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Moscú en Rojo

El 8 de diciembre de 1991 Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk  y Stanislav Shushkiévich  sellaban el tratado de Belavezha. Establecido en 1922 tras el triunfo de la Revolución de Febrero, aquel pacto firmado por, respectivamente, los presidentes de la RSFS de Rusia, RSS de Ucraina y RSS de Bielorrusia suponía la disolución de la URSS. Capital del extinto “Imperio Rojo”, 25 años después del deceso de la utopía comunista, del Búnker 42 al Parque de las Estatuas caídas, Moscú aún esconde diversos rincones que evocan aquella grandeza proletaria.

Búnker 42

En el corazón de Moscú, junto a la estación de metro de Taganskaya, en el edificio 11 del número 5 de la calle Kotelnicheski, a 65 metros bajo tierra se esconde el Búnker 42. Custodiado y mantenido durante décadas por una nómina de más de 600 soldados y funcionarios, el 42 era el refugio de altísima seguridad destinado a los cargos destacados del partido en caso de ataque nuclear. Actualmente parte del Museo Central de las Fuerzas Armadas, se puede circular por sus interminables túneles secretos, comprobar su por aquel entonces sofisticado trazado de comunicaciones e incluso adentrarse en el estudio de Stalin.

Casa Blanca de Rusia

Testimonio privilegiado de la caída de la Unión Soviética. Siguiendo los planos diseñados por los arquitectos Dmitry Chechulin y Pável Shteller, la Casa Blanca de Rusia, respuesta roja a su homónima yanqui, se empezó a levantar en 1965. Su construcción finalizó en 1981, convirtiéndose en la sede del Poder Legislativo de la República Socialista Federativa Soviética Rusa (RSFSR), el Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia hasta 1991. Frente a sus puertas, Borís Yeltsin plantó cara a los tanques soviéticos que se habían levantado contra el entonces presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov, acto que significó el principio del fin del régimen comunista. 

Centro Panruso de Exposiciones

Presidido por un cohete Vostok R-7 8K72, en la actualidad centro de convenciones y parque de atracciones, fue uno de los principales reclamos turísticos de Moscú durante la era comunista. Erigido en 1939 como una exposición agrícola, con el tiempo acabó transformándose en un inmenso parque destinado a la exaltación y glorificación de los logros económicos, científicos y tecnológicos de las diferentes repúblicas que conformaban la Unión Soviética.

Stolóvaya Número 57

Son diversos los restaurantes que 25 años después rememoran la gastronomía soviética. Ya en las iconográficas galerías GUM sobreviven dos clásicos de aquella época como el Festivalnioye Café y el Stolóvaya Número 57. Junto a éstos, locales como el Detir Ayka (Bulevar Nikitski, 25), responsables de un menú comunista compuesto por  exquisiteces proletarias como compota, sopas, o gachas de sémola, regado con chupitos de vodka, o GlavPivTorg, local ubicado en el edificio del antiguo Ministerio de Transporte, en el que, además de su oferta culinaria de tintes rojos, destaca una extensísima biblioteca que guarda las obras completas de prohombres del comunismo como Marx, Engels o Lenin.

Las Siete Hermanas

Dibujan una de las imágenes más características del horizonte urbano de Moscú. La Universidad Estatal de Moscú, el Hotel Ucrania, el Edificio de viviendas en Kotélnicheskaya Náberezhnaya, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, el Edificio de la plaza Kudrinskaya, el Hotel Leningrado y el Edificio de la Plaza de la Puerta Roja conforman Las Siete Hermanas o Los Rascacielos de Stalin. Siete edificios de estilo barroco y gótico ruso, que deberían haber sido ocho de haberse levantado como estaba previsto el palacio de los Sóviets, construidos entre los años 40 y 50 para conmemorar el VIII centenario de la fundación de la ciudad.

Mausoleo de Lenin

La Plaza Roja, escenario de aquellos imponentes y solemnes desfiles del ejército rojo, acoge el mausoleo con el cadáver embalsamado de Vladímir Lenin. Construida por orden del Gobierno soviético en 1924 después de la muerte del padre de la revolución, la tumba fue diseñada por el arquitecto Aleksei Xtxúsev, quien se inspiró en la pirámide de Zoser en Egipto y en la tumba de Ciro el Grande en Pasargada. Aunque Borís Yeltsin intentó clausurarlo, el Mausoleo de Lenin, sigue abierto al público y de forma gratuita los martes, miércoles, jueves y sábados desde las 10 de la mañana hasta la 1 de la tarde.

Metro de Moscú

Por su precio, realmente barato, y por su frecuencia, un tren cada 40 segundos en hora punta, el metro es la mejor manera de moverse por la capital rusa. Más allá de su eficacia, el subterráneo moscovita también es una auténtica y muy impresionante obra de arte. Inaugurado en 1935 uniendo en su primera línea las estaciones de Sokólniki y Kíevskaya, por su majestuosidad, sublimación estética aún intacta, es un auténtico palacio del proletariado.  

Museo del FSB

Oficialmente se le denomina el Museo del FSB (acrónimo del Servicio de Seguridad Federal), pero desde su apertura en 1989 es popularmente es conocido como el Museo del KGB. Ubicado en la antigua sede del Comité para la Seguridad del Estado (KGB) en la plaza Lubyanka, a través de objetos de espionaje que parecen sacados de la serie The Americans (artefactos explosivos, cámaras fotográficas escondidas en latas de cerveza…) el museo del FSB os transportará a los días de la Guerra Fría y los agentes infiltrados en territorio enemigo.

Museo de Máquinas Recreativas Soviéticas

La juventud soviética también se entretenía con máquinas recreativas, aunque evidentemente, todas eran de facturación rusa (y extremadamente caras, ya que  costaban entre 2.500 y 4.000 rublos). Propulsado por tres nostálgicos de las arcades comunistas, el Museo de Máquinas Recreativas Soviéticas reúne, entre muchas otras, joyas de la época como mini boleras, máquinas de matar marcianitos (imaginamos que de ideología capitalista) y el popular juego de hockey sobre hielo “shaibu-shaibu”. Un completo viaje en el tiempo en el que para entrar primero hay que cambiar treinta rublos por tres de los antiguos kopeks soviéticos. La colección sigue creciendo.

Parque de Esculturas de Krymsky Val

Las colosales estatuas de los líderes comunistas fueron una de las imágenes más características de las plazas y parques de las urbes soviéticas. Magnas tallas que fueron desapareciendo del entorno urbano con la caída de la URSS en 1991. Infinita colección de efigies y esculturas que han encontrado exilio en el parque de estatuas del museo Krymsky Val. Un catálogo de más de 700 estatuas talladas en piedra o bronce, donde destaca el “Felix zhelezny”, monumento en honor al revolucionario Felix Dzerzhinsky, primer director de la Cheka. Junto a este, lógicamente, diversos Lenins y Stalins imperiales ajenos al paso del tiempo.

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Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de  Kirill Vinokurov, Dennis Jarvis, David Orban, Rob, Jason Eppink, Helena Volkova

 

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Langstrasse, Im Viadukt y otras joyas de Zúrich

Zúrich, a primera vista, parece la ciudad del dinero y de la banca privada, de los zapatos bonitos y de la educación máxima, la ciudad del lujo y de las compras, de los lagos y los parques. Pero también es una ciudad con propuestas culturales muy interesantes y de diseñadores atrevidos.

Una buena referencia para localizarte en Zúrich es laHauptbahnhofo lo que es lo mismo, la estación central de trenes. La estación central de trenes es una enorme estación que te trae y te lleva al aeropuerto, por ejemplo, y donde podrás coger tranvías y autobuses urbanos para desplazarte por la ciudad. En la capital suiza, el transporte público es la mejor opción. Olvida los taxis si no quieres pagar sobre los 30 euros por trayecto. Hablando de euros, la moneda suiza es todavía el franco suizo por lo que te va a costar pagar en euros. Te recomendamos usar la tarjeta siempre que puedas. El coste de la vida en Suiza es aproximadamente dos veces y media la española por lo que, por poner un ejemplo, un desayuno de café con leche y croissant te costará sobre los ocho euros.

Cerca de la estación central se encuentra la vieja Zúrich, cruzando el río Limmat. Calles peatonales de adoquines y muchas librerías para un perfecto paseo por la zona.

Posteriormente me dirijo a Langstrasse, entre los distritos 4 y 5, lugar que me recomienda fervientemente un amigo suizo porque es donde están las propuestas más modernas y atrevidas.

Langstrasse era una calle con aire arrabalero, si se puede utilizar este adjetivo referido a esta lujosa ciudad, donde todavía queda algún cine erótico y presuntamente algo de decadencia, pero la verdad es otra totalmente distinta. Langstrasse es la calle donde encontramos ofertas culturales tan originales como Perla-Mode. Entro y me dejo seducir por el discurso de Stefan. Perla-Modees, según sus palabras, un colectivo de artistas que han tomado el local en el número 84 de la calle Langstrasse para desarrollar arte contemporáneo, pensamiento y cultura. Hay unas salas diferenciadas donde cada artista expone sus proyectos, donde se suelen hacer tertulias y charlas sobre cultura, arte y antropología y alberga, además, un cine improvisado construido con antiguos asientos de estadio de futbol y palés de madera donde pasan películas que luego comentarán en una sala pequeña. Una maravilla. E lPerla-Mode está constituido por el Corner College y por Motto Books donde disponen de multitud de libros y revistas de arquitectura, fotografía o diseño de distintos rincones del mundo. Stefan me comenta que hay intenciones de derribar el edificio para construir viviendas y que seguramente en febrero del 2012 ya no exista másPerla-Mode. Si te encuentras en la ciudad estos fías, vale la pena acercarse a conocer a este colectivo de artistas que allí tienen su residencia.

Justo delante del Perla-Mode, me encuentro con Soho, una enorme tienda de ropa erótica y complementos varios de fetiche, botas de cuero y como me dice Sonja, la chica que atiende cuando entro en la tienda, cosas para hacerte la vida menos aburrida.

Continúo paseando por Langstrasse y descubro muchas más tiendas, unas más interesantes que otras. Voy en dirección a Joseffstrasse, según indicaciones que me dan los habitantes de Zurich. En el camino por Langstrasse, hay de todo: zapaterías, tiendas de comida, quioscos, tiendas de moda.

Cafe Bistro foifi 30, Zurich

Antes de pararme a comer en un lugar que me han recomendado, el café Bistro Föifi 30, situado en el 48 de la calle Josefstrasse, me acerco a una curiosa tienda, Senior Design Factory. Entro seducido por el escaparate y hablo con una de sus creadoras Deborah Biffi y me cuenta la historia del proyecto de diseño social que emprendió en el 2008 junto a su socio Benjamin Moser. La historia de Senior Design Factory nace de un proyecto de final de carrera que decidieron pasar del papel a la realidad y se materializó en el actual espacio en el que me encuentro. El proyecto busca trabajar junto a personas ancianas de no menos de 75 años. Trabajan con ellos en la creación de cosas manuales de elaboración y diseño propio. Toda la sabiduría y la experiencia que otorgan los años plasmada en objetos de decoración magníficos. Hay cosas sorprendentes: desde objetos de cocina a lámparas u objetos de decoración de la casa. La lana es uno de los elementos que más destaca en la colección de objetos que ponen a la venta. Los sábados se realizan talleres que los mayores imparten a los jóvenes tratando de explicar los secretos de su creatividad.

La tienda y la función social de la misma me ha fascinado y he estado charlando largo y tendido con Deborah. Cuando salgo veo que el caféBistro Föifi 30está a tope y me recomiendan un restaurante turco, Bar Valentinsen en la calle Gasometerstrasse. Después de comer algo, bajo por Josefstrasse en dirección al viaducto. Me han dicho que hay cosas muy interesantes por allí. Y la verdad es que sí.

Josefwiesse, Zurich

Antes de llegar al viaducto me encuentro con Josefwiesse, un estupendo parque donde juegan padres con sus hijos y donde poder tomar algo mientras los niños corren por el parque. Un rincón de montaña en plena ciudad.

Justo salgo de joseffwiesse,y me encuentro con el famoso viaducto. Está pegado al parque y se llamaIm Viadukt, en la calle Viaduktstrasse. En cada puente del viaducto, descubres tiendas de moda, bares y comercios varios. Voy a chafardear un poco y entro enFamous Ape. Una tienda original suiza que tiene dos establecimientos: el de Zúrich, donde me encuentro, y otro más en Geneva. Anina me cuenta un poco de la tienda y me deja echar un vistazo. Goyagoyaes otra de las tienda que descubro. Ropa femenina de diseñadores alemanes y algunas marcas difíciles de encontrar porque su producción es casi artesanal. 52 locales distintos y un mercado, el MarktHalle. Accesorios y bicicletas enVelos, ateliers como el deDaniel Blunschi, flores en Marsano, peluquería y tienda de ropa como es el caso de Fashionslaveo bares de moda como el Ambrossi Coffee Bar.

Im Viadukt, Zurich

Dejo la zona para ir al Cabaret Voltaire, templo del dadaísmo y visita ineludible en Zúrich. Antes me paro para contemplar el gran lago de Zúrich, y me siento en un banco, como muchos locales, a ver los patos, los Alpes al fondo y el perímetro de la ciudad rodeando el lago.

El Cabaret Voltaire huele a historia. De hecho, conserva una sala donde se hacen exposiciones y performances que mantiene vivo el espíritu que dio origen al movimiento Dadá. Me gusta y me tomo una cerveza en el bar del Cabaret Voltaire. Antes de dejar el centro cultural, paso por la tienda para comprar un pedazo de historia en forma de recuerdo.

Cabaret Voltaire, Zurich

Por la noche, voy a tomar unas cervezas al Sihlcity donde se levanta un centro de ocio que ha nacido de las ruinas de una antigua factoría. En el centro de la plaza todavía conservan la característica chimenea que le da el aire industrial que requiere el entorno. Hay hoteles, tiendas, restaurantes y una discoteca y sala de conciertos, elPapiersaal, donde tomar unas copas de noche.

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