Fez, el reflejo de África
Fez es el corazón simbólico de Marruecos, así como el centro espiritual y cultural del país. En los muros, fachadas y cúpulas de sus mezquitas predomina el color verde, considerado mundialmente como el color del islam. Este hecho se refleja también en el Festival Internacional de Música Sacra de Fez, que cada verano reúne a músicos de todo el planeta. Un evento único que crea un canal de diálogo entre las diferentes culturas y religiones de la tierra del Islam.
Don't feel the panic! No se trata de lentos conciertos religiosos al estilo de unos cantos gregorianos, sino de un festival que año tras año promete grandes dosis de entretenimiento. En ediciones anteriores, han pasado por el Festival de Fez grandes estrellas de la música como Björk, Paco de Lucía, Patti Smith, Joan Baez o Youssou N’Dour.
Entre la oferta multicultural y musical que podremos encontrar este año -donde se reunirán a más de 500 artistas internacionales repartidos en más de 50 espectáculos y 10 conciertos- destaca el flamenco de Diego el Cigala; el rhythm & blues de The Temptations, grupo del mítico sello estadounidense Motown; el videoartista Jean de Boysson; o la intérprete de Mali, Oumou Sangare, entre muchos otros.
En memoria de Hassan Al Wazzan, el explorador andalusí
Este año el Festival de Fez se celebra del 22 al 30 de mayo y cumple su 21ª edición. Bajo el lema “Fez, el reflejo de África”, el festival conmemora los viajes de Hassan Al Wazzan, el explorador andalusí, conocido como el León Africano que se encuentra enterrado en Fez.
La vida de Hassan Al Wazzan, que vivió entre los siglos XV y XVI, es la de un nómada que se vió empujado a viajar por circunstancias políticas y religiosas. Se inició en la diplomacia mientras estudiaba en una madraza de Fez y viajó por todo el norte de África como explorador y geógrafo, Finalmente llegó a Roma donde fue adoptado como un hijo por León X. Allí fue bautizado bajo el nombre de Jean-León de Medicis, pero nunca dejó de lado sus tradiciones islámicas.
Actividades alternativas
Una completa programación de actividades paralelas como películas, conferencias, exposiciones y actividades para niños complementan el programa musical. Durante los mismo días del festival, en la plaza Bab Boujloud, se celebra un ciclo alternativo de conciertos gratuitos y, paralelamente, las Nuits Soufies, ofrecerán conciertos diarios gratuitos en los jardines de Dar Tazi, justo en el corazón de la medina de Fez, lugar simbólico donde obtener una visión completa de la amplia cultura islámica.
Fez. cuna de la cultura del norte de África
Con más de un millón de habitantes, la medina de Fez el-Bali (Fez la Vieja) pasa por ser una de las ciudades medievales habitadas más grandes del mundo. El barrio fue declarado Patrimonio de la Humanidad y contiene la mayor zona peatonal del mundo. Su interior es un laberinto con unas 10.000 callejuelas, algunas sin salida y otras que parecen llevarte al mismo punto de partida. Orientarse en su interior puede ser un poco complicado pero es parte de su encanto.
Al igual que Fes el-Bali, Fes el-Jdid se encuentra rodeada de murallas las cuales albergan palacios, jardines, zocos y escuelas coránicas con una arquitectura más elegante que la del resto de la ciudad. Las visitas más interesantes de la zona son el Palacio Real Dar El Makhzen y la Mellah -o barrio judío-.
Pero uno de los lugares que reciben mayor atención de los turistas es el de la curtiduría Chouwara. Aunque no apto para estómagos delicados por el intenso olor que producen las pieles de animales, es una visita totalmente recomendable, ya que la vista desde lo alto es mágica, asemejándose a una paleta de colores de pintor.
Texto de Scanner FM
Imagenes de Phil Chambers, Deniz Eyuce, Pablo Jimenez, Elena, Adolf Boluda y Sergio Morchon
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Los encantos de Fez
Fez, la ciudad laberinto de Marruecos, es una de las más antiguas del país y que mejor conserva su autenticidad y su exotismo, con una arquitectura prácticamente inalterada desde hace siglos. Lo que quizás más llama la atención de esta ciudad magrebí es su condición menos turística y masificada, sobretodo en comparación con su vecina Marrakech. Y por eso mismo, posee un encanto especial que permite sumergirte de veras en la realidad cultural de sus gentes, sin esa sensación de agobio provocada por los mercaderes y buscavidas que en otras ciudades marroquíes pueden llegar a asfixiar al viajero. Sin duda, no habremos conocido Fez en su máximo esplendor si no nos adentramos en los siguientes lugares:
1.- Medina Fes el-Bali
El punto álgido de nuestro viaje a Fez se halla precisamente en el laberinto que conforman los más de ciento cincuenta barrios de Fes el-Bali con sus respectivas callejuelas y más de mil derbs o callejones sin salida. No es de extrañar que esté protegida por la UNESCO desde 1967, ya que además de tratarse de la zona más antigua de la ciudad, atesora algunos de los monumentos más emblemáticos. Antiguamente y por ley, cada barrio debía disponer obligatoriamente de una mezquita, una escuela coránica, una panadería, una fuente y un hammam. El Mausoleo de Mulay Idris y la mezquita Al Karaouine conjunto con las escuelas coránicas Attarine y Bou Inania, hacen gala de una arquitectura exquisita que merece la pena ser observada. Está permitido el acceso a no musulmanes a esta última, Bou Inania, aunque tendrán vetadas las salas de oración.
Perdernos por los grandes mercados de las calles Talaa Kebira y Talaa Seguira, pasando por las bellas plazas Nejjarine y Seffarine, y conocer de cerca el zoco de los curtidores son algunas de las experiencias imprescindibles para sentirnos como auténticos fecíes. Aquellos con ganas de aprender los trucos de la gastronomía marroquí, podréis hacerlo a través del Riad Tafilalet, cuyo chef Lahcem Beqqui, es uno de los más reputados del país. De esta forma, además de impartiros unas lecciones de cocina tradicional, también se os llevará al mercado para enseñaros dónde buscar los mejores productos. Después de esta sesión, hasta podréis preparar en casa una cena de lo más exótica y lograda a base de harira, tagine o cuscús.
2.- Medina Fes el-Jdid
La Medina Fes el-Jdid o la Nueva Medina fue levantada por la dinastía Merindia en el siglo XII, fuera del casco antiguo. Ésta está repleta de palacetes con patios andaluces, jardines, mezquitas y nuevos zocos, pero sobretodo lo que la hace más interesante es el ostentoso Palacio Real de puertas doradas, cada cierto tiempo limpiadas con una curiosa mezcla a base de jugo de limón, sal y vinagre. El Mellah o barrio judío,que se erige en pleno corazón de Fes el-Jdid y junto al palacio, ofrece también un elevado atractivo gracias a su mercado de la Grand Rue, al Boulevard Bou Ksissat y al contraste de las fachadas y balcones encarados al exterior con la arquitectura musulmana tradicional, en la que prima la privacidad.
3.- La Ville Nouvelle
Para completar nuestro recorrido por Fez, no debemos olvidar de visitar la Ville Nouvelle, la parte más nueva de la ciudad y construida a raíz del proteccionismo francés durante el siglo XX. Los más urbanitas disfrutarán de esta zona reservada a los lugareños con mayor poder adquisitivo, con su paso por la Avenida de Hassan II y por el Boulevard Mohammed V. Un sinfín de bares con terracitas glamourosas, restaurantes de todo tipo, heladerías y pastelerías con encanto llenan las calles de la Ville Nouvelle de movimiento. Resulta ideal para tomar el clásico té a la menta con unas pastas típicas para reponer fuerzas después de una tarde de compras. Un sitio que merece la pena descubrir!
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Imagen de NaSz451
Texto por Blanca Frontera
+ infoTierra de leyendas (1)
Visitar la Bretaña es revivir la emocionante historia medieval europea, ahondar en sus raíces culturales, en sus tradiciones y leyendas. Rennes es la capital de la Bretaña, pero se encuentra también a las puertas de la región de Normandía y es un destacado lugar del patrimonio arquitectónico y testigo de la historia de la región. Alrededor de sus dos plazas reales, el Parlamento y el Ayuntamiento, y sus características casas de entramado de madera y mansiones renacentistas, se dibujan siglos de historia.
A unos 30 kilómetros de Rennes se encuentra el frondoso bosque de robles y hayas de Brocelandia, dominio de mitos y leyendas celtas. Es aquí donde se suelen situar muchos episodios de las novelas de la Mesa Redonda, como la búsqueda que el Rey Arturo ordenó para encontrar el Santo Grial y fue también el lugar donde vivieron el hada Viviana, el caballero Lancelot y el mago Merlín, amigo y asesor del joven Arturo, del que dicen quedó allí atrapado por amor.
Por el mágico bosque de Broscelandia recorrerás recónditos senderos que te llevaran por el Puente del Secreto, el pueblo de Paimpont y su hermosa abadía o los castillos de Brocelianda y del paso del Acebo.
Al norte, siguiendo el estuario del río Rance, se llega a Dinan, con su encantador casco urbano y una de las ciudades medievales mejor conservadas. Por su recinto amurallado descubrirás fascinantes monumentos como la basílica de Saint-Sauveur o la torre de l’Horlage.
Si te gusta estar al acecho de las mejores gangas y ofertas, tienes en la Grande Braderie de Rennes la mejor oportunidad. Ese día Rennes se transforma en este inmenso mercadillo al aire libre en el que poder encontrar algún tesoro escondido y muchas gangas entre antigüedades, ropa, objetos de decoración o joyas, porque en La Grande Branderie de Rennes todo se compra y se vende.
Se trata, junto al gran mercado callejero de Lille, de la feria de saldos más grande de Francia, en la que buscar y rebuscar entre miles de puestos de comercios esparcidos por 60 calles de la ciudad.
Y para comer, encontrás en pleno corazón medieval de la ciudad, en una pintoresca posada del siglo XVI, se encuentra el Auberge du Chat-Pitre que te transportará a la Edad Media.
Aquí los camareros van vestidos como posaderos de la época. No te preocupes, no te obligarán a comer muslos de jabalí con las manos como Astérix y Obélix, pero sí que sentirás el ambiente de una noche mágica con la animación de trovadores, malabaristas, cuentacuentos o magos en una comida inolvidable.
Y con nombres tan graciosos para sus recetas tradicionales como la caldereta de druida, los abrazos de jabalí o el saltimbanqui, que puedes acompañar de Hypocras, una bebida a base de vino tinto, miel y especias que hacia las delicias de nuestros antepasados.
Imagen de Cocu Cyril
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Y el arte llegó al metro
Viajar a las grandes ciudades siempre suele tener un gran hándicap, y es el de tener que afrontar las grandes distancias que hay entre un punto y otro. El metro suele ser uno de nuestros mejores aliados en estos casos, evitándonos largos viajes en autobús, interminables caminatas o inciertas (y caras) carreras en taxi. Este medio de transporte público que surca las profundidades de las grandes urbes –con alguna excepcional y agradecida salida al exterior-, resulta muy útil para acortar distancias, pero también tiene ese momento de bajada al abismo, generando cierta claustrofobia y mal rollo en muchos de nosotros. Si a esto le añadimos que no siempre acabamos de estar ubicados en la ciudad, y que no todas las indicaciones del metro son todo lo intuitivas que nos gustaría que fuesen –¡quién no se ha equivocado en más de una ocasión de parada en Londres!-, la experiencia puede resultar un pelín agotadora y estresante.
Estocolmo, como otras muchas capitales europeas, cuenta con una magnífica red de metro lista para ayudarnos en nuestros desplazamientos por la ciudad. Hasta aquí nada nuevo. Ahora bien, a diferencia de otros países, en la capital de Suecia han optado por convertir esta experiencia en algo más amable e inspirador decorando con obras de arte un elevado número de las estaciones que conforman la red. De las 110 estaciones que la configuran, en unas 90 se puede disfrutar del trabajo de los más de 150 artistas que han sido llamados a participar de esta experiencia. Pinturas, cerámicas, bajorrelieves y esculturas decoran los espacios transformando una acción tan rutinaria como es la de coger el metro en algo mucho más agradable e interesante.
La red de metro de Estocolmo se empezó a construir en 1950. Desde un primer momento se tuvo en cuenta la función pública de este espacio y la posibilidad que ofrecía a la hora de implementar obras de arte en él. Las primeras estaciones en ser construidas fueron las de la línea verde, que datan de los años 50, y entre las que destaca la T-Centralen, que precisamente es en la que se cruzan en la actualidad las tres principales líneas de metro. Desde entonces hasta la actualidad se ha seguido con la buena costumbre de incorporar el arte en el diseño de las estaciones. Entre las más impresionantes que encontraremos en nuestro camino están las de Solna Centrum y Radhuset, que bien podrían ser el acceso al mismísimo infierno.
Es tal el interés que genera el metro de Estocolmo, que ha pasado a convertirse en un lugar de cita imprescindible para los turistas, y como si de un museo más de la ciudad se tratase, se han incorporado visitas guiadas al mismo en época estival (entre junio y septiembre), que es cuando mayor número de viajeros se concentra en Estocolmo. Os recomendamos pasar por la oficina de turismo que se encuentra en la T-Centralen, desde donde parten los tours y desde la que se puede pedir cita-las visitas guiadas son solo en inglés-.
Reserva tu Vueling a Estocolmo y anímate a conocer de primera mano las obras de arte que decoran las estaciones de metro de esta bella ciudad.
Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de Steph McGlenchy, Vargklo, Daniel Mott, Jakub Kadlec
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