Finisterre
Finisterre, que significa “fin del mundo”, fue considerado como tal por diferentes culturas que en la antigüedad aún creían que la tierra era plana. Este punto, donde se halla el conocidísimo Cabo Fisterra, es el más occidental a donde consiguen llegar los peregrinos del Camino de Santiago. Éstos quemaban sus ropas en el acantilado y echaban sus cenizas al mar como símbolo de purificación.
Lo más adecuado para poder disfrutar de las vistas magníficas que ofrece la Costa da Morte es hacer el trayecto en coche. Antes de llegar al Faro de Finisterre hay un desvío a la derecha que lleva al Monte Facho, donde también se encuentra la ermita de San Guillermo, relacionada con creencias sobre la fertilidad. A las afueras de esta población se erige la Iglesia de Santa María das Áreas, de estilo románico. Esta iglesia parroquial guarda al Cristo dos Barbas Douradas, por el que se profesa gran devoción. Entre Finisterre y Cabo da Nave está la salvaje playa de Mar de Fora, abierta al océano Atlántico y rodeada de afilados acantilados. Es una de las playas más bonitas del litoral.
Un poco más al sur de Finisterre, nos encontramos con un pueblecito pesquero dentro del municipio de Dumbría, O Ézaro, el cuál atesora una cascada que posee la singularidad de ser la única que desemboca directamente en el mar de toda Europa. Es muy aconsejable ir a verla en invierno, ya que los aumentos de su caudal, como consecuencia de lluvias intensas, aumentan su poderío y belleza.
No se puede dejar de mencionar la gastronomía marinera que abunda en esta zona de la costa gallega. Finisterre es el reino del marisco y el pescado: percebes, langostas, vieiras, almejas, navajas, berberechos o lubinas son algunos de la lista interminable de productos marítimos que se podrán probar en estas tierras. También el producto vacuno es de calidad extrema, de ahí la famosa ternera gallega.
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Imagen de ricardo
Por Blanca Frontera
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+ infoTres o cuatro comidas en Bruselas
Por Laia Zieger de gastronomistas
Desayuno-brunch en la Maison Dandoy
Se trata de una de las pastelerías más antiguas de la ciudad que abrió sus puertas en 1829. Con una exquisita taza de chocolate caliente podréis degustar un sinfín de dulces típicos de la capital belga: el gofre de Bruselas (más grande, ligero y crujiente), el de Lieja (más dulce y elástico), galletas speculoos (pastelitos secos con especies y canela), pan a la griega (un baguette de pan condimentado con especias y recubierto de grandes granos de azúcar) o sablés (galletas de mantequilla).
Rue Charles Buls, 14 - Bruxelles
Para el almuerzo, rumbo a Chez Lola
Un local trendy, contemporáneo y cosmopolita con platos internacionales elaborados con productos de mercado. A destacar su roastbeef frío servido con mayonesa casera; su foie gras de oca casero o las bouchée à la reine (una masa hojaldre bañada en una salsa bechamel que lleva tacos de diferentes carnes, setas y caracoles). A destacar que en la carta siempre figura una sección dedicada a un producto de temporada cocinado y presentado en múltiples variantes (por ejemplo, época de espárragos, de mejillones, de alcachofas…).
Place du Grand Sablon, 33 - Bruxelles
Para un final de día perfecto, cena en el restaurante La Taverne du Passage
En uno de los rincones magistrales de Bruselas, la Galerie de la Reine (una antigua galería comercial cubierta), es el establecimiento cuya visita es imprescindible porque su carta es una oda a la gastronomía nacional y el local supone un viaje en el tiempo con su interiorismo con una línea de elegancia clásica y el personal luciendo americanas blancas con pajarita negra, tan educados y atentos que parecen sacados de una de estas películas de principio de siglo.
Tres especialidades indiscutibles de La Taverne du Passage son, como no, los mejillones con patatas fritas (tienen distintas recetas de salsa en la carta); las croquetas de gambitas grises, seguramente las mejores de la ciudad; Pero, sobre todo, nos rendimos ante su tartare de buey. Preparado al momento con unas cucharadas de mayonesa casera, solo para probarlo vale la pena viajar a Bruselas.
Galerie de la Reine, 30 - Bruxelles
*Y si en algún momento del día os entra un poco de hambre, rendiros a la tentación de un buen cucurucho de patatas fritas en la Friterie du Café Georgette. La particularidad de esta firma es que fríe las patatas recién cortadas a la antigua, con grasa de buey. Se pueden combinar con una de las decenas de salsas caseras disponibles.
Rue de la Fourche 37/39 - Bruxelles
Más información: Oficina de Turismo de Bélgica: Bruselas y Valonia.
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+ infoTemporada de Biergärten
La cerveza es la bebida más típica de la gastronomía de Múnich y para degustarla cuenta con decenas de Biergärten o jardines de cerveza repartidos por toda la ciudad, en los que se comparte espacio en enormes mesas bajo el sol, se disfruta de la alegría de vivir muniquesa y en los que se puede comer alguna especialidad bávara o traerte tu propia comida pero nunca la bebida.
La temporada de biergarten en Múnich es entre la primavera y el otoño, mientras el sol permite disfrutar de estos tradicionales jardines y otras muchas terrazas al aire libre, que ofrecen alrededor de 180.000 plazas para compartir a cielo abierto.
Entre los más grandes cabe citar las 8.000 asientos del Hirschgarten, con 5.000 el Augustiner en la calle Arnulf y el Paulaner en Nockherberg con 4.000.
Otros puntos de encuentro muy apreciados son los biergarten de la plaza Viktualienmarkt, el que hay junto a la Torre China en el Jardín Inglés o el Waldwirtschaft, donde la música de jazz anima el ambiente.
Augustiner-Keller
Este biergarten lleno de tradición, con más de 5.000 plazas a la sombra de 100 espléndidos castaños, garantiza una experiencia de lo más auténtica. 45 de esos árboles son ejemplares protegidos y están debidamente numerados. El actual Augustiner-Keller aparece citado como almacén de cerveza en un mapa de la ciudad de Múnich que data de 1812. La bodega pertenece a la fábrica de cerveza más antigua de la ciudad, y es un perfecto ejemplo de la tradicional sociabilidad muniquesa y su proverbial hospitalidad.
www.augustinerkeller.de
Arnulfstraße 52 80335 Múnich
Biergarten de la plaza Viktualienmarkt
Puedes comprarte lo que te apetezca para la merienda y consumirlo de inmediato, acompañado de una cerveza de las grandes marcas muniquesas, que se turnan en el suministro de este biergarten situado en el corazón de la capital bávara.
www.biergarten-viktualienmarkt.de
Viktualienmarkt 80331 Múnich
Biergarten de la Torre China
Después de tomar el sol o disfrutar del paseo por el Jardín Inglés, la visita al parque se puede completar junto a la Torre China con una merienda, acompañada de una buena cerveza a la sombra de los castaños, y ambientada los domingos por una banda de viento en directo. www.chinaturm.de Englischer Garten 80538 Múnich
Biergarten de la Staatliches Hofbräuhaus
Sorprende este ameno biergarten de la Hofbräuhaus, alejado del barullo de la gran ciudad, donde disfrutar de la mundialmente famosa cerveza y las delicias culinarias de Múnich en un ambiente muy acogedor.
www.hofbraeuhaus.de
Platzl 9 80331 Múnich
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8 terrazas imprescindibles de Marrakech
La más top
La Mamounia es uno de los hoteles más míticos del planeta, donde se han hospedado actores, la realeza, políticos y un sinfín de rostros famosos. Con sus aires de palacio majestuoso y sus jardines imperiales de más de 8 hectáreas, es un enclave de ensueño que parece sacado de Las mil y unas noches. Aquí encontrareis lujo y esplendor en estado puro, un espacio dedicado a la gastronomía y a la coctelería y un trato exclusivo. Atreveos a cruzar su puerta, eso sí, elegid vuestras mejores galas para no parecer un bicho raro entre tanto glamour, y disfrutad de la terraza del bar, con vistas a un majestuoso oasis natural. La mejor hora para disfrutar de un cóctel (rondan los 15 euros, pero vale la pena el capricho) es cuando finaliza la tarde y la temperatura y luz del atardecer hacen aun más agradable este instante que enamorará a los más hedonistas.
La más popular
Una escalera roja empinada (agarraros a la barandilla para no tropezar y cuidado con la cabeza) lleva de la plaza Bab Ftouh a la azotea del edificio nº 21. Chez ZaZa es un garito popular y de buen ambiente, frecuentado por los marrakechíes. En su pequeña y colorida terraza podréis probar platos tradicionales sabrosos y bien presentados: pastilla de pollo, carnes a la brasa, tajines variados y ensaladas de verduras calientes condimentadas, por un precio medio que no llega a los 10 euros. De día, la terraza os permitirá descubrir desde arriba la divertida agitación del zoco; de noche, disfrutaréis de la puesta de sol sobre las azoteas de la Medina.
La más internacional
Si lo que buscáis es un paraíso en plena agitación, este es el lugar. El Palais Lamrani es un riad rehabilitado por una pareja de franceses que acoge a los visitantes en un entorno exclusivo. Los bonitos jardines de su patio interior son una de las más encantadoras terrazas de la ciudad, donde podréis disfrutar de una comida relajada, romántica y llena de encanto entre plantas y el agradable sonido de la fuente central. Sirven comida internacional y marroquí elaborada con productos frescos (la carta cambia cada semana). También podéis acudir a tomar un café, un cóctel o una copa. Este local es conocido como La Table du Palais y os enamorará.
La más auténtica
La plaza Jemaa-el-Fna se convierte cada noche, y especialmente los viernes, sábados y domingos, en un hervidero. Un inmenso escenario en el que se dan cita los autóctonos y los turistas para disfrutar de un rato festivo, escuchando y viendo los grupos de música y de danza folclórica; comprando ropa y todo tipo de objetos a los vendedores ambulantes; participando en familia en juegos improvisados; o rindiéndose con los cuentacuentos, encantadores de serpientes, curanderos... Pero también para pegarse el festín semanal entre amigos y familiares, alrededor de grandes mesas compartidas entre desconocidos. Hay decenas de puestos de comida donde probar especialidades nacionales como la cabeza de cordero a la barbacoa, entrañas a la brasa, sopa de legumbres, mariscos o repostería árabe. Pero ojo, aunque este lugar seduce por su buen ambiente y su autenticidad, requiere de un estómago todoterreno.
La más solidaria
La Asociación Amal es una organización sin ánimo de lucro que lucha por la integración profesional y la autonomía de las mujeres marroquíes que se encuentran en condiciones precarias. Su sede en Marrakech, en el barrio de Semlalia, sirve de escuela de hostelería a las mujeres que integran su programa, donde aprenden a cocinar y servir de forma profesional. Cuenta con una bonita terraza con jazmines y naranjos cuyas flores desprenden un perfume embriagador, donde probar creaciones marroquíes (mechoui, tajin, couscous…) y de inspiración internacional. ”Todo es casero menos el agua”, según explican. El precio es de 8 euros por persona.
La más famosa
El Hôtel de France es una auténtica institución en la ciudad. Desde su terraza, donde se dan cita locales y turistas, hay magnificas vistas panorámicas a la plaza Jemaa-el-Fna y al conjunto de la Medina. Sentaos aquí, sin prisa, y tomad uno de sus tés a la menta dulcísimos, mientras observáis con toda la tranquilidad el fascinante ambientazo de la plaza, acompañado del son de los tambores y de los cantos coránicos que suenan a la hora del rezo.
La más íntima
En esta terraza, con piscina y tumbonas incluidas, solo pueden acceder los huéspedes del Riad Abracadabra, tanto para desayunar como para tomar una copa o descansar. Y solo por ello vale la pena alojarse en este establecimiento cuyo interiorismo podría protagonizar una editorial de revista de diseño. Todo es paz y buen gusto. Una dirección imprescindible en plena Medina.
El más relajante
Frente a las Tumbas Saadíes, en un marco típicamente marroquí, la terraza del Café Kasbah es perfecta para disfrutar de una agradable comida al aire libre con vistas al impresionante Minarete de la Koutoubia. Simpática y cercana, la atención recibida en este local os dejará tan buen recuerdo como su gastronomía, simple, ligera y tradicional. El lugar ideal para hacer una pausa entre las distintas visitas a los lugares de interés cercanos: el palacio de la Bahía, el de El Badi, las Tumbas Saadíes o el barrio judío.
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Texto y fotos de Laia Zieger de Gastronomistas
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