4 restaurantes con estrella en Mónaco que cualquier gourmet debería probar
Si está entre tus planes visitar la Costa Azul francesa, no olvides hacer una parada en Mónaco. En esta pequeña roca el lujo también llega a la mesa, ya que se concentran un sinfín de restaurantes estrellados. Estas son nuestras direcciones favoritas.
Restaurante Joël Robuchon Montecarlo
Enfundaos en vuestras mejores galas y poned rumbo al restaurante Joël Robuchon de Montecarlo. Inaugurado en el año 2004, fue el primer establecimiento abierto por el chef francés en el Principado al que siguieron los no menos famosos Yoshi (cocina japonesa) y Odyssey (cocina mediterránea). Por su parte, el Restaurante Joël Robuchon Montecarlo,de estética moderna y acogedora, transmite una sensación de refinamiento zen. La cocina abierta y a la vista permite a los comensales apreciar la coreografía de los chefs y pasteleros que ejecutan su arte ante los fogones. Toda una experiencia gastronómica del más alto nivel. También hay que saber que el conocido chef francés ha integrado en su carta un menú sin gluten y otro vegetariano para poder hacer disfrutar incluso a los paladares más sensibles.
Le Vistamar
Si además de una buena mesa quieres disfrutar de una de las mejores vistas de Montecarlo, decántate por Le Vistamar (en el espléndido Hôtel Hermitage Montecarlo), donde el chef Benoît Witzorquesta un concepto gastronómico galardonado con una estrella Michelin. Aquí el enfoque es exaltar los productos con los mejores sabores del Mediterráneo y los platos, deliciosamente originales, responden a la temática “un pescado, una verdura y una cocción” en el marco de diferentes opciones del menú degustación. Una perfecta armonía entre sofisticación y simplicidad. Cabe destacar también la auténtica estrella de la casa: la langosta azul servida con guisantes, cebollitas caramelizadas y una fina espuma infusionada con pato ahumado. Para acompañar el menú, nada como el maridaje que propone el establecimiento con su impresionante bodega de exclusivas referencias del mundo. De lo mejorcito de Mónaco.
Le Louis XV - Alain Ducasse
Le Louis XV, del renombrado chef francés Alain Ducasse, es un mundo fantástico de moderna elegancia que se ubica en el Hotel París de Montecarlo. Y, según los mejores críticos internacionales, un restaurante que ha alcanzado la perfección culinaria. El interiorismo (en el que fascina una impresionante lámpara araña elaborada a mano con más de 800 piezas de cristal únicas) es una demostración de lujo exquisito que rinde tributo a la ‘dolce vita’ de La Rivera, un lugar para el que Ducasse siempre ha expresado su pasión. Y reitera este homenaje a través de su cocina, en la que productos, sabores y colores de la Costa Azul se dan cita. Los pescados son de la lonja, y las hierbas, especias y verduras de la huerta de proximidad y temporada. Esta tradición en el producto viene contrapuesta con una técnica que brinda modernidad y frescura en el plato.
Elsa
Sabores contemporáneos de la Costa Azul elaborados con productos locales y de temporada (la carta cambia cada temporada) pero, sobre todo, ecológicos, lo que ha valido a este establecimiento convertirse en el primero certificado como 100% bio por la normativa europea. Con una estrella en la Guía Michelin, el restaurante Elsa forma parte de la élite gastronómica gracias al talento y creatividad del chef Paolo Sari. Hay tres menús degustación diferentes.
Reserva tu Vueling a Niza, que se encuentra a apenas media hora de Mónaco, y anímate a sacar tu vena gourmet en alguno de estos excelentes restaurantes.
Texto de Laia Zieger de Gastronomistas.com
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De paseo por la Marsella alternativa
Primero las malas noticias: Marsella no es París. A diferencia de su histórico rival, la segunda ciudad más grande de Francia no tiene museos de primer orden, monumentos despampanantes u hordas de japoneses haciendo colas en Louis Vuitton. ¿Las buenas noticias? Pues que Marsella no es París. Acariciada por el Mediterráneo, esta ciudad de sol brillante, población multicultural y suburbios en pleno centro, es un rara avis de tal calibre que se ha ganado a pulso el apodo de Planète Mars (Planeta Marte).
Con uno de los puertos más importantes del Mediterráneo, un urbanismo caótico y una reputación de capital decadente que la persigue desde hace décadas, Marsella es sobre todo el enfant terrible de Francia; una ciudad ruidosa, dinámica y llena de contrastes, dónde los mercados callejeros inundan la calzada, los graffitis cubren las paredes, el olor a salitre impregna la ropa, y el Olympique de Marsella es la argamasa que lo une todo.
Apartada de los destinos turísticos habituales, las tornas han cambiado desde que en 2013 fuera elegida Capital Europea de la Cultura. Zaha Hadid, Jean Nouvel y Norman Foster, todos tiene sus edificios vanguardistas en el flamante frente marítimo. Pero la vida bohemia se encuentra tierra adentro, y es allí dónde nos dirigimos. Con un mapa en el bolsillo, ¡empezamos un tour urbano-bobo-alternativo por la capital de la Provenza!
En La Friche la Belle de Mai
Una antigua fábrica de tabaco en la estación Saint-Charles es el centro cultural más activo de Marsella. ¡Hemos llegado a La Friche! Espacios de exposición, residencias de artistas, teatro, rampas de skate, e incluso una guardería se mezclan aquí. Un todo en un uno híbrido y en flujo constante, volcado en la creación actual dónde el espíritu comunitario está a la altura de su extenso programa.
Sube a la azotea, las vistas de la ciudad son espectaculares, y su inmensa terraza se llena hasta la bandera en verano, acogiendo fiestas con DJs invitados y cine al aire libre los domingos. Durante el resto del año la música no cesa, y en Le Cabaret Aléatoire hay sesiones que van del rock al hip-hop.
Si tienes hambre, dirígete a La Salle des Machines, un bar-librería dónde puedes tomar un café au lait mientras hojeas el catálogo de las últimas expos. Pero si lo que quieres es comer, Les Grandes Tables es tu sitio; aquí el menú cambia cada día pero nunca falta el clásico steak tartar ni la ensalada César; los lunes se instala un mercado de productores locales, y ya sabéis que para esto de los mercados los franceses no tienen rival.
En el exterior, bordeando las naves y con los TGVs pasando a ras, un parque urbano con paredes de graffitis anuncia que ‘Skateboarding is not a crime’. Aquí, los skaters hacen sus trucos, mientras otros juegan a basquet, escalan en el rocódromo, juegan en la zona infantil o trabajan en el huerto comunitario. Y es que Marsella es esto, un magma heterogéneo dónde todo y todos se mezclan.
Unos metros al oeste, entre las calles laberínticas de La Belle de Mai, se abre paso Le Gyptis Cinéma. Su programa (¡en versión original!) es tan ecléctico como la misma ciudad; aquí se proyectan ciclos temáticos, clásicos, títulos imposibles de encontrar en Internet y pelis para niños. Su fachada ha sido colonizada por retratos de los habitantes del barrio, resultado de un proyecto de street art colectivo que pone cara a las gentes del lugar.
Y con esta imagen en la retina, tomamos rumbo hacia el Cours Julien, el núcleo duro de la movida urbana marsellesa.
Alrededor del Cours Julien: Street Art & Urban Vibe
Alternativo, desenfadado y colorista. El Cours Ju, como lo llaman los locales, es el barrio del momento. Coge el metro hasta Notre Dame du Mont, ¡la subida desde el puerto es de infarto! Distrito de artistas, músicos y diseñadores, y bastión tomado por la modernísima comunidad bobo (término con el que los franceses designan a los burgueses-bohemios), el Cours Ju es un sin fin de cafés de moda, restaurantes de todo tipo, tiendas vintage, y calles inundadas de graffitis a todo color.
Y es que ningún otro lugar del ‘Hexagone' exhibe un despliegue de arte urbano de tal envergadura. Innumerables murales colonizan las fachadas de la Rue Vian, Pastoret y Bussy l’Indien con temas reivindicativos de corte social, referencias a la cultura pop, o anuncios de los cafés que se esconden en su interior. No en vano, el street art en Marsella es parte de su ADN urbano, rebelde y multicultural tanto como su archiconocido hip hop, y prueba de ello es éste trepidante vídeo a ritmo de rap local.
Ante semejante telón de fondo, galerías de arte, terrazas, cafés y comercios alternativos que venden desde ropa a los artículos para el hogar, inundan cada metro cuadrado del Kreuzberg marsellés. Lo mejor: perderse por el caótico entramado de calles peatonales y dejarse llevar por su ambiente relajado.
En el mismo Cours, la multifacética concept-store Oogie vende ropa y libros, sirve comida y alberga una peluquería dónde se celebran fiestas con DJs. Muy cerca, La Licorne produce jabones usando técnicas tradicionales. Y en la Rue Trois Frères Barthélémy, la microcervecería Brasserie de la Plaine vende cervezas artesanas y tiene un bistro dónde devorar la ‘Formule du Jour’ -el menú del día que normalmente incluye un entrante, un plato y el postre por unos 10€- con cocina de mercado.
El sitio cool por antonomasia es el WAAW, en la Rue Pastoret. A medio camino entre bistro y centro cultural, el WAAW acoge desde presentaciones a talleres de serigrafía, y es el mejor sitio para hacer una parada técnica, tomar el plato del día, o encarar la noche con un ‘pastís' o un ‘rosé’ a la hora del popular apéro -aperitivo alcohólico que se toma antes de cenar.
Por la noche se da paso a las copas y la música. En la plaza Jean Jaurès, L’Intermédiaire es uno de los mejores locales con música alternativa en vivo y DJ Sets. Justo al lado, Au Petit Nice ofrece un montón de cervezas en un patio interior dónde pasar las horas. Y en La Dame Noir los hipsters hacen cola para entrar en el club más cotizadode la zona.
Pero por si no hubiera suficiente, un mercado de productores locales se instala en el Cours Ju cada miércoles por la mañana; los domingos es el turno de los sellos; y el segundo sábado del mes se venden libros de segunda mano. El mercado de La Plaine, en la plaza Jean Jaurès, vende fruta, verduras, queso, pescado, comida para llevar, zapatos baratos y accesorios de toda clase cada martes, jueves y sábados por la mañana, mientras que los miércoles es el día de las flores.
¡Y es que el Cours Ju tiene un ‘no sé qué’ especial que engancha! Anímate a conocer la Marsella más cosmopolita y reserva tu Vueling aquí!
Texto de Núria Gurina i Puig para Los Viajes de ISABELYLUIS
Fotos de Caroline Dutrey, Coralie Filippini, JeanneMenjoulet&Cie, marcovdz, Pop H
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