Aveiro la Venecia portuguesa
Su particular orografía han dotado a este enclave de unos canales por los cuales pasan los coloridos barquitos o moliceiros, decorados a modo góndola veneciana, y es por ello que se ha ganado el sobre nombre de “La Venecia de Portuguesa”.
Recorrer sus canales atravesando el centro de la ciudad nos llevó a descubrir sus rincones, sobre todo al pasar por el barrio viejo de Boira Mar, donde se conservan las tradicionales casas y los almacenes de sal de la Ría. Presta atención a sus típicas fachadas de azulejo, las hay por todo Aveiro, son autenticas obras de arte callejeras.
Aveiro tiene un aspecto antiguo que se mezcla perfectamente con la modernidad. Parte de la culpa la tiene la influencia de la universidad que alberga la localidad, dotándola de animación en prácticamente cualquier época del año.
Y además un dulce
Si vas a Oporto, sin duda te acabamos de dar excusa perfecta para visitar este peculiar pueblo, que a buen seguro disfrutarás. ¡Ah! no olvides probar sus dulces típicos los ovos moles, un delicioso dulce originario de las monjas del Convento de Jesús. Cuenta la leyenda que el origen de los ovos moles se sitúa en este convento hacia el s. XVI. Dentro de los votos de pobreza de las monjas se encontraba el no consumir huevos. A pesar de que utilizaban muchos de estos en sus creaciones de repostería, mes a mes almacenaban grandes excedentes. Tal y como relatan escritos de la época, a este hecho se sumó la donación al convento de grandes cantidades de azúcar por parte del rey Manuel I de Portugal. El azúcar, los huevos y la robustez para mover durante horas esta dulce mezcla dieron como resultado lo que hoy conocemos como ovos moles de Aveiro.
La receta casi no ha variado, en la actualidad, muchas reposterías completan este proceso con un almíbar al que, una vez tibio, se le echan las yemas y se mezcla lentamente a fuego lento. Los ovos moles se recubren de oblea y normalmente se les moldea con forma de elementos marinos, tales como conchas, caracolas o peces. El sabor dulzón nos recuerda a un dulce muy típico en nuestro país, las yemas de Santa Teresa de Ávila.
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Texto de Tensi Sánchez de www.actitudesmgz.com
Fotos de Fernando Sanz
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La casa más feliz de Alemania
Es extraño encontrar este tipo de edificios en Alemania, un país tan celosos de su armónica arquitectura. Más aún en una localidad como Brunswick (Braunscheweig), que se encuentra en la Baja Sajonia, a poco más de 20 kilómetros de Hannover.
Brunswick era todo un ejemplo de esta coherencia arquitectónica, con viejos edificios de posguerra y sus característicos entramados de madera, que formaban un conjunto homogéneo.
Hasta que se plantó en pleno casco histórico la Happy Rizzi House, un edificio de cinco plantas que contrasta enormemente con el resto de construcciones. Se trata de una gran obra de arte moderno, llena de caras sonrientes de colores chillones, ojos saltones, figuras disparatadas y formas asimétricas. Todo un collage psicodélico!
Su construcción en unos terrenos que habían sido antiguamente establos y campos de cultivo de un Palacio Ducal, tan cercanos a la iglesia de San Andrés, causó de inicio una gran polémica y rechazo en esta población. De todos modos, las obras siguieron para adelante; se iniciaron en 1999 y se tardó dos años en finalizar.
Lo curioso es que, una vez pasada la sorpresa inicial, la mayor parte de los ciudadanos de Brunswick se encariñaron de esta "casa feliz" y ahora no estarían dispuestos a derribarla bajo ningún concepto. Y es que, hasta Brunswick, acuden multitud de turistas sólo para observar su fachada; no así su interior, que son oficinas de trabajo, por lo que no puede ser visitado.
La idea llegó tras una conversación de James Rizzi, artista neoyorquino y exponente del pop art, con Jäschke Olaf, propietario de la galería Aeschke en Brunswick. Ya habían colaborado en ocasiones anteriores pero nunca para llevar a cabo una obra de tal envergadura.
Lamentablemente, Rizzi murió a finales de 2011. Era un artista muy querido en Alemania, por la obra que dejó y por su colaboración con organizaciones benéficas. Tenía como seña de identidad sus esculturas de papel tridimensionales, con estampados de personajes infantiles y de vivos colores. Estos diseños pasó a plasmarlos en objetos cotidianos, desde pequeños sellos hasta en obras más grandes como en un Volskswagen Beetle, trenes e incluso en un avión.
Pero seguramente la casa feliz sea su obra más voluminosa, que te hará esbozar una enorme sonrisa con su visión.
Dirección de la Happy Rizzi House: Ackerhof 1, Braunschweig
Happy Rizzi House por Gerd Evermann | Boing 757 por Gero Brandenburg | Happy House por Magnus Manske | James Rizzi por Alexander Lieventhal
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