La Infiorata di Genzano una calle convertida en obra de arte
Genzano es un encantador pueblo encaramado en una de las colinas de Roma. Cada año organizan aquí la Infiorata di Genzano, durante la cual construyen enormes tapices pintados de flores con las que cubren 2.000 metros cuadrados de su calle principal, la Via Italo Belardi. Para ello, utilizan cerca de 500.000 pétalos, flores y semillas que colocan meticulosamente para formar intrincados dibujos inspirados en pinturas religiosas. Muchos de los ciudadanos de Genzano colaboran en ello y, al igual que los pintores tienen su paleta de colores, para la Infiorata escogen diferentes tipos de flor según su color. Así con los claveles se obtendrá el rojo, y con la retama el amarillo.
Durante los tres días que duran los festejos, los comerciantes del pueblo montan carpas en las que venden productos alimenticios típicos, como aceite de oliva o el pane casereccio, un famoso pan crujiente que es uno de los productos más representativos de su gastronomía. La Infiorata se mantiene en las calles de la localidad hasta el llamado Spallamento, que es el momento en el que las bandas de músicos y los niños del pueblo caminan sobre la infiorata, hasta que queda del todo destrozada.
El origen de las alfombras florales
Estos coloridos tapices se organizan en otras muchas ciudades de todo el mundo como el Temps de Flors de Girona o las Alfombras de Sal de Lanzarote. Tienen su origen durante las celebraciones del Corpus Christi del siglo XIII, cuando se lanzaban flores durante la procesión de Semana Santa de Roma, tradición que después se extendió a muchos países católicos. Otras ciudades de Italia también tienen su infiorata, pero la de Genzano es sin duda la más famosa y antigua, ya que tiene su origen en 1778.
Las históricas ciudades de Castelli Romani
Genzano es una de las trece ciudades históricasque conforman el llamado Castelli Romani (castillos romanos), en una área que comprende la zona de Colli Albani (montes Albanos) al sureste de Roma. Durante siglos, ha sido uno de los destinos preferidos por los romanos adinerados para poder disfrutar de un clima más templado, con el que escapar de las temperaturas en ocasiones sofocantes de Roma, y también como opción para alejarse del bullicio e intenso tráfico de la ciudad. Las poblaciones del Parque Regional de Castelli Romani destacan por sus casas medievales y renacentistas, y por producir un vino excelente, el vino blanco de Frascati. En las denominadas fraschette, unas tabernas características de la región, podrás degustar este vino junto a unas aceitunas, quesos o la porchetta – una receta de cerdo asado condimentado con hierbas-.
Genzano, un entorno encantador
Genzano, como otras poblaciones de Castelli Romani, se asienta en la ladera exterior del cráter del lago de Nemi. La fertilidad de estas tierras volcánicas son las que otorgan una gran calidad a las uvas con las que elaboran sus vinos. Su casco histórico cuenta con una gran cantidad de testimonios históricos y artísticos para lo relativamente reducido de su población, como las iglesias de la Collegiata de la Santísima Trinidad, la Anunciada o de los Capuchinos y los palacios de Sforza-Cesarini y Villa Antonini. El lago de Nemi es conocido por haberse encontrado en él dos de los mayores y más lujosos barcos construidos durante la historia antigua; ambos habían pertenecido a Calígula. Durante 2.000 años reposaron en el fondo del lago hasta que se recuperaron en perfecto estado gracias al fango acumulado a su alrededor. Disfrutarás del entorno natural de Genzano, una zona perfecta para recorrerla en bicicleta, a través de sus rutas panorámicas que transcurren entre lagos, cráteres y bosques.
Si no quieres perderte la Infiorata di Genzano de este año, prepara ya tu viaje a esta pintoresca población italiana los días 13, 14 y 15 de junio de 2015 y disfrutarás de un evento espectacular que atrae a miles de visitantes. Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto de Scanner FM
Imagenes de Fabio | Claudio Vaccaro | supermiagolator | supermiagolator | Malega | Deblu68 | Valerio_D
+ infoChauen un paseo por la ciudad azul
Ubicada al noroeste de Marruecos, a unos 60 kilómetros de Tetuán, se encuentra esta ciudad cuyas estrechas calles y casas encaladas, la mayoría de ellas en tonos azules y blancos, tienen un extraño aire que inevitablemente te acabará transportando a los pueblos de la Alpujarra granadina. Esto no es de extrañar si tenemos en cuenta que siglos atrás fue en esta área de las montañas del Rif donde fueron a parar un buen número de los exiliados de al-Ándalus. En este caso en concreto, el que fuera el emplazamiento de una pequeña comunidad bereber, en 1471 se acabaría transformando en una ciudad que serviría de refugio a los musulmanes y judíos expulsados de la Península Ibérica por los Reyes Católicos. Esto explicaría este original parentesco con las poblaciones andaluzas de las que procedían y cuyas costumbres aprendidas durante siglos llevarían hasta estas tierras.
Uno de los principales motivos por los que merece la pena desplazarse hasta esta zona montañosa es que en Chauen (también conocida como Chefchaouen, Chaouen o Xauen) parece haberse detenido el tiempo. Considerada ciudad sagrada durante siglos, motivo por el cual se le impedía el acceso a los extranjeros, ha permitido que apenas haya evolucionado con el paso de los siglos. Así pues, cuando uno llega hasta aquí y empieza a recorrer sus angostas calles en las que resulta difícil orientarse, de repente tiene la extraña sensación de hallarse en plena edad media. Si a eso le añadimos que en el la antigua medina el único medio de transporte apto para circular por ella son los burros, aún se acentúa más esa sensación de viaje en el tiempo.
Entre los principales atractivos que cuenta Chauen está la antigua medina, con sus casas encaladas en tonos blancos y azules, que tanto llaman la atención del visitante, y que resulta difícil no fotografiar. La plaza de Uta Hamman es el centro neurálgico de la medina, lugar donde detenerse a tomar un té para disfrutar del ambiente, o reponer fuerzas degustando la gastronomía local que sirven los restaurantes de sus alrededores. En esta misma plaza se encuentra la Alcazaba, construida en el siglo XV, y cuyo interior se puede visitar, y la Gran Mezquita, de la que destaca su original minarete de forma octogonal. Muy cerca de esta misma plaza se encuentra el antiguo caravasar, que servía de lugar de acogida para los antiguos mercaderes, que aprovechaban para vender aquí sus productos. En la actualidad está lleno de artesanos locales que se dedican a sus labores, y donde puedes encontrar piezas bastante interesantes.
A diferencia que otras ciudades marroquís, es fácil moverse por la medina antigua sin que te agobien los vendedores, lo que hace aún más placentera y relajada la visita. Así pues, los aficionados a las compras, no dudéis en acercaros hasta su zoco, que va desde el arco de acceso a la medina antigua hasta la plaza de Uta Hamman, y aprovechad para daros una buena sesión de shopping, eso sí, con regateo incluido.
Si quieres obtener una buena panorámica de la ciudad antigua debes de acercarte hasta la puerta de Bab Onsar, situada al noreste. En este lugar se halla la fuente de Ras el Ma, con cascadas y lavaderos que aún hoy en día siguen en uso, y a los que acuden las mujeres a lavar a mano. Desde aquí hay un camino que se dirige hacia mezquita de Bouzzafer, a la que llegarás tras unos 30 minutos caminando. La experiencia es absolutamente recomendable.
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Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de subherwal
+ infoLos encantos de Fez
Fez, la ciudad laberinto de Marruecos, es una de las más antiguas del país y que mejor conserva su autenticidad y su exotismo, con una arquitectura prácticamente inalterada desde hace siglos. Lo que quizás más llama la atención de esta ciudad magrebí es su condición menos turística y masificada, sobretodo en comparación con su vecina Marrakech. Y por eso mismo, posee un encanto especial que permite sumergirte de veras en la realidad cultural de sus gentes, sin esa sensación de agobio provocada por los mercaderes y buscavidas que en otras ciudades marroquíes pueden llegar a asfixiar al viajero. Sin duda, no habremos conocido Fez en su máximo esplendor si no nos adentramos en los siguientes lugares:
1.- Medina Fes el-Bali
El punto álgido de nuestro viaje a Fez se halla precisamente en el laberinto que conforman los más de ciento cincuenta barrios de Fes el-Bali con sus respectivas callejuelas y más de mil derbs o callejones sin salida. No es de extrañar que esté protegida por la UNESCO desde 1967, ya que además de tratarse de la zona más antigua de la ciudad, atesora algunos de los monumentos más emblemáticos. Antiguamente y por ley, cada barrio debía disponer obligatoriamente de una mezquita, una escuela coránica, una panadería, una fuente y un hammam. El Mausoleo de Mulay Idris y la mezquita Al Karaouine conjunto con las escuelas coránicas Attarine y Bou Inania, hacen gala de una arquitectura exquisita que merece la pena ser observada. Está permitido el acceso a no musulmanes a esta última, Bou Inania, aunque tendrán vetadas las salas de oración.
Perdernos por los grandes mercados de las calles Talaa Kebira y Talaa Seguira, pasando por las bellas plazas Nejjarine y Seffarine, y conocer de cerca el zoco de los curtidores son algunas de las experiencias imprescindibles para sentirnos como auténticos fecíes. Aquellos con ganas de aprender los trucos de la gastronomía marroquí, podréis hacerlo a través del Riad Tafilalet, cuyo chef Lahcem Beqqui, es uno de los más reputados del país. De esta forma, además de impartiros unas lecciones de cocina tradicional, también se os llevará al mercado para enseñaros dónde buscar los mejores productos. Después de esta sesión, hasta podréis preparar en casa una cena de lo más exótica y lograda a base de harira, tagine o cuscús.
2.- Medina Fes el-Jdid
La Medina Fes el-Jdid o la Nueva Medina fue levantada por la dinastía Merindia en el siglo XII, fuera del casco antiguo. Ésta está repleta de palacetes con patios andaluces, jardines, mezquitas y nuevos zocos, pero sobretodo lo que la hace más interesante es el ostentoso Palacio Real de puertas doradas, cada cierto tiempo limpiadas con una curiosa mezcla a base de jugo de limón, sal y vinagre. El Mellah o barrio judío,que se erige en pleno corazón de Fes el-Jdid y junto al palacio, ofrece también un elevado atractivo gracias a su mercado de la Grand Rue, al Boulevard Bou Ksissat y al contraste de las fachadas y balcones encarados al exterior con la arquitectura musulmana tradicional, en la que prima la privacidad.
3.- La Ville Nouvelle
Para completar nuestro recorrido por Fez, no debemos olvidar de visitar la Ville Nouvelle, la parte más nueva de la ciudad y construida a raíz del proteccionismo francés durante el siglo XX. Los más urbanitas disfrutarán de esta zona reservada a los lugareños con mayor poder adquisitivo, con su paso por la Avenida de Hassan II y por el Boulevard Mohammed V. Un sinfín de bares con terracitas glamourosas, restaurantes de todo tipo, heladerías y pastelerías con encanto llenan las calles de la Ville Nouvelle de movimiento. Resulta ideal para tomar el clásico té a la menta con unas pastas típicas para reponer fuerzas después de una tarde de compras. Un sitio que merece la pena descubrir!
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Imagen de NaSz451
Texto por Blanca Frontera
+ infoMy Vigo Experiences
Innovación y tradición conjugan perfectamente en la ciudad de Vigo. Todos sus barrios tienen algún encanto especial, calles históricas, mercados semanales al aire libre, senderos naturales, actividades comerciales y culturales. Desde las islas Cíes hasta el monte O Catro, Vigo es un destino urbano perfecto para tus vacaciones.
Te damos algunas pistas para que no te pierdas la esencia de Vigo.
1.- Las fiestas gastronómicas
Raro será que visites la ciudad y no coincidas con alguna de sus celebraciones gastronómicas. El calendario anual está plagado de ellas, como la Fiesta del Mejillón de Vigo, que se celebra cada septiembre en el parque de Castrelos o La Fiesta del Marisco, el segundo fin de semana de septiembre en el Puerto de Vigo, en la que se venden más de 40 variedades diferentes a precios populares.
Y es que la Ría de Vigo tiene unas características excelentes en cuanto a temperatura del agua, ¡lo que hace que se recolecte un marisco excelente! Una curiosidad: ¿sabías que la temporada del mejor marisco en la ría de Vigo empieza el septiembre y hasta abril? ¿Sabes cómo puedes acordarte de los mejores meses para consumirlo? Son los meses que contienen la letra “erre”.
2.- La hora del aperitivo
Visitar Vigo es una excelente oportunidad para catar el mejor marisco de la ría a buen precio, en rituales inevitables como el aperitivo de tapas y cañas a los que los vigueses tienen una férrea devoción, especialmente los sábados y domingos por la mañana: el paseo y el aperitivo de antes de comer.
3.- La estatua de Julio Verne
Pasea pues antes del aperitivo hasta el puerto deportivo disfrutando de la brisa marina, y llega hasta la estatua de bronce de Julio Verne, enfrente del Club Náutico de Vigo. La ciudad ha rendido homenaje al escritor francés ya que en su famosa novela de “20.000 Leguas de Viaje Submarino” dedica un episodio a la Ría de Vigo y a la leyenda del Tesoro de Rande.
4.- Aprende a cocinar los productos de la ría
Si también quieres aprender a cocinar los productos del mar, súmate a esta interesante iniciativa; un taller gastronómico que te enseña a comprar y a cocinar los mejores productos de la mano de los cocineros más prestigiosos de la ciudad, que te ayudarán en todo. Tras la selección de la mejor materia prima y las compras en el mercado de O Berbés o en los viveros de marisco del puerto, podrás preparar tu mismo los platos típicos marineros y saborearlos posteriormente acompañados de una copas de vino de las Rías Baixas.
5.- Prueba las ostras en plena calle
Uno de los lugares con más interés turístico es la calle Pescadería, que ofrece un espectáculo único, cuando las ostreras abren sin descanso las ostras en la calle y van preparando los platos. Puedes comprarles a ellas directamente unas ostras, les echas un chorrito de limón y te las comes acompañadas de un buen albariño. ¡No hay placer igual!
6.- Acércate hasta un Furancho
Los Furanchos son locales o casas privadas en los que comprar excedentes del vino o probarlos allí mismo acompañados de una buena comida casera. Normalmente se sirven acompañados de tortillas, empanadas, carnes, chorizos y quesos en un ambiente familiar a muy buen precio. En la zona de Vigo hay más de una docena para escoger, en los que la atención es siempre exquisita.
Imagen de Dantadd
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