk quien mantiene viva la tradición familiar. St. George, 31

Uganda

La sala en la que dejarse caer en Jerusalén las noches de entre semana. En activo desde hace una década, su cabina es uno de los refugios predilectos de los DJs más interesantes del subsuelo electrónico de Israel. También es el lugar en el que nutrirse de vinilos, novelas gráficas y resto de propaganda (contra)cultural del país, y uno de los pocos clubes de la ciudad en los que degustar una pinta de Taybeh, cerveza palestina que nada tiene que envidiar a los mejores zumos de cebada alemanes o belgas. Aristobolos, 4

Videopub

Es el único bar abiertamente gay de Jerusalén, una apuesta ganadora si queréis vivir una noche memorable en la ciudad. Con un poco de suerte os toparéis con alguna de sus populares fiestas temáticas de los años 80 y 90, veladas en las que, uno tras otro, suenan los éxitos más petardos de ambas décadas. Si os entregáis demasiado a la jarana, no os extrañe que seáis secuestrados por alguna de las drag queens para echaros un baile con ellas en el escenario del local ¡Avisados estáis! Horkanus, 1

Yellow Submarine

Abierta desde 1991, la Yellow Submarine es la sala de conciertos más emblemática de Jerusalén, local en el que ha actuado lo bueno y mejor de la muy interesante (aunque por aquí desconocida) escena musical de Israel y algunos de los más destacados nombres internacionales que han pasado por el país. Altavoz del talento local, más allá de su programación diaria de bolos, también organiza conferencias y exposiciones, además de ofrecer servicios de local de ensayo y estudio de grabación. Rehov Ha-Rechevim, 13

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Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS

 

Fotos de Oriol Rodríguez, Cine Lev Smadar (© Alex Jilitsky), Uganda (© Udim), Yellow Submarine (© Uri Leshem)

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Madrid vámonos de compras

Una buena excusa para hacer una escapada a Madrid – si es que necesitas de excusas para hacerlo - es aprovechar para disfrutar del amplísimo número de tiendas con el que cuenta, donde renovar el vestuario o darse algún que otro capricho. Dentro de toda esta amalgama de locales hay espacio para los clásicos, el lujo, el mainstream, las últimas tendencias y el vintage. A continuación os damos las claves para adentraros en el fabuloso mundo del shopping madrileño.

Malasaña, hipster, creativo y vintage

El popular barrio de Malasaña rebosa creatividad y buen rollo. Las transformaciones que ha sufrido en los últimos años lo han convertido en el lugar imprescindible donde acudir en la ciudad en busca de las últimas tendencias. Así que, si eres de los que te gusta estar a la última y te pierde lo hipster, ésta es tu zona. Algunas de las joyas que puedes encontrar son The Concrete Madrid, una sastrería masculina denim; Lady Cacahuete, con ropa femenina inspirada en el universo de los años 50; Ioli Shoes, con zapatos y bolsos hechos de forma artesanal; la tienda estudio Dooc, donde hacerte con algún objeto de diseño; y Le Circus, situada en el número 18 de la calle Corredera Baja de San Pablo, que hará las delicias de los cazadores de tendencias.

Como no podía ser menos, en Malasaña también hay espacio para el vintage con espacios como El templo de Susu (calle del Espíritu Santo, 1), La Cierva Vintage (calle Marqués de Santa Ana, 30), Popland (calle de Manuela Malasaña, 24) y Kinda Kinks (calle del Pez, 16), entre otros.

Y como todo lo antiguo vuelve, qué mejor manera que recuperar algo tan viejuno como la alpargata en un clásico de toda la vida como lo es la Antigua Casa Crespo.

Chueca y Fuencarral, moda joven y alternativa

Al igual que Malasaña, Chueca también se ha convertido en el lugar donde medir las últimas tendencias en la ciudad. Ante todo es conocido por ser el barrio gay de Madrid, y por su oferta gastronómica y de ocio nocturno, pero también cuenta con un buen número de tiendas de moda. Es el caso de la popular calle Fuencarral, donde además de juntarse un auténtico hervidero de gente hay un buen número de tiendas donde adquirir ropa y calzado de estilo joven y moderno, con presencia de marcas como Diesel, Puma, Adidas y Hoss, entre otras. En las calles Almirante y Prim se encuentran las tiendas más caras y más chic de la zona.

Barrio de Salamanca, lujo, elegancia y grandes marcas

Serrano, José Ortega y Gasset y Claudio Coello, estas son las calles que debes de recorrer si lo tuyo es el lujo. Carolina Herrera, Chanel, Gucci, Loewe, Louis Vuitton, Armani, Miu Miu y Manolo Blahnik son algunas de las grandes marcas que encontrarás. Otro de los espacios donde darse a la elegancia y al esplendor es el ABC Serrano. Este centro comercial ubicado en un palacio del que se conserva su fachada neomudéjar, cuenta con una cuidada selección de marcas nacionales e internacionales. Si lo visitas en verano, no dudes en subir a su magnífica terraza, donde disfrutar de su oferta gastronómica y de las vistas.

Huertas, jóvenes diseñadores

Además de por su librerías y sus galerías de arte, no dudes en acercarte a esta zona donde encontrarás algunos locales clásicos reconvertidos en tiendas donde adquirir las propuestas de jóvenes diseñadores. Este es el caso de L’Atelier / Óptica, una óptica a medio camino entre un taller y una galería de arte donde encontrarás una magnífica selección de gafas. También es el caso de La Intrusa en calle León, que reúne las siguientes firmas españolas: Con2tijeras, Berenbaum, Roberto Navazo y Desietecorazones.

Sol y Preciados, en el corazón del mainstream

Sol, Preciados, Del Carmen y Arenal son el epicentro comercial de Madrid. Es el espacio donde se encuentran ubicadas las grandes cadenas comerciales como Zara, H&M, El Corte Inglés, FNAC y Mango, que invaden gran parte de sus calles. Pero aún queda espacio para alguna pequeña joya del pasado, como es el caso de Casa de Diego donde comprar abanicos, paraguas y complementos, y trasladarnos por un rato a otra época.

El Rastro, el templo de la segunda mano

La mejor forma de acabar una escapada de fin de semana a Madrid es acercándose a la Ribera de Curtidores y alrededores - en la Latina -, y hacer una visita a El Rastro. En este mercadillo al aire libre, abierto los domingos, encontrarás todo tipo de objetos de segunda mano, ropa, libros antiguos y más de una ganga. Aprovechando que estás por la zona te recomendamos que te acerques a Vintage 4P, en la calle Bastero, y a La Recova, plaza General Vara del Rey, ambas con objetos muebles y lámparas de la segunda mitad del siglo XX.

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Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Daniel Ruiz

 

 

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