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Oslo y sus terrazas para disfrutar del verano nórdico

El verano ya está aquí y ahora, más que nunca, estamos deseosos de disfrutar de las terrazas de bares y restaurantes, sea donde sea el destino al que hayamos puesto rumbo. Oslo es buena muestra de ello. ¿Nos vamos de terraceo por Oslo?

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Las mejores pizzerías de Nápoles

El primer documento hallado en el que se hace referencia a la palabra “pizza” data del año 997 d. C. y fue encontrado en la ciudad de Gaeta. Derivado de los panes que elaboraban los antiguos griegos y egipcios, fueron los españoles asentados en Nápoles en el siglo XVI los que acabaron añadiéndole su característica base de tomate. Fue sin embargo el año 1889, cuando el maestro pizzero Raffaelle Esposito creó la margherita en honor a la reina de Italia, que acabó adoptando su forma definitiva. No hay rincón del mundo en el que actualmente no se coma pizza, pero la de Nápoles, lavera pizzaelaborada en horno de leña, sigue siendo la mejor.  Si visitáis la ciudad partenopea, estas son las pizzerías que os recomendamos para cuando os apriete el hambre.

Brandi
Según la leyenda, fue Raffaele Esposito, chef del restaurante Pietro e Basta Cosi, quien en 1889 creó la pizza margherita. Su elaboración, en honor a la reina de Italia, realizada con tomate, mozzarella y albahaca rememorando los colores de la bandera del país, acabaría convirtiéndose en la pizza por excelencia de Nápoles. Este restaurante actualmente se llama Brandi y sigue sirviendo una de las más apetitosas pizzas de la ciudad así como los platos estrella de la cocina napolitana, especialmente aquellos en el que el pescado y el marisco son los protagonistas. 

Da Attilio
Abierta en 1938, Attilio Bachetti nieto sigue elaborando una de las mejores pizzas de Nápoles. Escondida en uno de los barrios más tradicionales, en Da Attilio sirven algunas de las creaciones más innovadoras de la ciudad, como su pizza carnevale: una exquisita base cubierta de tomate mozzarella y salchichas y el borde relleno de ricota

Da Gennaro
En 1959 Gennaro Cristiano cerró su puesto ambulante de venta de frituras para abrir su propio restaurante, iniciándose así uno de los más lustrosos linajes de pizzeros de Nápoles. Entre los imprescindibles de la carta de Da Gennaro, su interminable pizza de medio metro o, mejor aún, la farfalla, una pizza con forma de mariposa, rellena en el centro y con dos sabores diferentes elegidos por el comensal en las alas. Via Plinio 21

Da Michele
Maestros pizzeros desde 1870, su historia y la calidad de sus elaboraciones es inversamente proporcional a la extensión de su carta. En Da Michele solo sirven dos tipos de pizza: la típica y clásica margherita y la marinara, hecha a base de tomate, ajo orégano y aceite. Una oferta de una sencillez extrema pero de una calidad excelente. Si no es la mejor pizza de Nápoles, poco le falta.

Di Matteo
En julio de 1994 Nápoles albergó la reunión del G7. A Bill Clinton, por aquel entonces presidente de los Estados Unidos, le entró el antojo de zamparse una buena pizza, deseo que sació visitando Di Matteo. Y fue una muy buena elección. Tan popular entre los napolitanos que extraño es el día en el que no hay que hacer cola. Cuando os llegue el turno pedid su magnífica pizza frita o una margherita que es todo un orgasmo para el paladar.

Il Pizzaiolo Del Presidente
La Via dei Tribunali, en el corazón del centro histórico de Nápoles, debe ser la calle con la mayor densidad de pizzerías imprescindibles del mundo. Un listado de restaurantes en el que debéis anotar con letras mayúsculas y subrayar en fosforito el Il Pizzaiolo Del Presidente. En sus pizzas descubriréis, de los colores a los olores, las mejores esencias de la tradicional pizza napolitana.

La Notizia
Que no os engañe su aparente sencillez, la margherita de La Notizia es un deleite para las papilas gustativas. En la colina sobre Spaccanapoli, llegando en funicular, el trayecto hasta la pizzería ya es toda una experiencia. Vivencia sublimada una vez sentados en mesa e hincándole el diente a esta exquisita creación cocida en horno de leña, con su tomate, mozzarella y albahaca fresca combinando en perfecta harmonía.

Pellone
Dice la tradición que la “pellones” es esa felicidad producida cuando te sirven una pizza cuyo diámetro supera por mucho la circunferencia del plato. Tanto para sibaritas como para estómagos insaciables, este espacio es una apuesta segura. Herederos de la tradición familiar, los hermanos Mimmo, Franco y Antimo De Luca son admirados, elogiados e incluso reverenciados por los más entusiastas por sus margheritas, marinaras y, la especialidad estrella de la casa, su calzone frito con ricota y el relleno de escarola.

Sorbillo
Para muchos, el carismático y mediático Gino Sorbillo, nieto del pizzero Luigi Sorbillo que inició la saga, es el actual rey de la pizza napolitana. Cocidas en horno de leña y de proporciones gigantescas, es un pecado no probar sumarinara. Si os quedáis con hambre, en los postres dejaros tentar por su semifreddo, simplemente insuperable. 

Starita
A los más cinéfilos este local no les resultará del todo desconocido, ya que fue escenario de El oro de Nápoles, el clásico de Vittorio De Sica protagonizado por las despampanantes Silvana Mangano y Sophia Loren. Abierta en 1901 como bodega por Antonio Starita, Antonio Starita nieto la ha consolidado como una de las pizzerías más elogiadas de la ciudad del Vesubio.

Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de yashima, Bex Walton

 

 

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Asturias paraíso ejemplar

A continuación os hemos preparados algunas rutas con estos pueblos como protagonistas:

El embrujo del oriente: primera escala

Nuestro singular itinerario cultural astur empieza por el pueblo más oriental de todos, San Esteban de Cuñaba, para disfrutar con su paisaje de alta montaña, sus senderos, sus casas y sus habitantes. Desde este pueblo además vemos los Picos de Europa, el primer Parque Nacional declarado en España. Destaca la comunidad de pastores que habita allí desde hace cientos de años. Ellos elaboran quesos como el Gamonéu o el Cabrales, que son destacadas joyas en la mapa quesero internacional. Por su parte el pueblo de Porrúa (Llanes), es el verdadero guardián de las tradiciones asturianas. Su Museo Etnográfico da buena cuenta de ello, así como su Mercáu Astur, su banda de gaitas conocida como El Llacín, o su bucólico paisaje de aldea llanisca, que mira al mismo tiempo al mar y a los Picos de Europa.

Entre manzanos y sidra: parada y fonda

Tanto Villaviciosa, como Nava concentran una importante superficie de pomaradas - extensiones de terreno donde se cultivan los manzanos-, además de llagares- lugares donde se elabora la sidra y se celebran espichas o fiestas gastronómicas -, chigres -bares típicos o restaurantes que ofrecen platos inspirados en la tradición asturiana. Por si fuera poco, en Nava está el Museo de la Sidra, cuya visita nos adiestrará aún más como apasionados del universo sidrero. También en Sariego, pueblo galardonado, degustaremos buena sidra y cocina casera de altos vuelos. Si hacemos el Camino de Santiago aquí nos toparemos con lo mejorcito del Románico rural asturiano. Y si nos perdemos caleyando -dando un paseo-, podremos llegar a Cabranes, y descubrir Torazo, otro premiado. El itinerario por la Comarca de la Sidra nos permite asomarnos al mar en una de las urbes marineras más agraciadas de norte: Lastres, también premiada, que nos deleitará con sus vistas, su ambiente, y su imprescindible cocina marinera.

Sinfonía de cumbres en la montaña central y el Valle del Nalón: un alto en el camino

En medio de la sinfonía de cumbres, montañas, valles, ríos y bosques que es la Montaña Central, este viaje nos lleva aJomezanay el Valle del Huerna, al corazón deLena. Y de aquí a Morcín, a La Foz, a disfrutar de sus quesos – impresionante su Afuega’l Pitu -, sus nabos, y su paisaje. Siguiendo por esta comarca, llegamos a Aller, y a Moreda donde cada 11 de noviembre se celebra la Fiesta de los Humanitarios comiendo, claro está, la típica fabada. Para rematar, una parada en Bueño, donde veremos un impresionante conjunto de hórreos. El Nalón, el río más largo de Asturias, marca la vida de este valle. Destaca Sobrescobio una comunidad vecinal ejemplar, donde lo mismo nos encontramos con un artesano de la madreña –tipo de calzado-, o con un urogallo, y todo en medio de idílicos escenarios camperos.

Camín Real de la Mesa: la vía romana que nos une en este itinerario

El Camín Real de la Mesa fue una de las más importantes vías romanas de cuantas unían la Meseta con la Cordillera Cantábrica, y hoy da nombre a una espléndida comarca, algunos de cuyos municipios, como Somiedo o Teverga, son territorios donde campa a sus anchas el oso pardo cantábrico. Hace ahora diez años, el pueblo somiedano de Villar de Vildas recibía también el galardón real. En Teverga, premiada en 2013, pesa aún su pasado minero y ganadero. No dejes de visitar su Parque de la Prehistoria.

El encanto del Eo y La magia de los vaqueiros: una escala occidental

La ría del Eo no solo es divisoria natural entre Asturias y Galicia, es mucho más. Su biodiversidad y belleza da vida a toda una Reserva de la Biosfera. Allí Castropol, pueblo ejemplar, mira tanto al mar como a la tierra; es un lugar ideal para el reposo, para el deporte y para la más excelente gastronomía. Más al interior, San Tirso de Abres, también galardonado, es un oasis de paz y tranquilidad. En cambio Los Vaqueiros de Alzada, pueblo ganadero y trashumante por excelencia dio nombre a una comarca que en este recorrido aporta varias paradas interesantes: Soto de Luiña y Novellana, en Cudillero, que ponen la seducción de las brañas y pueblos costeros del occidente asturiano; el interior nos lleva al recóndito Valle de Paredes, y su río Esva, en Valdés. Y aún más al interior nos topamos con dos pueblos de Tineo con mucho carácter e historia: Tuña - tierra del general Riego -, y Navelgas, muy conocido por su tradición de bateo de oro.

Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias y el río Navia: la última etapa

Desde muy antiguo esta comarca del Narcea, Degaña e Ibias ha sido tierra de riqueza mineral. Tierra de aire puro y de gentes valerosas cuya conducta y amor por el territorio les hizo pueblo ejemplar. Llegamos a las paradas finales de este viaje singular por Asturias. No dejes de visitar Grandas de Salime, reserva etnográfica y castreña del Principado; Boal los últimos galardonados- y Puerto de Vega, ya en la costa naviega. ¡Ah! No te vayas sin echar una última mirada al Cantábrico. ¿Y qué mejor que Puerto de Vega?, Sin duda se trata de una experiencia diferente, que nos ha llevado a conocer la Asturias auténtica y su esencia vital.

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Historia y vino en Saint Émilion

El monje Émilion, una especie de Robin Hood, fue el encargado de darle nombre a esta localidad que se encuentra a 38 kilómetros de Burdeos –cuesta aproximadamente media hora llegar tanto si vas en coche como si lo haces en tren-. Pasear por sus calles empedradas y empinadas es respirar historia... y vino. El aroma de Baco inunda todo el pueblo, que se encuentra rodeado de viñedos de las variedades merlot, cabernet franc y cabernet sauvignon

En un día podéis ver la gran mayoría de sus encantos, pero os aseguramos que querréis quedaros allí para toda la vida. Gran parte de la historia de Saint-Émilion se encuentra bajo tierra, lo que nos hace imaginar un pasado lleno de sociedades masónicas y grutas secretas, un aire de misterio que otorga aún más atractivo a este municipio declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. 

Mundos subterráneos

De visita obligada es su iglesia monolítica, la más grande de Europa. Excavada bajo tierra, es imposible de imaginar sus dimensiones desde fuera. Esta joya arquitectónica nos permite adentrarnos también en las catacumbas, donde se enterraban a los antiguos nobles. Se realizan visitas guiadas en varios idiomas cuyos tickets se pueden comprar en la oficina de turismo y que vale la pena contratar. En el caso de la visita guiada en español, se hace siempre a las 12h. 

Si os gustan mucho los mundos subterráneos también hay diversas bodegas bajo tierra que podéis visitar, como la Cardinal Villemaurine, Clos de Menuts o Manoir Galhaud, por citar solo algunas. Además hay más de 100 châteaux donde degustar todo tipo de vinos con denominación de origen de Saint -Emilion. Eso sí, en las catas no olvidéis escupir de vez en cuando el vino, no se os vaya a subir a la cabeza y acabéis haciendo cosas de las que arrepentiros a la mañana siguiente. 

Paseando por la villa

En el exterior la villa nos ofrece paisajes de postal y paseos románticos. Subir y bajar las calles empinadas con tu pareja cogidos de la mano convierte el recorrido en lo que puede parecer un camino de obstáculos por las piedras irregulares, como si de una metáfora sobre el amor se tratara.

Callejeando se llega a la puerta de la Cadena, un arco que en sus días separaba la parte alta de la ciudad, dónde vivían los nobles, de la parte baja, dónde residían los campesinos. 

En la Edad Media Saint-Émilion estaba defendida por un recinto fortificado que constaba de 1500 metros de murallas, y se accedía a la ciudad a través de seis puertas: la puerta Bourgeoise situada al norte, la puerta Brunet en el naciente, las puertas de los Chanoines y de Saint-Martin en el poniente, las puertas Bouqueyre o Bouquière y la de Sainte-Marie al sur. La puerta Brunet, que da a los viñedos, es la única que se conserva prácticamente en su estado original. Vale la pena acercarse a este lado de la villa donde lo único que escucharás será a los pájaros cantar. 

Otro de los monumentos que se ve desde prácticamente todo el pueblo es la torre del castillo del Rey. Se puede acceder a la parte alta por 1,5€ y contemplar unas vistas que dejan sin habla a cualquiera. 

Macarons para merendar

Antes de que Ladurée reinventara la fórmula de los macarons haciéndolos dobles y de diversos colores y sabores, éstos ya existían como un dulce de almendra esponjoso de gran tradición en pueblos como Saint-Émilion. En el siglo XVII las monjas Ursulinas de este municipio fueron las responsables de la cosecha de almendra que utilizaron en sus pasteles, creando así los macarons, famosos todavía hoy en toda la región. Podemos encontrarlos en dos tiendas de gran tradición: Mouliérac y la Fabrique de macarons. Si sois muy golosos y os quedáis con ganas de más azúcar en vena, también podéis probar los canelés, unos pequeños bizcochos típicos de Burdeos cuya receta también pertenece a una orden monástica, esta vez del siglo XVI ¡Absolutamente delicieux!

Brasseries, foie gras y queso para cenar

Encontraréis múltiples restaurantes de cocina tradicional y brasseries, ideales para comer canard (pato) o entrecot. Y si lo que os apetece es probar quesos típicos franceses, algo de foie gras e incluso unas ostras mientras degustáis varios vinos, el restaurante L’Evers du Décor es el sitio ideal. Tiene un pequeño patio para las noches calurosas de verano y su carta de vinos es tan extensa como una novela de Cervantes. Dejad que el camarero os recomiende, y abandonaos a los efluvios de Dionisio. 

Si quieres descubrir la joie de vivre consulta tu Vueling a Burdeos y ¡a disfrutar!

 

Texto de Miriam Arcera para Los Viajes de ISABELYLUIS

Fotos de Antonio Caballero

 

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