IDEAS DE RUTAS EN CAMPER POR EUROPA
Coge un avión y escápate a cualquiera de estos 7 destinos para explorarlos a bordo de una furgoneta camper. Pocas experiencias igualan la de despertarse en un acantilado frente al mar o irse a dormir bajo un techo de auroras boreales.
+ infoThe Wild West el epicentro trendy de Zúrich
¡Bienvenidos a Zúrich West! El distrito creativo, gastronómico y nocturno más trendy de Zúrich. Puede que no lo parezca, ¡pero esto es Zúrich! Olvida todo lo que has aprendido, aquí no hay imagen de postal que valga: ni lago de aguas cristalinas, ni calles pintorescas, ni tiendas de lujo; sólo ladrillo, hormigón y grúas cercadas por vallas de construcción. ¿Dónde está el truco? Pues que éste es el anti-Zúrich: más informal, más urbano, y más cosmopolita.
Y es que la todopoderosa Zúrich vive una transformación radical, y su buque-insignia no es otro que Zúrich West, el antiguo distrito industrial que, en menos de dos décadas, se ha convertido en el motor de la modernización suiza, insuflando tendencias a la altura de Berlín, Londres y Nueva York.
Érase una vez un barrio industrial…
Situado a lo largo del Hardbrücke, en la parte más oeste de la ciudad, el también llamado Kreis 5 o Industriequartier emergió como zona industrial en el siglo XX. Hacia finales de los años 80, una actividad industrial agonizante dio paso a la decadencia de la zona. Almacenes, fábricas y talleres abandonados pronto fueron recuperados por artistas y diseñadores de la escena underground, abriendo espacios artísticos alternativos, y organizando fiestas ilegales célebres en media Europa.
Pero el verdadero cambio llegó con el nuevo milenio, y el Kreis 5 -Kreis significa distrito en alemán- embarcó en un proceso frenético de mutación que todavía no ha desfallecido. Hoy, allí dónde se producían barcos, jabones y turbinas, las máquinas han parado dando paso al arte, el diseño, la gastronomía, y la música. Pero también a negocios, pisos y hoteles. De la era industrial es testigo la abrumadora escala de las calles, las monumentales estructuras de las fábricas y las colosales vías del tren.
Con un eclecticismo que mezcla sin complejos pasado y futuro, edificios de ladrillo con rascacielos de acero y cristal, y un paisaje urbano en constante redefinición, Zúrich West tiene una personalidad magnética que atrae a suizos y extranjeros por igual, haciendo de ella un caldo de cultivo multicultural en plena ebullición. Seducidos por su ambiente alternativo y su imponente topografía, ¡empezamos la jornada!
Im Viadukt: Shop till you Drop!
Tiendas chic de diseñadores locales, estudios de arquitectura, cafés y puestos de comida orgánica se suceden en Im Viadukt, un vibrante paraíso de las compras construido bajo los arcos del antiguo viaducto del tren. Aquí hay de todo: desde flores hasta timbres para la bici. Eso sí, no esperes encontrar ningún chollo; el concepto ‘barato’ no existe en el léxico suizo.
Si tienes hambre, el Markthalle ofrece productos de kilómetro 0, y su restaurante menús frescos de mediodía a precios ajustados. Los domingos están dedicados a los brunchs; reserva antes o no encontrarás ni un hueco. Por la noche el bullicio no decrece, y los bares se llenan hasta la bandera con jóvenes que beben Prosecco en el Ambrosi a la espera de que empiece algún concierto en el BOGEN F.
Alrededor del Frau Gerolds Garten
Un caótico entramado de jardines, tiendas de diseño y clubs de baile se codean en Geroldstrasse. En el centro, un montón de contenedores de transporte apilados recuerdan un lego a gran escala abandonado a su suerte; es el Frau Gerolds Garten, un oasis urbano con sabor a Do It Yourself y hub hipster por antonomasia. Los sábados de verano se monta un mercado al aire libre, y en invierno se ofrece fondue para combatir el frío. A mediodía se llena de gente tomando café entre grafitis y plantas, y por la noche, el público nocturno se toma ‘la primera’ antes de atacar los clubs vecinos. No te pierdas la panorámica desde las terrazas superiores, los trenes pasan a ras y si tienes suerte puedes ver los Alpes en la distancia.
A sólo unos metros se alzan dos instituciones del clubbing alternativo. El archiconocido Hive es un templo de la música electrónica, mientras que el veterano Supermarket atrae a jóvenes que bailan house y techno hasta el amanecer. Y es que cuando se trata de clubs, Zúrich es la reina, y el distrito oeste el campamento base de la escena electrónica y experimental.
Antes de abandonar la zona nos vamos de compras. En Bogen 33 y Walter puedes comprar muebles vintage. Y en una torre de 25 metros hecha de 17 contenedores de mercancías apilados, la marca Suiza Freitag presenta sus conocidas bolsas recicladas hechas de lonas de camión; un edificio reciclado para un producto reciclado, y es que la Freitag es todo un símbolo del estilo industrial contemporáneo de Zúrich West, y su mejor embajador; las vistas desde la azotea son increíbles, e incluso hay un telescopio para que no se te escape detalle.
Tocando las estrellas en la Prime Tower
126 metros y 36 pisos consagran la Prime Tower como el edificio más alto de Zúrich. Este rascacielos de piel verdosa inaugurado en 2011 sobrevuela la ciudad, y es el nuevo estandarte de la arquitectura moderna y el desarrollo económico de la zona.
En la última planta el restaurante Clouds hace honor a su nombre, y es que desde aquí tocar el cielo parece más cerca; las vistas del lago, el casco antiguo y los Alpes cortan la respiración, así como sus precios. En la planta baja, el Hotel Rivington & Sons nos transporta al Nueva York clandestino de los años 20, cuando la Ley Seca prohibió la venta de alcohol y los bares se camuflaron bajo la piel de tiendas y hoteles; tómate un cóctel a cualquier hora, la oferta es enorme.
Schiffbau y Puls 5: vanguardia y tradición
No muy lejos de allí, los hangares del Schiffbau, dónde en el pasado se construyeron embarcaciones para medio mundo, acogen ahora las propuestas más vanguardistas del famoso teatro Schauspielhaus; los mejores conciertos de jazz de la ciudad en el Moods; y el glamuroso La Salle, que ofrece cocina francesa e italiana en un espacio abierto envuelto por paredes de cristal. Las copas se toman en el popular Nietturm Bar, un impresionante cubo de cristal que corona el edificio con una panorámica espectacular.
Una calle más abajo, los noctámbulos se preparan para encarar la noche. El Exil, ofrece un programa de fiestas y conciertos alternativos que van desde el rock al hip hop, mientras que el Blok Club se entrega a la música electrónica internacional.
A tiro de piedra, se alza Les Halles, un acogedor bistro con toques parisinos. Situado en un antiguo almacén, este popular lugar de encuentro es ruidoso y desaliñado, con artículos de segunda mano y carteles publicitarios vintage. Puedes comprar una de las muchas bicicletas dispersas en su interior mientras pides su especialidad: los Moules-frites (mejillones con patatas fritas).
Modernidad y tradición se mezclan en la antigua fundición de acero, sede del complejo Puls 5, una colosal construcción de 5000 m2 donde restaurantes, tiendas, oficinas, club de fitness y apartamentos envuelven la gran nave de producción. Con vigas de acero, tuberías expuestas y una gran grúa industrial, este espacio alberga eventos de todo tipo, y personifica las alianzas entre pasado y futuro y la fusión de usos que conviven en un mismo lugar. Si pasas por allí, no te pierdas el Restaurant Gnüsserei, en su centro se erige la centenaria cúpula del alto horno.
Löwenbräu: arte contemporáneo en vena
El arte contemporáneo se ha mudado al Kreis 5 y lo ha hecho en la antigua fábrica de cerveza Löwenbräu.Sus paredes de ladrillo rojizo acogen ahora el Löwenbräukunst, un complejo dedicado al arte más actual. Aquí, la Kunsthalle Zürich y el Migros Museum of Contemporary Art, presentan exposiciones de arte emergente de artistas de todo el mundo. El edificio es también sede de galerías internacionales, como la reconocida Hauser & Wirth, y de la mejor librería de arte de la ciudad, la Kunstgriff, donde es obligado perderse entre su extenso catálogo.
Y desde allí, guiados por el colosal Swissmill, un mastodonte de hormigón inaugurado en 2016 que sirve como almacén de grano y es la segunda torre más alta de la ciudad, ponemos punto y final a nuestro tour. Hemos llegado al Río Limmat, ¡y es hora de darse un chapuzón!
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Texto de Núria Gurina i Puig para Los Viajes de ISABELYLUIS
Fotos de Zürich Tourism/Elisabeth Real y Núria Gurina
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Una ruta por la historia de Nuremberg
Por Oriol Salvador
Nuremberg es una de esas ciudades que te permite plantear un interesante paseo por la historia sin moverte de la misma ciudad ni necesitar de máquinas del tiempo. Ciudad bombardeada en 1945 y reconstruida poco tiempo después, su papel protagonista en la historia medieval, moderna y contemporánea la dota de numerosos atractivos históricos.
Fue capital del imperio germánico entre los siglos XI y XVI, centro importante del Renacimiento alemán y escenario principal de la guerra de los Treinta Años (1632). Por su importáncia durante la época imperial, Hitler la nombró sede de los congresos del partido nazi y fue en Nuremberg también donde se juzgó y condenó a varios dirigentes nazis en la sala 600 de su Palacio de Justicia.
Su historia la ha dotado de interesantes monumentos por ver y algunos artistas bávaros, como Albercht Dürer, le han proporcionado un legado artístico de visita obligada. En esta ruta os proponemos un paseo por la ciudad que os permitirá descubrirla en menos de un día.
Palacio de Justicia de Nuremberg (Justizpalast)
Nuestra ruta por Nuremberg empieza en su centro del poder jurídico, que sigue en pleno funcionamiento. Fue donde se celebraron los Juicios de Nuremberg, que duraron casi un año y cuyas sentencias condenatorias contra algunos de los cabecillas del régimen nazi marcaron un hito en la historia del derecho internacional.
La sala 600, escenario de estos juicios históricos, sigue usándose como juzgado en la actualidad y los fines de semana, cuando no se utiliza, se ofrecen visitas guiadas. Una alternativa, si encontráis la sala cerrada, es visitar la exposición “Memorial de los Juicios de Nuremberg” que se encuentra en el ala este del edificio.
Museo Nacional Germánico (Germanische Nationalmuseum)
Aunque requiera de unas dosis extra de tiempo y paciencia el tener que hacer cola para entrar, la visita al Museo Nacional Germánico merece la pena para ver, en un mismo recinto, una de las mayores colecciones de arte germánico moderno que hay en Nuremberg, Alemania y el mundo. Hasta el 2 de septiembre expone “The Early Dürer”, una muestra de las primeras obras del artista alemán Albercht Dürer, hijo de Nuremberg y máximo exponente del renacimiento alemán del siglo XVI.
Antes o después de la visita puedes pasearte por la Calle de los Derechos Humanos, frente a la entrada del museo. 29 columnas conmemorativas de los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Como curiosidad, son 29 columnas y 30 artículos (en 30 idiomas distintos) porque la última columna, en español, se quitó porque obstaculizaba la salida del parque de bomberos. Decían que la repondrán, pero…
Carrusel del Matrimonio (Ehekarussell)
Adentrándonos en el centro de la ciudad, a los pies de la Weißer Turm (Torre Blanca) tenemos una fuente no apta para recién casados: el Carrusel del Matrimonio, esculpida en 1984 por Jürgen Weber. Sus figuras se inspiran en el poema “La agridulce vida matrimonial”, de Hans Sachs. Escenifican el enamoramiento inicial, la rutina convivencia y acaba con… bueno, ya lo veréis.
Iglesia de San Lorenzo (Lorenzkirche)
La Iglesia de San Lorenzo, construída en el siglo XIII, es una muestra de las Hallenkirche, el tipo de iglesias típico del gótico alemán, con tres naves a la misma altura. Reconstruída en gran parte tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, como detalles curiosos llama la atención las redes que protegen las estatuas de su pórtico para que los pájaros no aniden en ellas o el panel informativo en braíle que encontramos a la entrada.
Hospital del Espíritu Santo (Heilig-Geist-Spital)
Una de las postales habituales de la ciudad de Nuremberg, fotografiada desde el puente que se encuentra enfrente. A la orilla del río Pegnitz, el edificio fue construído entre 1332 y 1339. Tras cumplir con su función de hospital, actualmente es una residencia municipal para ancianos.
Plaza del Mercado (Hauptmarkt)
Otro de los puntos inevitables e imperdibles en cualquier ruta por Nuremberg, ya sea por su Iglesia de Nuestra Señora (Frauenkirche) construída en 1358 por orden del emperador Carlos IV, por su famoso mercado (especialmente conocido es el mercado de Navidad pero hay mercado de productos frescos y tradicionales el resto del año), por la Fuente Bonita (Schöner Brunnen) originaria del siglo XIV o por las inevitables tiendas de souvenirs que la rodean o la parada del bus turístico de la ciudad, situada al lado de la histórica fuente.
Bratwursthäusle
A estas alturas de la ruta, proponemos un descanso y alimentar un poco el estómago para cargar fuerzas y, de paso, provar comida tradicional alemana. Frente al antiguo Ayuntamiento de la ciudad encontramos el restaurante Bratwursthäusle, donde podremos probar las tradicionales bratwurst alemanas y acompañarlas con el igualmente tradicional pretzel. Así que sentaos en su terraza y guten appetit!
Casa de Albercht Dürer (Albercht Dürer Haus)
Con el estómago lleno y tras descansar un poco, estaréis listos para caminar hacía la zona más elevada de la ciudad. Antes de cruzar la muralla, es aconsejable una visita a la casa-museo en que vivió Albercht Dürer y que, dentro de su exposición, ofrece la posibilidad de ver el proceso que llevaba a cabo Dürer al realizar sus famosos grabados. Como curiosidad, en la plaza frente a la casa, encontraremos una curiosa escultura que revisa una de las más conocidas obras de Dürer, la de la liebre.
Castillo Imperial de Nuremberg (Kaiserburg)
Al cruzar la muralla, tal vez os llame la atención encontrar jardines y huertos en el foso de la misma. El Ayuntamiento de la ciudad los alquila a ciudadanos de Nuremberg, que lo usan como huerto urbano, jardín… Resiguiendo unos metros la muralla llegamos al Castillo Imperial de Nuremberg desde el que se divisa toda la ciudad (ver la panorámica al inicio de este artículo). Fue la residencia de los emperadores germanos desde 1050 hasta 1571 y además de conservar algunas estancias, que se pueden visitar, hay muchas otras partes del castillo en las que todavía vive gente actualmente.
Campo Zeppelín (Zeppelinfeld)
Para terminar esta ruta nos alejamos del centro de la ciudad y para ello, si no lo hemos hecho ya, es aconsejable usar el transporte público de la ciudad. Concretamente, la línea de autobús 36. Hay que cogerlo en la parada que queda relativamente cerca del castillo y bajar en la última parada de esa línea, que nos dejará justo enfrente del Centro de Documentación, inagurado el año 2000, antiguo Congreso del partido nazi.
El proyecto original para ese edificio era construir un amfiteatro partido por la mitad a imagen y semejanza del Coliseo romano, con un auditorio de congresos en la parte central. Ahora el edificio alberga un interesante y moderno centro de información que puede visitarse, con una exposición permanente que documenta la historia del recinto y el despiadado abuso de poder del régimen nazi.
Desde allí, hay que rodear el lago para llegar al Zeppelinfeld en si: una enorme tribuna inspirada en el Altar de Pérgamo en la que Hitler dirigió los desfiles y congresos del partido nazi. Actualmente, el espacio se conserva en muy mal estado y la ciudad de Nuremberg lo recupera solamente para un festival de música rock a principios de junio (cuya celebración se remonta a los años setenta) y una cursa de coches que se celebra la primera semana de julio. Curioso ¿no? Aún así, visitarlo es aconsejable, aunque solo sea para decir “he estado allí” antes de volver. Hablando de volver, cerca del Campo Zepellín hay dos paradas del tren interurbano (S2) que te dejan en la estación central de Nuremberg.
Información útil
En cuanto al transporte, excepto en los casos mencionados, el resto de la ruta puede hacerse a pie. Aún así, aconsejo adquirir en las oficinas de turismo de la ciudad la tarjeta Nürberg Card que, por 21 €, te da acceso a todos los museos y transporte público durante dos días. Los menores de 12 años pueden adquirirla gratuítamente.
Otra opción a considerar para moverse por la ciudad es NorisBike, un servicio público de alquiler de bicicletas al que tienen acceso tanto los ciudadanos de Nuremberg como sus visitantes. Encontraréis más información sobre este servicio (en alemán) aquí.
Por Oriol Salvador
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10 pistas foodies en Copenhague
Por Isabel Loscertales de Gastronomistas
El restaurante Noma, dos estrellas Michelin y mejor restaurante del mundo en 2014 (también lo fue del 2010 al 2012), la situó en el mapa gourmet internacional y revolucionó la cocina del país. Pero hay vida foodie más allá del Noma. Copenhague presume de sus ganas de actualizar la tradición, de su amor por lo orgánico, del espíritu 'hygge' (las atmósferas bonitas y acogedoras), de su pasión por el diseño, de las terrazas al sol... Entre bocado y bocado, no olvides -entre otras cosas- pasear por la comercial calle Søtret, el colorista canal Nyhavn o los jardines de Tívoli; de hacerte un 'selfie' con la Sirenita; de explorar los barrios más vibrantes: Vesterbro y Nørrebro; o de curiosear en el área independiente de Christiania, centro de la contracultura. Puedes hacerlo a pie o, como ellos, en bicicleta. Te proponemos diez paradas muy sabrosas:
1. La nueva cocina danesa
Si tu presupuesto es holgado, no dudes en intentar una reserva online en el Noma (Strandgade, 93) Su chef, René Redzepi, fue pionero en la modernización de la cocina tradicional danesa y en la recuperación de ingredientes locales, con especial preferencia por lo orgánico, lo natural y lo crudo (hierbas silvestres y demás). En 2004 firmó junto a otros cocineros el New Kitchen Manifesto -a lo Lars von Trier-, y ahí la liaron gorda. Si no quieres gastarte las 1600 coronas -unos 193 €- que cuesta el menú (sin vino), siempre puedes acercarte a cotillear al antiguo almacén donde se ubica, en el muelle de Christianshavn. Y si está lleno, prueba con el dos estrellas Geranium, de Rasmus Kofoed (Per Henrik Lings Allé 4, 8º)
Si tu presupuesto es más limitado, te recomendamos Høst (Nørre Farimagsgade 41), un acogedor restaurante que ganó el premio al mejor diseño del mundo otorgado por los Restaurant & Bar Design Awards 2013. Una acertada combinación de interiorismo industrial (tipo almacén) y rural (algunos detalles recuerdan a una granja) y una atmósfera animada e íntima a la vez, son las dos características de este local, que encuentra en los contrastes su motivo de ser. Por ejemplo, aquí el techo es de madera (reciclada) y el suelo de cemento. Dividido en dos plantas y en muchas habitaciones, es recomendable pedir el menú cerrado (el resto de la carta es, de hecho, escasa). Cuesta 295 coronas (unos 35 €, sin vino) y consta de dos platos y un postre, además de varios pre-platos sorpresa. Las claves: los ingredientes locales, la incorporación de alimentos crudos y el gusto por lo vegetal. Así por ejemplo, probamos de primero trucha con trompetas de la muerte, coliflor (a láminas sin cocinar), caldo de champiñones y muchas hierbas frescas; de segundo pierna de ternera con puré de patata, carpaccio, remolacha y salsa de pimienta de Madagascar; y de postre helado de pataca con crumble de manzana, muesli, merengue, láminas fritas de pataca y caramelo crujiente. Mezclas sorprendentes y sabrosas.
2. Jaeggerborgade, la calle más in
En el multicultural barrio de Nørrebro encontramos la calle más hipster de la ciudad, en una sucesión de locales que son una delicia. Además de tiendas de ropa vintage, librerías con títulos de segunda mano, establecimientos de decoración y diseño o de vinilos y arte, hay que apuntar varias direcciones foodies imprescindibles. Coffee Collective, en el número 10, sirve el mejor café de la ciudad, a mano de prestigiosos baristas y con café procedente del comercio justo. Desde luego, aromático es. Y el local, muy curioso, rompe barreras tradicionales y solo entrar te encuentras a un joven preparando café como si estuviera en su cocina, sin barra por medio y al lado de una máquina gigante para moler. El joven y aplaudido chef Christian Puglisi (ex Noma y ex elBulli) cuenta con dos locales muy recomendables, situados uno frente al otro: Relae (nº 41), un estrella Michelin con dos menús -uno normal, otro vegetariano- por unos 46 € sin vino; y Manfreds & Vin (nº 40), especializado en vinos naturales y tapas. Además, la chocolatería artesana Ro Chokolade (nº 25), los caramelos hechos a mano de Karamelleriet by Ipsen (nº 36) o la panadería orgánica Meyers Bageri (nº 9), a cargo de Claus Meyer (copropietario del Noma con Rene).
3. Meatpacking District: Lo industrial es cool
El otro barrio de moda, Vesterbro, esconde una zona industrial reconvertida en oasis gourmet para modernos, al más puro estilo neoyorquino (por algo comparte nombre con el Meatpacking District de allí). Lo gracioso es que en el de Copenhague todavía existe industria cárnica en activo. Además del muy de moda Kødbyens Fiskebar (Flæsketorvet, 100), un local industrial de cocinera marinera, y de la inmensa terraza del italiano Mother, que invita a tirarse horas al sol (Høkerboderne, 9-15), encontramos el orgánico BioMio (Halmtorvet, 19). Ubicado en un antiguo taller de electrodomésticos Bosch, que aún conserva sus luces de neón en la fachada, cuenta con una amplia sala a base de mesas de madera comunales y cocina a la vista. En la carta, propuestas biológicas del mundo con platos para compartir (tipo puré de judías con apionabo o rilette de salmón), un par de opciones wok, media docena de "cuchillo y tenedor" (muy rico el risotto de trigo kamut) y varias de sabores crudos. Sale por unos 35 € de media.
4. Bares hipsters para una ciudad hipster
Sin salir del barrio de Vesterbro (pero sí del Meatpacking District), encontramos -entre otros- un par de bares que invitan a un descanso. Por un lado, el Cafe Granola (Vaernedamsvej, 5) ofrece cafés, zumos, batidos, desayunos, sandwiches y cócteles en una atmósfera relajada con BSO Motown. Por otro, un local que presume de modernidad antidiseño: Bang & Jensen (Istedgade, 130). Famoso por su pared en la que el cuadro de un marinero se repite en diversos estilos artísticos, en sus destartaladas mesas y sillas se concentra la juventud más cool para tomar un bocado informal o un cóctel.
5. La Grace: La pastelería más famosa
La más antigua pastelería (Conditori) de Copenhague es famosa por ser también la favorita de Hans Christian Andersen. En una atmósfera clásica y encantadora podrás tomar sus pasteles artesanales. Su especialidad, The Sports Cake, creada en 1891 para la obra de teatro "Sports Man", es de turrón, nata montada y pasta choux caramelizada. Una tentación tan recomendable como calórica. Skoubogade, 3.
6. El Smørrebrød o el sandwich abierto
Es uno de los más famosos platos tradicionales daneses, ideal para comer de manera informal a un precio razonable (Copenhague no se caracteriza por ser una ciudad barata, dicho sea de paso). Consiste en una rebanada de pan con mantequilla y diferentes ingredientes servidos encima: ahumados como salmón o arenque, embutidos, patés, huevos... y algún encurtido o acompañamiento extra (alcaparras, cebolla, salsa...). Los puedes tomar en lugares tradicionales como el de Ida Davidsen (Store Kongensgade, 70) o en el siempre abarrotado Schønnemann (Hauser Plads, 16). Algunos cocineros han decidido actualizar la receta y darle un toque más gastronómico. Es el caso de Adam Aamann, que tras su éxito en Copenhague (Øster Farimagsgade,10) ya ha abierto una sucursal de su Aamanns en Nueva York.
7. De shopping: Torvehallerne & Royal Copenhaguen
Los paladares sibaritas pueden llevarse un souvenir gastronómico del moderno mercado Torvehallerne, en la plaza Israel Plads (actualmente toda patas arriba por obras). Cubierto por cristaleras a modo de invernadero y dividido en dos estructuras, el mercado ofrece paradas gourmet de todo tipo y pequeños puestos donde picar algo. Si prefieres un recuerdo "sólido", es famosa la cerámica artesana de Royal Copenhaguen (sus escaparates son dignos de admirar). Amagertorv, 6.
8. Vinotecas chic
Dos direcciones de moda para tomar vino en Copenhague, además del antes mencionado Manfreds & Vin. Por un lado, Atelier September (Gothersgade, 30) tiene el encanto de ser un anticuario reconvertido en cafetería y tienda a la vez. Puedes tomar un vino natural en un entorno muy "cozy" con una estimulante mezcla de mobiliario y de carteles artísticos originales (cuando fuimos había uno gigante de Tàpies), todo a la venta. También ofrecen desayunos y comidas ligeras. Por otro lado, Bibendum (Nansensgade, 45), una vinoteca íntima y coqueta de inspiración francesa que toma el nombre de la mascota de Michelin. Además de elegir entre su selección de vinos internacionales, en botella o copa, son también recomendables sus tapas.
9. Cerveza Carlsberg
Por mucho que mimen sus cartas de vino, la realidad es que en Dinamarca no tienen buenos vinos. Así que, claro, se dedican a elaborar cerveza. Los fans de la birra tienen allí una visita obligada: la fábrica de Carlsberg (dos entradas: Gamle Carlsberg Vej, 11 o Bryggerhesten, 1), una de las más famosas del mundo. Organizan visitas guiadas que duran aproximadamente una hora y media y que, faltaría más, incluye su degustación. Decir que también probamos otra cerveza danesa muy aromática y rica, Nørrebro Bryghus, elaborada en una pequeña fábrica. Es fácil que la encuentres en diversos bares y restaurantes, pero también cuentan con uno propio (Ryesgade, 3).
10. En el epicentro: Andersen Hotel
Este nuevo hotel boutique cuenta con tres cosas que nos gustan: el diseño, el confort y la localización. Situado detrás del Tívoli y al lado del trendy Meatpacking District, en pleno barrio de Vesterbro, es perfecto como punto de partida para explorar varias zonas de la ciudad. Pregunta por su disponibilidad de bicicletas si prefieres hacerlo sobre ruedas. Antes, degusta con tranquilidad su completo desayuno, con infinitas posibilidades para customizar tu yogur, diversas opciones bio y unos croissants de vicio. Desde 925 coronas (unos 111 €) por la habitación doble/noche. Helgolandsgade, 12.
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