En busca de la mejor heladería de Roma
Visitar el Coliseo, perderse por los Museos Vaticanos o disfrutar de largos paseos por el Tíber son algunos de los planes imprescindibles en tu visita a Roma. Si además eres amante de la comida italiana, las múltiples osterias y tratorías de la ciudad te permitirán degustar todo tipo de pizzas y pastas y volverte loco con la inmensa variedad de postres italianos.
Pero junto con los milenios de historia y la exquisita tradición culinaria, si por algo es conocida también Roma es por ser uno de los mejores lugares de Europa para comer helado. Atrás quedó eso de que el helado es solo para el verano. Durante todo el año las heladerías italianas reciben miles de turistas y locales que quieren disfrutar del sabor único del verdadero gelato italiano. Bastan uno, dos o hasta tres sabores y el toque de la irresistible panna (nata) por encima para llevarte una experiencia que no podrás olvidar.
No es complicado encontrar un buen helado en la ciudad, pero la oferta es muy grande y también es fácil que te vendan gato por liebre. Para que vayas sobre seguro, te recomendamos las cinco heladerías imprescindibles de la bella, grande y eterna Roma.
1. Giolitti
Clásico entre los clásicos, esta céntrica y famosa heladería es la responsable de que Audrey Hepburn y Gregory Peck comiesen helado en la película Vacaciones en Roma. En activo desde el año 1900, es fácil reconocer este lugar, pues siempre está atestado de gente. Los helados se producen a partir de ingredientes 100% naturales, y eso se nota. Via Uffici del Vicario, 40
2. Old Bridge
El nombre inglés de este establecimiento no es más que una excusa para probar uno de los helados más tradicionales de la ciudad. Sin aditivos ni artificios, los helados de Old Bridge son bien conocidos y es fácil salir del lugar con un cono de tres sabores coronado por una buena cucharada de nata casera. Viale dei Bastioni Di Michelangelo, 5
3. Otaleg
Con el obrador a la vista, en Otaleg puedes ver cómo se fabrica el helado artesanalmente. Su decoración sofisticada envuelve el entorno perfecto para disfrutar tanto de los sabores clásicos como de propuestas más arriesgadas, como un helado de queso y pimienta. No te vayas sin probar el helado de melón y frambuesa. Viale dei Colli Portuensi, 594
4. Gelateria della Palma
Más de treinta años abalan el exquisito trabajo de esta heladería. Con una carta que supera los 150 sabores y siempre fieles a la prima de ingredientes frescos y de alta calidad, la Gelateria della Palma no decepciona nunca. Pero el lugar no tiene solo helados, también te recomendamos que pruebes la cassata (tarta tradicional siciliana a base de ricotta, azúcar, bizcocho, mazapán, fruta confitada y azúcar glas), los bombones o su famoso tiramisú. Via della Maddalena, 19-23
5. Da Quinto
Próxima a Piazza Navona, Da Quinto abrió sus puertas en 1915 y es otra de las heladerías más conocidas del centro de la ciudad. De sus paredes cuelgan decenas de fotos de los personajes famosos que la han visitado. Una de sus especialidades es el helado de chocolate con naranja. Una delicia. Via di Tor Millina, 15
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Rennes, sorpresa bretona
Pasear por Rennes, capital de Bretaña, es volver por un momento a la época medieval sobre todo por la gran cantidad de casas con entramado de madera que todavía se conservan en las calles del casco histórico. Este material, que fue muy popular en esta región hasta mediados del siglo XVII, fue sustituido por la piedra a raíz del gran incendio que tuvo lugar en Rennes en el año 1720 y que quemó más de 900 casas del centro de la ciudad. No obstante, todavía quedan muchos ejemplos de edificios de madera en las calles anexas a la Rue de Chapitre y en la plaza Champ-Jacquet, en donde se alza la estatua de John Leperdit, quien fuera alcalde de Rennes durante la Revolución Francesa.
Rennes es una ciudad con bellos rincones y uno de mis preferidos es la Place des Lices, donde las terrazas, cuando llega el buen tiempo, están abarrotadas de gente. En verano, los atardeceres en Bretaña son infinitos y el sol no se esconde hasta pasadas las diez de la noche. Este lugar, donde hace siglos se celebraban las justas medievales, es conocido también por su mercado, el segundo más importante de Francia, en el que se dan cita más de 300 productores locales y regionales.
Dos de los símbolos del pasado medieval de Rennes son la torre Duchesne y las Puertas Mordelesas, que pertenecían a la muralla que rodeaba la ciudad en el siglo XV. Muy cerca se encuentran la Catedral de Saint-Pierre, de estilo neoclásico, y la Basílica de Saint-Sauveur, dos ejemplos destacados de arquitectura religiosa en la ciudad.
El incendio de principios del siglo XVIII marcó un antes y un después en el urbanismo de Rennes. A partir de entonces todos los edificios se empezaron a construir con piedra como el Ayuntamiento, proyectado por el arquitecto real, Jacques Gabriel, que lo construyó para ser inmortal.
Otra de las paradas indispensables en una visita a Rennes es el Palacio del Parlamento Bretaña, en cuyo interior hay salas profusamente decoradas que merecen la pena descubrir ya que son exponentes del arte pictórico del siglo XVII en Francia. Este edificio es un emblema de la histórica región de Bretaña, que tiene cultura e idioma propios. Este último todavía se puede ver en algunas calles de Rennes que están rotuladas en francés y en bretón, la única lengua céltica que ha sobrevivido más allá de Gran Bretaña e Irlanda.
Rennes es una ciudad en la que el arte contemporáneo está muy presente. Algunos ejemplos son la fuente de Parmiggiani, el Cap Mail del prestigioso Jean Nouvel, el edificio Quai Ouest de Christian Hauvette o los Champs Libres (Campos Libres) de Christian de Portzamparc, un conjunto distribuido en tres espacios: el Museo de Bretaña con una superficie de 2.000 metros cuadrados, la biblioteca de seis pisos, y el espacio de las ciencias y planetario. Rennes también cuenta con una gran pinacoteca en el Museo de Bellas Artes, antiguo palacio universitario proyectado por Vincent Boullé, en la que hay obras de Rubens, Veronese o Picasso, entre otros. En lo que a música se refiere, Rennes es muy conocida por Los Transmusicales, un festival que desde hace 32 ediciones ofrece una selección detallada centrada en el eclecticismo y las nuevas propuestas musicales.
Por último, un lugar muy agradable es el Parque del Thabor, una de las zonas verdes más importantes de la capital de Bretaña, que perteneció a los frailes de Saint-Melaine. En este jardín afrancesado de diez hectáreas se pueden ver una pajarera, rosaledas, estatuas e invernaderos, entre otros atractivos. Los domingos de mayo y junio tienen lugar concurridos espectáculos gratuitos de comedia musical y danza.
Rennes es una ciudad con muchos encantos y que se puede descubrir perfectamente en un fin de semana. Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto de María Jesús Tomé
Fotos de María Jesús Tomé / Oficina de Turismo de Rennes
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El Londres más spanish
Así como en Londres confluyen todas las cocinas del mundo, la española no podía ser una excepción. No lo es desde hace un tiempo, cuando un puñado de chefs emigraron con la intención de quedarse. Aquello fue sólo el principio. Ahora la gastronomía spanish está más que asentada. En grandes casas y por medio de grandes nombres. La presa o la paleta ibéricas, el chorizo o el pollo al chilindrón ya no necesitan traducción. Como tampoco necesitan presentaciones Juan Mari Arzak, Nacho Manzano, Eneko Atxa o Dabiz Muñoz. Ni siquiera Albert Adrià o los hermanos Roca, aunque sus proyectos en Londres (el primero en el Café Royal, los segundos en la primera parada de su próximo tour) sean por ahora efímeros. El presente ofrece bocados para el refugio exento de nostalgia. El futuro resulta igualmente apetitoso.
Con estrella. Ametsa, el restaurante bajo la tutela de Juan Mari y Elena Arzak, es el primer español en conseguir una estrella Michelin en Londres a los pocos meses de abrir. Ofrece cocina creativa de raíz vasca en formato tapa con el té de las cinco, pero también un completo menú de mediodía para comer por pocas libras y un menú degustación que es un desfile de platos sin mácula. La bodega demuestra una especial sensibilidad por los vinos con alma y las referencias españolas.
Con barra. Entre los diferentes BarraFina de Nieves Barragán, donde ya es habitual hacer cola para probar sus tapas de cocina regional española, y la de Donostia, con pintxos y demás guiños a la mejor cocina vasca, no lo tendrás fácil para elegir dónde picotear con gusto a un precio razonable. Si te va la cocina a la parrilla, opta por el Lurra.
Con historia. Con cuatro locales en Londres y los que están aún por venir, los restaurantes Ibérica de Nacho Manzano evidencian el tirón y la solidez de la cocina tradicional española. Productos con denominación de origen, buenas raciones y un interiorismo envolvente son las claves del éxito de un sello que llega incluso a Manchester y Leeds.
Con solera. Con un equipo de chefs formado junto a grandes referentes de la alta cocina española, el Alquimia se erige como el local imprescindible donde degustar un buen arroz en Londres. Todos, paellas incluidas, se elaboran para dos personas a partir de productos que surten también el resto de la carta.
Con clase. En pocos lugares tiene tanto peso y arraigo la cultura coctelera como en Londres. Javier de las Muelas y sus signature cocktails (cócteles de autor) tenían por tanto que estar en la ciudad. El Dry Martini London del Meliá White House dispone de un plantel admirable de cocteleros que incluso idean tragos temáticos en la cocina anexa habilitada para la experimentación.
Junto a estas propuestas, hay que tener también en cuenta la esperada apertura del StreetXo londinense y el restaurante que Eneko Atxa abrirá en verano en el One Aldwych Hotel de Convent Garden.
Dónde dormir:
The Halkin By COMO. Este hotel es sinónimo de autenticidad y distinción. Rodeado de embajadas, en una localización tan tranquila como cercana al bullicio comercial en torno a Harrod’s, sus espaciosas habitaciones son de lo más codiciado. Amenities (comodidades) de lujo y desayuno a la carta son otras de sus singularidades.
IHG London Park Lane. Si lo que quieres es dormir como un rey, nada mejor que alojarse en esta antigua residencia real a dos pasos de Hyde Park. Bar, restaurante y habitaciones cuentan con envidiables vistas y una reseñable decoración floral.
Meliá White House. Vecino al Soho y a notables atractivos turísticos, la arquitectura de este hotel constituye por sí sola un reclamo de interés. Las habitaciones reformadas y el acceso a The Level Floor te harán disfrutar aún más de la estancia.
Texto de Belén Parra de Gastronomistas
Imágenes cedidas por los establecimientos
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Submarinismo en Menorca. Un mundo de sorpresas
Con la llegada del verano, muchos son los que se animan a la práctica del submarinismo. Nada es comparable a la agradable sensación de calma que produce bucear en cristalinas aguas y entre especies únicas mientras descubres toda las maravillas que los fondos marinos esconden. Una emocionante experiencia que está al alcance de todo el mundo.
Si ya eres un consumado experto, descubrirás en Menorca una amplia variedad de posibilidades. Si te inicias ahora, en los centros de buceo y submarinismo que se encuentran repartidos por toda la isla, te enseñarán las técnicas y procedimientos para hacer un desarrollo progresivo, poniendo a tu disposición los mejores medios.
El descenso a las maravillosas profundidades marinas de Menorca es una experiencia única. Sus aguas cálidas y transparentes y sus coloridos entornos, nada tienen que envidiar a las playas del Caribe.
En el norte de la isla de Menorca, en el tramo comprendido entre Cap Gros y Sa Punta des Morters en la Mola des Fornells, se encuentra la Reserva Marina, una zona muy cercana a la costa que no supera los 30 metros de profundidad. Un paisaje espectacular con especies marinas únicas, cuevas y galerías naturales y restos de naufragios.
En esta Reserva Marina hay zonas de especial interés para la inmersión submarina, como S'Illa des Porros (o illa de Sanitja), con una costa sin edificaciones y un fondo marino en el que abunda la fauna, como los grandes meros, barrucadas, dentones y falsos abadejos. También restos de embarcaciones que han sucumbido a sus aguas. Accesible para todos los niveles ya que, su parte menos profunda no llega a los 8 metros y la más profunda llega a los 30 metros.
En Cala en Morts se encuentra el llamado Queso Suizo, que recibe su nombre por las numerosas galerías que lo forman y que se comunican entre sí. Una bonita inmersión por los rayos de luz que penetran hasta ellas y que crean un hermoso juego de luces y contraluces.
Es Pont d'en Gil es el nombre de un puente natural que queda colgado en los acantilados en medio del mar. Se encuentra cerca de Ciutadella y puedes adentrarte en sus aguas para llegar a Sa Cigonya, una preciosa cueva, de unos 200 metros, llena de estalactitas y estalagmitas. A través de ella se accede a una bóveda con una playa de arena fina.
Al sur del puerto del Maón existe un paraíso para el buceo. Son los fondos que rodean la Illa de l'Aire con sus rocosos arcos y abundante fauna. A unos 20 metros, bajo el islote de Cagaires descubrimos todo un sistema de galerías naturales con paredes recubiertas de coral, anémonas y esponjas en los que se refugian los meros, congrios y morenas. Las aguas de La Illa de l'Aire han acumulado algunos de los restos de desastres de siglos de navegación. En sus arenas y rocas todavía se pueden apreciar algunos de estos objetos como anclas, balas de cañón y otras piezas de artillería.
Si quieres conocer más sobre las posibilidades que ofrece Menorca para la práctica del submarinismo, con excursiones para todos los gusto y niveles, échale un vistazo a esta guia.
Imágenes de buenaventuramenorca.com
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