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Bolonia comiendo en la cuna de la gastronomía italiana

Amagada entre Venecia y Florencia, no es el destino más popular de Italia pero sí es una de las ciudades que mejor representa la esencia de este país. A Bolonia se la conoce como «la docta», por ser la sede de una de las universidades más antiguas del país. También los hay que la llaman «la roja» por el característico tono colorado de sus tejados. Pero el apodo más entrañable de la capital de la Emilia-Romaña es «la gorda». En Bolonia la gastronomía es una religión (en la Cámara de Comercio de la ciudad guardan celosamente la receta tradicional de los tortellini) y sentarse a la mesa una ceremonia que es pecado no cumplir. Cuna de la gastronomía italiana, recorremos las calles del Cuadrilátero, su casco antiguo (el segundo más grande del país y el mejor conservado), en busca de las mejores restaurantes, trattorias y osterias de la ciudad.

Mercato di Mezzo
En el corazón del Cuadrilátero, el centro histórico de Bolonia, se amaga el Mercato di Mezzo, uno de los puntos neurálgicos en toda ruta gastronómica por la capital de la Emilia-Romaña. Su historia se remonta a la Edad Media, época en la que era el enclave en el que se agrupaban paradas y tiendas divididas por gremios. Así fue hasta inicios del siglo XX, cuando entró en desuso y cayó en decadencia. Recuperado y restaurado en los últimos años, el Mercato di Mezzo, con sus puestos de pasta fresca, paradas de vinos de la región, carnes, pescado, hortalizas, o quesos, se ha convertido en el lugar que debe visitar todo paladar exigente de paso por Bolonia.

Osteria del Sole
No hay ninguna señal ni cartel que indique que ahí se oculta uno de los más emblemáticos locales de la ciudad, por lo que no es fácil encontrarlo. En el número 1 de la via Ranocchi, entre la via degli Orefici y la via Pescherie Vecchie, no muy lejos de la Piazza Maggiore, daréis con algo parecido a un pequeño agujero rectangular esculpido en la pared. No dudéis en entrar, se trata de la Osteria del Sole. Abierta en 1465, es la cantina más antigua de Bolonia (y según muchas voces autorizadas, también de Italia). Rezumando autenticidad por los cuatro costados, si tenéis hambre no esperéis saciar vuestros vientres aquí. A la Osteria del Sole se va a beber, porque solo se sirve vino (¡pero qué vinos!), cerveza y digestivos como la grappa o el licor local por excelencia: el Amaro Montenegro. Eso sí, ya sea en fiambrera o de cualquiera trattoria cercana, se permite a la clientela que vaya con la comida. ¡Toda una experiencia!

Trattoria Tamburini
La Trattoria Tamburini es uno de esos lugares en los que te comerías hasta los manteles. Abierta en 1932 ocupando la que había sido una de las más importantes carnicerías de la ciudad, Tamburini es la opción ideal para la hora del aperitivo. Si queréis que vuestras papilas gustativas tengan un orgasmo, sentaros en su terraza y degustad unas exquisitas tablas de embutidos y quesos (no hay duda: tienen la mejor mortadela y queso parmesano de Bolonia) regadas con un buen lambrusco. Si el estómago pide algo más consistente y potente, siempre podéis pasar al interior del local y zamparos unos tortellini. Los del Tamburini son una apuesta asegurada.

Paolo Atti & Figli
Tortellini, zuppas, torta di riso, pane bolognese... en Paolo Atti & Figli son artistas de la pasta desde 1880. En el número 7 de la via Caprarie encontraréis su centenario obrador (tienen otra tienda en el número 6 de la via Drapperie). Si os acercáis, disfrutaréis de cómo Elda, una de las más respetadas sfoglina (artesana de la pasta) de Bolonia, amasa con decidida delicadeza una pasta elaborada con huevos de gallinas alimentadas exclusivamente con maíz y harina de sémola traída especialmente desde Altamura, en Puglia. En Paolo Atti & Figli no le añaden sal, dicen que mata el gusto.

Trattoria Gianni
Uno de esos secretos que no quieres compartir con nadie para que la próxima vez que visites la ciudad siga siendo uno de esos restaurantes habitados por locales y unos pocos turistas avezados. Modesto y acogedor (definitivamente, estos son los mejores), la Trattoria Gianni, que está a dos pasos de la céntrica Piazza Maggiore, es el lugar en el que llegar al empacho de tagliatelle al ragú a la boloñesa, tortellini in brodo (muy parecido a la sopa degalets catalana: pasta rellena de carne de cerdo picada y queso servida en caldo), cotoletta (chuleta de ternera empanada) con patatas al horno... Es pequeño, por lo que se recomienda que reservéis mesa antes. Si no, os tocará esperar, tiempo, eso sí, que los camareros os harán más llevadero a golpe de vasos de prosecco cortesía de la casa.

Al Voltone
Presume de ser el primer restaurante de Bolonia que elabora sus creaciones con productos procedentes única y exclusivamente de la provincia Emilia-Romaña. Conocido popularmente como La Torinese 1988, en Al Voltone apuestan por una cocina sencilla y de irrenunciable esencia tradicional. O lo que es lo mismo, doblemente buena. Más allá de los irrenunciables y omnipresentes tagliatelle y tortellini, en la carta del Al Voltone relucen tentaciones gastronómicas como su lasaña verde a la boloñesa. Y de postre, imperdonable no hincar la cuchara en su piccolo pecato con crema de helado y chocolate.   

La gran embajadora de Bolonia
Se la tiene por un placer menor, pero la auténtica es exquisita y sublime. La mortadella (hay diversas teorías sobre el origen de su nombre) es la gran embajadora de la gastronomía tradicional de Bolonia alrededor del mundo. Su historia se remonta al Renacimiento, creyéndose que fue Cristoforo da Messisburgo, el trinchante del cardenal Hipólito de’Este, quien ideó la receta tradicional. La mortadela de Bolonia se elabora exclusivamente con carne de cerdo cuidadosamente seleccionada que se tritura hasta obtener un fina pasta. Es entonces cuando se le añaden los taquitos de grasa (nunca menos del 15% ni más del 28% de la superficie total del embutido) que le dan su sabor característico, momento en el que se ensaca en tripa natural (o artificial). Con unas rodajas de pan recién elaborado y un poco de queso el paladar se echará a dar palmas. 

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Texto de Oriol Rodríguez

 

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6 lugares mágicos en Tel Aviv

Tel Aviv es una ciudad que nunca duerme y nos ofrece una amalgama de oportunidades para disfrutar nuestra estancia allí. Cada barrio tiene sus encantos y en cada uno de ellos se puede vivir una experiencia única e inolvidable:

1.- Old Jaffa

El casco antiguo de la ciudad, Old Jaffa, presume de ser el barrio donde comienza la historia de Tel Aviv. Sus callejuelas y sus casas pintorescas de piedra te hacen sumergir en el antiguo Imperio Otomano. Esta parte de la ciudad se caracteriza por ser una de las más bulliciosas y reclamo principal por parte de turistas, atraídos por lo bohemio y el arte que desprenden sus gentes y sus rincones. El mercado de pulgas, Jaffa Flea Market, atesora todo tipo de antigüedades y curiosidades que no nos dejarán escapar con las manos vacías. Si nos queremos dejar conquistar por el estómago, dicen que Ali Karavan sirve uno de los mejores hummus del mundo. Su plato estrella es el hummus con frijoles y además los precios son muy asequibles. Otro restaurante de la zona a destacar es el Dr Shakshuka, donde se puede degustar la típica comida casera israelí de lo más variada y sabrosa.

2.- El Puerto de Tel Aviv

Si algo caracteriza a esta ciudad que nunca descansa es su puerto y sus playas bañadas por el extremo oriental del mar Mediterráneo. Tel Aviv ofrece unas vistas espectaculares y es imprescindible dar un paseo por todo el puerto, al que podemos llegar dejando atrás Old Jaffa. En el Puerto de Tel Aviv se pueden encontrar especialmente locales de cara al entretenimiento como clubs o coctelerías y una amplia gama de restaurantes para todos los públicos. En el mismo paseo marítimo se ubica La Galina, una mítica discoteca al aire libre cuyos asistentes son tanto turistas como lugareños. En ella suelen programar noches temáticas para todos los gustos. Los amantes del pescado y el marisco no pueden despedirse de Tel Aviv sin haber deleitado su paladar en el Manta Ray, marisquero número uno de Israel. Otra de sus especialidades es la crema de berenjena, la favorita por muchos de sus comensales. Es un sitio perfecto tanto para un brunch con amigos como para disfrutar de una cena romántica a la luz de la luna y al son de las olas.

3.- Centro de Tel Aviv

En el centro de Tel Avivse hallan las tiendas más sofisticadas de la ciudad, desde marcas conocidas mundialmente hasta lujosas firmas israelíes. Los puntos más emblemáticos de Tel Aviv son el gran centro comercial Dizengoff y el museo Bauhaus Center, en pleno corazón de la ciudad. Además, podremos elegir entre una gran variedad de restaurantes que presentan una gastronomía de calidad extrema. Nuestros preferidos son la heladería Vaniglia y The Dinning Hall, un restaurante multicultural que fusiona la cultura de Israel a través de los estilos culinarios sefardí, asquenazí, árabe y jebuseo, siempre con connotaciones mediterráneas y europeas. Éste último se sitúa en el Centro de Artes Escénicas, en el boulevard del rey Saúl.

4.- Florentin

Florentin es un barrio animado y aburguesado de Tel Aviv. Si antes era el refugio de la clase trabajadora, en esta última década se ha ido transformando y lo es de artistas, artesanos y gente interesante. Caminando por las calles florentinas es usual ver graffitis en las fachadas o puertas de las casas, los talleres y los establecimientos. Su mercado de especias Shuk Haaliyah se ha convertido en una parada obligatoria para todos los visitantes de la ciudad. Para ir a comer recomendamos el Hahultziym 3, un restaurante que nos hará soñar con su queso parmesano-reggiano, sus brochetas de carne, sus pitas de cerdo rustido y su challah o pan hebreo relleno.

5.- Rothschild

Es el barrio por excelencia para ir de shopping y curiosear un montón de tiendecitas de ropa autóctonas y vintage. El Boulevard Rothschild y la calle Shenkin disponen de boutiques con personalidad, idóneas para ir a la última. Los martes y los viernes, la calle Nahalat Binyamin se convierte en un escaparate de los diseñadores más vanguardistas de ropa, joyas, muebles y artesanía. Los más hedonistas se encuentran en el distrito preciso, ya que la discoteca más cool de Tel Aviv, Radio EPGBE, abre sus puertas frente al boulevard. El más puro ambiente underground y la música en directo nos harán gozar de la escena israelí. Se escuchará sonar indie, rock, electrónica y música independiente en general. Después de una noche de desenfreno podemos ir a recuperar fuerzas a Benedict, en el mismo boulevard, abierto 24 horas y especializado en los desayunos más completos y apetitosos que podemos imaginar.

6.- Neve Tzedek

El distrito de moda de Tel Aviv es precisamente Neve Tzedek, que entrelaza tradición y modernidad. Es uno de los más bellos y fue construido en 1887, como el primer barrio judío fuera de las paredes de Jaffa. Perderse entre sus calles es esencial en nuestro viaje para conocer verdaderamente la historia y la evolución de la ciudad blanca. La arquitectura sorprendente de este lugar nos maravillará y nos invitará a tomar fotografías sin cesar. Bohemios artistas y gente moderna ocupan sus calles y proliferan sus talleres y negocios en esta zona. The Monastery es un bar de copas abierto 24 horas, conocido por la variedad de cervezas de importación y de barril que dispone, situado en la calle Allenby. Su especialidad gastronómica son las salchichas y las hay de todo tipo. Buen lugar para conectar y entablar conversación con los clientes locales y con los demás turistas. Al lado de Neve Tzedek, el impresionante mercado Hacarmel se alza con sus puestos de virguerías y de alimentos para comerciar con sus asistentes pluriculturales.

Imagen de Boris Kuznetsov

Por Blanca Frontera

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Verano de festivales en los parques de París

La capital francesa aprovecha la llegada del buen tiempo para programar en gran parte de sus excepcionales parque y jardines todo tipo de eventos que van desde festivales de música, pasando por actividades pensadas para los más pequeños de la casa, hasta sorprendentes espectáculos de luces. Todo un despliegue que sirve como excusa perfecta al visitante para acercarse a alguno de estos maravillosos parajes y relajarse, refrescarse y conocer un París alternativo más allá de su oferta museística, sus cafés y restaurantes, o sus tiendas de moda. A continuación hemos seleccionado alguno de los eventos que no deben faltar en tu agenda si visitas la capital francesa en verano.

París Plages
¿Quién dijo que París no tiene playa? Con la llegada del verano el Parc Rives de Seine y el Bassin de la Villette, se llenan de tumbonas, sombrillas y espacios donde relajarse y refrescarse del calor. Además se programan todo tipo de actividades, que incluyen conciertos, exposiciones y deportes náuticos. De especial interés es el Parc Rives de Seine, de unas diez hectáreas, ya que abarca las orillas del río Sena, catalogadas por la UNESCO como Patrimonio Mundial. Desde el 2013 han sufrido todo un proceso de transformación hasta convertirse en un espacio público en el que se han habilitado zonas para pasear, practicar deporte, áreas lúdicas para los más pequeños y hasta restaurantes ecológicos.

Rock en Seine
El Parque Nacional de Saint-Cloud es el encargado de acoger el que es uno de los festivales de música pop-rock más importantes de Francia, el Rock en Seine. Tres jornadas, cinco escenarios, sesenta y cinco conciertos y 120.000 asistentes te esperan en este maravilloso espacio considerado como uno de los jardines más bellos de Europa. Situados a media hora en tren desde la estación de Saint-Lazare de París, te avanzamos que este festival es la excusa perfecta para acampar en este espacio, ya que cuenta con zona acampada para sus asistentes. Y por si no te habíamos convencido con la ubicación, seguro que lo haremos con su cartel de infarto, que en su 14 edición contará con la presencia de The xx, PJ Harvey, Flume, Franz Ferdinand, Cypress Hill, At The Drive In,  The Kills, Fakear, o Mac DeMarco. Irresistible, ¿no?

Festival Classique au Vert
Del 5 de agosto al 17 de septiembre tendrá lugar el Festival Classique au Vert, en el que disfrutar de toda una programación de música clásica que abarca estilos, siglos y culturas diferentes. Un programa ecléctico como lo es el espacio encargado de acogerlo, el Parque Floral de París. Con veintiocho hectáreas de extensión, forma parte del Jardín Botánico de París, junto con el parque de Bagatelle, l'École Du Breuil y el Jardin des Serres d'Auteuil. Inaugurado en 1969 destaca por lo variado de su vegetación, con áreas de clara inspiración japonesa, o zonas repletas de flores –cuenta con una colección única de 650 iris diferentes-.  Una experiencia única en un espacio único.

Festival Cinéma en plein air
En nuestra lista de festivales no podía faltar el Festival Cinéma en plein air, que está dedicado al cine. Realizado en elparque de la Villette, situados en el distrito 19 del París, te permite refrescarte y disfrutar del atardecer mientras ves una película. Se trata de un festival gratuito en el que se proyectan películas centradas en una temática diferente cada año. Esta edición tendrá lugar entre el 20 de julio y el 20 de agosto, y girará en torno a la comida. Por cierto, hablando de comida, no dudes en llevarte tu kit de picnic al parque. ¿Puede haber mejor plan para acabar la jornada?

Gran espectáculo nocturno de las Fuentes de Versalles
En el palacio de Versalles todo es a lo grande, como lo es su sorprendente espectáculo de juegos de luces y música que todos los veranos se programa en sus populares jardines. Los sábados del 17 de junio al 16 de septiembre a partir de las 20.30 horas te esperan dos horas y media en las que verás fundirse música barroca, juegos de agua y luz, y fuegos artificiales con un resultado digno del Rey Sol.

Fiesta de los Jardines
Cerrando el verano para dar paso al otoño está la Fête des Jardins (la Fiesta de los Jardines) que ya va por su veinteava edición, y que llega a abarcar hasta 150 enclaves de París y alrededores. Durante todo un fin de semana se programan todo tipo de actividades pensadas para todos los públicos: visitas guiadas, talleres de jardinería, juegos, conciertos, paseos, etc. Entre los objetivos de este evento está el de descubrir al público todos los entresijos que hay tras el mundo del paisajismo y la jardinería y los elementos que intervienen en él. Además es una excusa perfecta para acceder a algunos espacios que excepcionalmente abren sus puertas para esta ocasión.

Reserva tu Vueling a París y aprovecha sus festivales veraniegos para visitar alguno de sus magníficos parques y jardines.

Texto de Los viajes de ISABELYLUIS

Fotos de Zélie Noreda - Photographie, Ken Eckert

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Una ruta por Bilbao

Empezamos la ruta por las Siete Calles, por sus calles peatonales que alternan los comercios más clásicos con los más innovadores y con gran cantidad de bares y restaurantes en los que probar la mejor gastronomía vasca.

Este conjunto urbano tiene un destacable patrimonio arquitectónico y monumental, con edificios civiles y religiosos de gran interés y en la que se respira una gran vitalidad por sus bares y comercios. El Arenal bilbaíno es la mejor puerta de entrada a las Siete Calles y su puente, una atalaya sobre el Teatro Arriaga, un gran centro de la vida cultura bilbaína, obra de Joaquín Rucoba y Octabio de Toledo, quienes se inspiraron en la Ópera de París para su creación.

Entramos a las Siete Calles por el Arenal, y en la calle Fueros, 2 encontramos Lautxo, una pequeña tienda especializada en croquetas y canelones de todo tipo para llevar. Entre las croquetas las tienes de bacalao a la vizcaína, de gambas y setas, de chipirón encebollado o de chorizo, y canalones de puerro, de Idiazabal o de champiñón.

Para comer nos han recomendado el Kasko, un restaurante colorido con columnas de roble que ofrece una cocina moderna combinada con productos vascos. Tienen diferentes menús que se adaptan a todos los bolsillos.

Paseando por Las Siete Calles encuentras tiendas interesante como lu:la, en la plaza santiago s/n, que tienen zapatos monísimos, la última moda y los complementos más originales. Otra de las tiendas que nos ha llamado la atención en el Casco Viejo es La Casa del Yogur de Bilbao. Se encuentra en la calle Víctor, 2 y venden productos lácteos de Cantabria hechos 100% con yogur natural.

La plaza Nueva de estilo neoclásico muy definido y con 64 arcos sostenidos por columnas dóricas, está repleta de bares. Nos ha gustado mucho Víctor Montes, con su gran surtido de deliciosos pintxos pero puedes perderte por los numerosos locales de la plaza y entre el animado gentío que allí se reúne.

En las Calzadas de Mallona, 2 tienes el Museo Arqueológico que recoge la historia viva de Bizkaia en un recorrido cronológico que discurre desde la Prehistoria hasta la Edad Moderna.

Subiendo los 213 escalones de Mallona que se inician en la plaza Unamuno, se llega a la Basílica de Begoña, pasando por el cementerio de Mallona. Este tramo forma parte del Camino de Santiago por el Camino de la Costa. Desde el mirador tienes las mejores vistas del casco antiguo. Y para los más perezosos, tienes la alternativa de subir arriba cogiendo el ascensor de Begoña.

En el Parque de Etxebarria llama la atención la vieja chimenea que se conserva de la fábrica de Aceros Echevarría. Es debido a que antiguamente, muchas de las industrias se encontraban en el interior de la ciudad.

Descendiendo se llega a la ría, y te encuentras con el Mercadillo del Nervión, una curiosa tienda de artículos de segunda mano, antigüedades, rarezas y un poco de todo. Si te gusta la moda vintage, acércate el primer sábado de cada mes al mercado de la calle Dos de Mayo, donde encontrarás ropa de segunda mano y de nueva creación, vinilos, mobiliario vintage y mucho más.

Bordeando la ría nos encontramos con Zubizuri, que significa “puente blanco” en euskera, también conocido como Puente Peatonal del Campo de Volantín o puente de Calatrava, que constituye un símbolo del nuevo Bilbao.

Siguiendo el paso por campo Volatinse se llega hasta la plaza del Funicular donde puedes cogerlo para subir a Artxanda. El funicular fue construido en el año 1913 y durante el trayecto que dura unos pocos minutos, se pasa por encima de Ciudad Jardín, una zona de bonitas casas con jardines muy floreados. A Artxanda se le ha considerado siempre el pulmón de Bilbao porque antiguamente la villa era un lugar con mucha industria y el aire no tan limpio como ahora.

Una vez arriba te encuentras un parque con césped, zona de juegos para niños y zona de picnic a la que los bilbaínos acuden a tomar el sol para después comer en alguno de los asadores. Hay tres buenos restaurantes en los que comer, la Sidrería Artxanza con menú sidrería de tortilla de bacalao, bacalao frito y chupetón a 28 euros, el restaurante Txacolí con menú bilbaíno y el restaurante Antón.

Imagen de kurtxio

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