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Descubriendo el Carnaval de Milán

Milán es conocida por ser una de las ciudades con mayor desarrollo económico de Italia, y por ser una de las capitales del diseño y de la moda internacionales. Inevitablemente, cuando pensamos en viajar a esta increíble ciudad los hacemos con la idea de acudir a alguna de sus grandes citas de la moda, recorrer su inabarcable Salón del Mueble o para sorprendernos con los escaparates de sus fabulosas tiendas, y dejarnos una fortuna en “trapitos”, en el caso de que nos lo podamos permitir.

También los hay que acuden a Milán tras su faceta más cultural, visitando sus monumentos más emblemáticos, como el Duomo o el Castello Sforzesco; deleitándose con las obras de arte que albergan la Pinacoteca de Brera, la Pinacoteca Ambrosiana o el Museo del Novecento; adentrándose en la iglesia de Santa Maria delle Grazie para ver uno de los iconos de la Historia del Arte, La Última Cena de Leonardo da Vinci; y poniéndose sus mejores galas para asistir a una ópera en el icónico Teatro alla Scala.

El Carnaval Ambrosiano

Lo que no es menos conocida es una de sus facetas más lúdicas y divertidas de Milán, y es la de su carnaval. Normalmente, cuando se habla de los carnavales italianos se suele hacer referencia a los dos más populares del país: el de Venecia, con sus magníficas máscaras y espectaculares disfraces de época, en un escenario mágico como el que proporciona esta ciudad; y el de Viareggio, que no deja de sorprender a sus visitantes con su desfile de carrozas, auténticos ingenios de la mecánica.

El carnaval Ambrosiano, que es como se lo denomina, para empezar cuenta con una peculiaridad que lo distingue del resto de los carnavales, y es su duración. El carnaval suele finalizar el Martes de Carnaval - conocido en otros países como el Mardi Gras- que da paso al Miércoles de Ceniza, día en el que empieza la Cuaresma. En el caso del de Milán se prolonga cuatro días más, hasta el sábado, también conocido como el Sabato Grasso. Y todo esto no sucede por capricho, sino que tras ello hay una leyenda que ha logrado perdurar en el tiempo. Se dice que estando el obispo San Ambrosio, patrón de la ciudad, realizando un largo peregrinaje por tierras lejanas, solicitó que alargasen el Carnaval en la ciudad hasta su regreso, para así poder estar con todos en la celebración del inicio de la Cuaresma.

Como todo carnaval que se precie, cuenta con desfiles y pasacalles, donde el colorido, la música y el ambiente festivo son sus principales protagonistas. El sábado, y como gran broche final a las fiestas, tiene lugar un gran desfile que culmina en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad, la plaza del Duomo.

Otro de los aspectos que le da un talante especial a este carnaval es uno de sus disfraces más populares, el de Meneghino. Del mismo modo que el Arlequín es típico de Bérgamo o el Pantaleón lo es de Venecia, Milán cuenta con su propio personaje, extraído de comedia del arte italiana. Por el sombrero de tres puntas lo reconocerás.

Entre los dulces típicos que toman los milaneses para estas fechas están los chiacchiere y los bugie, unas sencillas pastas fritas realizadas con harina y recubiertas con azúcar en polvo, perfectas para reponer fuerzas entre fiesta y fiesta.

¡Ponte la máscara y viaja a Milán a disfrutar de su Carnaval!


Texto de ISABELYLUIS Comunicación

Imágenes de gnuckx

 

 

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Un paseo por la bella Amberes

Situada a 50 kilómetros de Bruselas, Amberes en uno de esos lugares de parada obligatoria si te aventuras a recorrer tierras flamencas. En ella encontrarás todos los ingredientes para disfrutar de una magnífica escapada: desde calles repletas de moda, a un magnífico centro histórico con hermosos edificios, pasando por la casa-museo de Rubens, y rematando la jugada recorriendo el barrio donde se concentra el 85% de comercio mundial de diamantes. No está nada mal, ¿no?

Una de las mejores formas de “dejarse caer” en esta ciudad es en tren, ya que con él la primera en recibirte será su espectacular Estación Central. Construida entre 1895 y 1905, cuenta con un imponente y amplio edificio coronado con una inmensa cúpula, y decorado con una veintena de tipos de mármol, por lo que también es conocida como el templo de mármol. No en vano, está considerada como una de las estaciones de ferrocarril más bellas del mundo.

Tras este espléndido recibimiento, lo mejor es dirigirse hacia su centro histórico en busca de las huellas que han quedado de su espléndido pasado. De imprescindible vista es suPlaza Mayor(Grote Markt), enmarcada por edificios gremiales de los siglos XVI y XVII, de entre los que destaca el Ayuntamiento de Amberes. Justo en el centro de la plaza se encuentra uno de los iconos de Amberes: la fuente de Silvio Brabo. Realizada en de bronce en 1887, su temática hace referencia a los orígenes de la ciudad. Según cuenta la leyenda, un gigante llamado Druoon Antigoon custodiaba el río Escalda, que cobraba un peaje a todos barcos que quisieran pasar, cortando la mano y arrojándola al río a todo aquel capitán que se negase a pagar. Un día el centurión romano Silvio Brabo, cansado de la situación, cortó la mano del gigante y la tiró al río, dando origen al nombre de la ciudad: Antwerpen (Ant= Mano, Werpen= Lanzar). No es de extrañar que uno de los dulces típicos de Amberes, los handjes, tengan forma de mano, en recuerdo a esta leyenda.

Siguiendo por nuestro paseo por el centro, te recomendamos detenerte en la Catedral, en cuyo interior encontrarás una de las obras maestras de Rubens, el Descendimiento de la Cruz. Otro lugar de recomendada visita es la iglesia de Santiago, de estilo gótico, y que forma parte del Camino de Santiago desde los Países Bajos.

Otro de los platos fuertes que encontrarás en Amberes es la casa de Rubens (Rubenshuis), en la que residió durante los últimos 29 años de su vida. En la actualidad ha sido transformada en museo, en el que podrás hacerte una idea de cómo vivía y trabajaba este genial pintor, que fue uno de los favoritos del rey Felipe IV de España, y principal cliente.

Entre las curiosidades con las que cuenta la ciudad, y por lo que es conocida a nivel mundial (con el permiso de su puerto, que es uno de los más importantes de Europa) es por su relevante papel en el comercio de diamantes. Las cifras hablan por si solas: en Amberes se comercializa el 40 % del diamante industrial, más del 85 % del diamante en bruto y el 50 % del diamante pulido. Ahí es nada. El barrio donde se llevan a cabo todas estas transacciones está situado al sur de la Estación Central, y en él se puede visitar el Museo del Diamante, donde podrás tus ampliar tus conocimientos sobre este lujoso y apreciado mineral.

Más variedad de bolsillos permite la calle Meir, la zona comercial por excelencia de la ciudad, donde encontrarás todo tipo de marcas emplazadas en bellos palacios de los siglos XVIII y XIX. La moda y el diseño ocupan un importante lugar en Amberes, así que no dudes en acercarte hasta la Nationalestraat, donde se encuentra el MoMu, el Museo de la Moda.

Déjate llevar por los encantos de la bella ciudad, reserva tu Vueling a Bruselas aquí.

Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de tom hartley

 

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El recorrido más dulce por Valencia

Orxata (horchata en castellano), fartons y agua de valencia: 3 placeres dulces imprescindibles y dónde disfrutarlos.

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5 planes imprescindibles si viajas en otoño a Madrid

Lo tengo comprobado. Estos últimos años, por una circunstancia u otra, me ha tocado viajar a Madrid en otoño, y el resultado siempre ha sido igual de reconfortante. La temperatura aún es agradable para hacer actividades en el exterior, y en el caso de que el tiempo no acompañe, hay opciones más que suficientes donde refugiarse del frío y de la lluvia con aliciente incluido. Y es que aunque parezca increíble, esta ciudad apenas deja espacio para la melancolía y si para el disfrute. Aquí van mis recomendaciones básicas para el otoño madrileño:

1. Ir a ver caer las hojas a alguno de los numerosos parques de la ciudad

Madrid cuenta con un buen número de parques donde disfrutar de los últimos coletazos del buen tiempo, empaparse del aroma a hojas secas y disfrutar de algún que otro atardecer. Están los grandes clásicos como el Retiro, donde además de pasear en busca de la popular estatua del Ángel Caído, se puede practicar deporte, intentar no acabar en el agua en el Estanque Grande, ver alguna exposición en el Palacio de Cristal o en el de Velázquez e incluso comprarse un libro en la cuesta de Moyano antes de acceder al parque. Y todo esto a dos pasos del centro.

La Casa de Campo, el gran pulmón de Madrid, es otra buena opción, donde además de espacios donde practicar deporte y disfrutar de la naturaleza, incluye el Parque de Atracciones, el Zoológico y un imprescindible, el Teleférico, al que os recomiendo subir para poder disfrutar de las vistas de Madrid.

Cerrando la tanda de clásicos está el Real Jardín Botánico, donde te esperan aproximadamente unas 5.000 especies diferentes de árboles y plantas capaces de transportarte a cualquier punto del planeta.  

Como sé que a algunos os va la marcha y necesitáis poner un toque melancólico y especial en vuestra vida, el Jardín el Capricho es vuestro lugar. En este jardín romántico construido entre 1787 y 1839, encontrarás estanques, embarcaderos, un laberinto, conjuntos escultóricos y hasta los restos de un refugio antiáereo de la Guerra de Civil. Está situado en la Alameda de Osuna y se llega fácilmente con el metro (L5 parada el Capricho).

2. Reponerse de los primeros fríos a base de cocido

¿Con mono de cocido? El otoño trae de vuelta un clásico en la gastronomía de Madrid, el cocido, la mejor manera de reponerse y protegerse de la llegada de los del frío a la capital. Entre mis locales favoritos están clásicos como el del Lhardy (Carrera de San Jerónimo 8), el de Malacatín (Ruda 5) y el de La Bola (Bola 5). El cocido de la castiza Taberna J.Blanco (Tabernillas, 23) nos vuelve locos a mi y a mi familia por lo original del lugar y por la simpatía de sus dueños.

3. A nadie le amarga un buen dulce

Hay una tarde en la que de repente el helado pierde el protagonismo para cedérselo a los pasteles. Ese es el momento de acercarse a la Puerta del Sol, entrar en la Mallorquina, y darse un homenaje a base de alguno de sus numerosas variedades de pasteles, entre las que destacan la napolitana de crema y la de chocolate. También puedes acercarte al Horno de San Onofre para tomar huesos de santo y buñuelos, dulces típicos de Todos los Santos.

Los aficionados al cruasán no os perdáis los del Pomme Sucre, donde además tienen el detalle de servirte el café y el chocolate en tazas de porcelana inglesa, ¡el triunfo está asegurado! Para los amantes de las nuevas sensaciones están el Moulin Chocolat, que se atreve a darle un toque especial a la repostería francesa,  y el Mama Framboise, que apuesta por la alta repostería en un espacio moderno y acogedor.

Y sí, no puedo finalizar esta sección sin citar el popular chocolate con churros de San Ginés, unmust en toda regla que no pierde ni lustre ni calorías con los años.

4. Cultivar la mente

¿El día ha amanecido lluvioso? Es el momento de enriquecer la mente y el alma con la oferta artística de la ciudad, y dejarse caer en alguna de las numerosas exposiciones programadas. Este otoño, entre otros, se podrá disfrutar de la obra de Edvard Munch en el Museo Thyssen, profundizar en la obra de “El Divino Morales” y dejarse cautivar por las curvas de las Odaliscas de Ingres en el Museo del Prado. En el Museo Reina Sofía tendremos la oportunidad de conocer la obra de Nasreen Mohamedi, una de las primeras artistas indias que abrazó la abstracción, y la Fundación Juan March ha programado la primera retrospectiva del artista suizo Max Bill.

5. El Rastro, plan dominguero donde los haya

Una jornada en el Rastro suele ser el broche de oro a cualquier visita que se haga a Madrid. Con la excusa de ir a ver los puestos y las tiendas en busca de gangas, antigüedades, ropa, libros, discos y cualquier cosa imaginable, uno acaba callejeando y dejándose llevar por el buen ambiente reinante. Como no podía ser menos, la ruta tiene que acabar en alguno de los múltiples bares de la zona, caña en mano, acompañada de la correspondiente tapa. Entre la múltiple oferta, no os perdáis las sardinas del Bar Santurce los caracoles de Casa Amadeo (Plaza de Cascorro 18), las tostas del Capricho Extremeño (Carlos Arniches 30) y las tapas del Museo de la Radio (Santa Ana 8).

¿Listos para adentraros en el otoño madrileño? Reserva tu Vueling aquí.

Texto de Isabel Lucia de ISABELYLUIS Comunicación

Fotos de Felipe Gabaldón, Juan Antonio F. Segal, mcxurxo, pegatina1, Fernando Bueno

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