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5 terrazas con mucho encanto en la Ruta de los Vinos de Alsacia

En familia, pareja o amigos, en la Ruta de los Vinos de Alsacia además de encontrar numerosas bodegas donde catar las reputadas variedades de caldos de esta región francesa y realizar actividades lúdicas para descubrir el mundo vinícola, en el corazón de pueblos y ciudades con mucho encanto –numerosos de ellos clasificados como los más bonitos de Francia– podréis dar con un sinfín de restaurantes: desde establecimientos con estrella Michelin hasta las típicas winstubs, una especie de bistrot donde probar la cocina más tradicional y los productos locales en un entorno distendido. Y encima, sentados en terraza. Apuntad estas direcciones que os recomendamos.

La Nouvelle Auberge
Antigua oficina de correos situada entre las ciudades de Colmar y Munster, en la planta baja cuenta con un bistró donde se puede disfrutar de una cocina de mercado a precio moderado. En la primera planta, el restaurante gastronómico es reputado y premiado por la sutil creatividad del chef que combina su técnica con recetas alsacianas simples que solo se rigen por el respecto de las temporadas, en línea con el movimiento slow food al que se ha adherido La Nouvelle Auberge. Hay cuatro menús degustación con platos que cambian cada día según los productos frescos procedentes de productores cercanos. Alguna de las especialidades son la sopa de caracoles con ajo y perejil, el caldo de buey, el filete de pescado de río ahumado con salsa de vino tinto y la tostada de paté de caracoles. Todo ello siempre acompañado de vinos locales. Además, este establecimiento cuyo interiorismo es el de una típica casa alsaciana (con sus vigas de madera a la vista), cuenta con una agradable terraza, tranquila, sombreada y rodeada de naturaleza.

Avenue 294
Un establecimiento con decoración depurada, cómoda y muy acogedora donde el chef elabora cada día nuevas sugerencias, además de una carta de inspiración contemporánea y tradicional a la vez. Mención especial a los postres de elaboración casera –ojo, por ejemplo, con las tartas de frutas de temporada-, y a la bodega, muy amplia y con referencias de la zona muy preciadas. En cuanto salen los primeros rayos de sol, abren una terraza detrás de la bonita casa roja donde está el Avenue 294 que deslumbra con cómodos butacones y que además cuenta con una zona rodeada de plantas donde tomar una última copa, por ejemplo. Todo ello con la compañía de un agradable hilo musical. Una dirección gourmet en un marco perfecto que no querréis abandonar.

Hôtel Beauséjour
A cinco minutos a pie del centro de esta ciudad tan magnifica que es Colmar, que también se la conoce como ‘La Pequeña Venecia’ por sus canales, es interesante relajarse en la terraza-jardín de este establecimiento propiedad de la familia Keller, quinta generación de hosteleros. La cocina, elaborada con productos de temporada, es refinada y muy alsaciana, como se observa en especialidades como el foie gras casero con gelatina de vino Gewurztraminer o la chucrut bio con cinco carnes. Pero si por algo destaca este hotel-restaurante es por su terraza interior situada en un jardín lleno de flores y árboles, totalmente aislado del resto de la ciudad.

Wistub Brenner
He aquí un winstub alsaciano de toda la vida, situado en pleno centro de Colmar. En la mesa os encontraréis con los platos más auténticos –y contundentes– de la zona: chucrut, tarta de cebolla, ensalada con queso Munster y magret de pato, queso fresco con patatas, tripas de ternera con vino Riesling... Nos encanta su bonita terraza urbana llena de flores, donde no dudaréis en daros al placer de una larga sobremesa tomando uno de estos fabulosos vinos blancos de Alsacia que se sirven en copas de cristal con pie de color verde.

Le Cerf
Marlenheim, el primer pueblo de la Ruta de los vinos de Alsacia (si iniciáis el road trip desde Estrasburgo) esconde, además de grandes bodegas, un gran restaurante: Le Cerf. Desde el año 1930 la Familia Husser regenta este establecimiento (que también cuenta con un hotel) que combina un interiorismo rústico con una cocina de vanguardia reconocida con una estrella Michelin. Se trata de una gastronomía de nivel, con platos regionales elaborados con técnicas contemporáneas, como el chucrut o las bouchées à la reine (volovanes de hojaldre rellenos) y otros de inspiración internacional, como el ravioli de foie gras o el caldo de sashimi de buey, por ejemplo, pero siempre con productos de temporada. Le Cerf es un valor seguro de la gastronomía alsaciana, rodeado de viñedos, cuya terraza se ubica en su patio central, en que los típicos geranios rojos de la zona dan el toque de encanto.

Reserva tu Vueling a Basilea, que está a una hora y media del inicio de la ruta del vino de Alsacia, y no dudes en disfrutar de las vistas en alguna de estas magníficas terrazas y probar sus delicias gastronómicas.

Texto de Laia Zieger de Gastronomistas

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Las 6 claves para conocer Trieste

A continuación os damos las pautas para meteros de lleno en el conocimiento de esta sorprendente ciudad del Adriático.

1. Confluencia de culturas

Hablar de Trieste es hablar de mezcla cultural, y todo ello gracias a su ubicación geográfica, en el extremo norte de Italia, a orillas del mar Adriático, y muy próxima a la frontera con Eslovenia. Estratégicamente ha sido codiciada por todos sus vecinos, y para muestra un botón: a pesar de que en la actualidad pertenece a Italia, entre 1382 y 1918 formó parte del Imperio Austrohúngaro. Así pues, no es de extrañar que a pesar de encontrarnos en Italia, en más de una ocasión el visitante tenga la sensación de estar en Austria, ya sea por parte de sus edificios, o ya sea por algunos de los elementos de su gastronomía. Es el caso del Borgo Teresiano, construido a mediados del siglo XVIII, durante el reinado de la emperatriz María Teresa, y del que destaca el Canal Grande.

Fruto de esa convergencia de culturas es también la convivencia de distintas manifestaciones religiosas donde la iglesia greco-ortodoxa, la serbo-ortodoxa, la judía, la evangélica luterana, o la helvética comparten espacio de forma pacífica. No es de extrañar que entre los monumentos religiosos a visitar estén la basílica de San Giusto, de estilo bizantino, la imponente Sinagoga neoclásica de vía San Francesco, y el templo serbo-ortodoxo de la Santísima Trinidad y de San Espiridión.

2. Trieste y el mar

Si algo ha definido el papel de esta ciudad ha sido su apertura al mar, que bien la ha convertido en uno de los principales puertos del Mediterráneo a lo largo de la historia. Durante la edad media se disputaría el protagonismo por obtener la mayor afluencia de mercancías con otra ciudad vecina muy conocida por todos, Venecia. En la actualidad es el principal puerto de Italia.

Y qué mejor manera de disfrutar del mar Adriático y del golfo de Trieste que en la fantástica Piazza dell’Unità d’Italia, uno de los principales puntos de interés de la ciudad. Situada entre el Borgo Teresiano y el Borgo Giuseppino, tiene el honor de ser la mayor plaza de Europa situada al borde del mar. Con forma rectangular, está rodeada de edificios públicos y palacios del siglo XIX de estilo neoclásico y vienés, como es el caso del Palacio del Gobierno, actual sede de la prefectura, y el Palacio Stratti.

3. Pasado romano

Como no podía ser menos, los romanos ya vieron el potencial estratégico de este puerto marítimo, y no dudaron en sumarlo a sus colonias. De esa época se pueden visitar los siguientes vestigios: el teatro romano, del siglo II d.C., y el Arco de Ricardo, del siglo I d.C., que le debe el nombre al rey Ricardo Corazón de León, y que formaba parte de una de los antiguos accesos de la ciudad.

4. Ciudad de cafés históricos

De visita imprescindible son sus cafés históricos, huella de la época de esplendor de la ciudad, en los que escritores y poetas de la talla de James Joyce, Italo Svevo y Umberto Saba se congregaban para charlar, hacer lecturas y compartir ideas. De influencia austriaca, aún conservan toda la magia y el encanto del pasado. Entre los más destacados están: el Caffè Tommaseo, el Caffè degli Specchi, el Caffè San Marco y el Caffè Torinese.

5. Gastronomía llena de matices

La gastronomía triestina es heredera de esa mezcolanza de culturas que hemos hablado al principio. En ella conviven platos elaborados dentro de un estilo más mediterráneo, como sería el caso de los realizados con pescado, con otros de procedencia centroeuropea, como es el caso de los elaborados con carne. Entre los platos más destacados está la jota (sopa de alubias, col, panceta y patata) de origen eslavo, los bolliti di maiale (diferentes cortes de carne de cerdo hervida), y los sardoni in savòr (anchoas marinadas en vinagre), de procedencia veneciana.

6. La bora, viento típico de la ciudad

Otra de las peculiaridades con las que cuenta Trieste es con un viento conocido como la bora, que sopla desde la meseta al Golfo, llegándolo a hacer con muchísima intensidad – de 120 km/h, alcanzando máximos de cerca de 200 km/h -, secando el ambiente y limpiando el cielo de toda nube. Los días de bora se suelen disponer cuerdas en la ciudad para que la gente pueda agarrase a ellas y de ese modo evitar salir volando. A aquellos que sientan más curiosidad sobre el tema les recomendamos que se acerquen al museo de la Bora.

Ahora que tienes las claves para conocer Trieste coge tu Vueling y aventúrate a conocerlo.

 

Texto de Los Viajes de ISABELYLUIS

Imágenes de Stephen Colebourne, John W. Schulze, stefano Merli, Xenja Santarelli

 

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Bolonia, la italiana con más 'salsa'

Por Belén Parra y Carme Gasull

Caracterizada y reconocida por esos atributos que le vienen de antiguo, proponemos una aproximación a Bolonia a partir de cuanto hay que ver (Rossa), conocer (Dota) y, sobre todo, probar (Grassa) en esta ciudad que es también capital de la Emilia Romaña, epicentro de una Italia siempre rica gastronómicamente hablando.

ROSSA (enclaves turísticos para VER y reconocer)
Al viajero se le van los ojos a sus kilómetros de pórticos y a la paleta de colores de sus edificios. Precisamente por ello aconsejamos recorrerla a pie. Visitarla en fin de semana tiene el valor añadido de que todo su centro histórico se cierra al tráfico y durante dos días es peatonal.

Bolonia está delimitada de alguna manera por sus 5 puertas, que tanto dan acceso al centro histórico como te dan a conocer la ‘otra ciudad’. Escápate a ese pulmón verde que constituyen sus jardines y a sus colinas para divisarla desde las alturas.
Pocas plazas encontrarás más bellas que la Delle Siete Chiese en especial, cuando está iluminada. Reducto para románticos, bohemios y nostálgicos.
Como buena italiana, Bolonia también resulta monumental. Se imponen las Due Torri, Santa Maria Maggiore y Neptuno. Pero también aparecerán a tu paso avenidas interminables, las Galerías Cavour (Via Luigi Carlo Farini, 40) para ‘ir a la moda’ y palazzi o edificios históricos recuperados para fines culturales como la antigua sede del Ayuntamiento de la ciudad que esconde una deliciosa biblioteca pública llamada Salaborsa (Piazza Nettuno, 3) ideal si viajas con niños.

DOTA (curiosidades, advertencias y cosas que vale la pena SABER)
Dicen de Bolonia que es la ciudad más antigua en el país más antiguo del mundo. Y la verdad es que cuenta con la Universidad más antigua de Europa, a la que aspiran no sólo estudiantes de toda Italia sino también europeos, Erasmus especialmente, y extracomunitarios. Para nota: conseguir una plaza en Derecho o Bellas Artes. En las calles y los bares, no te extrañe escuchar más de uno o dos idiomas a la vez. No son sólo turistas sino gente que ha optado por formarse y vivir en esta ciudad. Porque hay mucha más Italia más allá de Roma, Venecia y Florencia…

La capital de la Emilia Romaña es una ciudad eminentemente ferial y alberga uno de los recintos feriales más modernos y funcionales de la vieja Europa, BolognaFiere.
Bien comunicada, la bicicleta es el transporte local por excelencia, pero el autobús es la forma más rápida para desplazarse ‘fuori porte’. Ten presente por eso que pagar el billete a bordo es un poco más caro que comprarlo previamente en un estanco.
Existen unos cuantos locales para aprender el arte de la elaboración artesanal de la pasta pero destacan dos: la Vecchia Scuola Bolognese (Via Galliera, 11) y La Bottega Due Portici (Via Independenza, 69).

GRASSA (dónde y qué COMER y beber)

En Italia no comes prácticamente mal en ningún lado pero es que en Bolonia comes especialmente bien. El título de la città del cibo (alimento) es tan cierto como todo un acierto.
La pasta que identifica a esta tierra son los tortellini y la salsa, el ragù. Para probar algunos de los mejores platos del recetario boloñés, acércate a la Trattoria AnnaMaria ( Via delle Belle Arti, 17/a), uno de los locales más folclóricos de la ciudad. Las múltiples fotografías que pueblan sus paredes certifican que centenares de artistas y famosos han comido entre sus mesas.
La crescentina o crescenta es el mejor pan local. Esponjoso y sabrosísimo si es casero. Y si la acompañas de la mortadela local y el parmesano regional ya tienes un plato. Imprescindible en este sentido pasarse por la Salsamenteria Tamburini (Via Caprarie, 1), un clásico inalterable que ha sabido adaptarse a los tiempos y a la demanda. De hecho, su enoteca es el rincón más demandado y a la vez el más acogedor de todo el establecimiento.
Muy cerquita también tienes la Osteria del Sole (Vicolo Ranocchi, 1/d), local singular donde los haya. Aquí sólo te pedirán que bebas porque el picoteo puedes traértelo incluso de casa. Aún con todo, la gente suele llegar con sus piadine, focaccie y embutidos para compartirlos con toda la mesa. Si te da igual beber una cosa que otra, te recomendamos que aquí apuestes por las cervezas artesanas. La birra es un must.
Para catar y contar vinos pásate por Alla Porta Vini (Via Castiglione, 79/a). Cada día abren un par de botellas para darlas a probar. Entre sus preferencias, los del sur tirolés y de pequeños productores.

La Osteria al Cappello Rosso (via dè Fusari, 9/b) es otro de esos lugares con encanto donde también comerás incluso con los ojos. Productos autóctonos en recetas tradicionales y generosas raciones. No te pierdas ni su selección de embutidos, ni su lambrusco (motivo de orgullo para la región) ni su torta bolognesa, el dulce típico de la ciudad a base de arroz.
Si te apetece un helado opta sin duda por La Sorbetteria Castiglione (Via Castiglione, 44) o por Il Gelatauro(Via San Vitale 98/b). Y si prefieres en cambio un polo (de palo) cremoso apuesta por la Cremeria Sette Chiese (Via Santo Stefano, 14/a).

El Mercato delle Erbe (Via Hugo Bassi, 25) es una atracción para los sentidos, sobre todo para la vista y el gusto. Aunque los comercios con buen producto y producto fresco son frecuentes. También los frutos del mar. Compruébalo en la Pescheria del Pavaglione (Via Pescherie Vecchie, 14) donde, a parte de comprar, podrás degustar un original Aperyfish que no hace falta traducir.
Entra también en Paolo Atti & Figli (Via Caprarie, 7), una tienda gastronómica tradicional reconocida por la calidad de sus panes, dulces y pastas frescas.
Elegante y refinado, Zanarini (Piazza Galvani, 1) es el café histórico de la ciudad y uno de los lugares preferidos entre los locales para desayunar, tomar un buen café y un mejor pastel, y cómo no, ver y dejarse ver.
Y otra especialísima dirección dejando atrás el centro-ciudad: Il Cerfoglio, un restaurante que apuesta por la producción biológica y el KM. 0 en platos ligeros, sanos y bien logrados (Via John Fitzgerald Kennedy, 11, San Lazzaro).

Nosotros nos apuntamos, si quieres venirte consulta nuestros vuelos aquí.

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Iníciate en el slow tourism en la provincia Ferrara

Slow tourism, ¿qué es eso?

¿Quién no ha acabado estresado en algún viaje? Llegamos a un determinado destino y  nos empeñamos en “fichar” en todos los monumentos y lugares que nos indica la guía, así día tras día, hasta que de repente nos damos cuenta de que hemos regresado y que tenemos un recuerdo confuso y agotador de todo lo que hemos hecho y visto.

Existe una alternativa al turismo tradicional conocida como el slow tourism (turismo lento), heredera de la corriente cultural conocida como movimiento lento, que pretende dar una vuelta a todo esto. En esencia, se trata de tomarnos nuestro tiempo a la hora de visitar una determinada ciudad o región, permitiéndonos conocer en mayor profundidad el espacio, entrar en contacto con sus gentes y adentrarnos en su cultura. Estamos pues, ante un modelo más sostenible de turismo, estrechamente asociado a la realización de actividades en la naturaleza, aunque no exclusivamente.

Situada en el norte de Italia, en la región de Emilia Romaña, la provincia de Ferrara cuenta con dos puntos fundamentales en los que poner en práctica elslow tourism: su capital, Ferrara, conocida por ser uno de los destinos más tranquilos de Italia, y el Delta del Po, que permite hacer infinidad de actividades en la naturaleza. Si a esto le añadimos el buen carácter de sus habitantes y su rica gastronomía, ya no tenemos excusa alguna para no tomarnos nuestro tiempo en conocer esta provincia.

El Valli di Comacchio, un paseo por la naturaleza

Uno de sus principales motores económicos de la provincia de Ferrara es el Delta del Po, que le proporciona un territorio muy fértil para el cultivo de fruta y cereales, y un espacio perfecto para la pesca. También destacan la riqueza de su fauna y su flora, motivo por el cual en 1999 fue incorporado dentro del Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco.

Localizado en el sur del Parque del Delta del Po, entre Comacchio y el río Reno, se encuentra el Valli di Comacchio, espacio de visita obligada debido a la originalidad y belleza de su paisaje. Es un terreno pantanoso de unos 11.000 hectáreas de extensión en el que se alternan los espacios de agua salada y salobre, que se caracteriza por ser especialmente llano. La mejor manera de recorrer la zona es en bicicleta, para la que se han diseñado diversas rutas por caminos bastante cómodos de recorrer. También se organizan excursiones a pie, a caballo o en barca. Una de las principales actividades a realizar es el avistamiento de aves, entre las que se puede encontrar ánades reales, flamencos rosas, garzas y cormoranes.

En el centro de este espacio natural se encuentra la localidad de Comacchio, que cuenta con la particularidad de haber sido construida sobre 13 islas unidas entre ellas por puentes y canales. No en vano, en más de una guía se la denomina “la pequeña Venecia”. Como la pesca es una de los principales actividades de la zona, no olvidéis probar su principal especialidad culinaria, la anguilla marinata (anguila marinada), que siguen elaborando siguiendo la antigua receta tradicional. Si queréis saber más sobre la fabricación de este producto, os recomendamos la visita a la Manifattura dei Marinati.

Ferrara, tranquilidad, Renacimiento y muchas bicicletas

Ferrara es la ciudad perfecta para aquellos que buscan la calma acompañada de una buena dosis de arte. De origen medieval, gobernada en el pasado por la familia de los Este, destaca el proyecto urbanístico del arquitecto Biagio Rossetti, que la convirtió en uno de los principales destinos renacentistas de Italia. De imprescindible visita son el Castello Estense, en el centro de la ciudad, con foso incluido, el Duomo, la Via delle Volte y el antiguo ghetto judío. De sus magníficos palacios renacentistas, convertidos la mayoría de ellos en museos, destacan el Palazzo del Comune, el Palazzo della Ragione y el Palazzo dei Diamanti, con sus característicos bloques en forma de diamante.

Uno de los aspectos que llama la atención al visitar esta ciudad es el gran número de bicicletas que circulan por ella, pudiéndonos llegar a recordar a Amsterdam. Os recomendamos que alquiléis una bicicleta y aprovechéis para hacer un bonito paseo alrededor de sus murallas, no os defraudará.

Entre las especialidades gastronómicas no dudéis en probar el pasticcio di maccheroni (pastel de macarrones gratinado al horno con Parmesano), la salama da sugo (embutido de cerdo asado que se suele acompañar de puré de patata) y el pan de Ferrara, del que destacan su sabor y su peculiar forma, con cuatro curruscos.

Anímate a visitar esta bella región, ¡consulta nuestros vuelos!

Textos ISABELYLUIS Comunicación

Fotos Archivio Fotografico della Provincia di Ferrara (Photo Archive of the Province of Ferrara)

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