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La magia de Lanzarote

Lanzarote es un lugar espectacular, casi mágico con sus paisajes volcánicos que parecen de otros planetas, sus tranquilas playas de arena blanca y aguas transparentes, las pequeñas calas y los oasis de palmeras. Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO por su protección y conservación de la naturaleza y el medio ambiente, posee espacios naturales de gran belleza e interés, como el Parque Nacional de Timanfaya, el Parque Natural de los Volcanes o el Parque Tropical Guinate.

Una interesante opción es acercarse un día hasta la Graciosa, desde la que se pueden realizar excursiones a los islotes que pertenecen a la Reserva Marina y sus maravillosos fondos submarinos. También se puede recorrer la isla en bicicleta y atravesar senderos que nos llevarán hasta los rincones más extraordinarios.

¡Con 21 grados centígrados de media anual y 4.800 horas de luz al año! Es que en Lanzarote se goza durante casi todo el año de temperaturas agradables que invitan a disfrutar del mar y de la práctica de numerosos deportes acuáticos como el surf y el windsurf. También descubrirás su hospitalaria gente –antiguamente llamados conejeros debido al gran número de conejos que había en la isla- y sus costumbres más arraigadas.

César Manrique, reconocido artista internacional, ha aprovechado los encantos de la isla para convertirlos en obras de arte. En Lanzarote se ha reconocido como debía su obra, y cuenta con laFundación César Manrique que se encuentra en Taro de Tahiche. Se trata de la antigua vivienda del artista – que él mismo diseñó- en la que se pueden ver, además de obras representativas de la trayectoria de César Manrique, su colección privada que reúne a autores de la importancia de Pablo Picasso, Miró, Chillida o Klee.

¡No te olvides de su gastronomía! Si visitas Lanzarote tienes que probar -aparte de sus riquísimos quesos y vinos- algunos de los platos más tradicionales como el Sancocho – a base de pescado, las papas arrugadas, churros de pescado o el bienmesabe -postre tradicional a base de almendras, bizcochos, huevo, azúcar y limón.

Descárgate aquí el mapa de Lanzarote y empieza a preparar tu viaje a esta isla mágica.

Imagen de Pedro caba

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La casa más feliz de Alemania

Es extraño encontrar este tipo de edificios en Alemania, un país tan celosos de su armónica arquitectura. Más aún en una localidad como Brunswick (Braunscheweig), que se encuentra en la Baja Sajonia, a poco más de 20 kilómetros de Hannover.

Brunswick era todo un ejemplo de esta coherencia arquitectónica, con viejos edificios de posguerra y sus característicos entramados de madera, que formaban un conjunto homogéneo.

Hasta que se plantó en pleno casco histórico la Happy Rizzi House, un edificio de cinco plantas que contrasta enormemente con el resto de construcciones. Se trata de una gran obra de arte moderno, llena de caras sonrientes de colores chillones, ojos saltones, figuras disparatadas y formas asimétricas. Todo un collage psicodélico!

Su construcción en unos terrenos que habían sido antiguamente establos y campos de cultivo de un Palacio Ducal, tan cercanos a la iglesia de San Andrés, causó de inicio una gran polémica y rechazo en esta población. De todos modos, las obras siguieron para adelante; se iniciaron en 1999 y se tardó dos años en finalizar.

Lo curioso es que, una vez pasada la sorpresa inicial, la mayor parte de los ciudadanos de Brunswick se encariñaron de esta "casa feliz" y ahora no estarían dispuestos a derribarla bajo ningún concepto. Y es que, hasta Brunswick, acuden multitud de turistas sólo para observar su fachada; no así su interior, que son oficinas de trabajo, por lo que no puede ser visitado.

La idea llegó tras una conversación de James Rizzi, artista neoyorquino y exponente del pop art, con Jäschke Olaf, propietario de la galería Aeschke en Brunswick. Ya habían colaborado en ocasiones anteriores pero nunca para llevar a cabo una obra de tal envergadura.

Lamentablemente, Rizzi murió a finales de 2011. Era un artista muy querido en Alemania, por la obra que dejó y por su colaboración con organizaciones benéficas. Tenía como seña de identidad sus esculturas de papel tridimensionales, con estampados de personajes infantiles y de vivos colores. Estos diseños pasó a plasmarlos en objetos cotidianos, desde pequeños sellos hasta en obras más grandes como en un Volskswagen Beetle, trenes e incluso en un avión.

Pero seguramente la casa feliz sea su obra más voluminosa, que te hará esbozar una enorme sonrisa con su visión.

Dirección de la Happy Rizzi House: Ackerhof 1, Braunschweig

Happy Rizzi House por Gerd Evermann | Boing 757 por Gero Brandenburg | Happy House por Magnus Manske | James Rizzi por Alexander Lieventhal

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Aveiro la Venecia portuguesa

Su particular orografía han dotado a este enclave de unos canales por los cuales pasan los coloridos barquitos o moliceiros, decorados a modo góndola veneciana, y es por ello que se ha ganado el sobre nombre de “La Venecia de Portuguesa”.

Recorrer sus canales atravesando el centro de la ciudad nos llevó a descubrir sus rincones, sobre todo al pasar por el barrio viejo de Boira Mar, donde se conservan las tradicionales casas y los almacenes de sal de la Ría. Presta atención a sus típicas fachadas de azulejo, las hay por todo Aveiro, son autenticas obras de arte callejeras. 

Aveiro tiene un aspecto antiguo que se mezcla perfectamente con la modernidad. Parte de la culpa la tiene la influencia de la universidad que alberga la localidad, dotándola de animación en prácticamente cualquier época del año.

Y además un dulce

Si vas a Oporto, sin duda te acabamos de dar excusa perfecta para visitar este peculiar pueblo, que a buen seguro disfrutarás. ¡Ah! no olvides  probar sus dulces típicos los ovos moles, un delicioso dulce originario de las monjas del Convento de Jesús. Cuenta la leyenda que el origen de los ovos moles se sitúa en este convento hacia el s. XVI. Dentro de los votos de pobreza de las monjas se encontraba el no consumir huevos. A pesar de que utilizaban muchos de estos en sus creaciones de repostería, mes a mes almacenaban grandes excedentes. Tal y como relatan escritos de la época, a este hecho se sumó la donación al convento de grandes cantidades de azúcar por parte del rey Manuel I de Portugal. El azúcar, los huevos y la robustez para mover durante horas esta dulce mezcla dieron como resultado lo que hoy conocemos como ovos moles de Aveiro.

La receta casi no ha variado, en la actualidad, muchas reposterías completan este proceso con un almíbar al que, una vez tibio, se le echan las yemas y se mezcla lentamente a fuego lento. Los ovos moles se recubren de oblea y normalmente se les moldea con forma de elementos marinos, tales como conchas, caracolas o peces. El sabor dulzón nos recuerda a un dulce muy típico en nuestro país, las yemas de Santa Teresa de Ávila.

¿A que esperas para reservar tu vuelo?

 

Texto de Tensi Sánchez de www.actitudesmgz.com

Fotos de Fernando Sanz

 

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Ruta por Cataluña a través de sus genios

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