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15 ‘hotspots’ gastro de Munich

Por Laura Conde

Tienes tres días libres y algunos ahorrillos. Ya conoces las grandes capitales europeas y aunque te encantaría repetir Londres o París no estás en ese momento en la vida de una persona en que se puede permitir pagar 4 € por un café. ¿Qué se hace en estos casos? ¿Compro un vuelo a Múnich? Para responder a esta pregunta estamos nosotros, que nos plantamos en Múnich con tres días por delante para descubrir los encantos de esta ciudad, la tercera más grande de Alemania tras Berlín y Hamburgo, la capital de Baviera, donde la gente se despide con un alegre ‘ciao’, desayuna cerveza con salchichas, e idolatra a partes iguales a Guardiola y al duque Guillermo IV, que allá por 1516 aprobó una ley que iba a marcar el destino de Alemania, la llamada Ley de Pureza, que establecía que a partir de ese momento la cerveza solo podría elaborarse con agua, lúpulo, levadura y malta. ¿El motivo? Parece ser que Guillermo IV perdía súbditos a mansalva, los cuales fallecían a causa de la gran cantidad de variopintos conservantes que se añadían a aquella letal cerveza homemade.

Beber cerveza ha sido y será siempre, como demuestra su célebre Oktoberfest, una costumbre fuertemente arraigada en Múnich, una de las ciudades que vieron nacer los populares biergarten (jardines de cerveza), jardines al aire libre, con mesas largas para compartir y música bávara de fondo en los que uno puede llevar la comida y pasar el día tomando cerveza hasta la extenuación. Cuando hace buen tiempo los biergarten se convierten en los lugares más concurridos por muniqueses y turistas, pero suelen estar cerrados en los meses de invierno. Los amantes de la cerveza tienen, además, una cita obligada, del 21 de marzo al 6 de abril, con el Starkbierfest, la llamada “fiesta de la cerveza fuerte”, una especie de Oktoberfest menos masivo pero igualmente divertido en que los muniqueses se lanzan a las calles con un único propósito: beber mucha cerveza.

Otro Guillermo ilustre en la historia bávara fue Guillermo V de Wittelsbach, cuyo bodorrio dio lugar a unos festejos que no han tenido parangón en la historia de la ciudad y, con ellos, al nacimiento de uno de sus mayores reclamos turísticos: el famoso carrillón del ayuntamiento, que puede verse dos veces al día y es realmente un espectáculo curioso. Algo del espíritu fiestero de aquel Múnich del siglo XVI que paró máquinas para entregarse en cuerpo y alma a aquella boda, está agradablemente presente todavía en el Múnich contemporáneo, una ciudad hermosa y sorprendentemente viva, donde la gente es alegre, amable, muy alejada del tópico del seriote alemán medio tan asentado en nuestro imaginario colectivo. Hemos recorrido el precioso centro histórico de la ciudad, los barrios ‘trendy’ y esas nuevas zonas en auge fruto de la gentrificación que afecta cada vez más al extrarradio de las ciudades bienestantes para detectar lo que, a nuestro parecer, son los 15 hotspots de Munich. Y después de hacerlo no nos queda la menor duda: id.

EL MUNICH ‘TRENDY’

1. Un ‘brunch’ en Cotidiano

En la zona de Gärtnerplatz, el barrio trendy por excelencia y una de las zonas más efervescentes de Múnich, encontramos este flamante café siempre bullicioso y concurrido ideal para hacer el brunch dominical o simplemente echar la tarde ante un tazón de café con leche (decimos literalmente tazón: te lo sirven en un bol) e hincar el diente a alguno de sus bocadillos, pasteles artesanos o ensaladas. Completan la oferta de este lugar de visita obligada, en plena plaza, un surtido de ensaladas y otros platos que te entran deliciosamente por los ojos. Gracias a su gran cristalera que da a la calle, es una delicia en los días luminosos, que, por desgracia, en invierno son pocos. Pero es parte del encanto de Múnich. No tienen Wi-Fi.
Gärtnerplatz 6

2. Una parada para comprar ropa en Kauf Dich Glücklich.

A dos pasos de Cotidiano nos topamos con una tienda de ropa de hombre y mujer muy interesante, que cuenta en su interior con una pequeña barra en la que sirven cafés. Fuera, una pseudoterraza formada por unas cuantas mesas y sillas recicladas se convierte en el lugar ideal para hacer una parada entre tanta caminata y hacerse con alguna prenda sofisticada, urbana, estilosa y a muy buen precio.
Oderberger Straße 44

3. Pastel XXL en Kochspielhaus.

El tamaño de absolutamente todo lo que encontramos en este céntrico café es realmente estremecedor. Su concepto de ración nada tiene que ver con el nuestro, cosa que hará felices a todos aquellos turistas con buen saque. Kochspielshaus no es, sin embargo, uno de esos lugares horteras de raciones gigantes y gente chillando: es un precioso café impecablemente decorado similar a Cotidiano, con panadería en el interior, repleto de jóvenes profesionales, muchos de ellos en compañía de sus perros (si hay una ciudad dog friendly esa es Múnich), donde todo, absolutamente todo es bonito y gigantesco a partes iguales. Te reciben en la entrada una serie de pasteles enormes, deliciosos, que puedes maridar con un cafe latte del tamaño de la Torre Eiffel, o un zumo que te tapará la luz cuando te lo planten delante. El local, revestido en madera, es de visita obligada para conocer el Múnich más cool.
Rumfordstraße 5

4. Una cena italiana en Sarfati.

Nos resistíamos a incluir un italiano en la lista, porque estamos en Múnich y aquí la gente desayuna salchichas con cerveza (damos fe) y cuando el hambre arrecia se cocina un codillo del tamaño de tu cuarto de baño. Pero la influencia italiana es tal en esta ciudad bávara que difícilmente consideraríamos a este flamante Sarfati, ubicado en pleno epicentro de hipsters con posibles, un restaurante de cocina internacional. En Múnich son muchos los que hablan italiano y cualquier restaurante de cualquier barrio cuenta con varios platos de cocina italiana en su carta, desde tiramisú a ensaladas o pasta. En este contexto encontramos este restaurante-vinatería que cuida la pasta hasta límites insospechados: traen todos los ingredientes de Italia (pedid su burrata si está en la carta), la pasta se elabora manualmente con una materia prima excelente y cuentan con una peculiar oferta de vinos. El vino de la casa, un Asinoi italiano, es delicioso. Y se cena estupendamente por 25 € por cabeza.
Kazmairstraße 28

5. A cualquier hora en Café Marais.

Es, probablemente, nuestro restaurante favorito de Múnich, tanto por la calidad de una carta deliciosa y sencilla que funciona durante todo el día como por la belleza de un interior de cuento de hadas, en una zona rodeada de pequeñas y encantadoras boutiques de diseñadores autóctonos. No muy alejado de Sarfati, la calidez es la seña de identidad de un local con grandes pasteles y mesas a compartir, repleto de elementos vintage y con un aire muy bien logrado entre retro y naif. Ver nevar desde sus cristales es una experiencia que nadie debería perderse. Ojo, no hay Wi-Fi.
Parkstraße 2

6. La parrilla interior más grande de Alemania en Brenner.

Como decíamos, la influencia mediterránea en general e italiana en particular es una constante en Múnich. Lo demuestra la carta de uno de los restaurantes de moda en la ciudad, el céntrico Brenner, un amplísimo y efervescente establecimiento ubicado en un antiguo establo cuyo precio medio de carta, pese a su aire indudablemente sofisticado y estiloso, no superará los 25 €. Cocina de inspiración mediterránea con claras influencias italianas y platos tradicionales alemanes revisados es lo que encontramos en un local en el que es prácticamente obligatorio pedir una pieza de carne, servida con verduras, que se cocina al momento en la parrilla interior más grande de Alemania. Tienen un mostrador de pasteles que hará las delicias de los más golosos. Tampoco tienen Wi-Fi.
Maximilianstraße 15

7. Un café con los niños en el San Francisco Coffee Company.

Es una cadena de cafeterías muy agradable, y nosotros escogimos el establecimiento que se halla en frente del flamante Verkehrszentrum, el museo del transporte, para hacer una parada y ¡por fin! conectarnos a su red Wi-Fi y fardar un poco de nuestro viaje en Instagram (los locales con Wi-Fi son escasos en Múnich). Café de muy buena factura y pastelería en un local moderno, bonito y declaradamente kids friendly, amplio y repleto de familias con niños, con zona de juegos.
Consultar direcciones de todos los establecimientos en: www.sfcc.de

EL MUNICH TRADICIONAL

8. Una cerveza de litro en Hofbräuhaus

El horror tiene un nombre y se llama Hofbräuhaus. Dicho esto, ni se te ocurra abandonar la ciudad sin dejarte caer por este singular espacio de visita obligada. Esta macrocervecería fue fundada en 1589… ¿a que no adivinas por quién? Sí, por Guillermo V, el mismo cuya boda duró una semana y dio lugar al carrillón del ayuntamiento, y es el paraíso del turismo de masas, un gran templo donde circulan cervezas de un litro como si fueran agua y la gente cena codillo XXL con puré de patatas a las 5 de la tarde. Hofbräuhaus es el Cheer’s de Munich, un lugar repleto de personajes pintorescos que van desde inmensos señores rubios con grandes bigotes ataviados con el traje tradicional bávaro a camareras enormemente malencaradas vestidas de igual manera. Un detalle: fijaos en el nudo del vestido. Si lo llevan a la derecha están casadas, si lo llevan a la izquierda solteras y si lo llevan detrás son viudas.
Platzl 9

9. Una cena bávara en Augustiner.

Una de las cervezas más populares de Múnich, también conocida como el champán de las cervezas, se fabrica desde el siglo XIV en un monasterio muy céntrico, que cuenta con un flamante restaurante en el que degustar una cena bávara de calidad, en un ambiente igualmente tradicional pero mucho menos informal que el del establecimiento anterior y también mucho menos turístico. Aunque cuentan con una gran cantidad de platos bávaros, también encontramos cocina internacional.
Neuhaustraße 27

10. Un queso de wasabi (y más) en el biergarten del Viktualienmarkt.

El Viktualienmarkt es uno de los hotspots de Múnich y sólo por visitarlo ya merece la pena volar a la ciudad. Es un enorme mercado de productos delicatessen al aire libre, en el que durante los meses de verano se monta un biergarten muy frecuentado por los muniqueses, que suelen comprar la comida en los puestos del mercado y comerla en el biergarten acompañada de una gran cerveza. Pese a que el biergarten sólo funciona en verano, el mercado está abierto todo el año. Además del mercado al aire libre, el Viktualienmarkt tiene un flamante pabellón cubierto repleto de productos delicatessen en el que encontramos numerosas tiendas y puestos de comida.
Viktualienmarkt 3

11.Souvenirs en la tienda Milka.

En el interior del mercado cubierto, donde no recomendamos parar a comer pese a que la oferta, damos fe, entra por los ojos, se encuentra uno de los puestos de souvenirs más frecuentados de la ciudad: la tienda Milka. Un lugar en el que una simpática dependienta nos obligó en un perfecto italiano, ya en caja dispuestos a pagar, a devolver unos pins que habíamos decidido adquirir aduciendo que eran muy caros y que a quién se le ocurre gastarse el dinero en eso (“troppo caro, amici”). Fue probablemente en ese punto, aunque tal vez fuese un poco antes, cuando se inició nuestro idilio con este lugar repleto de todo tipo de entrañables objetos, desde trajes de bávara en lila Milka a zapatillas de estar por casa, bombones o, uno de nuestros hits, ¡un toblerone de 4,5 kg!
Viktualienmarkt 15.

12. De litro en litro en el Oktoberfest.

Es una vez al año pero su recuerdo perdura durante los once meses siguientes. Unas carpas habilitadas para la ocasión junto al río acogen numerosos puestos destinados exclusivamente al disfrute de la birra, que, al parecer, se bebe a litros. Todo Múnich, además de la cantidad de visitantes que todos los años acoge la ciudad con motivo de esta festividad, se lanza a las calles a disfrutar del placer de beber cerveza: desde familias con niños a parejas de abuelitos, pasando por grupos de estudiantes, hombres de negocios… Y se empieza de buena mañana, lo que indica que hacia el mediodía la felicidad emana de todos los rincones de Múnich, la timidez da paso al desenfreno y se inician amistades inolvidables que duran, al menos, lo que dura el Oktoberfest.

13. El Oktoberfest primaveral: Starkbierfest.

Dos semanas completas dura este homenaje a la cerveza fuerte que tiene lugar en diversos puntos de Múnich y que los propios muniqueses suelen calificar como “un Oktoberfest sin turistas”. El centro neurálgico de los festejos, con música bávara y cerveza a destajo, es la sede de la cervecería Paulaner en Nockherberg, donde al parecer se fabricó la primera starkbier (cerveza fuerte), llamada Salvator, para sobrellevar mejor el ayuno parcial al que se sometían los monjes en Cuaresma.

ARTE Y SNACKS

14. Ella.

En el museo de arte moderno, el Lenbachhaus, ubicado en la llamada “zona de los museos”, que agrupa los más importantes de la ciudad, encontramos un bonito café restaurante acristalado que nos ofrece cocina internacional con especial atención a las propuestas italianas. Sólo por hacerse una foto frente a su bonito letrero setentero merece la pena una visita, aunque recomendamos visitar su colección de pintores muniqueses de los siglos XVIII y XIX. Que no todo va a ser comer.
Luisenstraße 33

CON ESTRELLA MICHELIN

15. Cena tradicional con estrella en Pfistermühle.

Múnich cuenta con varios restaurantes con estrella Michelin, algunos de cocina internacional tan interesantes como el prestigioso Toshi, japonés, pero nosotros nos detuvimos en este local ubicado en un antiguo molino ducal del siglo XVI para probar una cocina estrellada, cuyo precio de carta no superará los 60 €, en pleno centro de la ciudad y un entorno de ensueño, que ofrece fundamentalmente especialidades bávaras revisitadas.
Pfisterstraße 4

Y MAS

Dormir en el Schiller 5.

Nosotros escogimos este céntrico hotel de cuatro estrellas por diversos motivos: está a dos pasos de la estación, lo que facilita mucho los desplazamientos al aeropuerto, a cinco minutos de la céntrica Marienplatz, y además se halla en una zona repleta de hoteles, con lo cual encontramos restaurantes abiertos a todas horas y en general todo tipo de servicios. El hotel es sobrio, moderno y confortable, con cocina en las habitaciones, y su dueño, un entrañable ancianito, se acerca todos los días durante el desayuno a cada una de las mesas a preguntar a sus huéspedes si son felices en su hotel.
Schillerstraße 5

Visita obligada (y más con niños) al Deutsches Museum

Un apunte extragastronómico para el museo más visitado de toda Alemania, al que conviene acceder dando un paseo a lo largo del río, que, por cierto, tiene una flamante zona de baño muy concurrida en verano. Se trata de uno de los museos de la ciencia y la tecnología más importantes de Europa y cuenta con una zona dedicada al transporte (barcos, aviones y complejos artilugios motorizados de toda índole), espacio, instrumentos musicales, cerámica, farmacia, metales, física y así hasta completar una serie de secciones que tardaríamos unos 8 días en recorrer si quisiésemos visitar al completo. Un buen lugar para parar a tomar un café, en su cafetería ubicada en la misma tienda.
Museumsinsel 1

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Por Laura Conde

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De paseo por la Marsella alternativa

Primero las malas noticias: Marsella no es París. A diferencia de su histórico rival, la segunda ciudad más grande de Francia no tiene museos de primer orden, monumentos despampanantes u hordas de japoneses haciendo colas en Louis Vuitton. ¿Las buenas noticias? Pues que Marsella no es París. Acariciada por el Mediterráneo, esta ciudad de sol brillante, población multicultural y suburbios en pleno centro, es un rara avis de tal calibre que se ha ganado a pulso el apodo de Planète Mars (Planeta Marte).

Con uno de los puertos más importantes del Mediterráneo, un urbanismo caótico y una reputación de capital decadente que la persigue desde hace décadas, Marsella es sobre todo el enfant terrible de Francia; una ciudad ruidosa, dinámica y llena de contrastes, dónde los mercados callejeros inundan la calzada, los graffitis cubren las paredes, el olor a salitre impregna la ropa, y el Olympique de Marsella es la argamasa que lo une todo.

Apartada de los destinos turísticos habituales, las tornas han cambiado desde que en 2013 fuera elegida Capital Europea de la Cultura. Zaha Hadid, Jean Nouvel y Norman Foster, todos tiene sus edificios vanguardistas en el flamante frente marítimo. Pero la vida bohemia se encuentra tierra adentro, y es allí dónde nos dirigimos. Con un mapa en el bolsillo, ¡empezamos un tour urbano-bobo-alternativo por la capital de la Provenza!

En La Friche la Belle de Mai

Una antigua fábrica de tabaco en la estación Saint-Charles es el centro cultural más activo de Marsella. ¡Hemos llegado a La Friche! Espacios de exposición, residencias de artistas, teatro, rampas de skate, e incluso una guardería se mezclan aquí. Un todo en un uno híbrido y en flujo constante, volcado en la creación actual dónde el espíritu comunitario está a la altura de su extenso programa.

Sube a la azotea, las vistas de la ciudad son espectaculares, y su inmensa terraza se llena hasta la bandera en verano, acogiendo fiestas con DJs invitados y cine al aire libre los domingos. Durante el resto del año la música no cesa, y en Le Cabaret Aléatoire hay sesiones que van del rock al hip-hop.

Si tienes hambre, dirígete a La Salle des Machines, un bar-librería dónde puedes tomar un café au lait mientras hojeas el catálogo de las últimas expos. Pero si lo que quieres es comer, Les Grandes Tables es tu sitio; aquí el menú cambia cada día pero nunca falta el clásico steak tartar ni la ensalada César; los lunes se instala un mercado de productores locales, y ya sabéis que para esto de los mercados los franceses no tienen rival.

En el exterior, bordeando las naves y con los TGVs pasando a ras, un parque urbano con paredes de graffitis anuncia que ‘Skateboarding is not a crime’. Aquí, los skaters hacen sus trucos, mientras otros juegan a basquet, escalan en el rocódromo, juegan en la zona infantil o trabajan en el huerto comunitario. Y es que Marsella es esto, un magma heterogéneo dónde todo y todos se mezclan.

Unos metros al oeste, entre las calles laberínticas de La Belle de Mai, se abre paso Le Gyptis Cinéma. Su programa (¡en versión original!) es tan ecléctico como la misma ciudad; aquí se proyectan ciclos temáticos, clásicos, títulos imposibles de encontrar en Internet y pelis para niños. Su fachada ha sido colonizada por retratos de los habitantes del barrio, resultado de un proyecto de street art colectivo que pone cara a las gentes del lugar.

Y con esta imagen en la retina, tomamos rumbo hacia el Cours Julien, el núcleo duro de la movida urbana marsellesa.

Alrededor del Cours Julien: Street Art & Urban Vibe

Alternativo, desenfadado y colorista. El Cours Ju, como lo llaman los locales, es el barrio del momento. Coge el metro hasta Notre Dame du Mont, ¡la subida desde el puerto es de infarto! Distrito de artistas, músicos y diseñadores, y bastión tomado por la modernísima comunidad bobo (término con el que los franceses designan a los burgueses-bohemios), el Cours Ju es un sin fin de cafés de moda, restaurantes de todo tipo, tiendas vintage, y calles inundadas de graffitis a todo color.

Y es que ningún otro lugar del ‘Hexagone' exhibe un despliegue de arte urbano de tal envergadura. Innumerables murales colonizan las fachadas de la Rue Vian, Pastoret y Bussy l’Indien con temas reivindicativos de corte social, referencias a la cultura pop, o anuncios de los cafés que se esconden en su interior. No en vano, el street art en Marsella es parte de su ADN urbano, rebelde y multicultural tanto como su archiconocido hip hop, y prueba de ello es éste trepidante vídeo a ritmo de rap local.

Ante semejante telón de fondo, galerías de arte, terrazas, cafés y comercios alternativos que venden desde ropa a los artículos para el hogar, inundan cada metro cuadrado del Kreuzberg marsellés. Lo mejor: perderse por el caótico entramado de calles peatonales y dejarse llevar por su ambiente relajado.

En el mismo Cours, la multifacética concept-store Oogie vende ropa y libros, sirve comida y alberga una peluquería dónde se celebran fiestas con DJs. Muy cerca, La Licorne produce jabones usando técnicas tradicionales. Y en la Rue Trois Frères Barthélémy, la microcervecería Brasserie de la Plaine vende cervezas artesanas y tiene un bistro dónde devorar la ‘Formule du Jour’ -el menú del día que normalmente incluye un entrante, un plato y el postre por unos 10€- con cocina de mercado.

El sitio cool por antonomasia es el WAAW, en la Rue Pastoret. A medio camino entre bistro y centro cultural, el WAAW acoge desde presentaciones a talleres de serigrafía, y es el mejor sitio para hacer una parada técnica, tomar el plato del día, o encarar la noche con un ‘pastís' o un ‘rosé’ a la hora del popular apéro -aperitivo alcohólico que se toma antes de cenar.

Por la noche se da paso a las copas y la música. En la plaza Jean Jaurès, L’Intermédiaire es uno de los mejores locales con música alternativa en vivo y DJ Sets. Justo al lado, Au Petit Nice ofrece un montón de cervezas en un patio interior dónde pasar las horas. Y en La Dame Noir los hipsters hacen cola para entrar en el club más cotizadode la zona.

Pero por si no hubiera suficiente, un mercado de productores locales se instala en el Cours Ju cada miércoles por la mañana; los domingos es el turno de los sellos; y el segundo sábado del mes se venden libros de segunda mano. El mercado de La Plaine, en la plaza Jean Jaurès, vende fruta, verduras, queso, pescado, comida para llevar, zapatos baratos y accesorios de toda clase cada martes, jueves y sábados por la mañana, mientras que los miércoles es el día de las flores.

¡Y es que el Cours Ju tiene un ‘no sé qué’ especial que engancha! Anímate a conocer la Marsella más cosmopolita y reserva tu Vueling aquí!

Texto de Núria Gurina i Puig para Los Viajes de ISABELYLUIS

Fotos de Caroline Dutrey, Coralie Filippini, JeanneMenjoulet&Cie, marcovdz, Pop H

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Berlín, una ciudad prismática

Por Monia Savioli de ilTurista.info

Berlín: joven, animada, moderna pero económica, organizada, con un importante pasado que ni olvida, ni quiere. No se puede definir la ciudad de Berlín tan sólo enumerando un listado de adjetivos y características. Eso restringiría su belleza y todo lo que la ciudad puede ofrecernos.

Vueling inauguró la ruta Florencia-Berlín el 22 marzo, aumentando la oferta existente desde Florencia con las rutas a Londres-Heathrow, Copenhague y Hamburgo, y proporcionando 160,000 asientos nuevos a los ya disponibles desde Barcelona, París y Madrid. Existe un eficiente servicio de autobuses que conecta la estación de tren de Florencia con el aeropuerto. Desde la estación de tren, se puede llegar al aeropuerto en 20 minutos y tras el vuelo de unos 90 minutos, se llega al aeropuerto internacional de Tegel en Berlín.

El único punto en contra es que el aeropuerto alemán no está conectado directamente en metro con la ciudad, aunque la red está aumentando constantemente. Es posible llegar a la estación más cercana cogiendo un autobús desde el aeropuerto. Puedes solicitar más información sobre el autobús en el mismo aeropuerto, donde hablan inglés si no sabes alemán (los conductores de autobús y taxi a menudo hablan únicamente en alemán). Si lo deseas, también puede coger un taxi ya que las tarifas son más baratas que las italianas.

El autobús que te lleva a la ciudad es el 128 y llega a la estación de metro de “Kurt-Shumacher-Platz en un trayecto que dura unos 15 minutos. Una vez en la estación de metro, puedes utilizar el mismo billete para llegar a Friedfrichstrasse, el núcleo de Berlín y la calle comercial por excelencia. Allí, se puede coger una habitación en el Hotel Meliá, cerca del río Spree y el Teatro Metropol. Friedrichstrasse es un punto estratégico en el famoso bulevar “Unter den Linden“, en el centro de la ciudad, para visitar los principales lugares de Berlín en un viaje de dos días.

Si prefieres andar, también se puede visitar la ciudad usando tus pies, o simplemente conseguir una bicicleta de alquiler. También hay autobuses turísticos que funcionan hasta las 18:00 horas y que permiten subir y bajar cuantas veces se desee para visitar los principales puntos de interés.

Uno de estos lugares es “Charlie”, en la calle Friedrichstrasse. Originalmente era un puesto de control entre los barrios de Mitte y Kreuzber. Mitte perteneció al este de Berlín, dirigida en el pasado por los soviéticos y Kreuzber hacia el oeste de Berlín, dirigida por los estadounidenses. El nombre del lugar, Charlie, se pronuncia como la tercera letra del alfabeto fonético de la OTAN después de “Alfa” y “Bravo”. Hoy en día el checkpoint Charlie es un bar donde podrás degustar deliciosas bebidas o tomar una cerveza sentado en una silla de playa con los pies en la arena.

La sede de la Gestapo se encontraba en Niederkirchnerstrasse, en unos edificios de baldosas ahora deshabitados. Se encuentra situado junto a una porción del muro de Berlín que se arruinó y se ha visto reducido por la acción de los turistas que a menudo roban trozos de pared como recuerdo. Ahora existe una exposición de fotografía permanente llamada “Topografía del terror” sobre el nazismo. Aquí se evidencia cómo conviven el viejo y el joven de Berlín, con un pasado que nadie puede olvidar y la fijación de ello a través del sagrado silencio que se impone en estos lugares como señal de respeto.

Las mismas sensaciones se respiran en Holocaust Memoirs, en Cora-Berliner Strass, con sus 2.711 piedras grises anónimas de forma irregular dispersas en un campo que dan la sensación de oscura asfixia y de luz de la vida al mismo tiempo.

La East Side Gallery, con sus casi 2 km de muro de Berlín en el Mulenstrasse (ex Berlín oriental) es ahora la mayor galería de arte al aire libre en el mundo, que muestra diversas versiones de la división de Berlín. Los murales realizados por artistas internacionales ofrecen puntos de vista alternativos por personajes que ilustran y simbolizan es la época como el Trabant, el famoso coche antiguo de Berlín, pintado como si rompiese la pared.

Para los aficionados, también es posible alquilar un “Trabi” para recorrer la ciudad o coger alguno de los vehículos situados en la puerta de Brandenburgo, el símbolo de una Alemania reunificada y la puerta de acceso al Tiergarten. Se trata de la antigua planta del Palacio Real, donde puedes encontrar la Victory Column y el famoso zoo.

Se organizan a menudo de agradables mercadillos a lo largo de los bulevares, en los que comprar una cantidad interminable de objetos los fines de semana, desde joyas a obras maestras del arte o, por ejemplo, cucharitas para disfrutar del caviar. Eso no es todo. Berlín es también la ciudad de museos: el Museo Judío más grande del mundo, el Museo Egipcio o la Galería Nacional entre muchos otros.

También es una ciudad de grandes palacios, de iglesias ruinosas como la Kaiser Wilhelm Gedachtniskirche, cuyas ruinas mantienen vivo el recuerdo de los bombardeos de la segunda guerra mundial. Y la ciudad de los centros comerciales como el KaDeWe, “Kaufhaus des Westens”: el centro comercial más famoso de Alemania y el más grande de Europa con 60.000 metros cúbicos que se reparten en siete pisos. En su planta baja se puede comer en varios bufetes, como el de uno de los chefs más internacionales, Paul Bocuse, o una sección de la cadena de Lafayette. Pero la verdadera diversión es recorrer las pequeñas tiendas y mercados callejeros. Su gran oferta de bares, restaurantes internacionales de gran nivel, pubs, discotecas y locales alternativos, que aseguran la diversión a todo el mundo.

Para emociones fuertes, puedes también hacer puenting desde la parte superior de los hoteles en Alexander Platz y, como punto final al viaje, dar un largo paseo en barco a través del río Spree, con el que obtendrás una amplia visión de la capital alemana y entender que Berlín no es un simple destino turístico; es una gran ciudad con hermosos lugares y una difícil realidad con personas sin hogar que duermen en sacos de dormir a lo largo de las calles de esta gran pero fría ciudad.

Por Monia Savioli de ilTurista.info

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Los siete pecados capitales de Turín

Los siete pecados capitales son un ordenamiento de los vicios que aparecen en las primeras enseñanzas del cristianismo. Turín es una ciudad con talante y mucha personalidad, pero también es hermosa y su belleza llega a ser sublime. Durante el viaje a Turín experimentamos el hechizo, y a veces el embelesamiento ante la admiración de sus palazzos y sus elegantes bulevares. Y sentimos como capitulábamos una tras otra a todas las máximas pecaminosas.

Lujuria
La lujuria es usualmente considerada como el pecado producido por los pensamientos excesivos. Para abundancias tenemos el Palazzo dell’Accademia delle Science, en el cual se encuentra el Museo Egizio, que contiene la colección de restos arqueológicos egipcios más importante fuera de El Cairo. Pero no hay nada más opulento que la Piazza Castello. Esta plaza alberga gran cantidad de museos, teatros y cafés. Allí se encuentra el Museo Civico d’Arte Antica dentro del fabuloso Palazzo Madama, un castillo medio medieval, medio barroco, que alberga un museo con obras de arte moderno y contemporáneo. De noche es más fácil acercarse al estado de lujuria. La zona de locales nocturnos está en Murazzi del Po, en un tramo de arcadas junto al río, entre los puentes Vittorio Emanuele I y Umberto I. Muy recomendables son los clubs Hiroshima Mon Amour (Via Bossoli, 83), United Club (Corso Vigevano, 33), punto de encuentro de la escena rockera de la ciudad, Blah Blah (Via Po, 21), situado en un antiguo cine.

Gula
La gula se equipara con la glotonería, el consumo sin control de comida y bebida. Y para saciarnos sin mesura nada mejor que desayunar copiosamente en Andrea Perino (Via Cavour, 10), un establecimiento de desayunos y meriendas que ha sido frecuentado por personalidades como Alejandro Dumas, Nietzsche y Puccini; o tomarnos un buen café en el acogedor Caffè Mulassano (Piazza Castello, 15). Este café de estilo art nouveau, decorado con talla dorada de bronce, madera y cuero, era frecuentado por la familia Saboya y artistas del Teatro Regio, justo al lado. Aquí se recomienda tomar el exprés a piedi, sin duda el mejor de la ciudad. Siguiendo con el lujo y la desmesura, el Caffè San Carlo (Piazza San Carlo, 156) es una inmejorable opción. Nada como sus pasteles y dulces de tradición centenaria. Para acabar la jornada con un buen atracón, la mejor elección es Sfashion (Via Cesare Battisti, 13), sin duda la Meca de las pizzas en Turín. Aquí las hacen al estilo napolitano, con la masa gruesa e ingredientes tradicionales. Pero la gula no acaba aquí. Y es que los turineses dieron al mundo el primer chocolate en tableta. No dejes de ir a Al Bicerin (Piazza della Consolata, 5) para comprobarlo. Además cada mes de marzo se celebra la Feria del Chocolate o Cioccola-tó.

Avaricia/Codicia
La avaricia es un pecado de exceso que se aplica a la adquisición de riquezas. Los elegantes bulevares arbolados y los pasajes porticados de Via Roma albergan las boutiques de moda más caras; aunque en las de la peatonal Via Garibaldi las hay más asequibles y en Via Po hay fantásticas tiendas de discos y de ropa vintage y alternativa. Pero también nos podemos encontrar con todo lo contrario en esta ciudad. Y es que Turín es la cuna del Arte Povera, un movimiento artístico revolucionario que surgió a finales de la década de 1960. Los miembros de este “arte pobre” empleaban materiales humildes para despertar recuerdos y simbolismos a través de esculturas e instalaciones. El movimiento tuvo un enorme impacto internacional gracias a artistas como Gilberto Zorio, Giuseppe Penone, Mario Merz o Michelangelo Pistoletto.

Pereza
La Pereza está relacionada con la simple “pereza”, o más bien la falta de motivación para realizar actos. Está claro que durante un viaje las jornadas suelen ser agotadoras. Por eso es aconsejable reservar momentos para el relax. Y qué mejor sitio para reposar que el Parco Valentino, a orillas del Po. En éste, a partir de la primavera, proliferan las numerosas terrazas. Y por la noche, no hay nada que supere el camino hacia la cama del Hotel Dogana Vecchia (Via Corte d’Appello, 4). Allí se han alojado personajes históricos como Napoleón. Su excepcional ubicación en el Quadrilatero Romano lo convierten en uno de los mejores hoteles.

Ira
La ira puede ser descrita como un sentimiento no ordenado, ni controlado, como el que puede provocar uno de los los grandes misterios de la historia: la Sábana Santa. En la cripta de la iglesia del Santo Sudario, el Museo della Sindone (vía Santo Doménico, 28) documenta uno de los objetos más estudiados de la historia. Se empezó a hacer popular a partir de 1898 cuando la técnica fotográfica permitió obtener negativos mucho más reveladores. Otro edificio que nos puede hacer perder la cabeza es el Museo Nazionale del Risorgimento Italiano. Éste, tras una remodelación ha reabierto contando con 30 salas que explican el trasfondo de la unificación italiana. Aquí se encuentra el barroco Palazzo Carignano.

Envidia/Celos
La envidia se caracteriza por un deseo insaciable de posesiones ajenas, que es la sensación que uno tiene cuando visita el Museo dell'Automobile y admira algunas de las joyas sobre cuatro ruedas más maravillosas del planeta.
Pero la envidia también nos corroe cuando visitamos el Duomo di San Giovanni (Piazza San Giovanni). La catedral de Turín se construyó entre 1491 y 1498 en el sobre tres basílicas del s. XIV. El interior sobrio hace lleva a que la atención se focalice en el templo que alberga la famosa Sábana Santa de Turín, el supuesto sudario con el que se envolvió el cuerpo de Cristo.

Soberbia
En casi todas las listas de pecados, la soberbia es considerado el original y más serio de todos. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás. En el pasado, los equipos de fútbol de la ciudad estuvieron a mucha distancia del resto. Primero fue el Torino FC, que en la década de los cuarenta consiguió que nadie le hiciera sombra, con 5 scudettos consecutivos. Pero una tragedia aérea acabó con la vida de toda su plantilla en 1949. Cuatro décadas más tarde fue el turno del otro equipo turinés: el Juventus, que consiguió ser imbatible durante la primera mitad de la década de los ochenta, cuando entre sus filas militaba el tres veces bota de oro Michel Platini. Pero la soberbia va más allá del calcio. Así, Mole Antonelliana (Via Montebello, 20) uno de los símbolos de la ciudad, es una torre de 167 m con una característica aguja de aluminio, que pretendía estar más cerca del cielo que nadie en la ciudad. 

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Texto: Isabel y Luis Comunicación

Fotos: Turismo Torino e Provincia

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