Menorca más allá de sus playas
El cielo está emborregado hoy en Maó. Como si se tratara de un guión escrito para la ocasión, la climatología está respetando el objetivo de estas líneas: demostrar que Menorca es mucho más que playas de aguas cristalinas y abarrotadas, chiringuitos donde cultivar el moreno, e idílicos paseos en moto en camisa –siempreabierta– o luciendo una falda vaporosa. Aunque pueda ser todo lo contrario, es igualmente un goce: gastronomía, cultura y paisajes. Empieza a llover en Maó.
Las gotas, del tamaño de monedas de cinco céntimos, golpean con furia los imponentes barcos amarrados en el puerto de Maó; la isla come por este gigantesco embalse de agua conectado al Mediterráneo, el de Maó es uno de los puertos naturales más grandes del mundo -¡de cinco kilómetros de longitud!- sólo por detrás del de Pearl Harbour o el de Nueva York. No hace el mejor de los días para disfrutar de sus vistas, así que, ¿qué tal un desayuno hasta que amaine? Bien céntrico, enfilado en las míticas calles de color crema de la capital menorquina, encontramos en un recoveco Es Llonguet, un local perfecto para pasar el tiempo entre páginas y, como no, para disfrutar de los dulces y salados locales: el rubiol de carn (empanadilla de carne) o el llonguet de camot (bocadillo de embutido parecido a la butifarra) nos darán fuerza para emprender la ruta.
Bien cerca de Es Llonguet, en la zona llamada el fossar dels anglesos, encontramos el centro de arte Ca n'Oliver, una antigua casa de un particular construida a finales del siglo XVIII, abierta ahora al público: dentro alberga el Centre d'Art i d'Història Hernàndez Sanz que recoge el legado británico de la isla y en la que se puede subir a su azotea para disfrutar de las vistas de toda la ciudad -por suerte ahora ya sólo chispea-. Una vez en la calle comprobamos que ha dejado de llover; los adoquines brillan como recién pulidos por el agua acumulada. Es la hora de visitar el Mercat des Peix Antic, recientemente remodelado, y el lugar idóneo para tomar el vermut o comer. Y cómo no, antes de partir a Ciutadella habrá que hacer una parada en el magnífico patio interior del Hotel Jardí de ses Bruixes. Y rumbo a la otra punta de la isla.
A apenas 45 minutos en coche de Maó encontramos la capital cultural de Menorca, Ciutadella, famosa por sus fiestas de Sant Joan y sus magníficas playas urbanas. Encontrar alojamiento en invierno es difícil, pero el albergue de Sa Vinyeta siempre es una buena solución. Una vez descargados los bártulos, toma el paseo de ses voltes (arcos de piedra que delimitan cada lado del paseo) hasta llegar a la catedral deSanta Maria de Ciutadella, gótico-balear del siglo XIII. Y desde aquí, ve a calentar el cuerpo al míticoBar Imperide la esquina de la Plaça dels Pins. Antes de ir a dormir, que mañana toca excursión, visita al Jazzbah, situado justo al lado del pequeño antiguo puerto de pescadores famoso por su rissaga (subida del agua de hasta dos metros). Este bar de copas abierto todo el año es uno de los epicentros culturales de la ciudad, con programación estable de conciertos y karaoke popular una vez al mes.
El día ha amanecido caluroso pese a las lluvias de ayer; el invierno en Menorca depara sorpresas, en este caso buenas. Antes de enfilar hacia Cala Pilar, una zona de calas de piedras redondas (còduls) al norte de la isla, hará falta hacerse con provisiones para la bereneta (comida de media mañana). La Pastisseria Moll, una de las pastelerías más antiguas de la isla siempre será buena opción. Ya en el Pilar, después de recorrer parte de El Camí de Cavalls -camino que rodea toda la costa menorquina, de unos 100km en total de ruta por GR- será decisión de cada uno hacerse el valiente o no y probarse con las aguas menorquinas en pleno marzo.
Una vez completado el tramo, lo mejor será retomar fuerzas antes de volver a la rutina de cada uno en el Hogar del Pollo, ya en el centro de Ciutadella. La taberna que regenta Matías, argentino residente en Menorca desde hace ya unos cuantos inviernos, es un rincón con olores del mundo: desde carnes de su Argentina natal hasta los mejores manjares gallegos, zamburiñas y lacón como pecado principal–y a muy buen precio–. Y si después de este tour por la Menorca invernal todavía os habéis quedado con ganas de producto local y típico, cambiad el Hogar del Pollo por una visita a Cas Merino, justo detrás del antiguo mercado del pescado en la Plaça la Llibertat. ¡Ah!, y no dejéis de comprar ensaimadas para llevaros a vuestra ciudad, que eso sí que, sea verano o inverno, no se perdona tras una visita a Menorca.
Texto de Yeray S. Iborra para Los viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de Commons Wikipedia
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Cogiendo las mejores olas de Portugal
Un país que cuenta con alrededor de 1.800 kilómetros de costa abierta al salvaje Atlántico, y en el que las corrientes y los vientos favorecen la formación de las olas, es bien seguro que es un destino perfecto para los aficionados al surf. A continuación os damos las claves que hacen tan atractivo Portugal para los surfistas, y os desvelamos algunas de las mejores playas para la práctica de este divertido deporte.
¿Por qué mola surfear en Portugal?
Olas de todos los tamaños y para todos los gustos. En la larga costa portuguesa hay espacio para todos los que quieran practicar surf, ya sean primerizos, o lleven muchísimas olas sobre sus espaldas, o mejor dicho, bajo su tabla.
El buen clima. En Portugal suele hacer buen tiempo gran parte del año y, a excepción del invierno, en el que las temperaturas son más bajas, el resto del año acompaña para darse un buen chapuzón en la playa, tabla en mano.
La comida es fantástica. Tras una larga jornada cogiendo las olas, reponer fuerzas con unas fantásticas sardinhas asadas o un exquisito plato de Bacalhau à Brás puede ser un auténtico placer para el paladar.
Precios asequibles. En Portugal es relativamente fácil encontrar alojamiento y comida de calidad a precios más que competitivos, ¿se puede pedir más?
Las mejores playas donde tomar las olas
Portugal cuenta con una inmensa oferta de playas donde cabalgar las olas, aquí tenéis algunas de las más relevantes:
Ericeira
Ericeira, situado a 30 kilómetros al norte de Lisboa, además de ser un pueblecito de pescadores lleno de encanto, es uno de los destinos favoritos de los surfistas que visitan Portugal. Cuenta con el honor de ser la primera reserva mundial de surf de Europa, por la calidad de sus olas, el gran número de spots con el que cuenta y su medio ambiente. Entre los spots más destacados de la zona está Coxos, una pequeña cala de olas poderosas que pueden llegar a alcanzar los 5 metros, sólo apta para los más valientes. Otros de los enclaves destacados de la zona es la Ribeira d'Ilhas, perfecta para cualquier tipo de público y conocida por sus chiringuitos, donde reponer energías y darse a la vida social. Cualquier época del año es buena para la práctica del surf en estas playas.
Peniche
Situado en la región centro de Portugal, Peniche cuenta con las que posiblemente son las playas más importantes de Portugal, en cuanto a la práctica de surf se refiere, con gran fama a nivel europeo. Entre la más destacada está la playa de Super Tubos, conocida entre los surfistas como “El tubo europeo”, donde sus potentes olas no defraudarán a los aficionados a este deporte. La reputación de sus playas ha llevado a que una vez al año acoja el campeonato mundial de surf. Además de para el surf, en sus playas también hay espacio para elbodyboardy el buceo.
Nazaré – Praia do Norte
Nazaré, al igual que Peniche, se encuentra localizado en la región centro de Portugal. El hawaiano Garret Macnamara tiene el honor de haber surfeado la mayor ola del año - medía la friolera de 20 metros - en la praia do Norte. Y es que esa es la especialidad de este spot, donde las olas pueden llegar a alcanzar los 10 metros, siendo de gran atractivo para los big riders. La época más apropiada para ver (y vivir) este prodigio de la naturaleza es en invierno.
Arrifana
Emplazado en la costa Vicentina, al norte del Algarve, está Arrifana, otro de esos destinos que todo buen surfista tiene que tener en cuenta. Esta playa se encuentra flanqueada a ambos lados por acantilados, a la que se accede por unas empinadas escaleras. Además de para “cabalgar olas” se puede aprovechar la visita para acercarse hasta el magnífico Parque natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina, y disfrutar de la naturaleza. La mejor época para la práctica del surf en este área es a principios de primavera, ya que en verano tiende a estar bastante masificada.
Sagres
También en el Algarve se encuentra este spot, convertido en un auténtico epicentro para los practicantes de surf. Este es el lugar idóneo para apuntarse al curso de Surf & Yoga de Freeride Surf Camp, en el que meditación y el deporte se dan la mano, o marcarse una excursión en barco para ir a ver ballenas y delfines.
Coge tu Vueling y tu tabla, y déjate llevar por las olas portuguesas.
Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS
Imágenes de SayLuiiiis, Hendrik Dacquin, Hugo Silva
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