Thérèse Peltier, Raymonde de Laroche, Ruth Law, Amelia Earhart, Geraldine “Jerrie” Mock, Hélène Dutrieu… No son pocas las mujeres piloto que, no solo han roto esos metafóricos “techos de cristal”, ¡sino que han viajado hasta el cielo! Y ahora que se acerca la celebración del 8 de marzo, el Día Internacional de las Mujeres, queremos recordar algunos de esos nombres que nos ha dejado la historia de la aviación.
No puedo evitarlo, a mí aún me sorprende (y me alegra a partes iguales) cuando oigo que es una voz de mujer la que dice aquello de “Buenos días, bienvenidos a este vuelo, les habla la capitana”. Está claro que es falta de hábito porque, aunque cada vez son más las mujeres que se ponen a los comandos de un avión, siguen siendo minoría. ¡Y esto que no es una profesión realmente nueva para ellas! Muchas antes han surcado los cielos y solo hace falta repasar la historia de la aviación para encontrar un montón de ejemplos. ¡Aquí repasamos algunos!
Thérèse Peltier, la primera mujer que pilotó un avión.
O lo que es lo mismo: a ella le debemos el término “aviadora”, ya que fue la primera mujer que hizo volar un artefacto más pesado que el aire (se descartan los globos aerostáticos, en cuyo caso es Jeanne Geneviève Labrosse quien ostenta el título como primera mujer en “pilotar” uno en 1799). El primer vuelo de Thérèse Peltier fue en Turín en 1908 y, aunque fueron apenas 200 metros a una altura de 2,5 metros, se consideró todo un logro para esta parisina que destacaba también como escultora.
Raymonde de Laroche, primera mujer en recibir una licencia de piloto.
(Sí, Thérèse Peltier voló sin licencia, pero le guardaremos el secreto.) Fue precisamente un 8 de marzo en Mourmelon (Francia) cuando Raymonde de Laroche consiguió su licencia de piloto del Aéro-Club de France. Habría sido una bonita manera de conmemorar el Día Internacional de las Mujeres, si no fuera porque esta hazaña la conquistó en 1910 y no fue hasta 1911 que se fijó esta fecha para la lucha por los derechos de las mujeres.
Ruth Law, la mujer que luchó para que hubiera más mujeres piloto.
Una enamorada de la aviación desde muy joven. Con tan solo 21 años Ruth Law se compró su primer avión y cuentan que, durante la primera Guerra Mundial, vestida con un uniforme militar masculino, se presentó delante del Presidente Wilson para solicitar permiso para unirse a las tropas del aire. El permiso le fue denegado, pero siguió luchando para que las mujeres pudieran pilotar aviones en el ejército, e incluso escribió un artículo en la Air Travel Magazine con el título “Let Women Fly!”.
Amelia Earhart, la aviadora más mediática.
Seguramente su nombre sea el más conocido, en parte gracias a la película “Amelia” (2009) que narra su increíble misión de dar la vuelta al mundo en avión en 1937 y que, lamentablemente, acabó con su desaparición en el Océano Pacífico. Antes sin embargo Earhart tuvo la oportunidad de convertirse en la primera mujer en cruzar el Atlántico en 1928 —después de que 3 mujeres murieran al intentar conquistar esta misma hazaña—, y la primera persona que voló sola de Honolulu (Hawái) a Oakland (California, EE.UU.) en 1935, entre muchas otras aventuras que prueban su amor por desafiar los límites y el peligro.
Geraldine “Jerrie” Mock, la primera aviadora que dio la vuelta al mundo.
Consiguió lo que Amélia Earhart no pudo: en 1964 completó una vuelta al mundo aérea en solitario a bordo del The Spirit of Columbus. Para recorrer 36.800 kilómetros necesitó 29 días y 21 paradas. Lo más curioso es que, lo que empujó a Jerrie Mock a esta aventura, ¡fue sobre todo el aburrimiento! Después de dedicarse a ser ama de casa durante 20 años, y de haber aparcado su carrera de ingeniería aeronáutica en la Universidad Estatal de Ohio, decidió romper con un convencionalismo que no estaba hecho para ella. ¡Y vaya si lo hizo!
Hélène Dutrieu, la aviadora más polivalente.
Quizás la conozcáis como “La Flecha Humana”, un apodo que se ganó esta belga a pulso por tantas aficiones relacionadas con la conducción como tenía: no solo se dedicó a volar, sino también al ciclismo acrobático, al motociclismo, a las carreras de coches y, durante la Primera Guerra Mundial, a la conducción de ambulancias. Fue además la primera mujer en despegar un hidroavión y la primera en transportar un avión con pasajero. Y porque quería que muchas otras mujeres siguieran su estela, creó la copa Hélène Dutrieu-Mortier para aviadoras francesas y belgas dotada de un premio de 200.000 francos.
Quién sabe, quizás algún día un aeropuerto podría llevar el nombre de alguna de ellas. Por soñar, que no quede… De momento, son solo unos poquitos en todo el mundo —como el de Estambul (Sabiha Gökçen), el de Delhi (Indira Gandhi), que curiosamente también es el país con más mujeres piloto, el de Pakistán (Benazir Bhutto) o el de Río de Janeiro (Maria da Penha)— los que llevan nombre de mujer.