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Ruta por el Edimburgo de Trainspotting

Adaptación cinematográfica de la (imprescindible) novela homónima deIrvine Welsh-uno de los escritores que mejor ha sabido retratar la zona oscura de la capital escocesa-, Trainspotting ha devenido un film referencial para toda una generación. Celebrando las dos décadas que han pasado desde su estreno y a las puertas del reencuentro en su secuela de Mark Renton, Sick Boy, Spud y Frank Begbie, hacemos un recorrido por algunos de los más significativos rincones de Edimburgo en los que transcurre la película.

Princes Street

Es la escena inicial de la película y una de las secuencias más iconográficas del cine de los 90. Heroinómanos pero ilustrados, Mark Renton y Spud acaban de robar en una librería y huyen de los seguratas a lo largo de Princes Street al anfetamínico ritmo del Lust for Life de Iggy Pop. Levantada a finales del siglo XVIII, Princes Street, con su kilómetro y medio uniendo Lothian Road en el oeste con Leith Street en el este, es la principal arteria y área comercial de la capital de Escocia.   

Cowgate

La carrera de Mark Renton escapando de los vigilantes de la librería en la que acaba de afanarse unos cuantos ejemplares termina cuando es embestido por un coche en Cowgate. Calle histórica del Old Town de Edimburgo, como fácilmente se puede deducir por su nombre, en tiempos pretéritos era la vía por la que transitaban las vacas en día de mercado. Junto a la siempre animada plaza Grassmarket, actualmente conforma una de las zonas más transitadas de Edimburgo, albergando algunos de los mejores pubs de la ciudad como The Three Sisters, The Last Drop o The Beehive Inn.

The Volley

El psicópata de Frank Begbie se pasa buena parte del minutaje de Trainspotting repartiendo mamporros a todo aquel que se le ponga por delante. Una de esas palizas tiene como escenario un popular pub y sala de billares de Edimburgo llamado The Volunteer Arms pero conocido por todo el mundo como “The Volley”. El bar sigue en pie en el paseoLeith Walk,la avenida que va desde el centro de la ciudad hasta el barrio portuario, pero ahora se llama The Cask & Still y es un refinado local en el que se sirven los mejores whiskies y ginebras destilados de Escocia.

El peor wáter de Escocia

Mark Renton anda con el mono, y lo único que ha conseguido en el “mercado” son unos supositorios de opio. Peor aún, sin ningún sitio en el que poder esconderse, se los tiene que administrar en el que muy acertadamente describe como “el peor wáter de Escocia”, un auténtico pozo de porquería situado en la trastienda de una casa de apuestas del centro comercial Muirhouse. Veinte años después, este lugar es una zona de aspecto fantasmagórico con la mayor parte de sus locales tapiados.

The Meadows

Con la ciudad en plena efervescencia por el Festival de Edimburgo y con todos los pubs a rebosar de turistas; Renton, Spud y Sick Boy no hallan nada más divertido por hacer que tomar éxtasis y perderse por The Meadows. Intentarán ligar con dos colegialas de un centro privado cercano pero acabarán alucinando con unas ardillas. Situado en la zona sur del centro de la ciudad, The Meadows es uno de los parques más grandes de Edimburgo, una de esas infinitas zonas verdes tan características de las ciudades británicas, con zonas de recreo para los más pequeños, clubes de croquet, pistas de tenis y campos de fútbol y rugby.  

La Estación Central de Leith

Tras una temporada en Londres, Renton vuelve a Edimburgo por Navidad, donde se reencuentra con sus viejos amigotes. Con uno de ellos, Begbie, visita la Estación Central de Leith, edificio que describe como “un hangar desolado y estéril, que pronto será demolido y reemplazado por un centro comercial y una piscina pública”. La estación central de Leith fue cerrada a los pasajeros en los años 50 y clausurada definitivamente en 1972, momento en el que se convirtió en la guarida preferida de los drogadictos de la ciudad. Años después, efectivamente, la zona donde estaban las plataformas fue reconvertida en un centro comercial Tesco y el edificio de la terminal en un complejo de ocio acuático llamado Leith Waterworld.  

Easter Road

Aunque no está presente físicamente, el Hibernian FC y su estadio, Easter Road, se citan constantemente en la novela y la película. Fundado en 1875 por emigrantes irlandeses, el Hibernian es el club del barrio portuario de Leith y el equipo que apoyan todos los protagonistas de Trainspotting. La sede de los Hibs, apodo con el que se los conoce, es Easter Road, estadio inaugurado en 1893. A esta especie de caja de zapatos que mantiene ese encantador aroma añejo de los estadios de fútbol británicos, sus hinchas la denominan The Holy Ground o el San Siro de Leith. Si los Hibs, por su origen irlandés, es el equipo de los católicos, reproduciendo la rivalidad de los dos grandes de Glasgow -Celtic y Rangers-, su antagonista en el fútbol en Edimburgo es el Heart of Midlothian Football Club, equipo con una mayoría de aficionados protestantes.   

Glasgow

Aunque la novela de Irvine Welsh transcurre íntegramente en Edimburgo, la mayor parte de su adaptación cinematográfica fue rodada en… ¡Glasgow! Las mentirijillas del séptimo arte. Entre las localizaciones más significativas de Trainspotting en la ciudad más grande de Escocia destacan dos. La primera, la Volcano, la discoteca en la que Renton conoce a su particular Lolita, Diane. Situada en el 15 de Benalder Street, cerca de la estación de Kelvinhall, no os molestéis a buscarla, pues fue demolida años atrás. Sí que encontraréis Rouken Glen Park, el parque en el que Renton y Sick Boy pasan el tiempo discutiendo sobre la trayectoria cinematográfica de Sean Connery y disparando balines a los rottweilers.

Aquellos que queráis realizar la ruta por lo escenarios de Trainspotting podéis ir a la aventura por vuestra cuenta, o si lo preferís, Leith Walks os ofrece una cómoda solución con el Trainspotting Walking Tour. Desde la Estación Central de Leith al “peor water de Escocia” un guía os descubrirá las principales localizaciones de la novela de Irvine Welsh llevada al cine por Danny Boyle.

Si viajas a Edimburgo, elige perderte por los rincones que sirvieron de escenario para esta icónica película, consulta tu Vueling aquí.

Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Naureen-s, Babatuel, Denna Jones, Joe Price, LHOON, GDU photography

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Moscú en Rojo

El 8 de diciembre de 1991 Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk  y Stanislav Shushkiévich  sellaban el tratado de Belavezha. Establecido en 1922 tras el triunfo de la Revolución de Febrero, aquel pacto firmado por, respectivamente, los presidentes de la RSFS de Rusia, RSS de Ucraina y RSS de Bielorrusia suponía la disolución de la URSS. Capital del extinto “Imperio Rojo”, 25 años después del deceso de la utopía comunista, del Búnker 42 al Parque de las Estatuas caídas, Moscú aún esconde diversos rincones que evocan aquella grandeza proletaria.

Búnker 42

En el corazón de Moscú, junto a la estación de metro de Taganskaya, en el edificio 11 del número 5 de la calle Kotelnicheski, a 65 metros bajo tierra se esconde el Búnker 42. Custodiado y mantenido durante décadas por una nómina de más de 600 soldados y funcionarios, el 42 era el refugio de altísima seguridad destinado a los cargos destacados del partido en caso de ataque nuclear. Actualmente parte del Museo Central de las Fuerzas Armadas, se puede circular por sus interminables túneles secretos, comprobar su por aquel entonces sofisticado trazado de comunicaciones e incluso adentrarse en el estudio de Stalin.

Casa Blanca de Rusia

Testimonio privilegiado de la caída de la Unión Soviética. Siguiendo los planos diseñados por los arquitectos Dmitry Chechulin y Pável Shteller, la Casa Blanca de Rusia, respuesta roja a su homónima yanqui, se empezó a levantar en 1965. Su construcción finalizó en 1981, convirtiéndose en la sede del Poder Legislativo de la República Socialista Federativa Soviética Rusa (RSFSR), el Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia hasta 1991. Frente a sus puertas, Borís Yeltsin plantó cara a los tanques soviéticos que se habían levantado contra el entonces presidente de la URSS Mijaíl Gorbachov, acto que significó el principio del fin del régimen comunista. 

Centro Panruso de Exposiciones

Presidido por un cohete Vostok R-7 8K72, en la actualidad centro de convenciones y parque de atracciones, fue uno de los principales reclamos turísticos de Moscú durante la era comunista. Erigido en 1939 como una exposición agrícola, con el tiempo acabó transformándose en un inmenso parque destinado a la exaltación y glorificación de los logros económicos, científicos y tecnológicos de las diferentes repúblicas que conformaban la Unión Soviética.

Stolóvaya Número 57

Son diversos los restaurantes que 25 años después rememoran la gastronomía soviética. Ya en las iconográficas galerías GUM sobreviven dos clásicos de aquella época como el Festivalnioye Café y el Stolóvaya Número 57. Junto a éstos, locales como el Detir Ayka (Bulevar Nikitski, 25), responsables de un menú comunista compuesto por  exquisiteces proletarias como compota, sopas, o gachas de sémola, regado con chupitos de vodka, o GlavPivTorg, local ubicado en el edificio del antiguo Ministerio de Transporte, en el que, además de su oferta culinaria de tintes rojos, destaca una extensísima biblioteca que guarda las obras completas de prohombres del comunismo como Marx, Engels o Lenin.

Las Siete Hermanas

Dibujan una de las imágenes más características del horizonte urbano de Moscú. La Universidad Estatal de Moscú, el Hotel Ucrania, el Edificio de viviendas en Kotélnicheskaya Náberezhnaya, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, el Edificio de la plaza Kudrinskaya, el Hotel Leningrado y el Edificio de la Plaza de la Puerta Roja conforman Las Siete Hermanas o Los Rascacielos de Stalin. Siete edificios de estilo barroco y gótico ruso, que deberían haber sido ocho de haberse levantado como estaba previsto el palacio de los Sóviets, construidos entre los años 40 y 50 para conmemorar el VIII centenario de la fundación de la ciudad.

Mausoleo de Lenin

La Plaza Roja, escenario de aquellos imponentes y solemnes desfiles del ejército rojo, acoge el mausoleo con el cadáver embalsamado de Vladímir Lenin. Construida por orden del Gobierno soviético en 1924 después de la muerte del padre de la revolución, la tumba fue diseñada por el arquitecto Aleksei Xtxúsev, quien se inspiró en la pirámide de Zoser en Egipto y en la tumba de Ciro el Grande en Pasargada. Aunque Borís Yeltsin intentó clausurarlo, el Mausoleo de Lenin, sigue abierto al público y de forma gratuita los martes, miércoles, jueves y sábados desde las 10 de la mañana hasta la 1 de la tarde.

Metro de Moscú

Por su precio, realmente barato, y por su frecuencia, un tren cada 40 segundos en hora punta, el metro es la mejor manera de moverse por la capital rusa. Más allá de su eficacia, el subterráneo moscovita también es una auténtica y muy impresionante obra de arte. Inaugurado en 1935 uniendo en su primera línea las estaciones de Sokólniki y Kíevskaya, por su majestuosidad, sublimación estética aún intacta, es un auténtico palacio del proletariado.  

Museo del FSB

Oficialmente se le denomina el Museo del FSB (acrónimo del Servicio de Seguridad Federal), pero desde su apertura en 1989 es popularmente es conocido como el Museo del KGB. Ubicado en la antigua sede del Comité para la Seguridad del Estado (KGB) en la plaza Lubyanka, a través de objetos de espionaje que parecen sacados de la serie The Americans (artefactos explosivos, cámaras fotográficas escondidas en latas de cerveza…) el museo del FSB os transportará a los días de la Guerra Fría y los agentes infiltrados en territorio enemigo.

Museo de Máquinas Recreativas Soviéticas

La juventud soviética también se entretenía con máquinas recreativas, aunque evidentemente, todas eran de facturación rusa (y extremadamente caras, ya que  costaban entre 2.500 y 4.000 rublos). Propulsado por tres nostálgicos de las arcades comunistas, el Museo de Máquinas Recreativas Soviéticas reúne, entre muchas otras, joyas de la época como mini boleras, máquinas de matar marcianitos (imaginamos que de ideología capitalista) y el popular juego de hockey sobre hielo “shaibu-shaibu”. Un completo viaje en el tiempo en el que para entrar primero hay que cambiar treinta rublos por tres de los antiguos kopeks soviéticos. La colección sigue creciendo.

Parque de Esculturas de Krymsky Val

Las colosales estatuas de los líderes comunistas fueron una de las imágenes más características de las plazas y parques de las urbes soviéticas. Magnas tallas que fueron desapareciendo del entorno urbano con la caída de la URSS en 1991. Infinita colección de efigies y esculturas que han encontrado exilio en el parque de estatuas del museo Krymsky Val. Un catálogo de más de 700 estatuas talladas en piedra o bronce, donde destaca el “Felix zhelezny”, monumento en honor al revolucionario Felix Dzerzhinsky, primer director de la Cheka. Junto a este, lógicamente, diversos Lenins y Stalins imperiales ajenos al paso del tiempo.

Anímate a recorrer los últimos vestigios del Moscú comunista, reserva tu Vueling aquí.

Texto de Oriol Rodríguez para Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de  Kirill Vinokurov, Dennis Jarvis, David Orban, Rob, Jason Eppink, Helena Volkova

 

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