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Wiener Schnitzel. El plato nuevo del emperador.

Uno de los platos más representativos de la gastronomía vienesa es sin duda el wiener schnitzel (o escalope vienés) De hecho, es su plato nacional, aunque realmente no tenga su origen en Austria.

Es una receta que encontramos parecida en muchos otros países: el San Jacobo o el cachopo en España, el tonkatsu japonés, el escalope argentino o la cotoletta italiana, por citar algunos ejemplos.

Su origen se ha convertido en un intenso tema de debate entre historiadores culinarios. Gran parte de ellos parecen acordar que sus orígenes conducen a España, donde fue introducido por los comerciantes árabes, que ya cubrían la carne con pan rallado en la Edad Media.

Otra cosa es la leyenda, que habla de la importación desde Italia de la "costoletta milanesa" por parte del Mariscal de Campo Radetzky, receta que envió al emperador Francisco José I de Austria. Dicen que fue tan de su agrado, que lo incorporó como propio en la gastronomía austríaca bajo el nombre de wiener schnitzel.

Son por tanto muchos los países se otorgan su paternidad. Suele ocurrir a menudo con cualquier nueva invención, aunque en realidad, aparezca simultaneamente en diversos lugares del planeta y se buscan primeras referencias en antiguos libros de cocina para reafirmar cada teoria.

Sea cual sea su origen, de lo que no cabe duda es de que es un plato sabroso y crujiente, deseado por todo turista que aterriza en la ciudad.

Para su preparación, se ablanda con un mazo una loncha fina de carne de ternera, se sumerge en harina de trigo, huevo y pan rallado y se fríe el resultado en mantequilla. Se acompaña con patatas, ensalada y rodajas de limón y se adereza todo con una vinagreta.

Aunque la carne de ternera es la materia principal para la opción más clásica, el de carne de cerdo es más popular. Se preparan también de pollo y hay algunas opciones vegetarianas a base de tofu, seitán o soja.

Por lo general, estos platos de carne empanada son sencillos y muy ricos, pero poco glamurosos. No es el caso del schnitzel, que se presenta como un plato de alta cocina. Será por el carácter elegante de los vieneses en todo lo que hacen.

En Viena podrás probar este plato en casi cualquier local de comidas del centro de la ciudad. Aquí te dejamos el listado con algunas de nuestras propuestas para que no te vaya sin probar el mejor shcnitzel vienés.

Figlmüller
Wollzeile 5, | Bäckerstraße 6, Viena

Schnitzelwirt
Neubaugasse 52, Viena

Gasthaus Poschl
Weihburggasse 17, 1010, Viena

Strandcafé Wien
Florian-Berndl-Gasse 2,1220, Viena

Café Einstein
Rathausplatz 4, 1010 Viena

Pero no sólo de wiener schnitzel vive la gastronomía de Austria. Aunque es un país pequeño, goza de un larga tradición culinaria, que mezcla muchas especialidades europeas. No pierdas la oportunidad de probar otros platos típicos como el tafelspitz (carne de buey hervida), la trucha a la molinera (Forelle nach Müllerin Art), el Kaiserschmarrn (un plato dulce), los Palatschinken (Creps), el Apfelstrudel (Pastel de manzana) o la tarta Sacher. Una delicia!

Imagen de Kobako

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Pau el balcón de los Pirineos

Los ingleses descubrieron Pau a mediados del siglo XIX, se enamoraron de las bondades de su clima y lo convirtieron en uno de sus lugares preferidos de veraneo. Prueba de ellos es que aquí se conserva el campo de golf más antiguo de Europa fuera de las islas británicas. La capital del departamento de los Pirineos Atlánticos, denominada ciudad de arte e historia, ofrece a sus visitantes grandes dosis de historia, gastronomía y vinos de los buenos, además de adrenalina a tope gracias a los deportes acuáticos que se pueden practicar en el Estadio de Aguas Bravas Pau-Pyrénées.

Pau, ciudad con historia

El casco histórico de Pau se vertebra alrededor de su castillo donde nació el buen rey Enrique IV de Francia (y III de Navarra), el primer monarca Borbón del país. Esta construcción se caracteriza por su diversidad arquitectónica y, como todos los Museos Nacionales de Francia, la visita es gratuita el primer domingo de cada mes. Frente al Castillo de Pau se encuentra el Parlamento de Navarra creado a mediados del siglo XVII tras el edicto de unión entre la región histórica de Bearne y Francia. Hoy es la sede del Consejo General de los Pirineos-Atlánticos.

Además, en el núcleo antiguo de la ciudad se pueden visitar algunos de sus edificios más emblemáticos como la iglesia de Saint-Martin o el Palacete Sully, una mansión del siglo XVII. Se dice que da buena suerte tocar la aldaba de su puerta por lo que, por si acaso, no hay que marcharse de esta ciudad sin hacer este ritual.

El Bulevar de los Pirineos, un balcón a la naturaleza

Uno de los lugares más emblemáticos de Pau es el Bulevar de los Pirineos, diseñado como una réplica de la Promenade des Anglais de Niza, que conecta el castillo con el Palacio Beaumont y desde el cual se tiene una vista privilegiada de la cordillera que separa Francia y España. Cuando llega el buen tiempo una actividad que les encanta a sus habitantes y, por extensión, a muchos de sus visitantes es sentarse en las terrazas de los cafés y contemplar la fabulosa vista a las montañas.

En Pau se pueden visitar varios museos de los que destacaremos dos: la Casa Bernadotte, donde nació Jean-Baptiste Bernadotte, militar francés que llegó al trono de Suecia, y el Museo de las Bellas Artes, que alberga una colección de pinturas de Victor Galos y de otros artistas locales además de obras de Degas o Rubens.

Gastronomía y deportes en Pau

La gastronomía pirenaica en la que despuntan embutidos contundentes y quesos sabrosos es otro de los grandes atractivos de la capital de los Pirineos Atlánticos. Un plato muy popular es La Poule au Pot (gallina al puchero) que simboliza la cocina tradicional bearnesa. Entre los vinos el que más destaca es el de Jurançon, con dos modalidades: la seca y la dulce. Por último, para quemar las calorías ingeridas es más que recomendable la práctica de algún deporte de aventura como el rafting o el hidrospeed en el cercano Estadio de Aguas Bravas que en 2017 acogerá los Campeonatos del Mundo de Canoa-Kayak.

No dudes en acercarte a esta bella ciudad, consulta tu vuelo aquí.

Texto de Tus Destinos

Imágenes de Jean Jacques BROCHARD, Alban GILBERT

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Málaga en 7 bocados

Málaga se ha convertido en la capital cultural del momento gracias a la reciente apertura de la delegación del Pompidou parisino y el Museo Ruso de San Petersburgo, que se unen a otros ‘hits’ artísticos como el Museo Picasso (con una gran retrospectiva de Louise Bourgeois hasta el 27 de septiembre), el Thyssen, La Térmica o el CAC. Su bello centro peatonal -con la señorial calle Marqués de Larios como epicentro-, su buen clima todo el año, sus playas y su gastronomía, son otros reclamos que hacen de ella la ciudad ideal para una escapada. Te damos 7 direcciones imprescindibles para devorar Málaga:    

1. El Pimpi

No te puedes ir de Málaga sin pasar por este bar emblemático. Con patios de lo más andaluces, llenos de macetas de claveles, uno de sus atractivos es ir a ver los toneles firmados por las personalidades más variopintas que han comido aquí: de Antonio Gala a Miquel Barceló pasando por Pablo Alborán. Cuenta con una terraza gigante. Y se come bien. Aprox. 30 € de media.

2. Los Baños del Carmen

Este antiguo balneario frente al mar, antaño lujoso y hoy decadente, conserva un encanto único. Transformado en un restaurante con una enorme terraza que le ha dado esplendor, es el lugar adonde ir a disfrutar el atardecer. Tienen un menú del día por 18 € y una carta muy malagueña: tapas "de la bahía", pescados espetados, carnes a la brasa... El fin de semana por la tarde suelen programar conciertos.

3. Mercado Atarazanas (Atarazanas, 10)

Este bonito mercado con techos de hierro forjado, una vidriera colorista y una entrada mudéjar de mármol, cuenta con varias paradas que ofrecen sus tapas en la calle, en mesas altas para comer de pie. Cazón, pulpo, navajas, gambas, concha fina, fritura malagueña... todo, como cabe esperar, fresquísimo y a unos precios excelentes (de media, 3,5 € la media razón). Ideal para tomar el aperitivo.

4. Andrés Maricuchi

En la Playa del Pedregalejo encontrarás una de las especialidades malagueñas más apreciadas: los espetos, especialmente los de sardinas. Los hacen a la brasa en formato pincho y en coquetas barcas situadas sobre la arena. Entre los muchos chiringuitos de ambiente alegre e informal, está Maricuchi, sin carta (te cantan los platos) y con unas sardinas crujientes por fuera y sabrosas por dentro. Unos 20 €. 

5. Montana

Si buscas una gastronomía más cuidada y un local más romántico, en este palacete cuentan con un restaurante gastronómico arriba y de tapas abajo (con terraza ajardinada). Algunas de sus sugerencias: huevos rotos de chanquetes y pimientos con salsa yuzu, carpaccio de buey con helado de aceite de oliva y queso de wasabi o timbal de bacon, boletus y trufa con foie a la plancha y reducción de balsámico. Clasicismo y modernidad en uno. De media, 45 €.

6. José Carlos García Restaurante

Alta gastronomía para gourmets. El chef José Carlos García consiguió la primera estrella Michelin de la provincia con la cocina creativa de su restaurante Café París. Recientemente abrieron un local mucho más bonito y sofisticado en el puerto, con un comedor intimista de apenas seis mesas, una cocina encerrada en un cubo a la vista de los comensales, una terraza preciosa y una sala para eventos. Menú degustación: 110 €.

7. KGB

Los paladares más atrevidos pueden acercarse al Kisco García Bar, inspirado en las cocinas del mundo. Uno de sus ‘hits’ es pura fusión asiática y andaluza: el nam vietnamita de pringá (4 €). Ofrece guiños a Rusia, como la tortilla al vodka, y a otras partes del mundo, como el pan Pekín Express, aunque también encuentras propuestas cien por cien sureñas como la tortillita de camarones al estilo Ángel León. Una curiosidad: en este mismo local estaba antes el gastrobar de Dani García y, como todavía mucha gente viene a pedir su excelente hamburguesa de rabo de toro, han decidido dejarla en la carta del bar de enfrente (del mismo propietario que el KGB): Wendy Gambas. 

Parece que Málaga lo tiene todo. Buen clima, excelentes museos y además, una gastronomía que no te la acabas. Ven a vivirla. Consulta nuestros vuelos aquí.

 

Texto de Isabel Loscertales (Gastronomistas)

Fotos de Isabel Loscertales, Montana, José Carlos García Restaurante

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Playa de la Zurriola

Donostia es una ciudad fascinante, con una gastronomía única y una belleza ejemplar. Pero su ubicación privilegiada a orillas del Cantábrico también la ha convertido en un destino habitual para todos los amantes del surf que quieran disfrutar de las mejores olas sin tener que alejarse del frenesí de la gran ciudad.

Mientras la playa de la Concha es una de las imágenes más glamurosas y tradicionales de San Sebastián (de ahí el premio que concede el festival de cine cada año), la playa de La Zurriola se ha consolidado como uno de los grandes paraísos para los surfistas que viven en la capital guipuzcoana. Flanqueada por el hermoso edificio del Kursaal y por la explanada del barrio de Gros, esta playa de 800 metros de longitud también ha pasado a ser el escenario de algunos conciertos del Festival de Jazz de San Sebastián y de los conciertos masivos de la Semana Grande, además de competiciones de surf, skate y otros eventos.

Por David Moreu

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