El buen vino en el país de la cerveza
En algún lugar entre Ingolstadt y Núremberg, el acento de Baviera se suaviza, las bandas de viento tocan un poco más bajo y el vino compite con la cerveza como bebida local. Esto es Franconia (Franken) y, como todo lugareño se encargará de aclarar, los franconios, que viven en las boscosas colinas y las riberas del río Meno, en la cuenca septentrional de Baviera, son muy distintos de sus extrovertidos primos del sur.
En el noreste, los fabricantes de vino de la región producen unos blancos sublimes, que se venden en una característica botella en forma de lágrima, la bocksbeutel.Para los amantes del aire libre, el Parque Natural de Altmühltal ofrece muchas posibilidades para realizar excursionismo, ciclismo y piragüismo. Pero son las increíbles ciudades de Franconia (Núremberg, Bamberg y Coburgo) lo que más atrae a los visitantes. Pero vamos a centrarnos en ese maravilloso elixir que ha cautivado a los hombres desde mismo amanecer de los tiempos.
Vino. El alma de la región
El vino de Franconia no es sólo una bebida; sino que es una celebración para los sentidos. Éste forma parte del ADN de toda la región. Aquí se siente su presencia constantemente. Su protagonismo en el paisaje es indiscutible, basta con darse un paseo andando o en bicicleta junto la río Meno, o ir a visitar el Castillo Residenz en Würzburg. También se nota su presencia en las creaciones culinarias de los chefs locales, y en las tabernas. Además en Franconia el vino vive uno de sus momentos álgidos durante los festivales o ferias –heckenwirtschaft- dedicados exclusivamente al vino.
El clima templado de la región juega a favor de este delicioso caldo. Es de tipo continental, de interior, con inviernos muy fríos y veranos suaves, lo que provoca que la maduración de las uvas sea lenta. Los suelos son muy variados y están formados de areniscas coloreadas, granito, caliza y algo de pizarras, con lo que cada tipo de suelo produce un tipo de vino diferente: las areniscas coloreadas producen vinos tintos, y el granito y la cal son ideales para los vinos blancos. Su cultivo ha sido una parte importante y constante allí desde hace más de 1.200 años. Es una alegría absoluta para explorar los vinos de Franconia y todos sus matices.
Esta región vinícola se encuentra al este de Frankfurt a unos 65 km. al este del río Rin, con los viñedos plantados en las laderas con orientación sur, a lo largo del río Main, y que rodean la ciudad de Würzburg, de manera que es la única región vinícola del estado de Baviera. Franconia está dividida en tres distritos (Mainviereck, Maindreieck y Steigerwald), que están formados a partir de las curvas o giros que hace el río Main. Os recomendamos surcar este río para haceros una idea de lo variados que son los viñedos de la zona. Los tipos de uva principales son Müller-Thurgau, Sylvaner y Bacchus.
Vinotecas / Tabernas
Las vinotecas locales ha proliferado últimamente. Bien es cierto que el consumo de vino blanco ha aumentado notoriamente en los últimos años. Dicen que por la crisis mundial –los vinos blancos suelen ser más económicos que los tintos- y por el calentamiento global –apetecen más los vinos servidos a una temperatura más fresca-. La gran baza de los vinos de Franconia, son, sin duda, tipos de uva excepcionales que se cultivan allí. Además la arquitectura extravagante de las bodegas le da un plus a nuestra experiencia sensitiva. A continuación os pasamos un listado de las vinotecas y tabernas especializadas en vino más destacadas de la zona.
DIVINO Nordheim
Langgasse 33 · 97334 Nordheim a. Main. Web
Fränkische Flaschenpost
Kirchplatz 2 · 97236 Randersacker
Tel.: +49(0)931/30489627
Vinothek im Kuk
Rathausplatz 6 · 97337 Dettelbach. Web
Vinothek Iphofen
Kirchplatz 7 · 97346 Iphofen. Web
Vinothek Sommerach
Kirchplatz 3 · 97332 Sommerach a. Main. Web
Weinforum Franken
Hauptstraße 37 · 97246 Eibelstadt. Web
Winzer Sommerach- Der Winzerkeller
Zum Katzenkopf 1 · 97334 Sommerach a. Main. Web
¿Has tomado nota? Pues a qué espera para ir a descubrir el vino de Franconia? Consulta nuestros vuelos aquí.
Texto de ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Alexander Von Halem, Goegeo, VisualBeo, FrankenTourismus/Fraenkisches Weinland Tourismus/Hub
+ infoTurín, enamorada del cine
Una película me llevó a Turín. Me impactó con un gigantesco edificio acabado en aguja que se erigía por encima de la ciudad. Era la Mole Antonelliana, descriptivo nombre que hace referencia tanto a su brutal presencia como al arquitecto, Alessandro Antonelli, que la ideó inicialmente como sinagoga. La descubrí en un pequeño pero apreciable filme independiente llamado Dopo Mezzanotte (After Midnight), de Davide Ferrario, quién vive en la ciudad y ha rodado allí muchas de sus películas. Es un canto de amor al cine, un triángulo pasional cuya acción se desarrolla dentro del Museo Nazionale del Cinema, localizado desde el año 2000 precisamente en el interior de la Mole. Con 3.200 m2, es el más grande de Europa dedicado al Séptimo Arte, y tanto por su ubicación como por la disposición de su colección -que incluye objetos ópticos pre cinematográficos, linternas mágicas, o atrezzo antiguo y moderno, incluyendo máscaras de Star Wars y de El Séptimo Sello de Bergman, la capa de Superman o un corpiño de Marilyn Monroe- supone una exposición original y espectacular. Es, de hecho, uno de los museos más frecuentados de Italia, lo que es mucho decir en un país rico en legado histórico y artístico. Allí se celebra además el Torino Film Festival -próxima edición del 20 al 28 de noviembre-, que han dirigido realizadores como Nanni Moretti, Gianni Amelio o Paolo Virzi.
La ciudad que hechizó a Risi, Tornatore y Argento
Obviamente, la que fuera la primera capital del estado italiano, es habitual en su cinematografía, del neorrealismo a las comedias eróticas, con profusión de policíacos de títulos tan explícitos como Torino violenta, Torino Nera o Torino, centrale del vizio. El maestro del terror Dario Argento rodó aquí varias escenas de uno de sus primeros éxitos, El Gato de Nueve Colas, y enamorado confeso de la ciudad, filmaría por completo en ella sus últimas obras ¿Te gusta Hitchcock?, Insomnio (Non ho sonno) o Giallo.
La ciudad del club de futbol Juventus -y del Torino F.C.-, con el que disputa el Derby de la Mole - es también parada obligada en los viajes representados por clásicos imprescindibles. Enrico Loverso emigra del pobre sur al norte fabril turinés en Así reían (Così ridevano), de Gianni Amelio. En Están todos bien, de Giuseppe Tornatore, un anciano y espléndido Marcello Mastroianni visita a sus hijos repartidos por Italia y al último lo encuentra -claro- en Turín. Y desde su estación de tren parte el irascible ciego interpretado por Vittorio Gassman en Perfume de mujer, dirigida por Dino Risi (mucho después harían unremakecon Al Pacino). Por cierto, fue en la misma localidad alpina donde Risi debutó en el cine, como asistente en el rodaje de Pequeño mundo antiguo, y donde una noche juró amor eterno a la bellísima actriz Alida Valli, cuando se encontraban dentro de una carroza bajo la lluvia, en los románticos y frondosos jardines del Parco del Valentino.
Escenario para robos y espías en el cine USA
En La Pantera Rosa 2, con Steve Martin, se roba uno de los mayores tesoros de la ciudad, nada menos que la Sábana Santa. Pero probablemente la película que más ha dado a conocer Turín en el mundo haya sido una cult movie de 1969 llamada Un trabajo en Italia, de Peter Collinson -y de la que un remake reciente recuperaba el título original, The Italian Job-, donde la banda comandada por Michael Caine roba un botín y con sus pequeños automóviles Mini Cooper escapan de los carabinieri (policías italianos), a través del Palazzo Carignano; por las escaleras interiores del Palazzo Madama y por las exteriores de la iglesia Grande Madre di Dio; derrapando por el glamuroso centro comercial Galleria San Federico, ascendiendo a la cubierta abombada del Palazzo a Vela -creado para la Exposición Internacional de 1961 y recuperado como centro deportivo en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006- y subiendo también a la vertiginosa pista oval de pruebas que se halla en el techo de la antigua fábrica FIAT -verdadero motor de la ciudad durante décadas-, situada en el Lingotto -hoy espacio multidisciplinar para ferias y festivales-. En su escapada final, los Mini llegaban hasta los cercanos Alpes, la impresionante cadena montañosa que sirve de fondo a esta preciosa ciudad, no sin antes atravesar el mismísimo río Po.
Y es justo frente al Po, donde se encuentra la majestuosa Piazza Vittorio Veneto, que aparece en El ultimátum de Bourne, de la saga protagonizada por Matt Damon. Sin embargo, el café donde luego vemos sentarse al adrenalínico agente secreto ¡está en realidad en Madrid! El equipo de rodaje trabajaba ya en España, cuando un cambio en el guión obligó a rodar de nuevo la escena inicialmente filmada en Turín. Porque la magia del cine siempre tiene truco.
Y si quieres descubrirlo, ¡hazte ya con tu billete aquí!
Texto de Carlos G. Vela para ISABELYLUIS Comunicación
Imágenes de Felipe Cadona Colombo, Jean-Pierre Dalbera, Luigi Giordano, Marco Coïsson, MarkusMark, Nicola Gambetti
+ infoOslo: pura vida, pura tendencia
Por Tensi Sánchez de actitudesmgz.com
La ciudad de Oslo esta situada dentro de la formación de uno de los fiordos más bellos de Noruegaque recibe su mismo nombre. Rodeada de más de 40 islas, lagos y bosques, hace que sea una de las ciudades más increíbles de Escandinavia.
Es un destino ideal para planear un viaje gracias al gran abanico de posibilidades que ofrece. Mezcla a la perfección la naturaleza con las tendencias más urbanitas, situándose actualmente como un destino imprescindible para cualquier amante de la arquitectura, el arte, el diseño y la naturaleza. Es la única ciudad en el mundo en la que se puede acceder a las pistas de esquí en metro por lo que la hace apetecible en cualquier estación del año.
Su desarrollo ha sido brutal en los últimos diez años, situándose actualmente en una de las capitales con el nivel de vida más alto del mundo.
A todo esto hay que sumarle que en este último periodo se han abierto nuevos museos en la ciudad y han convertido el puerto marítimo en un hervidero de cultura y ocio. Así han hecho de Oslo un destino aun más atractivo para el turista.
La mejor opción para empezar a moverse dentro de la ciudad es comprando la tarjeta Oslo Pass que da acceso a transporte y museos.
En el área de Aker Brygge esta el puerto que alberga modernos edificios, restaurantes, museos, galerías y tiendas donde puedes perderte todo un día entero. Seguido a Aker Brygge esta la zona de Tjuvholmen donde se edificó en 2012 el Astrup Fearnley Museum of modert art , obra del arquitecto Renzo Piano. Uno de los museos más impresionantes de Oslo por su peculiar arquitectura y situación. En la misma zona también está el recién inaugurado The Thief, uno de los hoteles más impresionantes de la ciudad. Merece la pena entrar y visitar su hall.
Desde el mismo puerto y con la tarjeta Oslo Pass, se puede coger el ferry que te lleva a la isla de los museos situada en el área de Bygdoy. Los más interesantes son el Museo Fram que alberga en su interior el impresionante rompehielos y el Museo de Barcos Vikingos , aunque hay muchos más. De vuelta al puerto puedes tomarte algo en alguno de sus barcos-bares o restaurantes, disfrutando al aire libre de una de las más bellas vistas al fiordo. Entre todos los restaurantes destacamos Lofoten y Onda Sea por su magnifico pescado y marisco fresco.
El diseño escandinavo y en concreto el noruego, es muy preciado. Sus habitantes pueden presumir de haberse situado a un buen nivel y de estar muy bien valorados. El estilo nórdico actualmente está en alza y la prueba de ello está en sus tiendas de moda, diseño y decoración.
Entre ellas destacamos: Balder Interior, Dapper, Moods of Norway, Pur-Norsk, Koma, Tulip & Tatamo Trikotasje, Norway Design; y por ultimo el céntrico House of Oslo: el primer y único centro comercial de Noruega especializado en diseño y estilo de vida noruegos, con más de 20 tiendas distribuidas por sus cuatro plantas.
El domingo es el día perfecto para visitar el mercado de Blå en el área de Grünerløkka situado al otro lado del rió Akerselva. Un punto de encuentro muy de moda para ir a comer y escuchar música local en directo. Este mercadillo es muy peculiar ya que puedes descubrir maravillas vintage de ropa, bolsos, libros, discos, complementos etc, en un ambiente único. Además es la zona de Oslo donde más barata esta la cerveza y donde encontraras unos grafiti alucinantes que no podrás dejar de mirar y fotografiar.
La zona de Grünerløkka está alejada del bullicio de los turistas y es muy apetecible perderte por sus calles e ir descubriendo sus tiendas, restaurantes y bares.
Muy cerca de Blå, en Vulkan, se encuentra un edificio (inaugurado también este año) con aire industrial que alberga un centro de cultura gastronomita: Mathallen, donde se pueden comer y comprar productos de fabricantes noruegos y productos importados. Es el sitio perfecto para degustar la comida local.
Alrededor del edificio se están abriendo tiendas, bares y galerías de arte contemporáneo, como la galeria Vulkan. Sin duda en poco tiempo será una zona a tener muy en cuenta en la ciudad.
Oslo es una ciudad que culturalmente esta muy viva y sobre todo cuando llega el buen tiempo. Por ello no podemos dejar pasar por alto festivales como Øya, que es el mayor festival de música Pop-Rock al aire libre de Noruega.
Si te has quedado con ganas de saber más acerca de Oslo entra en la pagina de Visit Oslo y descubre las mil y una posibilidades que te ofrece la ciudad y su entorno.
Por Tensi Sánchez de actitudesmgz.com
Imagen de Fernando Sanz
A mi ya me están entrando ganas de ir otra vez y tu, ¿a qué esperas para reservar tu Vueling?
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Viajar y comer con niños en Marrakech
Marrakech es un caos, y nadie que haya pisado alguna vez esta ciudad marroquí se atreverá jamás a manifestar lo contrario. Un desorden bendito para aquellos a quienes les va la marcha, y un lugar estresante y terriblemente imprevisible para los amantes del orden y para aquellos que necesitan tener todo bajo control. A estos últimos les aconsejamos que cojan un Vueling a Zúrich con su familia y disfruten de la plácida sensación de que todo funciona y donde además hacen unas fondues que están de miedo. Al resto, les recomendamos que nos sigan en esta fantástica aventura.
Marrakech es ese lugar donde cada tres pasos alguien te para por la calle con el objetivo de venderte algo, llevarte a la tienda de alguien, hacerte una ruta guiada por la ciudad, colocarte una serpiente en los hombros, tatuarte, prepararte un zumo de naranja, pasear contigo y su mono –al que pretenderán que cojas de la mano– o llenar tu bolsa de perfumes, especias, jabones y hermosos objetos decorativos que parecen salidos de Las mil y una noches. Todo ello mientras esquivas carros tirados por caballos al grito de “Calesa, María, barato”, burros y demás fauna que puebla la ciudad, te haces una foto con un camaleón, visitas palacios que hasta el momento solo existían en tu imaginación y comentas con los hombres de todas las edades que irrumpen en tu camino las últimas hazañas del Barça.
Esta ciudad marroquí es pura magia, un delicioso caos fascinante en el que huele a especias y té con menta –un poco, a veces, a caca de caballo también, pero y qué– y en el que cualquier amante de la aventura va a divertirse de lo lindo. Y nadie mejor que un niño para apreciar esta ciudad que no se parece a nada antes visto, para entregarse al disfrute de la retahíla de personajes y situaciones fuera de lo común que van a protagonizar la estancia en Marrakech y que la harán inolvidable.
El primer lugar del que van a enamorarse los más pequeños es de la plaza Jemaa El-Fna, el centro neurálgico de la medina, donde al caer la tarde empieza uno de los festivales gastronómicos más maravillosos del mundo. De todos esos puestos callejeros comienzan a emerger deliciosas carnes especiadas, hummus, cuscús, tajines, ensaladas y otras delicias a precios de risa. Hay quien no se atreve a ocupar mesa en este mercado callejero por temor a la intoxicación, a la contaminación del agua y los posibles efectos adversos para nuestro aparato digestivo, pero simplemente con asegurarnos de que los cubiertos están limpios y secos y evitando los alimentos crudos disfrutaremos de un espectáculo que ni en el Sublimotion.
En la misma plaza hay también numerosos restaurantes con vistas que nos permiten disfrutar con cierta perspectiva del jolgorio constante de Jemaa El-Fna. Uno de nuestros preferidos es Aqua (Jamaa El Fna, 68), cuya terraza en la planta superior ofrece unas vistas privilegiadas de la plaza y donde ofrecen una cocina casera marroquí bastante correcta y donde también tienen pasta, pizza, bocadillos y otros platos internacionales perfectos si deseamos abandonar por un día la cocina local.
Seguimos la ruta gastronómica en familia por Marrakech ocupando mesa en un espacio fascinante por ser absolutamente inclasificable: Clock Cafe, uno de los pocos locales hipsters de la ciudad, un sitio que bien podría estar en Londres o Berlín y que, sin embargo, no pierde su esencia árabe. Aquí los precios ya rozan los europeos, el hilo musical emite indie pop, las sillas son amarillas, hay graffitis en las paredes y tienen un cuscús con pollo y cebolla caramelizada de escándalo, aunque los peques probablemente escojan la hamburguesa de camello, uno de los productos estrella de la casa. Si hace frío –cosa que también ocurre en invierno en Marrakech–, su chimenea será vuestra mejor amiga.
Otra opción recomendable es hacer un alto en el camino es Nid'Cigogne (Place des Tombeaux Saadiens, 60), un amplio restaurante de tres plantas al lado de las tumbas saadíes, donde los más pequeños se divertirán con los gatos que habitan la terraza y podrán disfrutar de platos sencillos, que van desde sándwiches a guisos marroquíes, y descansar durante unas horas del bullicio constante que es Marrakech. El servicio es muy amable y, como ocurre sin excepción en todas partes en esta ciudad de cuento, los niños son siempre bienvenidos, acogidos con cariño y tratados con respeto y afabilidad.
Por último, aunque las opciones son infinitas, vale la pena pararse a tomar un té en el bonito Marrakech Henna Art Cafe, donde podremos hacernos un tatuaje de henna y, mientras esperamos, degustar unas pastitas. También podemos atacar un tentempié en forma de delicioso hummus y cuscús vegetal a precios bastante ajustados, y comprar alguno de los souvenirs que venden en su interior.
Y así, con una cesta cargada de artesanía, especias, jabones, babuchas multicolores y miles de recuerdos inolvidables, disfrutaremos de una experiencia en familia que nos habrá dado anécdotas maravillosas y muchas horas de risas. Y es que, ¿en qué otro país del mundo alguien muy serio ataviado con chilaba va a parar a tu hijo por la calle al grito de “Hola, pequeño Nicolás”? Reserva tu Vueling a Marrakech y anímate a vivir esta experiencia en primera persona.
Texto y fotos de Laura Conde de Gastronomistas.com
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