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Guía para viajar a Gran Canaria en verano

Gran Canaria es una isla en gran parte salvaje y virgen, repleta de encantos naturales para todos los gustos y de hermosos pueblecitos alejados del turismo de masas.

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Descubriendo Menorca con un bloguero viajero

Por Marco Fiocchi – RondoneR (Travelblog.it and Vistamondo.com)

Cuando Francesco, mi jefe, me llamó, yo conducía por el centro de Roma en una calurosa, caótica y frenética mañana.

La propuesta de participar en el reto del blog de Vueling, consistente en viajar a una de las islas Baleares en busca de lugares inexplorados, me deja de piedra. Estoy emocionado: Vueling Loves Islands es un reto maravilloso, y me enorgullece que me hayan elegido para representar a travelblog.it para Blogo.

La adorable Elisa Casagrande me informa de que Menorca será mi destino. Me lo prepara todo: vuelo y hotel. Es fantástico, es la isla que yo quería. La única que no conozco y la que ansiaba visitar. Tendré libertad. Estaré solo. Mi sueño se hace realidad.

Aterrizo en Menorca el sábado por la noche. El aeropuerto se encuentra al sur, muy cerca de mi hotel, situado en S’Algar, justo sobre las playas y los lugares de interés turístico más populares.

Rápidamente decido alquilar un coche. Menorca no es excesivamente grande, pero tampoco es una isla pequeña, de manera que si quiero verlo todo debo tener mi propio método de transporte. Una motocicleta hubiera estado bien, pero llevo varios bultos, y para ir en bicicleta necesitaría más tiempo, y más pulmones…

El domingo por la mañana me aventuro a explorar el sur. Como he dicho, aquí las playas son preciosas, aunque también muy populares, y los complejos turísticos no han respetado siempre el entorno natural.

Gracias al alba de la mañana, pude comenzar mi ruta disfrutando casi sin compañía de la playa de Punta Prima (donde saludé al sol que surgía del mar), Cala de Binibeca y Cala Biniancolla. El Poblat de Pescadors (Binibeca Vell) tiene un estilo peculiar, con sus casas blancas. Algo artificial, pero con un bonito y pequeño puerto.

Más adelante, descubro Cala d’Es Canutells, Cales Coves y la bella Cala’n Porter, probablemente la bahía más fascinante de la costa. Desde el mirador, el color del agua es increíble. No parece real. No tengo tiempo para visitar la gran cueva (Cova d’en Xoroi).

Continúo. Necesito volver al interior para ir a otras playas y tener tiempo de hacer una excursión a uno de los tantos parajes prehistóricos de la isla. Torre d’en Galmés. Como si de Cerdeña se tratara (con sus nuragas), Menorca conserva varias estructuras megalíticas. El periodo talayótico, que proviene de talayot, estructura de piedra, con taulas y navetas, constituye una herencia arqueológica excepcional. Solo el pensar que aquí vivieron nuestros antepasados confiere a la tierra una índole un poco más de madre. Es raro. Es fascinante.

Pero es hora de regresar a las playas. Ahora soy un bloguero playero. Bajo hasta San Bou, el litoral más largo de la isla. Es un espectacular tramo de arena blanca que se extiende a lo largo de 3 km, cuya belleza se ve destruida por un horrible hotel situado al este.

El agua es color turquesa, transparente, cristalina. Al lado de San Bou se encuentra Sant Tomàs, con su hilera de bahías, cada una más bonita que la anterior. Vegetación que alcanza la costa, rojizas rocas, blancas playas, azuladas aguas. No me resisto y me rindo a mi primer baño. Divino.

Bajo por un camino de ronda que comienza en la primera playa y se extiende por toda la costa. Me doy cuenta ahora de que estoy rodeado de nudistas. En realidad los hay en todas partes. De todas las edades. Se mezclan con la gente que viste sus bañadores, muchas familias y multitud de niños. Nadie se escandaliza ni se siente ofendido. Si el cielo existe, debe ser como este lugar.

Una vez seco, en contra de mi voluntad y de los cantos de una sirena invitándome a montar mi tienda y quedarme a vivir allí para siempre, me marcho y cojo el coche.

Aún tengo que descubrir muchos más lugares “inexplorados”. No soy Indiana Jones, pero esto es una carrera y mis rivales blogueros habrán hecho lo mismo. De manera que llego a Cala Santa Galdana. Agradable bahía turquesa arrebatada por grandes hoteles y fábricas.

Decido que lo mejor aquí es coger un barco y hacer uno de los tantos tours que te permiten espiar las inalcanzables playas y caletas en cuestión de unas horas, a menos que seas un Rambo perseguido por el Vietcong. Me decido por uno de tres horas de duración que realiza la compañía Amigo’s. Es un “Glass Bottom Boat” con solo una pequeña porción de suelo de cristal cerca del motor, a través de la cual solo se puede ver el mar salpicar. Pero cuesta 15€. Me vale.

Ha sido una buena elección. Desde el mar, puedo admirar lugares preciosos como Fustam Cala, Cala Escorxada, el arco natural tras el que se esconde la leyenda del barco pirata, Cala Mitjana, la bella Cala’n Turqueta y las famosas Cala Macarella y Macarelleta, estas últimas asediadas por barcos y yates. ¿Serán populares para los nudistas? Aunque, en un barco uno va siempre desnudo, ¿no?

Nos damos un baño en la preciosa Cala Trebalúger, tirándonos por un tobogán que te lanza hasta quien sabe dónde. Al regresar, la tripulación nos ofrece una innoble ginebra con limón dentro de una botella de limonada decorada con una original pajita. Entiendo que es tradición, pero marea.

Quizá descubra el origen de esta tradición por la noche, al llegar a Ciutadella, la segunda ciudad de Menorca, geográficamente en el lado opuesto de la capital, Maó, que visitaré mañana.

El 24 de junio es el día de San Juan, santo patrón de San Juan de Ciutadella. Es un día festivo en casi todo el país. Enseguida entiendo porqué veo tantos caballeros a caballo.

Ríos de la bebida anglosajona mezclada con la limonada local, lluvia sobre la pintoresca ciudad de elegantes edificios que se convierte en una gran plaza para la cabalgata de los caballos. Pero estoy muy cansado para tanto acontecimiento. Voy en dirección contraria a la multitud y tomo asiento en un restaurante. El más famoso, el S’Amarador, donde quiero probar la caldereta de llagosta.

Es un cocido de langosta servido con pan. Lo siento por el pobre animal que llega vivo, para exponerse con orgullo, pero su sabor es excepcional. Por la noche huyo del puerto, inundado por la multitud que participa en la cabalgata de los caballeros. Sobre mí, una estrella fugaz, un cielo estrellado en el que casi se puede distinguir la Vía Láctea. Si me detengo aquí, me pierdo en el silencio y la paz.

No es fácil madrugar al día siguiente. Un nuevo día en Menorca. Continúa la caza. Esta vez prometo buscar de verdad lugares inexplorados. Tras haber barrido el sur de la isla, probablemente la parte más turística, me dirijo hacia el norte. Cruzando Menorca en diagonal, me doy cuenta de que la vegetación cambia a medida que subes. Aquí la isla es aún más verde. Y es curioso ver granjas, con sus pacas de heno, sus vacas pastando y sus exuberantes palmeras.

Enseguida llego a Fornells, el pueblo de la costa norte central, cuyo mar se ve salpicado de coloridos veleros y regatas. Es un pueblo agradable y tranquilo, perfecto para el que busca tranquilidad. Encuentro un punto wi-fi (lo que no es muy fácil en la isla) y mando fotografías para #MyVuelingCity y a Facebook para Travelblog.it. Llega la hora de marchar. Me dirijo a Cap de Cavalleria, el punto más al norte de Menorca.

A medida que asciendo, la costa se vuelve estéril, rocosa, con arenas rojizas y verdes campos que se asemejan a montañas. El mar sigue siendo azul. Por un momento deseo ser Gauguin para pintar este horizonte. Lo intento con mi cámara, pero no soy tan bueno…

Cerca ya del faro de Es Cobrombol, diviso un pequeño riachuelo a mi izquierda. Abandono la carretera, y tomo un camino de piedras anaranjadas. Al llegar abajo, sano y salvo, veo una bahía que parece una piscina natural. Tres playas en medio de las rocas. Definitivamente, hago de la playa más pequeña mi paraíso privado en el que no me resisto a desnudarme. Soy un perfecto nudista. Ahora entiendo porqué Menorca está desprovista de superestructuras sociales.

Los únicos testigos de esta epifanía naturista son los pobres locales: ¡cabras! Están en libertad y las afiladas rocas no presentan dificultad para ellas. Son muy tolerantes, aunque yo me sienta como Colón besando la ribera. Este lugar es maravilloso, no me quiero marchar.

Pero el deber me llama. No hay deber más agradable. Me acerco hasta el faro, y desde el promontorio diviso Fornells. A pesar de que hace mucho viento, de regreso me detengo en la playa más famosa de la zona, la Platja de Cavalleria (pongo los nombres siempre en catalán porque aquí es sagrado como la Biblia). Hay una carretera que desciende hasta una terraza con vistas a esta media luna tropical. Asombroso. Aunque estoy tan acostumbrado a lo selvático que me parece que hay mucha gente…

En el lado derecho de la playa hay una cala aún más bonita, la Cala Torta. Parece un arrecife. Desde lo alto tengo la sensación de estar en Hawái, pero sin sufrir el jet lag.

Aún dispongo de más de tres horas antes de coger mi vuelo de vuelta de Maó a Barcelona, así que cojo el coche y me dirijo al noreste. Lo lamento por lo que me pierdo a mi izquierda, pero los isleños me recomendaron Cala del Pilar y Cala Algairens, antes de llegar a la famosa Cala Morell. Es una lástima que no disponga del tiempo para recorrerla. Una pena. Perdí mucho tiempo con las cabras.

Descendiendo hacia al sur en el sentido de las agujas del reloj, aún encuentro lugares encantadores, como Cova des Vell Marí o Arsenal Son Saura. Pero voy a otro faro, como en un viaje con Virginia Woolf. He llegado a Cap de Favàritx. Paisajes lunáticos y únicos. Rocas oscuras, llanas, a punto de emerger del mar. Cala Presili es majestuosa, aunque salvaje y pintoresca.

Desafortunadamente, mi viaje termina aquí. Después de esta cerveza helada, solo me queda hacer una rápida visita a Maó. Bonita y limpia, aunque para mí Ciutadella, a pesar de lo caótico, es la mejor.

Devuelvo el coche. A cuarenta euros por día no sale barato, pero es más rentable si se alquila por una semana completa. Embarco. Vueling me sorprende. Siempre a tiempo, incluso antes de lo previsto. Tengo el mismo asiento, en la ventana 4A, y en el vuelo de Barcelona a Roma, también. Esto lo admito sin ánimo de hacer marketing. Lo podéis comprobar.

¿Qué puedo decir? Ha sido una experiencia increíble. Descubrí una isla de la que me he enamorado locamente y a la que pronto volveré. ¡Gracias Vueling! ¡Gracias MyVuelingCity!

Imagen de Mac9

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Florencia con los 5 sentidos

Por Mariana Calleja de TravelThirst  Fotografía por Federico Rojas

Florencia nos hizo felices. Sí, Florencia nos hizo libres, creativos y nos abrumó en algunos aspectos de la vida.
 Lo primero es lo primero, tan obvio como sería de esperar: la belleza de Il David trajo lágrimas a mis ojos.

Esta majestuosa pieza de piedra tallada en la escultura más impresionante y conmovedora realizada te hace sentir, no pequeño, simplemente humano. Nos hace sentir abrumados por el hecho de lo que somos, de lo que tenemos o por lo que podríamos llegar a ser potencialmente. Nos hizo reflexionar sobre cosas de nosotros mismos. Il David es verdaderamente perfecto, no sólo su cuerpo, ni su figura, sino en todo lo posible y en todo aquello que puede llegar a significar y transmitir a la raza humana.

Sí, me sentí abrumada y me dieron ganas de llorar dulcemente y con ternura. Fue hermoso. Me hizo sentir la belleza.

Fue sólo uno de los muchos aspectos sobre Florencia que me hicieron sentir de una forma diferente. Hemos viajado mucho por Europa durante los tres años que llevamos viviendo aquí. Sin duda, hemos visto lugares increíbles, arte, paisajes, comida, gente, museos, historia. Pero nunca visto y sentido cosas como en esta ciudad, con todos los sentidos al mismo tiempo. ¿A qué fue debido? No lo sé, pero puede que a través de estas palabras encuentre la respuesta cuando llegue al final. Así pues, ¿empezamos?

Florencia es una ciudad construida sobre historia, de principio a fin. Y, sin embargo, hay mucho más allá de lo que simplemente podemos ver. Ningún libro o guía sería suficiente para descubrirnos todo su potencial. Por este motivo, y como nos encanta probar y hacer cosas siguiendo nuestros sentidos, logramos realmente descubrir muchas más experiencias de las que podríamos haber imaginado. Así que, continúa leyendo y descubre algunas de estas experiencias sensoriales. Tú también puedes ser creativo y tomar, de repente y sin más, el próximo vuelo a Florencia.

VER

Además de los obvios, debemos mencionar algunos de nuestros lugares imprescindibles de Florencia.

Una puesta de sol desde la Piazza Michelangeliolo. En lo alto de la ciudad, desde esta plaza Florencia se deja ver juguetonamente. Rincones, tejados y campanarios entonan al unísono una alegre melodía con la puesta lenta y romántico del sol.

Por la noche, Florencia tiene una iluminación muy peculiar. No se de quién fue la idea ni por qué se hizo de este modo, pero nunca he visto una ciudad con tanto sentido de la iluminación, sin cables y con un panorama visual tan nítido. Para nosotros las noches son siempre especiales. Tienes que salir de la habitación de tu hotel y perderte mientras deambulas por las calles, mirando adelante y a lo alto. Gracias a este consejo, descubrirás y disfrutarás de una Florencia diferente.

Y en lugar de subir a la cúpula, ¿por qué no mirar a la propia cúpula? Siempre disfrutarás de las mejores vistas en lo alto. Es algo que debe hacerse en cada ciudad, subir para tener una visión general. En esta ocasión decidimos subir al campanario de Giotto. Y una imponente cúpula apareció ante nuestros ojos. Así, tan enorme y tan pequeña al mismo tiempo. Es una buena forma de apreciar mejor los espacios también. Seguramente, la próxima vez que visite Florencia subiré a la cúpula Santa Maria del Fiore, que merece ser apreciada y no escalada en este primer viaje.

Un lugar muy interesante que descubrimos fue una antigua cárcel convertida ahora en hermosos y prácticos edificios. Difícil de creer, pero desde el exterior, incluso parecían hermosos. Aún conservan las antiguas puertas de hierro y cadenas, sin embargo, era una visión alegre y colorida. ¡No debes perderte esta visita!

PROBAR

Probar los platos tradicionales, por supuesto, como la sopa Ribollita o la carne a la Milanesa. Pero nuestra experiencia más curiosa fue el punto intermedio: ¡Pizza de sopa de Ribollita! Era exactamente una pizza fresca y recién horneada con olor y sabor a sopa de verduras. Una mezcla confusa, pero que ¡merecía la pena!

Durante una noche de mercado, justo en frente de Santa Maria Novella, encontramos un montón de cosas interesantes para probar, muy diferente de la comida tradicional italiana que conocíamos. Todo lo que puedas conseguir allí, seguro será rico. Comimos una deliciosa bola frita del tamaño de una pelota de béisbol, con un relleno compuesto de carne y arroz, servido muy caliente y de corteza crujiente. ¡Un buen bocado! ¿Qué nombre tiene? La primera y única: Frittele. ¡No debes irte sin probar uno de éstos!

Para nosotros, los gnocchi siempre son y serán una excelente forma de probar Italia. Es uno de nuestros platos favoritos. Y Florencia sin duda tiene una buena variedad para probar cada vez. Los puedes probar en cualquier lugar y a cualquier momento. La mejor opción para mí es probar el plato elaborado de forma sencilla: con una simple salsa de tomate, te permitirá reconocer si la pasta es buena o no.

Y, por supuesto, no olvides nunca empezar el día con un café y un cornetto: el desayuno tradicional italiano. Déjame describir brevemente cómo se siente un cornetto dentro de tu boca. Imagínate el pastel más delicioso, suave y cremoso, espolvoreado con azúcar en polvo. blanca y tierna, que cae traviesamente con cada glorioso bocado al paladar. ¡Nunca vas a llegar a ser más feliz que en este pequeño momento!

OLER

Toda la ciudad nos dio la bienvenida con una serie de olores interesantes, al igual que cualquier ciudad ha hecho antes. Excepto que esta vez era especial, fuerte y formidable.

Era algo así como el limón ahumado, algo entre humo, cítricos y madera de una chimenea. Transmitía una hermosa sensación de viejo y acogedor. Y esto es lo que Florencia nos transmitía. Olía como en casa.

Curiosamente, también encontramos algo especial alrededor de Florencia con el fin de estimular el sentido del olfato: ¡un bar de aromas! Por extraño que pudiera parecer, es sin duda un lugar que no hemos encontrado nunca. Todo sobre perfumes, olores de fantasía de flores y especias, de naturaleza. ¡Muy estimulante! Y relajante para nuestra sorpresa.

¿Alguna vez has estado en una “bar-a-parfums”?

Otro olor característico de Florencia fueron los “lirios”. Hermosas flores de color violeta que cuelgan de las paredes viejas y balcones por toda la ciudad, siendo acariciados por el viento durante todo el día. Probablemente es mejor percibido durante el tiempo de primavera. Pero vaya qué aroma tan dulce que da una sensación tan agradable a todo el lugar. Y sin dejar de lado lo hermosas que se ven estas flores, colgando en una forma relajada en todo momento.

OÍR

Sin lugar a dudas, este lugar tiene el conjunto más destacado de campanarios en toda Europa. Una de las cosas que capturó nuestra atención de inmediato fue la música constante de campanas todas al unísono y entonando diferentes melodías cada vez. Por alguna razón difícil de explicar, fue muy reconfortante escuchar esto. Una vez más, fue algo agradable y acogedor sobre la música de las campanas.

Por ejemplo, asegúrate de coincidir estar en el claustro Brunelleschi durante el mediodía. Probablemente uno de los más relajantes 30 minutos que hemos tenido durante nuestro viaje. Sólo estar allí, sentarse, mirar al cielo y escuchar las campanas en un jardín tranquilo y silencioso, no tiene comparación. No hay un solo turista además. ¿Te apetece pasar unos minutos aquí y disfrutar de la experiencia? Sin duda va a perdurar en tu memoria por mucho tiempo.

Una gran consejo más en nuestra experiencia es subir al campanario de Giotto, no sólo por las vistas. Esta vez en cambio, para escuchar a la ciudad. Después de un arduo camino, encontrarás un rincón muy reconfortante en la parte superior, que te ofrecerá unas vistas increíbles a la ciudad con seguridad.

Pero mejor que las vistas, este es un lugar para visitar con tus oídos más que con los ojos. Un lugar donde tú debes estar parado relajadamente, coloca la cabeza y barbilla sobre tus manos cruzadas, de pie y en una posición semi-flexionada. Luego procede a cerrar los ojos mientras das la cara a la ciudad, al aire.

Quédate ahí, con los ojos cerrados. Respira profundamente y exhala por la nariz lentamente. Enfoca y escucha el sonido a tu alrededor. Escucha Florencia. Escucha la calle, las risas, la ciudad trabajadora y la ciudad turística. Escucha las máquinas, las campanas que repican, algunos coches que pasan. Estás a 80 metros de altura y aún así, llegas a percibir toda la ciudad desde allí. Es relajante, es hermoso. Espera unos minutos hasta que puedas describir cada sonido individual en tu cabeza. A continuación, abre los ojos y sonríe. Hay unas escaleras que te esperan para llevarte abajo y adentrarte en esos sonidos.

SENTIR

El sentido del tacto es siempre el más difícil de describir y, sin embargo, el más rico, divertido y tierno. Porque es abstracto, más allá de lo evidente, más allá de notar el viento en la cara o la frialdad de las paredes de piedra.

¿Y el sentido del tacto en Florencia?

La Galleria degli Uffizi tiene un “touch tour” destinado a los invidentes, que igualmente puedes experimentar tú mismo. ¿Por qué no probar? No es necesario ser ciego para experimentar con nuestras manos y palpar nuevas sensaciones a través de ellas.
 Y con esta práctica información, esperamos que tengas una exquisita experiencia sensorial la próxima vez que visites Florencia. ¡Una ciudad perfecta para descubrir con los cinco sentidos!

Por Mariana Calleja de TravelThirst  Fotografía por Federico Rojas

Te apetece visitar Florencia eh! Reserva aquí tus vuelos!

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El Arte de Comer

Por Ferran Imedio de gastronomistas

Ámsterdam tiene decenas de reclamos para el viajero, pero los más importantes, sin duda, los imprescindibles, los de visita obligada, son los canales (un crucero es inolvidable), el barrio rojo y los museos. La gastronomía por sí sola no ejerce todavía de reclamo, así que si se puede combinar alguno de los ‘must' turísticos, mucho mejor. Nosotros hemos hecho un mix gastronómico-museístico, sin pretensiones culinarias ni precios estratosféricos. Pero lo cierto es que, como dice Miguel Brugman, chef del café-restaurante del Foam, “hasta hace no mucho, en los museos te daban bocatas, pastas y té, y ahora esto está cambiando”. Los propios holandeses son muy fieles a sus museos y lo cierto es que ahora su oferta culinaria es más que digna. Lo hemos comprobado nosotros mismos. Estas son nuestras cuatro recomendaciones.

Foam Café

Está ubicado en los bajos del prestigioso museo Foam, consagrado a la fotografía contemporánea (una colección pequeña pero muy muy interesante que hasta diciembre acoge ‘Under construction’, con obras de jóvenes artistas norteamericanos). Allí no encontrarás nada de cocina complicada. Al contrario, directa, sencilla, reconocible. Aires mediterráneos, muchas ensaladas, mucho aceite de oliva ecológico, muchas verduras y legumbres, pitas, sopas, huevos revueltos… Saludable y económico, ya que ningún plato supera los 10 euros.

Funciona como restaurante de 12.00 a 15.00 horas, aunque antes y después (abre a las 10.00 y cierra a las 18.00) funciona como cafetería que sirve pasteles y el típico ‘saucijzen broodje' (hojaldre con salchicha de cerdo dentro, que en su caso la hacen con ingredientes ecológicos), entre otros.

Los jueves, de 18.00 a 21.00 horas, organizan tours guiados por el museo que acaban con una cena con un menú compuesto por una tapa (hummus, pulpo marinado…) y plato principal (carne, pescado o vegetariano) que cuesta 19,5 euros. Si no se hace el tour, las tapas oscilan entre los 4 y los 6 euros, y el plato principal cuesta 16,5.

Los viernes, también de 18.00 a 21.00 horas, montan los ‘frozen fridays’, en los que sirven snacks fritos (5 euros) y cócteles (6 euros).

Keizersgracht, 609
http://foam.org

Eye Bar-Restaurant

Apabullante. Así se puede describir el edificio del Eye Film Museum por fuera (el museo nacional del cine incluye zona de exposiciones y cuatro salas de proyecciones) y por dentro,ya que el hall alberga un restaurante que parece una sala de cine, con unas gradas escalonadas que miran a un ventanal panorámico que más parece una pantalla en cinemascope y que da a una terraza con vistas al otro lado del río Ij, donde está el centro de la ciudad y la estación de trenes Central, al que se llega en un ferry gratuito.

El restaurante ofrece cocina de influencia francesa aunque con toques europeos. Al mediodía la carta es más sencilla (sopas, ensaladas…) y por la noche, más elaborada: filete de ternera, steak tartare, rodaballo, crema de marisco, risotto de setas…

El precio medio al mediodía es de 20 euros y de noche, no llega a los 40. Abre cada día de 10.30 a 22.30 horas (viernes y sábados, hasta las 23.30), y la cocina solo para entre 17.00 y 17.30 horas.

Ij Promenade, 1
www.eyefilm.nl

De Plantage

Nuevo, recién abierto, destaca por su luminosidad gracias a unos ventanales vintage XXL. En este amplio y cálido local sirven comida mediterránea, más oriental que occidental, a buen nivel y con precios correctos. Está puerta con puerta del zoo (uno de los más antiguos del mundo y la segunda atracción más visitada de Amsterdam), y el edificio contiguo alberga la exposición permanente ‘Micropia’, que exhibe los millones y millones de bichos que pueblan el planeta y que solo se ven por un microscopio. Dentro de unos meses también tendrá al lado el Museo de Historia Natural.

Sus platos bien están presentados, y destacan porque son aromáticos y saludables, ya sean las ensaladas, los raviolis, la terrina de cerdo, las alcachofas fritas, el risotto, el atún… Cada día, la cocina abre de 10.00 a 16.00 y de 17.30 a 22.30 horas, aunque entre horas sirven desayunos y snacks. Tienen carta de mediodía y de noche. El precio medio al mediodía, sin bebidas, se sitúa en 17 euros y por las noches, en unos 35, aunque en otoño ofrecerá un menú cerrado de noche que constará de tres platos y valdrá 32,5 euros, sin bebidas.

Plantage Kerklaan, 36
www.caferestaurantdeplantage.nl

Rijksmuseum

El enorme, majestuoso, hall del que vendría a ser el museo del Prado holandés (desde obras góticas a actuales, ofrece un recorrido que culminará entre noviembre y enero con una muestra de fotografías del siglo XX llamada ‘Modern Times’) cuenta con una agradable y tranquilo espacio para comer. Si pides una cerveza, solo será holandesa, y si pides cualquier plato, casi todos fríos, que sepas que todos los ingredientes son locales. Los bocadillos cuestan entre 5 y 9 euros; las ensaladas, entre 12 y 16, y los pasteles, entre 2 y 5 (atención a la silueta de chocolate de la fachada del museo).

Está abierto de 9.00 a 17.00 horas. Si vas al Rijksmuseum ir a partir de noviembre, tendrás más oferta gastronómica, ya que abrirá un restaurante en el que un chef de renombre llegado de cualquier parte del mundo diseñará una carta con su sello que estará vigente entre dos y tres meses. Cual si fuera una exposición temporal. Eso sí, siempre buscando precios contenidos.

Museumstraat, 1
https://www.rijksmuseum.nl/es

Y si no te convencen estas cuatro propuestas mixtas, siempre puedes ir a restaurantes más o menos convencionales. En Amsterdam, la oferta está muy bien, aunque olvídate de locales de cocina típica. Los holandeses solo la prueban en casa y no la valoran mucho.

Raïnaraï

Agradable y moderno restaurante de cocina tradicional argelina regentado por un tuareg y ubicado en el parque de la Westergasfabriek, una antigua zona industrial con depósito de gas reconvertido en una zona lúdica donde hay una docena de restaurantes, tiendas de ropa, galerías de arte. Este local sirve 14 platos distintos cada día en los que usa ingredientes orgánicos. De martes a domingos, de 12.00 a 22.00 horas. De 30 a 40 euros. Cócteles, a 7,5.

Polonceaukade, 40

REM Eiland

Una plataforma petrolífera que se usó como estación que emitía de radio y televisión de manera ilegal ha acabado reconvertida en restaurante de dos plantas (una de ellas es una terraza que solo abre en verano). Simplemente espectacular. Subir sus empinadas escaleras metálicas o caminar junto a la barandilla produce cierto vértigo. Su cocina es internacional: sencilla y simple al mediodía, de noche ofrece menús de 31 euros (tres platos) y 37 euros (cuatro platos), sin bebidas, con propuestas como tartar de rodaballo; bulgur con pimienta, aguacate y cebolla roja; redondo de ternera a la parrilla; raviolón (rótolo) relleno de calabacín, champiñones, zanahoria, espárragos verdes en salsa de parmesano… Abre cada día. Los mediodías, a las 12, y las noches, a las 17.00 horas.

Haparandadam, 45-2
www.remeiland.com

Sky Lounge

Es la terraza con vistas (planta 11ª) del Hotel Double Tree. De noche vale la pena para disfrutar de uno de los muchísimos cócteles de la carta con toda Amsterdam a tus pies mientras suena la música de un disc jockey. A esas horas, igual que durante el día, sirven los mismos platillos para picar con gastronomía de todo el mundo: nachos, sushi, bocadillos, fish & chips, hambuguesas, pasta, edamame, gyozas… Abre cada día de 11.00 a 1.00 (viernes y sábados, hasta las 3.00).

Oosterdoksstraat, 4
www.skyloungeamsterdam.com

Brasserie Halte 3

Un antiguo taller y garaje de tranvías que llevaba 16 años vacío ha sido colonizado por dos restaurantes (a mediados de octubre abrirá un multiespacio gastronómico con 21 estands que ofrecerán todo tipo de comida cada día entre 11.00 y 20.00 horas a precios entre 4 y 8 euros la ración), un cine, una galería de arte, una librería, una tienda de bicicletas, unos estudios de televisión y un hotel. El nombre del complejo es De Hallen. Uno de los restaurantes, recién abierto, es esta brasería a la francesa cuyo steak tartar es para chuparse los dedos, y cuya carta también ofrece ostras y costillas, entre otros platos. Como la mayoría de restaurantes de Amsterdam, la carta de mediodía es más sencilla y fresca.

Abre cada día de 11.00 a 22.00 horas. Precio medio al mediodía, 10 euros; de noche, 25-30 euros.

Bellamyplein, 51
www.halte3.nl

Meat West

Ubicado también De Hallen, solo sirve cenas, entre 19.30 y 22.30 horas (hasta la 23.30 de jueves a sábado). Los raíles de 90 años decoran el suelo de un espacio especializado en carnes de calidad, básicamente de ternera. Hay de todo: hamburguesas, entrecots, costillas, filetes…
Precio medio sin bebidas, de 40 a 50 euros.

Bellamyplein, 51
www.meatwest.com

Blue Spoon

Restaurante del hotel Andaz, uno de los más interesantes de la ciudad. Cocina de influencia francesa con productos locales y sin sofisticaciones para unos platos con productos de proximidad y de temporada a aderezados con las hierbas que cultivan en el jardín. Si te alojas allí, tienen una sala para huéspedes con vistas al canal donde tomar un snack y una copa de vino al día gratuita. La cocina, a la vista de los comensales, abre cada día. Se puede comer en una mesa junto a los cocineros. El precio medio se mueve entre 35 y 45 euros, sin bebidas. El menú familiar, para seis personas, repasa los mejores entrantes de la casa, con el pescado del día como estrella, y cuesta 56 euros por cabeza. De 12.00 a 15.00 horas y de 18.00 a 23.00.

Prinsengracht, 587
amsterdam.prinsengracht.andaz.hyatt.com/en/hotel/dining/Bluespoon.html

The Lobby

Uno de los restaurantes más recomendables de Amsterdam por ubicación (a dos minutos a pie de la monumental plaza Dam), por calidad y por precio. Cada día, de la cocina trabaja de 12.00 a 16.00 horas y de 18.00 a 22.00 horas (viernes y sábados sirven cócteles hasta las 3.00), aunque se puede desayunar a partir de las 7.00. No hay que dejar pasar la ocasión de pedir un flammkuchen, típica pizza alsaciana de masa muy fina y crujiente que allí versionan con todo tipo de ingredientes. Trabajan el producto local para hacer platos de cocina internacional. A la hora de la cena ofrecen un menú con entrante, plato principal y postre a elegir por 34,5 euros, sin bebidas. Los platos de pescado los trabajan de maravilla, como la elegante corvina, el excitante pulpo con panceta de cerdo y el definitivo cuello de cerdo hecho a baja temperatura.

Nes, 49
www.thelobby-amsterdam.nl

Gebr. Hartering

Los hermanos Paul y Niek Hartering regentan este coqueto restaurante de cocina creativa a orillas de un canal. Tiene dos pisos, uno a ras de agua, e incluso una barca para cuando hace buen tiempo, a modo de terraza. Solo hacen dos menús degustación: uno de seis platos (50 euros sin bebidas) y otro de nueve (75 euros sin bebidas), con propuestas que se sirven en medio de la mesa para compartir. Trabajan con productores locales bajo la influencia de la cocina clásica francesa, sin fuegos de artificio. Para maridar, claro, muchos, muchísimos vinos franceses.
Abre de martes a domingo, de 18.00 a 23.00 horas.

Peperstraat, 10
www.gebrhartering.nl

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