Los exóticos dulces de Argel
La cocina argelina ha estado influenciada por multitud de culturas. Durante cientos de años, los bereberes, árabes, turcos, romanos, franceses y españoles, han contribuido a crear su ecléctica gastronomía que surge de toda una mezcla de sabores y aromas.
Sus exóticos dulces te envuelven con todo su sabor para llevarte a tierras exóticas de Mil y una noches, con su gran variedad y sus preciosas presentaciones. Dulces de vivos colores, minuciosos modelados y adornos, que se suelen elaborar con almendras, pistachos, nueces y avellanas, se aromatizan con agua de azahar y se acaban con edulzar con miel o pulpa de la fruta.
Entre los pasteles más populares se encuentran los makroud, samsa, hrisa, sfenj o las galletas halwa, que sirven habitualmente para acompañar una taza de té verde a la menta fresca, una de las bebidas más consumidas del país.
Argelia es, junto a su vecina Túnez, uno de los mayores productores de dátiles de la variedad deglet nour -de tacto suave, claro translúcido y un sabor parecido a la miel suave que se cultiva principalmente en las provincias de Argelia Biskra, en los oasis de Tolga y M'Chouneche- y que sirven como base para numerosos dulces. Entre los dos países producen el 90 por ciento de las exportaciones de esta variedad. Los argelinos son también los mayores consumidores de miel del mundo, cosa que no es de extrañar, ya que casi todos sus dulces se endulzan con este oro líquido.
Qualb bel louz es una especialidad del norte de Argelia y su nombre significa "corazón de almendra", muy consumida durante las noches del Ramadán, acompañando el te a la menta o el café. Se elaborada con sémola, almendras, fragancia de naranjo y se bañan en sirope de miel.
El makroud es otro de los platos típicos de la tradición gastronómica argelina. Este dulce se elabora también con una base de sémola de trigo y se rellena de pasta de dátiles, recortado en forma de rombos o triángulos, para acabar friéndolos y bañándolos en almibar. Los encontrarás del mil colores y variedades diferentes.
Entre las delicias de oriente destaca también el Samsa, el dulce argelino de antigua tradición, elaborado a base de hojas de masa de brick triangulares y rellenas con almendras y rociadas con semillas de sésamo. O endúlzate con la ghribia, un bizcocho redondo que se prepara con harina, azúcar y que se acaba aromatizando con canela o piel de naranja y limón.
El m'halbi es uno de los postres más habituales. Es fresco y cremoso, con una decoración muy característica de dibujos marrones de canela en polvo. O el zlabia, cuya versión más popular es la de Boufarik, que nació por el descuido de un joven aprendiz de cocina que no recordaba bien la receta.
O los baklawa, de origen turco que se consume en todo el Oriente Medio. Son pastelitos de pasta de nueces y pasta filo, que se bañan en almíbar o miel para incorporar finalmente cualquier tipo de fruto seco. Pueden resultar un poco empalagosos pero, sin duda, son de un sabor exótico y delicioso.
Con todas estas recetas tendrás seguro un camino de dulces sabores en tu viaje a Argelia.
Imagen de ghribia por Waran18 | imagen de griouche por Arnaud25 | imagen de makrout por Latyyy
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+ infoMulhouse la gran desconocida de Alsacia
Dos ciudades alsacianas acaparan la mayoría de visitas: Estrasburgo, sin duda una de las urbes más bonitas de Francia, y Colmar, la capital vinícola de esta zona. Pero si hay una gran olvidada en la nueva región del Gran Este, ésta es Mulhouse una antigua república independiente situada en un vértice en el que confluyen tres países europeos: Francia, Alemania y Suiza. Es quizás por esta ubicación privilegiada que Mulhouse es en la actualidad una de las poblaciones francesas con mayor proyección cultural y creativa gracias en parte a la importancia que tuvo en el siglo XIX el sector textil que la ha dotado de un interesante patrimonio industrial.
Mulhouse es Ciudad de Arte y de Historia, primera población alsaciana en recibir esta distinción, y uno de sus puntos de referencia es la plaza de la Réunion, su centro histórico, muy fácilmente reconocible por su antiguo Ayuntamiento pintado en tono rosado. En este lugar se alza el templo protestante de Saint-Étienne, a cuyo campanario se puede subir previa petición y descubrir unas vistas impresionantes de la ciudad.
Mulhouse fue uno de los primeros núcleos industriales de Francia donde sobresalió la industria textil. Muestra de este pasado son el Museo de la Impresión de Telas, que acoge cada año una exposición temática vinculada siempre a un diseñador conocido, o el Parque de Wesserling – Ecomuseo Textil en el que se hacen visitas teatralizadas y muestras de modistos. Mención aparte merecen los ejemplos de arquitectura industrial (antiguas fábricas de ladrillo rehabilitadas), de street art y de arte contemporáneo que hay por el centro de la ciudad.
Otro de los lugares a visitar es la Cité de l’Automobile (Collection Schlumpf), ubicada a unos cinco minutos del centro. Este espacio, considerado uno de los principales museos del automóvil del mundo, reúne más de 400 vehículos y en él destaca una más que importante colección dedicada a Bugatti. La Ciudad del Automóvil, que está dividida en cinco espacios diferenciados, es un verdadero museo interactivo en el que se proyectan interesantes audiovisuales sobre la industria del motor, además de tener varios simuladores con los que experimentar las sensaciones que tiene un piloto de carreras.
A las afueras de Mulhouse, en la localidad de Ungersheim, se encuentra el Ecomuseo de Alsacia, el más importante de Francia de este tipo. Es ideal para ir en familia porque los niños pequeños se lo pasarán fenomenal. Aquí tanto se puede saber más de las tradiciones regionales de Alsacia como conocer, por ejemplo, cómo eran las antiguas escuelas de esta región o cuáles eran los oficios más importantes que se desarrollaron, entre los que destacaban los herreros, los carpinteros de carros o los alfareros. También es curioso ver cómo se destilaban por aquel entonces los aguardientes locales o cómo se cocinaba. Además se pueden degustar recetas tradicionales y auténticas como la gelatina de apio, las patatas con ortigas, o el sorbete de albahaca.
Por último, para probar la gastronomía alsaciana os recomendamos que os dirijáis a un winstub, que es el equivalente al pub en Alsacia (el Restaurante Le Cellier es una opción perfecta), donde se pueden degustar especialidades locales como el fleischschnakas, una exquisita carne guisada envuelta en una pasta de harina, el flammkuchen o tarte flambée, una fina masa de pan sencilla sobre la que se colocan otros alimentos como cebolla cruda, panceta y nata líquida, o el chucrut, acompañadas por deliciosos vinos alsacianos. Y para salir por la noche la mejor opción es dirigirse a Le Gambrinus donde se respira muy buen ambiente y donde elaboran una excelente cerveza artesanal (Bière du Bollwerk).
Mulhouse es una ciudad perfecta para recorrer en un fin de semana. El aeropuerto internacional Basilea-Mulhouse-Friburgo, que comparten Francia, Alemania y Suiza, está a tan solo 30 minutos del centro. Más información sobre los vuelos aquí.
Texto de Tusdestinos.net
+ infoA la caza de las olas grandes de la costa vasca
El surf, deporte que cada vez cuenta con más adeptos, encuentra en la disciplina de las ‘olas grandes’ su faceta más apasionante, en la que el hombre se enfrenta a las fuerzas de la naturaleza en su máxima y más agresiva expresión. La costa vasca reúne un buen número de estas olas tan codiciadas por los surfistas, a las que llegarás en coche en menos de una hora desde el aeropuerto de Loiu.
Uno de los abanderados de este deporte y de esta especialidad es Axi Muniain, surfista profesional de olas grandes y cinco veces finalista en los XXL Big Wave Awards, los equivalentes a los “Oscar” del Surf. Considerado por muchos como un surfista radical e innovador, ha surcado los mares en busca de la ola más grande del mundo, motivo por el que se ha ganado el apodo de “El Cazador de Olas”. Axi nos cuenta que “en el País Vasco la inmensa mayoría de las olas grandes tienen un plus de peligrosidad debido a la cercanía a la costa. Una costa abrupta y de grandes calados en la que los riesgos y dificultades aumentan. Las olas no son tan tubulares como pueden ser Jaws o Mavericks, porque aunque en tamaño son similares, la cercanía de la costa supone riesgo añadido. Pero también hay olas seguras con grandes arenales. Es una costa llena de contrastes, con accesos muy difíciles en muchas ocasiones por lo que no están masificadas, pero por otra parte los rescates son más complicados. El País Vasco y sus olas grandes son para auténticos profesionales”.
Olas grandes made in el País Vasco
Meñakoz: A esta cala situada entre los municipios de Sopelana y Barrika llegan los surfistas más atrevidos del mundo. Su ola derecha es una de las más potentes del Cantábrico y es conocida por ser la más poderosa de la costa vasca. Grande y completa, puede llegar a alcanzar los 8 metros. No dejes de tomarte una “birra” bien fresquita en su chiringuito, las vistas al mar desde lo alto son espectaculares.
Punta Galea: Incluida en el Circuito Mundial de Olas Grandes, la encontrarás en el municipio de Getxo. Esta ola ubicada a la salida del puerto de Bilbao es tan poderosa como peligrosa.
Izaro: Dice la leyendaque esta preciosa islafue escenario de un amor apasionado entre un fraile del convento del lugar y una bella joven bermeana, allá por el siglo XV. Situada frente a Bermeo y Mundaka, esconde una ola que puede alcanzar hasta los 9 metros.
Roka Puta: Excelente big wave, derecha con mucha fuerza y que casi llega a alcanzar los 6 metros. Con ella se han forjado algunos de los mejores riders de olas grandes del país.
Sorgin-Zulo: Presente en la playa de Deba, esta ola mueve una gran masa de agua, siendo difícil de ver, pero cuando crece, es única. Dicen que es una de las de mayor tamaño de la costa vasca, con una gran fuerza, pudiendo alcanzar los 5 metros. Su fondo de roca y arena la hace aún si cabe más peligrosa.
Playa Gris: Entre las bellas localidades Zumaia y Getaria se da la ola más mediática e internacional de Europa, con numerosas nominaciones en los XXL Big Wave Awards.
Agiti: Ola muy difícil, por no decir casi imposible, porque rompe muy cerca del acantilado, por lo que un fallo puede ser terrible. Eso sí, logra sacar la adrenalina a todo aquel que se atreve a cabalgarla.
Ni que decir tiene que todas estas olas van acompañadas de los fantásticos parajes que ofrece la costa vasca, y de la magnífica gastronomía que encontrarás en los restaurantes, bares y chiringuitos locales.
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Texto de Tensi Sánchez de ilovebilbao.com
Imágenes de Greg Rabejac y Ritxi Goya
+ infoCerdeña: una isla sorprendente
Hasta Cerdeña, la segunda isla más grande del Mediterráneo, llega todo tipo de turismo atraído por sus fantásticos contrastes. Los grandes reclamos son sus magníficos paisajes, las cristalinas aguas y sus playas – que nada tienen que envidiar a las playas del Caribe -, consideradas como unas de las más bonitas del mundo. Pero hasta Cerdeña llega también un turismo buscando descubrir su valioso legado cultural.
Ancestrales tradiciones y ambientes rurales que se entremezclan con ciudades modernas y, en muchas zonas, un turismo de lujo con gran poder adquisitivo. El hecho de que hasta hace poco, la isla fuera poco explotada turísticamente, hace que los sardos todavía conserven esta buena predisposición hacia el turismo. Siempre se muestran amables y dispuestos a ayudar y aconsejar.
Al norte de la isla de encuentra Olbia. Olbia significa “ciudad feliz” y no es para menos. Aquí encontrarás las que, para algunos, son las playas más bonitas de todo el Mediterráneo. Te costará elegir entre todas ellas, con sus aguas cristalinas y fina arena blanca. Las playas de Porto Istana, Lido del Sole, Li Cuncheddi, Bados, La Playa o Il Pelikano que se suceden por los 55 kilómetros de la Costa Esmeralda en unos paisajes de postal. Y para los más atrevidos, ¡recordad que es una excelente zona para practicar el excitante kite surf!
La Costa Esmeralda es lugar de veraneo de gente de alto nivel. La zona del golfo en la que sitúa Olbia se encuentra llena lujosos yates, y es frecuentada por celebridades de todo tipo que llegan atraídos por la fascinante mezcla de naturaleza cultura e historia. Y es que Olbia conserva edificios de interesante valor histórico y arquitectónico como el ayuntamiento, la iglesia románica de San Simplicio, la ruinas circenses o la muralla Cartaginesa.
La ciudad de Cagliari, capital de Cerdeña, se encuentra situada sobre siete colinas (Sant’Elia, Bonaria, Monte Urpinu, Castello, Monte Claro, Tuvixeddu, San Michele), en el golfo meridional de Cerdeña y rodeada de marismas. Cagliari, y toda la isla de Cerdeña en general, conserva importantes vestigios de las civilizaciones fenicias y romanas, y un cierto aire medieval. Te maravillará su cultura, y ese sabor de capital marinera.
El barrio más antiguo de la ciudad es el de Castello, en el que se encuentran los principales puntos de interés. Encaramado en lo alto de una colina, se puede acceder fácilmente, bien desde el ascensor del mercado de Santa Chiara, desde el que se encuentra cercano a la torre di San Pancrazio o subir por la escalinata de San Remy que sale de la piazza Constituzione. Esta plaza es un lugar muy animado por la noche, con actuaciones y animados locales. En el barrio de la Marina, de ambiente más mediterráneo, encontrarás multitud de tabernas típicas para comer. ¡Y no olvidemos sus playas! La más concurrida es la de Poetto, y una de las más bonitas de todo el Mediterráneo, así como las marismas en la que podrás observar multitud de aves de paso como flamencos.
Por último, mencionar lo excelente de su gastronomía. Como en el resto del Mediterráneo, Cerdeña es una isla rica en productos saludables provenientes de tierra y mar. Empezando por su típico pan, el pane carasau – de masa fina y crujiente que muchas veces se sirve aliñado con aceite de oliva o al que se le añade tomate, huevo frito o queso. Si quieres pedir un rico entrante, escoge entre el pulpo, el atún, la sopa de pescado, los calamares, las gambas, algún plato de pasta o los ricos arroces que tan bien preparan. Para escoger un vino, ten en cuenta que los mejores provienen de la zona de Alguer o de Oristán.
Imagen de Alsecommons
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