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El paraíso en la selva de Europa

Situada en el corazón de Europa, junto al valle del Rin, esta frondosa zona alemana de grandes bosques de pino y abetos (que le dan el característico color oscuro al paisaje), valles verdes, lagos, cascadas y preciosos pueblos es uno de los lugares más bonitos de Europa. Actualmente la Selva Negra es  muy popular para practicar turismo rural, ya que cuenta con infinitas posibilidades tanto para ir en invierno como para hacerlo en los meses de temperaturas más templadas. Es aconsejable alquilar un coche para moverse por todo el bosque. Sin duda, preparar un trayecto y seguirlo en función de los gustos personales, es la mejor opción. Y dejarse llevar por el capricho de visitar un punto elevado desde donde poder admirar el precioso paisaje.

El norte (Nordschwarzwald)

Entre otras cosas, en esta zona es donde nace el Danubio (Donaueschingen), el río más largo de toda Europa. Baden-Baden es una ciudad de balnearios, una magnífica estación termal, con un impresionante y lujoso ambiente de mediados del siglo XIX. Además de balnearios, tiene casinos y espacios donde se celebran congresos y reuniones internacionales. Más al norte está Alpirsbach, situada en la parte alta del valle del Kinzig. Conocida por su vieja fábrica de cerveza, destaca por su abadía benedictina, el edificio románico más antiguo e importante de la Selva Negra. A unos 20 Km al norte se encuentra la ciudad de Freundenstadt, ciudad situada en una alta planicie en la parte este. En esta localidad balneario, con un casco antiguo hermosísimo, bien merece la pena un paseo por la plaza del mercado, una de las más grandes de la comarca, rodeada de casas con grandes arcos, una iglesia y una antigua fuente en medio. Muy cerca se encuentra Oberkirch, con un casco antiguo que todavía conserva algunos edificios históricos, iglesias barrocas, así como fragmentos de las antiguas murallas. En lo alto de una colina, también se encuentran las ruinas del Castillo de Schauenburg.

La zona media (Mittlerer Schwarzwald)

De la zona media de la selva negra destaca Gengenbach, también en el valle de Kinzig. Se trata de una ciudad construida prácticamente de madera, con calles estrechas, casas bellamente restauradas y un acogedor centro de la ciudad medieval. Son numerosos los ríos que pasan por este territorio, destacando los ríos Schutter, Acher, Rench y Kinzig, por lo que se pueden practicar todo tipo de deportes acuáticos. La ciudad de Offenburg, que limita con la ciudad francesa de Estrasburgo, cuenta con numerosos atractivos como la posada Salmen, el Monasterio de los Capuchinos, La Ritterhaus, una casa señorial de 1784 que actualmente alberga los archivos municipales y un museo, los baños judíos (Mikwe), que supuestamente datan de la época medieval, y el antiguo Palacio Real (Königshof) construido por Michael Ludwig Rohrer.

El gran sur

Es, sin duda la zona más frondosa, donde abundan más los abetos los cuales crean una inmensa espesura al entorno. En invierno es una zona ideal para practicar paseos en trineo en la población de Schluchsee, por ejemplo. Los pueblos cubiertos de nieve, como Hinterzarten en el sur se la Selva Negra, situado a poco más de 900 metros de altura no pueden escapar al objetivo de nuestras cámaras cuando cae la noche. Aquí también hay multitud de senderos, que sirven para practicar el esquí de fondo. Además el pueblo ofrece gran variedad de oferta para los amantes de los deportes de invierno. Freiburg es una impresionante ciudad gótica. No dejes de pasear por sus callejuelas, su mercado y sus plazas. Cuenta con una catedral entre románica y gótica de estilo centro-europeo.

Gastronomía

Una de las delicias más conocidas de la cocina alemana es la famosa tarta de la Selva Negra (schwarzwaldtorte) hecha con crema, chocolate y frutas del bosque. También puedes obtener mieles con sabores afrutados. Aquí encontrarás muy buenos vinos. Los caldos de la zona -la mayoría de ellos blancos- proceden de la región de Baden -aquí no existe la denominación de origen como en España. Hay pequeños distritos vinícolas en las cercanías del Rin, entre el río y las montañas de la Selva Negra. En el oeste del valle del Rin están las montañas de los Vosgos, que resguardan a la zona de las lluvias atlánticas. Por el este, el propio macizo de la selva Negra corta los vientos fríos continentales. Clima, por lo tanto, favorable al cultivo de la vid. Cerca de Baden-Baden, en el distrito de Ortenau, existen vinos de la variedad reisling. Y Durbach, es la capital vinícola de Ortenau. Allí se encuentra la Bodega Andreas Laible, vinos blancos de esa misma variedad; y la Bodega Heinrich Männhle, especializada en vinos tintos de la variedad spätburgunder. La región ofrece multitud de platos típicos que están relacionados con el vino, uno de ellos es el zwiebelkuchen (pastel de cebollas), que se acompaña frecuentemente con el Federweisser (vino joven).

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Texto de Isabel y Luis Cominicación

Fotos de TI Schluchsee, Oficina de Turismo de Vogtsburg, TI Seebach / Elmar largo Bacher, Información Turística Schluchsee, Gengenbach Cultura y Turismo de Alemania. Schwarzwald Tourismus  

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LA BARCELONA MÁS GASTRO-TRENDY

Ciudad creativa, cosmopolita y dinámica, Barcelona se impregna de tendencias de aquí y allá. Eso se respira (y cata) en gran parte de sus establecimientos, sean de apertura recientes o con años de rodaje a sus espaldas que son señal de garantía. La escena foodie se mueve, se reinventa y ofrece un continuo mundo trendy a los gourmets. Aquí una buena muestra de ello.

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10 bocados de Lyon (con permiso de Paul Bocuse)

Por Josep Sucarrats de Gastronomistas

Que en Lyon se comía como en ninguna otra parte era algo sabido desde tiempos inmemoriales. Pero quien lo puso negro sobre blanco fue Curnonsky, afamado crítico gastronómico de la primera mitad del siglo XX que, tras la construcción de la carretera N-25 que unía París con el Mediterráneo, se tomó la molestia de redactar, en 1925, una guía para los viajeros amantes de la buena mesa. En Lyon, Curnonsky descubrió foies, quesos, vinos y dulces, se encandiló con los ‘bouchon’ (versión local de los famosísimos bistrós franceses) y sucumbió a los sabores de la cocina de las mères. Las mères eran esas matronas capaces de cocinar como nadie. Los lioneses encuentran en ellas el alma de su cocina local.

La leyenda culinaria de Lyon ya estaba echada y no había marcha atrás. La confluencia de buen producto y grandes cocineros daba sustancia a esta capitalidad gastronómica mundial. Rebló el clavo un chef de primer orden reconocido en todo el planeta: Paul Bocuse.

Hoy, las trazas de Paul Bocuse, su semblante imponente, su infinito gorro blanco y su mirada cargada de autoridad aparecen en muchos rincones de Lyon. En alguno de sus cuatro restaurantes, en las fotos de los puestos de Les Halles donde se abastece —¿hemos dicho Les Halles? Completemos bien el nombre: desde hace un par de meses se llaman Les Halles Paul Bocuse— o en los sueños de cualquier lionés que todavía no haya estado en su mítico L’Auberge de Pont de Collognes.

Hemos pensado que si visitáis Lyon os toparéis con Bocuse fácilmente. Por ello, y con su permiso, no os llevaremos a ninguno de sus establecimientos. Nos hemos entretenido en buscar otros 10 atractivos gastronómicos de la ciudad —si hablamos del comer y beber, resulta fácil— cual Curnonskys del siglo XXI. Nosotros, eso sí, no hemos necesitado la N-25 para llegar allí. Nos ha bastado salir con Vueling desde Barcelona para plantarnos en Lyon en menos de una hora y media.
 Pronto, del 6 al 9 de diciembre, la capital de Rhone-Alpes celebra su famosa fiesta de las luces, en la que sus monumentos se iluminan con curiosas performances artísticas. Un pretexto para visitarla y sentarse a comer bien.

1-Un ‘bouchon’ de verdad: el Café des Fédérations

No hemos comido en todos los ‘bouchon’ lioneses, ni mucho menos, pero en este sí y ya estamos convencidos de que es uno de los mejores y más auténticos de la ciudad. Os recomendamos que lo visitéis con hambre: la cocina tradicional lionesa es contundente. De aperitivo, chicharrones. De primero, huevo poché con salsa al vino y chicharrones o escarola frisé con chicharrones (¡cuánto chicharrón!). Lentejas: “no son caviar, pero bueno”, nos advirtieron (llevaban una salsa de mostaza estaban buenísimas). Decidido: si las lentejas son buenas, el caviar no es para tanto. Pollo al vinagre o soufflé de lucio. Quesos. Dulces. Un ágape como este es un estupendo catálogo de cocina 100% lionesa, muy bien elaborada y con un par de atractivos más. El principal, Yves, el propietario, el hostalero que te espera en su casa, que te atiende, que te agasaja, que es simpático, que le sentarías en tu mesa. Y el segundo: los precios (15 € el menú de mediodía, 25 € el de la noche). 
Café des Fédérations. 8, 9, 10 rue Major Martin. Tel. 00 33 4 78 28 26 00.

2-Un monumento gastronómico: la pularda démi-deuil

El precio no será su máximo atractivo (les hablamos de un restaurante con dos estrellas Michelin), pero, si se puede, toca darse este capricho. ¡Que no hablamos de cualquier plato! La pularda demi-deuil es algo así como una orgía de lo mejor. Imaginen esa ave criada en las mejores granjas de alrededor de Bresse, al aire libre, bien alimentada, carnosa y de textura melosa contagiada por el sabor y el aroma de la trufa auténtica. Sí, porque la receta consiste en rellenar con láminas de trufa el espacio entre la piel y la carne de la pularda. Hay que ser goloso, pero ¡benditos golosos! La pularda demi-deuil (que significa algo así como ‘de medio duelo’) hizo famosa a la primera cocinera del mundo en conseguir tres estrellas Michelin. Sucedió a los años 30 del siglo pasado y ella era Eugénie Brazier. Lo de Eugénie —huérfana de madre, analfabeta, campesina— sí era carácter. Todavía tiemblan las paredes de Lyon cuando la pularda no sale perfecta del horno. En su restaurante de leyenda, La Mère Brazier, se forjó Paul Bocuse. Hoy, el chef propietario es Mathieu Viannay, quien, junto con sus nuevas creaciones, mantiene varios platos de su ilustre predecesora. Jamás se le ocurriría eliminar la pularda demi-deuil que tantas celebridades ha acercado a Lyon.

La Mère Brazier. 12 rue Royale. Tel. 00 33 4 78 23 17 20

3-Comer en tres declinaciones y mirando a Japón: Do-Mo

La gastronomía tradicional de Lyon, popular o burguesa, es tan archifamosa en el mundo entero, tan legendaria y, a la par, tan soberbia que, claro, cuesta escaparse de ella. Pero un pequeño paseo por las calles más céntricas de la ciudad revelará, por poco que se preste atención, que la cocina nipona está calando. Que algo le verán los lioneses, porque de restaurantes japoneses hay, y unos cuantos. Os proponemos uno que resulta especialmente singular. En Do-Mo los mismos productos se ofrecen en tres declinaciones: francesa, francojaponesa o japonesa. Así, por ejemplo, el buey se puede escoger asado al estilo francés, con un punto de wasabi que le da el toque fusión o en un tataki totalmente japonés. Y del mismo modo con las tres versiones de los rollitos de primavera, o con la dorada, o con el chocolate, por citar más ejemplos. El Do-Mo ocupa un local modernísimo en el nuevo barrio que se ha alzado a orillas del Saona. De día, las vistas son de postal. De noche, se llena de gente guapa. Cuando hace buen tiempo, es denunciable renunciar a su terraza. Y la visita nocturna debe acabar en su lounge fashion de al lado. Carta aparte, disponen de dos menús —49,50 € y 39,50 €. Tienen incluso un menú infantil que ni se llama así, ni consiste en macarrones, carne rebozada y patatas fritas. Es el menú Jeune Gastronome y contiene un plato de la carta declinada y un postre por 12 €.

Do-Mo. 45, quai Rambaud. Tel. 00 33 4 37 23 09 23

4-Queseros: ¡a por el Saint-marcellin!

Varios colmados de la Presq’île —esto es la Península, que es como se conoce la parte de Lyon comprendida entre los ríos Saona y Ródano— y numerosos puestos de Les Halles atestiguan, por si algún despistado lo había dudado, que los lioneses también se pirran por el queso. El más típico de la zona es el Saint-marcellin, un queso de pasta blanda y corteza fermentada que se elabora con leche de vaca. Este queso y muchos más podéis encontrarlos en la Mère Richard, famosa quesería de Les Halles cuya propietaria, expertísima a la hora de recomendar quesos a los clientes y exigente a la hora de seleccionar sus proveedores, puede hacer gala de un carácter tan temperamental como el de madamme Brazier. Parece ser que las mujeres lionesas tienen tanto nervio como sus quesos: nos gusta. Su nervio y, todavía más, sus quesos.

Mère Richard. Les Halles Paul Bocuse. Tel. 00 33 4 78 62 30 78

5-Descanso ‘cool’: a dormir y a desayunar en Mama Shelter

Hay que descansar. Lyon es una ciudad de negocios repleta de hoteles confortables, no cuesta encontrar donde alojarse. Pero si se acierta con un alojamiento singular, mejor. Si os gusta sentiros un poco ‘cool’, no lo dudéis. Mama Shelter es el hotel que buscáis. El personal es jovencísimo y simpatiquísimo. En cada habitación hay una pantalla de Mac con un mensaje personalizado de bienvenida. La clientela es “buenrollera” y aprovechan tanto las sesiones de DJ nocturnas como los copiosos, pero sanos, desayunos matinales. El comedor del Mama Shelter, a pesar de sus colores abigarrados y su estética hypster (que no nos disgusta), transmite un ambiente zen que contribuirá a relajar vuestro estómago con vistas al tour gastronómico que toque ese día. No está en el barrio más céntrico, pero está muy bien comunicado por metro, autobuses, tranvías y trolebuses. Que en lo que a medios de transporte se refiere, Lyon no repara en gastos.

Mama Shelter. 13, rue Domer. Tel. 00 33 4 78 02 58 00

6-Ir a la pastelería y no comprar lionesas

Es que hay cosas que no se entienden. Vas a una pastelería española y todo el mundo sabe qué es una lionesa. Vas a una pastelería lionesa y, cuando se las pides, se quedan a cuadros. Ellos les llaman choux, que, al fin y al cabo, es el nombre de la misma pasta, que se rellena de trufa o nata, de nuestras lionesas. Pero te aclaran que las choux son igual de Lyon, que de Toulouse, que de Courbevoie, por poner de ejemplo el pueblo donde nació Louis de Funes. Lyon tiene dulces más locales, como los coussins (esto es, almohadas) o los cocons (que significa capullos, se entiende que de mariposa). Una posibilidad es probar estas especialidades tradicionales. Otra que os recomendamos sin lugar a dudas es que salivéis contemplando el mostrador de Clostan Traiteur. Y que después de salivar, compréis y degustéis tartas, mousses, tiramisús y mil variaciones creativas de postres tradicionales, que consiguieron encumbrar este pastelero como el mejor del mundo en 2012.

Clostan Traiteur. Magasin Halle Paul Bocuse. Tel. 00 33 4 78 62 93 03

7-Quenelles nunca vistas (ni comidas)

A Lyon le pilla lejos el mar, pero a los lioneses siempre les ha gustado comer pescado. Ya en la edad media, unos monjes de la región estancaron aguas artificialmente para criar lucios, y hoy ese entorno se ha convertido en parque natural. Pero vamos a lo que nos interesa: aquello garantizaba la disponibilidad de pescado, y con ese pescado —el lucio, brochet en francés— se crearon las tipiquísimas quenelles de Lyon. Lo más habitual es hacerlas con pasta choux mezclada con pasta de trigo, mantequilla, huevos, leche y el citado brochet. La cocinera o cocinera experto, ayudado por dos cucharas, dará una forma semicircular al preparado, que ha conseguido que todo el mundo hable de quenelle refiriéndose sólo a una forma. Las quenelles pueden ser enormes y constituir en si mismas un solo plato. Otras veces son más pequeñas y permiten probar de variedades muy distintas. La gente de Giraudet les da un toque creativo —con tinta de calamar y otros ingredientes poco tradicionales— y los lioneses soportan colas y esperas para poder comprarlas.

Giraudet. Les Halles Paul Bocuse. Tel. 00 33 4 78 62 34 05
Giraudet. 2, rue du Cl Chambonnet. Tel. 00 33 4 72 77 98 58

8-¡Jesús! No es un estornudo, es un embutido

Los embutidos merecen capítulo a parte en el yantar lionés. Los charcuteros de la ciudad los elaboran con fórmulas propias sobre una base común, por lo que encontrar dos embutidos iguales de establecimientos diferentes es imposible. Lo que los charcuteros guardan con celo es el secreto que da la personalidad a sus embutidos. El toque, básicamente, consiste en las hierbas aromáticas y especias que se le añaden. Algunos embutidos populares son el cerveuil (que se debe cocer y que contiene pistachos y, cuando se viste de lujo, trufa), el saucisson a cuire (salchichón para cocer), la rosette (una especie de fuet ) y, más que nada, el jesús. El jesús curado se elabora con la parte más ancha del intestino y recibe este nombre porque, durante el proceso, se le envuelve con un cordel, y la leyenda dice que le daba un aire al niño Jesús. Quien lo diría. Lo que confirmamos es que es el gran embutido de Lyon y que un Jesús así despierta la fe en el ateo más descreído.

9-Perderse en el mercado y almorzar allí

Que si el pollo de Bresse. Que si el foie. Que si la trufa. Que si los quesos. Que si los vinos. Amantes del buen comer, si entráis en el mercado de Lyon, estáis perdidos. Probablemente saldréis con un poco más de colesterol y un poco menos de dinero. ¡Pero esta es la vida dura del foodie! Para no arruinarse ni castigar al paladar, os proponemos que os quedéis a comer en Les Halles mismos, donde hay toda variedad de precios. Somos muy fans de Passionnement Truffes, un pequeño bistrot dentro del mercado donde la trufa es la reina. A mediodía, disponen de una fórmula muy asequible por 19 € (plato del día —generoso—, postre, copa de vino). Comimos allí un pollo melosísimo bañado de salsa de setas. Y nos imbuyó la bonheur.
Passionnement Truffes. Les Halles Paul Bocusse. Tel. 00 33 4 78 60 15 98

10-Le beaujolais est arrivé!

Cerca de Lyon hay cuatro denominaciones de origen vinícolas. Beaujolais es una y se ha hecho popular por el descorche del beaujolais noveaux, esto es el primer vino que se consume en el año, el vino más joven. Se abre apenas dos o tres meses después de la vendimia (entre noviembre y diciembre) y los enófilos más remilgados os dirán que tampoco merece la pena, que el vino es mejor dejarlo madurar más. Pero la emoción de los viticultores de degustar los primeros frutos de su trabajo nos emociona también a nosotros. Que no nos quiten la ilusión de brindar al grito de Le beaujolais est arrivé! y celebrar que Lyon nos ha enamorado por el estómago. Y este amor es de los que duran.

Por Josep Sucarrats de Gastronomistas

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