Cracovia. Pasado y presente.
Cracovia es la ciudad más turística y con más historia de Polonia. De hecho, el centro histórico de Cracovia ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ya que, unque la ciudad fue devastada por ejercito alemán durante la II Guerra Mundial, a partir de 1950 se inició la reconstrucción de su casco antiguo -que se conoce como Stare Miasto-, guiándose con la máxima fidelidad a la ordenación original.
El corazón de la ciudad es Rynek Glówny, una de las plazas más grandes de Europa, animada a todas horas por músicos ambulantes y grupos de turistas. Por la noche, todavía sigue iluminándose con las lámparas de luz de gas, que proyectan sombras sobre los edificios que bordean las plazas -construidas en los siglos XIV y XV-, dándole un aspecto un tanto tenebroso pero muy romántico.
En la actualidad, Cracovia es un gran punto de atracción turístico, pero que pide a gritos no olvidar el pasado para poder disfrutar de un futuro prometedor.
El antiguo gueto judío
No se encontraba en el actual Barrio Judío de Kazimierz, si no un poco más alejado, en el distrito de Podgórze. De él se conserva únicamente un tramo de muro, alguna de las calles y se ha erigido en la plaza de los héroes del Gueto (Plac Bohaterów Getta) el Memorial de la Plaza de los Héroes del Gueto, unas grandes sillas metálicas que representan las pertenencias robadas a los judíos al llegar al gueto.
El gueto de Cracovia se fundó en 1941 y, a medida que se intensificó la presión nazi de genocidio, empezó a sobrepoblarse y la gente moría de hambre o enfermedades, cuando no eran directamente asesinados en la misma calles.
La farmacia el Aguila
Sin embargo, como particularidad, en el guetto de Cracovia se permitía que los comercios siguieran trabajando. Es el caso de Tadeusz Pankiewicz, propietario de la Farmacia el Aquila (Apteka pod Orlem), que tuvo un papel imprescindible para la inteligencia judía. La farmacia era un valioso punto de reunión, contrabando de comida y medicamentos, y otros objetos de valor.
Tadeusz Pankiewicz ha recibido, por ello, una mención del estado de Israel. En 2004, Roman Polanski y Steven Spielberg, se encargaron de la restauración de la farmacia, que se ha reconvertido en parte del Museo Histórico de la ciudad , en el que se muestra la aniquilación que sufrieron los judíos y el importante papel de la farmacia. El mismo Polanski, quien pudo escapar del guetto siendo niño, le dedicó su Óscar por la película El pianista.
La fábrica de Schindler
Otra laureada película dio fama a esta famosa fábrica, que se encuentra muy cerca del antiguo guetto. La historia de la fábrica de Oscar Schindler -ahora también reconvertida en museo- se recreó en la película La lista de Schindler de Spielberg.
En ella una exposición permanente bajo el nombre "Cracovia bajo la Ocupación Nazi entre 1939 y 1945", con exposiciones, reconstrucciones, imágenes, objetos de ese período y sonidos que hacen simular a los visitantes la experiencia de los polacos durante la invasión nazi.
El barrio judío de Cracovia
El barrio judío de Kazimierz, conformado antes de la II Guerra Mundial por una de las comunidades judías más grandes de Europa, es hoy un encantador barrio bohemio, de calles animadas, peculiares comercios y talleres artesanales, y mucha oferta de restaurantes de cocina hebrea.
Aquí se puede visitar la Vieja Sinagoga -la más antigua de Polonia- o la Sinagoga Remuh -junto al cementerio judío- o las espectaculares iglesias católicas de Santa Catalina o la Roca. Como curiosidad, debes saber que fue el lugar en el que Steven Spielberg rodó La lista de Schindler.
Auschwitz-Birkenau
A unos 60 kilómetros de Cracovia, se encuentran los tristemente famosos campos de concentración de Auschwitz I -el primero que se construyó- y Auschwitz II o Birkenau - construido posteriormente como campo de exterminio-.
Se puede llegar fácilmente en tren o los autobuses que salen desde la estación central de trenes y autobuses Kraków Główny, en un trayecto que dura cerca de una hora y media.
Su vergonzosa transcendencia viene por ser el mayor campo de concentración construido durante el régimen nazi y el de mayor exterminio de la historia, en el que fueron asesiandas más de un millón de personas. Hoy en día, se mentiene en pié como recuerdo para evitar que vuelvan a suceder y a caer en el olvido las atrocidades allí comentidas.
Centro de Cracovia por FotoCavallo | Auschwitz por Gigatel Cyf Ltd. | Fábrica de Schindler por Noa Cafri | Barrio judio de Cracovia por Jakub Hałun
Un sitio que merece la pena descubrir! Consulta nuestros vuelos aquí.
+ infoMilk bars y otras pistas en Cracovia
Cracovia ha tomado un rumbo nuevo y vive el presente con la vista puesta en el futuro. Sin embargo, tiempos pasados y convulsos aún son palpables en una ciudad que, aseguramos, merece mucho la pena descubrir. Perderse por el peatonal centro histórico (Stare Miasto) y detenerse en Rynek Główny, una de las plazas más grandes del mundo; entrar en el museo subterráneo que hay bajo ella, para viajar en el tiempo hasta el medievo; disfrutar de una cerveza y de buena música en el animado barrio judío (Kazimierz); pasear a orillas del Vístula y subir al Castillo de Wawel; recorrer sus mercados, sus calles, sus recuerdos… Y por supuesto, zambullirse en la gastronomía local. Una cocina sabrosa, cálida y casera, influida por raíces eslavas, judías, alemanas o húngaras, que podrás probar a muy buen precio en decenas de restaurantes. Nosotros recorrimos la ciudad a conciencia y nos dejamos seducir por algunos de ellos. Te contamos qué descubrimos.
Pod Baranem y Pod Nosem: disfrutando de la cocina polaca
Muy cerquita de Wawel se encuentra Pod Baranem, un local acogedor, íntimo y con un servicio amabilísimo y atento. Preparan una buena żurek, sopa típica de harina de centeno fermentada, con huevo, patata y salchicha casera. Es potente y sabrosa, como muchos de los platos de ADN local. También sirven una recomendable col rellena de carne con salsa de champiñón y buenos platos de carne. Si te gustan las vajillas y los detalles para la mesa, saldrás de allí queriendo llevarte todo. Un clásico encantador.
En el restaurante del hotel boutique Kanonicza 22, Pod Nosem, también ofrecen gastronomía polaca, pero esta vez con un punto renovado y creativo. Un equipo joven, comandado en cocina por el chef Przemysław Bilski, se desenvuelve a la perfección en un espacio coqueto y una terraza con vistas al castillo. Sirven unos riquísimos pierogi (empanadillas típicas polacas, cocidas con diferentes rellenos) y también otros platos como una finísima crema de espárragos o refinadas propuestas de carnes y hasta de casquería. Cuenta con una interesante carta de vinos y un muestrario de tartas que harán muy difícil la elección del dulce final.
¿Comer barato en Cracovia? “Milk bars” y menús del día
Cracovia no es una ciudad cara, pero si buscas un lugar donde comer bien a precios de risa, entonces la mejor opción es un “milk bar”. Recuerdos de un pasado comunista, estos “bares de leche” (mleczny en polaco) son hoy modestos autoservicios, con listas de platos en las paredes y un ticket medio de unos 5 euros por persona. Céntrico y recomendable es Pod Temida, y si quieres ver hacia dónde va el concepto, entonces pasa por el Milkbar Tomasza.
Además de los “milk bar”, otra opción para comer barato son los menús del día que ofrecen numerosos restaurantes. Algunos recomendables son el CZ Dezerter -donde por 4,5 € te ponen, por ejemplo, una estupenda sopa con sémola de trigo y un pescado con ensalada de col fermentada, zanahoria y patata- o el jardín de Chimera, una increíble barra de ensaladas con platos del día, muchas recetas veggie, tartas caseras y zumos.
Cafés, bares y pubs en el siempre animado barrio judío
Los alrededores de Plac Nowy están llenos de bares, restaurantes y terrazas con ambiente durante todo el día. Merece la pena entrar y ver sus curiosos escenarios, cargados de recuerdos de otras épocas. Mleczarnia y la terraza Mlekowoz justo enfrente, Alchemia, con programación de música en directo, o Wódka Café Bar, con decenas de variedades de vodka polaco, son algunas direcciones interesantes de la zona.
Para comer, es típico hacer parada en la misma Plac Nowy, con puestos donde sirven zapiekanka (enormes panini de un montón de ingredientes y salsas). Y si quieres algo menos gocho, merece la pena entrar en Szynk, un encantador refugio de cocina casera y buena música. Nosotros tomamos una sopa deliciosa (en Cracovia hay tantas recetas de sopas como para tomar una diferente cada día del año) y pollo relleno de espinacas y queso. Nos encantó.
Texto y fotos de Silvia Artaza de Gastronomistas.com
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+ infoWieliczka, un viaje a las entrañas de la tierra
¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde procede un condimento tan popular como la sal? Una visita a las minas de Wieliczka puede ser una excusa perfecta para conocer la extracción de un producto tan preciado por el hombre, además de descubrir una espacio asombroso a la par que sorprendente. Situadas en las proximidades de Cracovia (a unos 15 kilómetros), llevan en funcionamiento desde el siglo XIII casi ininterrumpidamente hasta la actualidad, siendo las segundas minas de sal más antigua del mundo (la primera también está en Polonia, en Bochnia). En 1978 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, una excusa más para conocerlas.
Pero, ¿qué tienen las minas de sal de Wieliczka que las hacen tan especiales? Para empezar, hay que quitarse de la mente la imagen de oscuridad y claustrofobia a la que solemos asociar la palabra “mina”. Tras el larguísimo tramo de escaleras inicial, de unos 350 escalones, que nos adentra en sus profundidades, la primera sorpresa con la que nos encontramos es la presencia de una estatua esculpida en sal de Nicolás Copérnico recibiéndonos en el primer nivel. Pero ésta no será la única escultura de este mineral que veremos en nuestros recorrido, hay múltiples obras y todas ellas talladas por los propios mineros. Las temáticas van desde la representación de personajes históricos, pasando por escenas del trabajo en la mina, hasta incluso religiosas. Por haber, hay hasta un relieve en sal con la reproducción de la “Última cena” de Leonardo da Vinci. Sorprendidos, ¿no?
Pero esto no es todo. La “joya de la Corona” de la visita se encuentra en la capilla de Santa Kinga, una gran cavidad de 54 metros de largo, 17 de ancho y 11 de alto, esculpida toda ella en la roca, y ornamentada con lámparas, que como no podía ser menos, también son de sal. Es la iglesia bajo tierra más grande del mundo, y sólo por lo inesperado del espacio, merece la pena la visita. Esta obra es fruto de la devoción que tienen los mineros por Santa Kinga, de la que dice la leyenda que trajo la sal a Polonia.
La visita termina a 135 metros de profundidad, tras haber pasado algunos lagos de salmuera, que incluyen espectáculo de luces con banda sonora de Chopin. Esto último puede sonar un pocokitsch,pero el espacio vale la pena ¡Ah! Y no temáis, la subida a la superficie se hace en ascensor.
Viviendo experiencias en el subsuelo
Las minas de sal de Wieliczka están perfectamente preparadas para el turismo, pudiendo escoger entre varias opciones a la hora de visitarlas: el “itinerario Turísitco”, es la opción más clásica, pero también podemos ir más allá y convertir nuestra visita en una experiencia más contundente. En el “itinerario Minero” podemos ponernos en la piel de un minero y conocer todos los entresijos de la extracción de la sal. Para los más religiosos existe la “Ruta Peregrina”, que se centra en los espacios espirituales de las minas, como son la Capilla de Santa Kinga y la capilla de San Juan Pablo II.
Además, las minas cuentan con un microclima que resulta beneficioso para la salud, ya que son espacios libres de contaminación, en los que además reina la calma. Por otro lado la sequedad del ambiente provocada por la sal y la temperatura constante, ayuda a crear un escenario perfecto para aquellas personas con problemas respiratorios. Las instalaciones incluyen un balneario en el que poder disfrutar de sus diferentes tratamientos Y para aquellos que vayáis con tiempo y os gusten las emociones fuertes, que sepáis que el complejo incluye alojamientos para poder pasar la noche. Se encuentran en dos niveles de profundidad, uno a 125 metros y otro a 135. ¿Os atrevéis?
Preparando la visita
Os recomendamos que tengáis en cuenta los siguientes puntos antes de realizar la visita a estas minas:
- Hay servicio de autobuses desde Cracovia con una frecuencia de unos 20 minutos.
- No es necesario realizar reserva. La visita se realiza siempre con guía, que está disponible es múltiples idiomas, aquí tenéis los horarios.
- Tiempo medio que lleva realizar toda la visita es de unas tres horas.
- La temperatura del interior de la mina es de unos 14-16 grados, así que no olvidéis llevar alguna chaqueta o ropa de abrigo si no queréis pasar frío.
- Son muchos los escalones a descender, alrededor de 800, así que es importante que llevéis calzado cómodo.
- ¡Ojo! Para aquellos que queráis dar envidia a vuestros amigos con vuestras fotos, tened en cuenta que para fotografiar o filmar el espacio tendréis que pagar un suplemento.
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Texto de ISABELYLUIS Comunicación
Fotos de Taver, Jennifer Boyer, Alexander Baxevanis y Minas de Wieliczka (fotos de R. Stachurski)
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